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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Khan no reacciona demasiado bien cuando ve las cicatrices en la espalda de Pavel. Culpa a Sulu por no cuidar de él, se culpa a sí mismo, culpa a todo el mundo y explota como un volcán.


Como los anteriores y muchos de los siguientes el capítulo está basado en la cuarta entrega en cines de la saga. Star Trek IV. Misión: salvar la Tierra. Os recomiendo que la veáis. Ya no lo pongo más.

 

Y el Vesubio explotó

 

                                                                          Imaginemos un volcán a punto de entrar en erupción. Los temblores en la tierra nos alertarían, ¿no es cierto? Una humareda surgiendo de alguna parte, el calor en la superficie... Las señales harían que nos pusiéramos a cubierto de inmediato, buscando nuestra propia seguridad ante la inminente presencia de la lava candente, pronto expulsada a chorro desde el interior de la montaña.

         Eso es exactamente lo que Scott experimentó en unos pocos segundos, cuando vio a Khan entrar por la puerta de la bodega de carga. Pavel estaba junto a él, de espaldas a la entrada, a punto de cambiarse de camiseta pues la negra se había manchado de sangre. Ya se había puesto otros pantalones sustituyendo los que había pringado con su semilla. El escocés cerró el armario de donde había cogido la muda para el ruso y retrocedió. En los ojos de hielo de Khan observó cómo un estallido se aproximaba.

   - ¿Qué es todo eso? - Preguntó exasperado nada más ver las cicatrices en la piel de su amado. - ¡Suuuuuluuuuuuu! - Le llamó con un grito, golpeando con el puño cerrado la puerta metálica del ropero klingon que quedó hundida y desencajada.

   - ¡Espera, puedo explicarlo...! - Pavel se giró con los ojos desorbitados, levantando las manos y tratando de detener el exabrupto de Khan.

   - Le pedí que cuidase de ti... ¡Suuuluuuuu! - Volvió a chillar.

   - Él no tiene nada que ver, Khan. - Intentó cogerle la mano, los nudillos sangraban por el puñetazo. - ¡Esto me lo hise yo mismo!

   - Hikaru cuidó de él durante años hasta que Pavel se marchó a Kronos... - Intervino Scott.

   - ¿Kronos? - Khan agarró del brazo a su novio y le dio la vuelta estampándolo contra el armario para mirar con más detenimiento todas aquellas malditas marcas. - ¿Son mordeduras de klingon?

   - ¡Ay, Khan... me hases daño! - Se quejó el ruso.

   - Después de lo de Christine a este maldito Black Donald *(demonio) se le fue la cabeza. - Scott no sabía si separar a Khan de Pavel o echar a correr hacia el puente de mando. Miró a la puerta, esperando no ver aparecer al japonés por allí.

   - ¿Christine? ¿La enfermera? - Inquirió soltando a Pavel y dejando que se girase para mirarle a los ojos. Su amante estaba llorando. - ¿Qué pasa con Chris?

   - Yo... la maté... - Confesó entre las lágrimas.

   - Fue un accidente, chico... - Scott lamentó haberla nombrado.

   - ¡No! Reconoscámoslo Scotty... Yo iba borracho, drogado, llevaba días sin dormir y cogí mi moto... - Suspiró volviendo la vista hacia Khan, le miraba como si estuviera delante de un desconocido, con la boca totalmente abierta y los ojos a punto de salírsele de las órbitas.

   - La mala suerte hizo el resto. Chris chocó contra él y encontró la muerte. - El ingeniero apoyó con miedo la mano sobre el hombro de Khan, lo palmeó un par de veces, luego le acarició la espalda viendo que él no reaccionaba.

   Pavel se secó las lágrimas pasándose la palma de la mano por la cara. Su amante seguía allí plantado mirándole a los ojos, totalmente tenso. De pronto apartó de su lado al escocés y retrocedió unos pasos.

   - Chris... - La recordó. - Ayer fue a buscarme sopa de pescado, la vi con Amy en brazos cuando le dije adiós a mi criatura imposible. Anoche me acosté en mi cápsula y hoy ella está muerta...

   Las puertas de la bodega se abrieron y el piloto asomó con cara de pocos amigos.

   - ¿Qué quieres Khan? - Preguntó irritado poniéndose en jarras con los puños apoyados en la cadera. - Estaba aterrizando la nave... ¿No puedes usar el intercomunicador como todo el mundo?

   - ¡No, Sulu...! - Trató de advertirle Scott.

   Tarde. Al japonés no le dio tiempo a esquivar el puñetazo que le propinó Khan y acabó con sus huesos en el suelo de la cubierta inferior.

   - Uso! *(Mentiroso) – Le espetó Khan mirándole allí tirado.

  - Nande sonna-koto iun-dayo? *(¿Por qué dices eso?) - Sulu, llevándose la mano a la cara, se incorporó hasta quedar sentado y apoyado contra la pared, la mandíbula le dolía a rabiar.

