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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

A todos nos cuesta sincerarnos completamente con el médico. Spock no le contó al doctor lo que le estaba pasando pero con el carácter que tiene Bones no tardará en averiguarlo.

 Nadie le cuenta nada al médico



                                    Spock permanecía a solas sentado sobre un cojín en el suelo de su camarote. A su alrededor oscuridad, apenas mitigada por la luz de unas velas. Calma y silencio. Paz. El perfume del incienso se filtraba por su nariz envolviendo en una niebla su agitada mente. Vestía únicamente la negra túnica vulcana de lana con el nombre de su familia bordado en oro sobre el pecho. Esperaba, controlando la respiración, la llegada de su Capitán. Ya no podía tardar, estaba seguro.

    Inspirar... espirar... relajando cada músculo de su cuerpo. Una lucha se debatía en su interior; emociones demasiado intensas como para darles rienda suelta. Recordó las enseñanzas de sus maestros en Vulcano, la Disciplina Kolinahr: debes mantener la mente libre de emociones, Spock y meditar acerca de la infinita diversidad en sus infinitas combinaciones.

    Tenía que aguantar hasta llegar a Nuevo Vulcano, pronto Jim le llevaría allí. Ascendería junto a su amado los escalones del Nuevo Monte Seleya donde le estaría esperando su padre, Sarek. ¿Aceptaría éste a Jim y les daría su kudaya, su bendición? Si lo hacía entonces Spock al fin tomaría a su T'hy'la como sa-telsu, su esposo para toda la vida, y juntos pronunciarían el Taluhk nash-veh k'dular: la declaración de amor entre una pareja aceptada por la sociedad vulcana.

    Spock soñaba despierto y ya podía verse descendiendo los peldaños tras la ceremonia, unido a Jim por el ozh'esta: el peculiar abrazo de los dedos índice y corazón que tanto le agradaba. Todo resultaría perfecto. Incluso el otro Spock estaría allí esperándoles, alegrándose por ellos. Imaginaba también presentes a sus amigos más íntimos: a Nyota y a Scott, al doctor McCoy y a la enfermera Chapel, a Sulu y al joven alférez Chekov, para quien todo lo que merece la pena es un invento ruso. Luego festejarían la boda compartiendo un delicioso tufeen hushani, un dulce nupcial muy parecido al pastel de zanahoria. Brindarían por su unión con Agua Altair, su bebida favorita. También habría coñac para el doctor, vodka para Chekov, y por supuesto whisky escocés para Scott. Y al anochecer, a solas con su tal-kam, llegaría el momento de plathau, la consumación de su unión con la primera relación sexual marital. Alcanzarían juntos el estado de perfección y satisfacción que tanto necesitaba. Spock seguía esperando la llegada de su Capitán, controlando la respiración, sintiendo el ardor de su sangre por todo su cuerpo. Ya no tardaría...




                El capitán Kirk había logrado esclarecer el misterio del grano envenenado deteniendo como culpable a un espía klingon, quien se había hecho pasar por el asistente del pedante Nilz Baris, el insoportable burócrata subsecretario de agricultura y responsable en gran medida de sus dolores de cabeza. En cuanto la situación estuvo normalizada y los gobernantes del planeta de Sherman se decantaron abiertamente por sumarse al territorio de la Federación, los klingon se retiraron de la zona y el Enterprise quedó así liberado de aquella misión. Jim, sin pérdida de tiempo, se encaminó a la enfermería. Tenía una conversación pendiente con el doctor McCoy y no le vendría mal otro de sus pinchazos: la jaqueca le estaba matando.

- ¿Pero diste o no diste tú la orden de que Spock se recluyera en sus aposentos, Bones? - Le preguntaba mientras soportaba de mala gana el zumbido del tricorder alrededor de su cabeza.
- Sí, vino a verme, le hice un chequeo y el resultado de las pruebas fue bastante extraño.
- ¿Y le mandaste reposo? - Dijo intentando disimular una mueca de dolor.
- La verdad es que ni me dejó hacerlo, se comportó de un modo muy misterioso, más extraño de lo habitual. - Bones captó el sufrimiento en la cara de su amigo. - Espera, voy a buscarte un calmante...

