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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Hay ocasiones en las que encuentras esa canción que expresa todo lo que sientes. El momento es mágico, te marca el alma de por vida.

 

Por una vez en la vida

 

 

                                                                                         Llamó a la puerta con los nudillos, suavemente. La madera sonó sorda, no hubo respuesta al otro lado. Pavel giró el pomo, sin esperar invitación entró al dormitorio para ver a Bones tendido boca abajo sobre la cama. Sabía que estaba llorando por el movimiento de los hombros. Esperó un instante allí en pie, a su lado.

   - Bones... por favor... no puedo verte sufrir así sabiendo que fue mi culpa que ella... - Pavel intentaba ser delicado, pero sus palabras le parecieron egoístas inmediatamente cuando las escuchó en voz alta. - ¡No, ya está bien de todo esto! Yebát! *(Joder) ¡Sí, te quité lo que más amabas en el mundo! Sufres por mi culpa, yo nunca podré pagar por lo que hise...

   - Cállate, Pavel... - Murmuró. - No quiero oírtelo decir otra vez. - McCoy se dio la vuelta, sentándose en la cama le miró a los ojos.

   - Lo siento... lo siento mucho... - El ruso dejaba caer las lágrimas allí plantado, mirando a su amigo a los ojos avellana brillantes y algo enrojecidos por el llanto.

   Bones le agarró de pronto y tiró de su brazo, obligándolo a sentarse en la cama a su lado. Le acarició la cara, secando aquellas lágrimas con la suave palma de su mano. Se vio a sí mismo reflejado en los ojos aguamarina, suspiró.

   - Tú viste su fantasma, ella te perdonó. - Le estaba sonriendo al hablar, dulcemente, con ternura infinita. - Yo también te he perdonado.

   - No lo meresco... - Negó agitando la cabeza, unos rizos le cubrieron el rostro.

   - Te mereces todo el cariño que yo pueda tenerte. - Le acarició la frente apartándole el cabello de la cara. - Todo el amor que podamos darte, lo mereces. Porque eres tú, Pavel, el que más ha sufrido de todos nosotros.

        En el silencio solamente podían escucharse sus respiraciones, mirándose a los ojos dejaron que el dolor, como una sombra, pasara de largo. Estuvieron así un buen rato. Sin decir una palabra. McCoy pensó que si Dios había querido que Christine muriese tal vez había tenido un motivo. Ahora él compartía el maravilloso vínculo con Jim y Spock, se sentía uno con ellos, más pleno, completo y amado que nunca. Imaginó que Pavel tenía la misma unión con Khan y con Amy, aunque aún no hubiesen cerrado el círculo entre los tres. Quiso creer que su querido amigo pronto estaría tan feliz como él mismo y abandonaría la tristeza y el dolor para siempre. En los ojos aguamarina vio el futuro que empezaba a vislumbrarse...

   - Necesitamos una copa. - Dijo al fin Bones, zarandeando a Pavel hasta hacerle volver de su mundo. - Vamos, arriba... - Le levantó.

   - Pero yo... - Pavel no podía deshacerse de su pena tan fácilmente.

   - Amigo mío, ya nos lo hemos dicho todo. No queda nada más que seguir adelante y superar la pérdida. Salgamos por ahí a celebrar que estamos vivos, que tenemos a alguien a nuestro lado a quien amar... - Insistió McCoy empujándole hacia la puerta del dormitorio.

      Bajaron las escaleras y vieron cómo los demás, alrededor de la mesa del comedor, les miraban apesadumbrados con sus caras largas.

   - ¿Qué es esto? ¿Un funeral? - Preguntó Bones con su cínica sonrisa. - Colegas, es sábado noche... ¡Vayamos a un bar! ¡Quiero un trago, música...!

   - ¿Ir a un bar? - Scott tenía su sonrisa tensa en los labios y Nyota le cogió de la mano para ponerle en pie.

   - Tiene razón, Monty. ¿Cuánto hace que no me sacas a bailar? - Le besó cuando le tuvo a su altura, dejando que su marido la rodease por la cintura.

   - Demasiado... - El escocés se volvió para buscar la aprobación de Jim.

   - ¡Por todos los dioses! - Exclamó el rubio. - ¡Creo que es buena idea, emborrachémonos! Total hasta el lunes no podremos solucionar nuestros problemas...

   - Es el siglo veinte, Jim... tu favorito en la Historia. - Spock estaba contento, la reacción de Leonard le complacía. - ¿Te encuentras mejor, t'hy'la? - Le preguntó mentalmente.

   Bones se acercó al vulcano y le besó con dulzura en los labios.

   - Mejor que nunca, mi vida. - Le respondió del mismo modo.