   - ¡No has cuidado de él...! - Señaló a Pavel a su espalda.

   - ¡Te he dicho que no fue culpa suya! - El ruso tiró del brazo de su amante, le giró y le miró a los ardientes ojos de hielo. - ¡YO maté a Chris...! ¡YO me fui a Kronos...! ¡YO me dejé follar por los klingons...! YO, ¿entiendes? - Le gritó enfatizando cada vez el pronombre.

   - Creo que será mejor que les dejemos a solas, vamos Sulu... - Scott lo levantaba del suelo aprovechando que el moreno volvía a mirar boquiabierto a su pareja.

   - ¡No te olvides de contarle lo de la wakizashi...! - Le escupió con ira a Pavel apartando a Scott a un lado. El piloto no tenía intención de ir a ninguna parte.

   - ¡Está bien! Pues yo me largo, no quiero ver cómo os peleáis por algo que ocurrió hace años... - El escocés pateó la pared con rabia. - ¡Todos tenemos parte de culpa, sí! Pero te juro que hicimos lo imposible por controlar a Pavel... ¡Igual no debiste permitir que McCoy te congelara en primer lugar!

   Scott subió a la cubierta superior sin dejar de maldecir en gaélico, su voz resonaba por toda la nave.

   Pavel se agachó a recoger la camiseta gris que se le había caído al suelo cuando irrumpió Khan y se la puso. Miró a Sulu, le sonrió con calma.

   - Me corté con su espada en el braso, delante de sus narises... Casi me mato entonses. - Recordó con tristeza enseñándole la cicatriz. - Khan, yo le hise mucho daño a Sulu, a Bones... a Jim y a Spock, a Amy... Les hise daño a todos y me marché lejos para pagar por mis pecados. - Una lágrima escapó de su ojo izquierdo cayendo rauda por la mejilla.

  - ¿Pecados? - Las palabras “me dejé follar por los klingons” seguían resonando en su cabeza, Khan la agitó furioso.

   - Busqué el dolor para redimir mis faltas. ¡No me mires así! ¡Sé muy bien que tú has hecho lo mismo! - Se acercó a los ojos azul hielo que le miraban ahora con compasión. Levantando la mano le acarició la mejilla afilada, pasando los dedos hacia la barbilla. - Fueron dos años y medio en Kronos, luego dos más en Rinax en total soledad... ¿Te es familiar? Alejarse de los que le aman a uno porque no soportas sentirte amado, porque piensas que no te lo mereses... porque sabes que todo el mal que has causado será una pesada carga que llevarás toda tu vida. - Sonrió con ironía. - Ahora tú y yo somos iguales, lyubimiy moy. *(Amor mío)

   Khan se dio la vuelta, Sulu le observaba con la barbilla enrojecida. Le abrazó. Le envolvió con sus fuertes brazos y en un susurro le pidió disculpas.

   - Lo siento, Hikaru... Lo siento, lo siento... - Repitió una y otra vez a su oído.

   - Lo sé... - Sulu correspondió al abrazo. Asomando los ojos rasgados junto al hombro de Khan contempló a Pavel frente a él. - Mi rosa me clavó sus espinas demasiadas veces, no pude seguirle cuando nos abandonó. - Se separó unos centímetros, sujetando los musculosos bíceps de Khan le miró a los ojos. - Pero mírale ahora, se ha convertido en un hombre que ha superado el dolor y el sufrimiento, un hombre fuerte, invencible... un hombre como tú.

   Khan tomó a Pavel de nuevo por el brazo, le dio la vuelta y le levantó despacio la camiseta. Pasó las yemas de sus dedos por cada cicatriz, reconociendo las marcas de mordeduras y arañazos que cualquier klingon desenfrenado podría haberle hecho al practicar sexo con él. Bajó un poco más, hacia la rabadilla, al observar el tatuaje ladeó la cabeza. Lo dibujó con su dedo índice suavemente por la piel.

   - Quiero uno como este... - Musitó, la forma le hipnotizaba.

  - Podrás hacértelo en San Francisco. - Le dijo Sulu a su espalda. - Vamos, Jim está esperándonos en el puente.

   Khan asintió sin volverse. Escuchó los pasos del piloto alejándose de ellos. Giró a Pavel hasta tenerle de cara y le besó con ternura. Vio en los profundos ojos aguamarina al hombre en que se había convertido y volvió a enamorarse de él.

 

               En la cubierta superior Jim intentaba elaborar un plan. Pensaba en silencio sentado en la silla de mando, mirando los puestos de navegación y artillería vacíos se preguntaba si las cosas irían bien abajo. Intentó respirar tranquilo por la nariz, mordiéndose con fuerza el labio inferior. Al menos no se oían ya golpes ni gritos.

   - Mi amor, he localizado un par de ballenas grises en la ciudad de San Francisco. - Dijo Spock girándose en su puesto de observación científica. - Imagino que las tendrán en una especie de zoológico. Será más sencillo llevárnoslas de allí que no de mar abierto.

