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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Los dioses tienen por costumbre mezclarse con los humanos, así ha sido desde el origen de los tiempos. A veces han estado más cerca, caminando entre los hombres; reconocidos y adorados después, convertidos en mitos y confundidas sus existencias más tarde, casi olvidados con el trascurrir de los siglos... pero su sangre, sagrada y poderosa, sigue corriendo viva entre nosotros.

 


El linaje de Apolo


   


                                                                        “Cuaderno de bitácora, al habla el almirante James T. Kirk, al mando de esta misión en la que hemos viajado al pasado. Nos encontramos en San Francisco, es trece de julio de mil novecientos ochenta y siete, sábado. Nyota ha insistido en que hoy solamente abren los comercios, estoy convencido de que quiere arrastrarnos a todos en su búsqueda del par de zapatos perfecto. Spock sigue devanándose los sesos con el modo de reactivar los cristales de dilitio, cuando consigo que aparte la vista del televisor... claro está. Ha pensado en la posibilidad de utilizar la energía nuclear. Pavel y Khan están en su propia nube, de momento no podemos contar demasiado con ellos. Scott considera que unos paneles de metacrilato le servirán para construir el tanque en el que llevarnos a la ballena y Sulu cree que podría utilizar un helicóptero para transportarlos hasta el pájaro de presa. De todo eso no podremos ocuparnos hasta el lunes, me temo que Uhura va a salirse con la suya...”


   - Jim, ¿queréis venir a la ducha de una vez? - Le gritó Bones desde el baño. - Me parece que casi no queda agua caliente...


   Khan, Pavel y Sulu ya se habían aseado. Spock se hacía el remolón frente a la tele y Jim dejó su grabadora en la mesita de noche para levantar a su marido por una oreja.


   - Esto no es necesario, Jim... - Se quejó con paciencia el vulcano.


   - ¡A la ducha...! - Le ordenó.


 


                  El recepcionista del turno de mañana les miró salir sonriendo cuando Jim dejó el puñado de llaves sobre el mostrador. No les dijo nada más que un educado buenos días. Todos tenían hambre, el desayuno era la prioridad principal.


   - Tortitas... - Murmuró McCoy.


   - No, sopa plomek. - Dijo Spock.


   - Sí, claro... a ver dónde la encontramos. - Bromeó Scott.


   - Yo solamente quiero café y tostadas... y una guía de tiendas. - Añadió Uhura.


 


         La jovencísima camarera rubia, con su cola de caballo bajo la visera rosa, se quedó mirando a aquellos dos guapísimos hombres que no se cortaban un pelo a la hora de comerse la boca sentados a la mesa. El pelirrojo con entradas leía la carta en voz alta, tenía un horrible acento escocés. La muchacha se limitó a servir café a todo el mundo y se marchó: le daría tiempo a atender a un par de familias mientras aquellos tipos raros decidían lo que querían comer.


   - Bacon tostado y crujiente... - Jim se relamió al ver pasar a otra camarera con un plato lleno hasta arriba de semejante delicia.


   - ¡Huélelo, sí...! - Le animó McCoy. - No vas a probarlo.


   - ¡Oh, Bones! - Se quejó el rubio. Estaba cansado de tener semejante arpía vigilando su maldito colesterol.


   - ¿Podéis dejar de hacer eso delante de mis narices? - Sulu había alzado la voz, Pavel y Khan le tenían harto con sus besuqueos.


   - Hitsuyo ni oji, watashi wa anata ni kore no sukoshi o ataeru koto ga dekimasu! *(si quieres puedo darte un poco de esto) – Le contestó Khan mirándole de reojo.


   Sulu se puso colorado, cogió una carta y escondió su cara en ella. Nyota se echó a reír, fue la única que, junto con el japonés, entendió lo que el moreno había dicho.


   - Yo quiero huevos revueltos, pan tostado y bacon, y judías también... - Pidió Pavel, después de lo de la noche anterior estaba hambriento.


   - Está bien, veamos cuánto cuesta todo eso. - Jim le quitó la carta a Scott y echó cuentas. - Vale, desayuno completo para todos.


   - ¿Y tortitas? - Bones insistió.


   - Y tortitas, aunque dudo que estén ni la mitad de buenas que las que tú haces, mi amor. - Le sonrió. El almirante estiró la mano y tomó la de su amante sentado enfrente.


      La mesa pronto se vio invadida con todo lo que habían pedido. La camarera sonrió cuando Pavel la miró con sus preciosos ojos aguamarina y le dio las gracias por traerles la comida.


   - Creo que la has encandilado. - Murmuró Khan acariciándole los rizos que le colgaban de la nuca.


   - Spock, dame tu bacon. - Le pidió Jim, ya que Bones le había quitado el suyo para repartírselo con Scott.


   - No, me lo quedo. - El vulcano cogió un trozo y se lo llevó a la boca. El gusto de la grasa animal tostada le llenó el paladar, gimió. Se había convertido en carnívoro.


   - ¡Spock! - Bones no daba crédito. Le pasó el brazo izquierdo sobre los hombros y le besó en la mejilla. - ¿Vas a dejar de comerte las sobras a escondidas en la cocina? - Se rió mientras le colocaba bien la capucha, la punta de una de sus orejitas empezaba a asomar. - Tengo que encontrarte una gorra, no puedes ir por ahí como un peregrino bajorano.


   La carcajada fue general, el doctor no había perdido su chispa.


   - Jim, tenemos que hacernos de documentación, en el hotel querrán que entreguemos el pasaporte de este bobo. - Golpeó con cuidado el cogote de su amante. - Reconocer que eres ruso... ¿A quién se le ocurre?


   - Debí aclarar que el apellido era de origen ruso y no él. - Se lamentó Jim.