   - Creo que conozco el lugar apropiado. Esta tarde pasamos por allí, Khan, cuando te hiciste el tatuaje. - Sulu cogía ya su cazadora marrón con insignias de piloto.

   - ¿Aquella discoteca? - El moreno se resistía clavado en su silla, Pavel tiraba de él sin poder levantarle.

   - Lyubimyi moy! *(amor mío) – Decía el ruso con su tono cantarín. - Nesesitamos una copa y quiero bailar contigo, nunca lo hemos hecho...

      Había tantas cosas que Khan y Pavel no habían hecho nunca que el moreno sonrió y se dejó llevar. Deseaba compartirlo todo con su amado, experimentar nuevas sensaciones, vivir una vida entera a su lado. Al fin ambos habían abandonado el deseo de muerte, olvidando el dolor del pasado, la culpabilidad por los errores que habían cometido y la soledad a la que se habían visto condenados.

   - ¡Es el tiempo de celebrar la vida, demos las gracias a los dioses por lo que tenemos y preocupémonos mañana de salvar el mundo! - Jim abrió la puerta de la calle, la Triumph estaba allí brillando bajo la luz de la farola, llamándole como una sirena con su poderosa atracción.

   El rubio se subió de un salto, hizo un gesto a Spock para que montase a su espalda y el vulcano obedeció satisfecho.

   - Los demás coged un taxi. Sulu, dales la dirección de ese bar y guíanos con la Ninja, por favor. - Le pidió Jim. Estaba ya arrancando el motor, la vibración entre sus piernas le hizo reír. - ¿No te encanta, Spock? ¡Esta moto es una maravilla...!

   - Lástima que no haya sitio para Leonard. - Murmuró.

   - Le traeré a él cuando regresemos. - Jim miró a Bones con sus ojos azules entornados.

   - ¡Ni hablar! - Soltó el médico. - Para entonces estarás borracho, no pienso subir contigo a ese trasto... - Las motocicletas nunca le habían gustado demasiado.

   Sulu arrancó su Kawasaki y miró perplejo a Pavel que se montó con él.

   - Dabai, drug! *(vamos, amigo) – Le animó. Khan le sonreía complacido de que acompañase al japonés. - Te veré luego, t'hy'la. - El moreno asintió.

 

                                             En cartel de la entrada podía leerse que la Bimbo’s 365 Club ofrecía diversión a los visitantes y habitantes de San Francisco desde 1931. Pavel se bajó de la Ninja y levantó la cabeza hacia el cielo añil nocturno, el edificio gris, con celosías de hormigón en sus altas paredes, le pareció enormemente feo.

   - ¿Es aquí? - El ruso esperaba otra cosa.

   - ¡Eh, mira el nombre del barrio, Pavel! - Sonrió Jim dejando que Spock desmontase primero. - ¡Esto es Russian Hill! La colina rusa... ¿Qué más puedes pedir?

   - No sé, Sulu, entremos a echar un vistaso. - Cogió a su amigo del brazo y juntos traspasaron las puertas de la discoteca de ambiente retro más famosa de la ciudad.

   - Esperemos a los demás, Spock. - Jim se ocupó de dejar las motos seguras entre sí, con una cadena que ató a la farola más cercana. Khan había sido previsor al dejársela enrollada a la Triumph.

   El taxi se detuvo frente a ellos. Scott bajó de la parte de atrás y abrió la puerta del copiloto para que su mujer descendiese. Le echó una mirada malhumorada al taxista. Durante el trayecto se había dado cuenta de que el tipo no apartaba la vista de las piernas de Nyota.

   - Tenga... - Le pagó el importe exacto. - Y no espere propina, ya se la han cobrado sus ojos.

   Bones y Khan se apearon del vehículo aguantando la risa.

   - ¿Dónde está el loco de mi novio, Jim? - Preguntó el moreno nada más verle allí junto a Spock.

   - Dentro, con Sulu. - Contestó el vulcano por su esposo.

      El recibidor de la Bimbo estaba suntuosamente decorado. La estatua de una nereida hacía las veces de cariátide sosteniendo el techo a un lado. Unas plantas y una fuente completaban el efecto de paraíso griego. Los dorados relucían por todas partes. Nyota mantenía la boca abierta contemplando todo aquel lujo a su alrededor.

   El local empezaba a llenarse de gente. Un hombre vestido con smoking negro y pajarita blanca se les acercó.

   - ¿Vienen ustedes con el caballero oriental y su amigo de pelo largo? - Les preguntó con una amable sonrisa.

   Khan asintió. Tenía que estar hablando de Pavel y Sulu.

   - Acompáñenme, les he dado una mesa grande en el interior. - El maître caminó y todos le siguieron.