   - Los cristales de dilitio klingons están prácticamente agotados, Jim. - Le informó Scott. - Podrán aguantar una semana o dos si no nos movemos de este parque pero olvídate de despegar y mucho menos de alcanzar la velocidad necesaria para volver a casa.

  - Tendremos que recargarlos. - Murmuró Spock imaginando cómo hacerlo con la escasa tecnología de finales del siglo XX. El escocés asentía con la cabeza y una sonrisa tensa y forzada.

   - Estamos a viernes y es de noche... - Comentó Nyota. - No creo que podamos hacer mucho hasta al menos el lunes por la mañana, Jim. - Lo que quería en realidad era ir a ver escaparates de zapaterías, pero no iba a reconocerlo en voz alta.

   - ¿Podríamos buscar un sitio donde quedarnos, cariño? - Intervino McCoy. - ¡No pienso dormir en esta lata con la peste a klingon! - Se encogió de hombros. - ¿Qué? No me miréis así, sé que pensáis lo mismo. Son un pueblo valiente y honorable pero... ¡Por Dios, qué olor corporal despiden!

      La puerta se abrió a su espalda, se hizo el silencio cuando vieron entrar a Sulu luciendo un buen golpe en la barbilla.

   - ¡Eh! - Bones se le acercó a echarle un vistazo. - ¿Te lo ha hecho él? - Obviamente se refería a Khan.

  - Hemos tenido un roce, pero está arreglado. - Sulu agradeció su interés con una sonrisa y se apartó del doctor.

   - ¡Menudo roce! Te saldrá un buen morado... - Diagnosticó McCoy.

  - ¿Van a subir? - Le preguntó Spock. No sabía si bajar a poner paz entre ellos o esperar sin entrometerse.

   - Supongo que en un minuto. - Contestó el japonés. - Están bien, no te preocupes, Spock.

 

      Jim había escuchado en silencio todo el tiempo. De pronto se levantó de la silla de mando y la golpeó con los pies descargando la tensión con cada patada. Todos se le quedaron mirando sorprendidos.

   - ¡Maldita silla fija...! ¿Por qué no giras? ¡Así no puedo pensar! ¡Odio el diseño de esta nave, los cristales de dilitio klingons que se agotan con nada, las raciones de comida con gusanos de serpiente hervidos, y sí... su olor corporal, también lo odio! - Estaba teniendo un maldito ataque de nervios. - ¡Joder, joder... joder! - Chilló pateando aún más fuerte el asiento.

   - T'hy'la... - Murmuró Spock con voz calmada y grave.

   - ¿Qué? - Gritó Jim deteniendo sus golpes. - Perdonad... - Respiró con fuerza recuperando la compostura, se quitó la cazadora y se estiró la camiseta, tenía calor. - Necesito que me de el aire.

   Activó la compuerta de salida y esperó a que la plataforma tocase tierra para descender. La fresca brisa nocturna del parque Golden Gate le despejó enseguida. Tenía demasiadas cosas en la cabeza. Ballenas, dilitio, una sonda que estaba ahogando su mundo a cuatrocientos años en el futuro... Pavel... Khan... y Amy, porque no podía quitarse de la cabeza la cara de su hija cuando sintió que sus dos t'hy'la iban a bordo de la nave.

   - Bajemos con él, Spock. - Pensó McCoy para el vulcano.

   - No, mejor que de un paseo él solo. - Conocía bien a su sa-telsu, sabía qué era lo que necesitaba.

   - Pero es que está tan alterado... - El médico le miraba con los ojos avellana llenos de ternura.

   - Ven aquí, Leonard. - Le tomó de la mano y le abrazó con cariño.

 

       Las puertas del puente volvieron a abrirse para dejar a entrar a Khan y a Pavel, venían cogidos de la mano, sus miradas tristes lo decían todo. El sobrehumano soltó a su novio para acercarse a Sulu. Cogiéndole la cara con cuidado le besó donde el puñetazo empezaba a adquirir un tono violáceo. El japonés sonrió. Pavel les estaba mirando con los ojos aguamarina a punto de romper a llorar.

   - ¿Dónde está Jim? - Preguntó el moreno echando un vistazo a su alrededor.

   - Pensando... - Respondió Spock apuntando con la cabeza a la compuerta de salida abierta.

   Khan se dirigió hacia allí y bajó a tierra de un salto. Corrió hacia el almirante y le abrazó. Jim se dejó estrechar con fuerza por su viejo amigo. Sonrió. Sabía que juntos no podían fallar en su misión de salvar la Tierra.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por los comentarios.

Dejo un paquete de pañuelos junto a la consola de comunicaciones, y aquí la imagen de Pavel, con su camiseta gris y una lágrima escapando de sus ojos.

http://www.casimages.es/i/140710070352479523.jpg.html


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