   - Podemos cambiar de hotel... O mejor, encontrar un apartamento vacío. ¡Eso sería ideal! - Propuso Nyota ilusionada.


   - Por mí perfecto, un piso para todos sería lo más conveniente. - Khan alabó la idea de Uhura. - Aún así quizá necesitemos al menos un carnet de conducir. Puedo ocuparme de eso, Jim.


  - Vale..., hazlo. Y tú, Nyota... seguro que podrás encontrar ese apartamento mientras buscas tus zapatos. - Masticaba a dos carrillos, echando el bacon que le había vuelto a quitar a Scott hacia un lado de la boca para poder hablar. - Mi amor... ¿Los cristales de dilitio...?


   - El limpiacristales y yo encontraremos la manera de recargarlos. - Miró a Scott que se echó a reír recordando la vieja broma.


   -Energía nuclear, ¿eh, Spock? - El escocés asentía con la cabeza. - Puede funcionar.


   - Hacernos de un reactor no va a ser fácil. - Khan clavó la mirada en la de Jim, sabía que él opinaba lo mismo. Habría problemas a la hora de conseguir semejante artefacto.


 


                   En la puerta de la cafetería se dividieron. Sulu, Khan y Pavel se ocuparían de hacerse con documentos falsos y localizar un helipuerto civil, donde poder alquilar un helicóptero. Necesitarían más dinero, el ruso ya le había echado el ojo a otro cajero automático.


   Bones, Spock y Jim buscarían el zoo donde supuestamente encontrarían a las ballenas que secuestrar para llevarlas al futuro.


      Así pues le tocó a Scott acompañar a su caprichosa esposa a buscar esos zapatos con los que llevaba soñando toda la vida.


   - Vayamos al centro de la ciudad, Monty. - Le dijo exultante cogiéndole del brazo y echando a andar hacia la parada de autobús. - La camarera me ha hablado de una calle donde hay decenas de tiendas.


 


 


                                                                   El puente del Enterprise se apagó de repente, habían salido de la velocidad de curvatura demasiado cerca de la Tierra, podían ver la sonda alienígena y los devastadores efectos que causaba el rayo que continuaba lanzando sobre el océano Pacífico.


   - Capitán Klaa, hemos perdido la energía. - La voz del ingeniero klingon sonó turbada por el comunicador. - Esa cosa nos ha dejado secos, señor.


   - Conecte la fuente secundaria. - Ordenó el joven capitán.


   - Ya lo hemos hecho. - Lamentó su subordinado. - Al soporte vital le queda media hora.


   - ¡Tenemos que alejarnos de su perímetro de influencia! - Murmuró Peter señalando la horrible nave desconocida en el monitor principal.


   - No sé cómo, sin energía flotamos a la deriva. - Klaa se levantó de la silla de mando y sujetó la cintura de su primera oficial. Besándola se despidió de la vida.


   - ¿Vas a rendirte? - Peter le golpeó la espalda haciendo que el klingon le mirase furioso por haberle interrumpido.


   - ¡Kirk...! ¡Si tienes alguna idea dilo! - Gruñó.


   - ¡El rayo tractor, aún está activo! Dispone de una batería de reserva independiente. - Los ojos azules le brillaban, una sonrisa torcida se le dibujó en la boca.


   - ¿Y contra qué lo disparamos? - Preguntó Bazthum sentándose en el puesto de artillería.


   Peter se encogió de hombros y miró a la pantalla principal. La Luna brillaba a su izquierda, blanca y radiante como una novia esperando un marido.


   - Allí... - Señaló con su dedo.


   - ¿A vuestra luna? - Klaa le miró incrédulo.


   - Funcionará. - Afirmó Peter. - Su gravedad hará el resto, nos alejará de la Tierra y recuperaremos la energía.


 


 


                                                                  En la nave oscura Apolo se levantó de su trono dorado con un salto de alegría. Ver a su descendiente en acción le llenaba el corazón de orgullo.


   - Te lo dije, Herc... ¿Cuándo un Kirk ha fallado en su propósito? - Palmeó la espalda de su piloto, viendo cómo el Enterprise ya se ponía a salvo tras el satélite que la humanidad había asociado a su hermana gemela.


   - ¡Tu linaje es poderoso, Apolo! - Aplaudió el de la cabellera leonada.


   - Sí, mis descendientes... ¡Los Kirk! - El dios volvió a su silla de mando. - Cuando planté mi semilla entre los hombres sabía que algo de mí iría con ellos para siempre.


      De aquello hacía miles de años. Apolo recordó con nostalgia a su amante mortal, la bella Hécuba, la que fuera esposa de Príamo y reina de Troya. Generaciones y generaciones de Kirk, cambiando de nombre, de apellido a lo largo de la Historia, pero no de aspecto o de carácter.


   - ¡Troilo...! - La sacerdotisa Cassandra, en pie a su lado, tuvo una de sus visiones que duró menos de un segundo.


   - ¿Peter? - Preguntó Apolo girando el cuello para mirarla.


   - No. - Respondió ella cuando sus ojos abandonaron el blanco para regresar al violeta habitual.


   - Jim, entonces... - Los dos eran héroes. El espíritu de Troilo debía haberse reencarnado en uno de ellos.


   - Tampoco. - Cassie sonrió traviesa. Le gustaba cuando su dios trataba de adivinar sus enigmáticas predicciones. - Su nieto.


   - ¿Amy le engendrará? ¿O será David? - Apolo le devolvía la sonrisa. Al verla encogerse de hombros supo que tendría que esperar para saberlo.


 

Notas finales:

Gracias por leer, por comentar, por compartir ideas conmigo y hacerme sentir que no estoy sola con esta larguísima historia.


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