    McCoy se volvió hacia la vitrina a su espalda y registrando las estanterías cargó el hipospray con una dosis.
- Si tú no se lo recomendaste como médico y yo no se lo ordené como su superior... ¡entonces estaríamos hablando de abandono del deber, Bones!
- Los análisis no fueron alentadores, pero tampoco es que le viera incapacitado para el trabajo, no al menos en aquel momento. Y por cierto, Jim... ¿por qué no me preguntas qué es lo que le pasa a Spock?

    Jim se quejó del pinchazo como hacía siempre. Luego evitó la mirada directa de su amigo.
- Porque tú ya lo sabes, ¿no es así? ¡Maldita sea Jim! ¿Es que nadie va a contarle nada al médico?
- A Spock no le gusta hablar de eso. Es embarazoso para él. Se trata de algo que les ocurre a los vulcanos cada cierto tiempo. Biológicamente es como lo que les pasa a los salmones en la Tierra...
    McCoy le miraba desconcertado.
- ¿Spock va a tener que remontar un río para desovar?
- Muy gracioso, Bones. Estoy hablando de su época de apareamiento, ¿comprendes? La llaman Pon Farr. Su sangre se altera, su mente se vuelve caótica, su comportamiento se torna agresivo...
- …aparecen extrañas hormonas en su corriente sanguínea y su química corporal se trastorna por completo. Eso pude observarlo. La verdad Jim, ¿cuánto puede aguantar así su cuerpo?
- Por lo que me ha explicado no más de una semana. Y creo que el proceso comenzó cuando llegamos a la estación espacial, si no antes.
- ¿Y qué piensas hacer? Si el objetivo es que tu Primer Oficial tenga sexo creo que eres el más indicado para solucionar el problema, ¿no?
- ¡Oh, cállate, no es tan sencillo! Hay una ceremonia, un ritual que cumplir.
- ¿No estarás poniendo como excusa ese dolor de cabeza? - Dijo bromeando con una gran sonrisa. - Vale, no estás para chistes. Jim lo mejor será llevar a Spock junto a los suyos enseguida y que ocurra lo que tenga que ocurrir.
    
    El Capitán asintió y pulsando el comunicador sobre la mesa de su amigo ordenó a Sulu en el puente que pusiera rumbo a Nuevo Vulcano ipso facto.
- Sr. Sulu, consulte con el Sr. Scott cuál es la máxima velocidad warp que nos podemos permitir y aplíquela.
- Sí Capitán. - Respondió el piloto sin dudarlo.
- Y dígale a la teniente Uhura que establezca comunicación con Nuevo Vulcano, el número habitual. Cuando obtenga contacto pásemelo al camarote del Sr. Spock. El doctor McCoy y yo mismo nos encontraremos allí. Kirk, corto.
    
    Hizo una seña a su oficial médico para que le acompañase a los aposentos de Spock. McCoy tomó su tricorder y la bolsa con hiposprays y medicinas antes de seguirle.


                        En el puente Sulu recibió la comunicación del Jefe de Ingenieros: warp factor seis. No era demasiado pero tendría que bastar. Ignoraba qué estaba pasando para que hubiera tanta urgencia por llegar a Nuevo Vulcano, pero por el tono de voz del Capitán al darle sus órdenes supuso que se trataba de un problema grave. Detrás de él, en su puesto de telecomunicaciones, Nyota se concentraba en intentar establecer contacto con el viejo Sr. Spock convencida de que al joven le estaba sucediendo algo malo.

- ¡Oh, no... lo que nos faltaba! Sulu, ¿estás tú al mando? - Preguntó Chekov mirándole de reojo sentado a su lado.
- ¿Ves acaso al Sr. Scott en el puente?
- De acuerdo pues... ¡Señor, un pájaro de presa klingon nos persigue!
- ¡Arriba los escudos! ¡Alerta roja! Teniente Uhura, informe al Capitán. - Ordenó Sulu desde su puesto de piloto, tratando al mismo tiempo de esquivar la persecución.
- No responden señor Sulu; ni el Capitán, ni Spock, ni el doctor McCoy. - Notificó la teniente.
- Pues pásame con tu prometido en la sala de máquinas... - Dijo Sulu verdaderamente azorado.

    Al Imperio Klingon no le había hecho ninguna gracia perder la oportunidad de anexionarse el planeta de Sherman y eso podía costarle caro a la tripulación del Enterprise.

 

Notas finales:

Un Pon Farr más... ¡se ha escrito tanto sobre el tema!

Gracias por leer, espero que os guste.


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