      El salón principal dejaba atrás una larguísima barra a la derecha; unas quince mesas pequeñas se juntaban en el centro, cerca de la pista de baile, llena de hombres y mujeres agitándose con la música bajo las luces de colores centelleantes.

      Separadas por una baranda de madera había mesas más grandes, con sofás de cuero rojo por asiento a su alrededor. Sulu levantó su mano saludándoles. Él y Pavel ya estaban tomándose una copa de líquido transparente.

   - ¿Qué bebes, mi amor? - Le preguntó Khan sentándose a su lado.

   - ¡Vodka! - Exclamó Pavel dándole la copa.

   - No... - Rechazó el moreno. - No me gusta. Prefiero un buen whisky.

   Scott le miró sorprendido, iba a tener a alguien con quien compartir la botella de Glenlivet de 21 años que pensaba pedirse.

   - Un martini seco para mí. - Solicitó Nyota al camarero que el maître les presentó para que les atendiera.

   - ¿Qué le gusta beber a Spock? - Le preguntó Khan a Jim en un susurro a su oreja.

   - Agua altair, pero no creo que tengan. - Respondió el rubio con su traviesa sonrisa.

   - Pide tequila añejo para él, es lo más parecido. - Le aconsejó su amigo.

   Pronto todos tuvieron su copa en la mano, la música era agradable, antigua... muy antigua para ellos. Canciones de los años sesenta sonaban sin interrupción. Spock olió su bebida, levantando una ceja se sorprendió.

   - Huele como si fuera... - Khan le miraba guiñándole un ojo. El vulcano le hizo una leve reverencia con la cabeza.

   - ¡Brindemos! - Dijo Jim. - ¡Por la familia! ¡Que los dioses nos mantengan unidos para siempre!

   - Nasdarobia! - Exclamó Pavel levantando su vaso de vodka.

   - Kampai! - Le imitó Sulu con su sake.

   - Slon-cha! - Le siguió Scott estrellando con fuerza el vaso de whisky escocés contra el de un sorprendido Khan.

   - Dif-tor heh smusma, t'hyle! *(larga vida y prosperidad, amigos) – Brindó el vulcano.

   - ¡Salud! - Rió Bones. - ¡Y dejad de hablar raro, por favor...!

   - ¡Eh, eh...! ¡Callaos, oíd eso...! - Pavel había captado parte de la letra de aquella canción, no podía ser, las palabras que estaba escuchando lo decían todo, absolutamente todo.

      Los ojos de Jim brillaron con lágrimas arremolinadas en torno al iris azul. Su cultura musical era muy amplia, le gustaba mucho en particular el siglo veinte y especialmente los años sesenta. Khan había dado en el clavo al elegir el local... y el disc jockey al pinchar aquel tema en concreto. La letra decía algo así:

“Por una vez en mi vida tengo alguien que me necesita,
Alguien a quien necesité por tanto tiempo.
Por una vez no tengo miedo de ir donde la vida me lleva,
Y de alguna manera sé que voy a ser fuerte.


Por una vez puedo tocar aquello con lo que mi corazón solía soñar,
Mucho antes de que supiera que alguien cálido como tú

Haría que mis sueños se hiciesen realidad.


Por una vez en mi vida no voy a dejar que el dolor me haga daño,
como me hizo daño antes.
Por una vez tengo a alguien que sé que no
va a abandonarme, no estaré solo nunca más.
Por una vez puedo decir: esto es mío y no podéis quitármelo.
Mientras tenga amor, sé que puedo lograrlo.
Por una vez en mi vida tengo a alguien que me necesita.”

 

       Pavel miraba a Khan prestando atención a cada palabra. Era como si el cantante estuviese interpretando sus propios pensamientos. Ninguna otra canción en el mundo podría expresar mejor ni con más claridad lo que ambos sentían el uno por el otro.

   - ¡Es vuestra canción, está clarísimo! - Nyota les sonrió, llevándose la mano a la boca completamente emocionada.

   - Lo será a partir de hoy... ¿Quién la canta, cómo se llama? - Preguntó Khan.

   - For Once in my life *(por una vez en mi vida) de Stevie Wonder, 1968 creo. - Respondió Jim mientras dejaba que Spock le secase aquella gota salada que se deslizaba por su mejilla a punto de perderse en su barba.

   Cuando terminó la canción el moreno se puso en pie, tiró de la mano de Pavel para que le siguiera y juntos se perdieron en la pista de baile entre la gente a su alrededor. Ahora sonaba algo lento, una balada romántica a la que apenas prestaron atención. Fundidos en un abrazo bailaron pegados cuerpo a cuerpo, rozando sus caras y mirándose a los ojos. El planeta dejó de girar, el tiempo se había detenido.

   - Eres mío, Pavel. Mío para siempre... - Pensó Khan para su amor.

   - Se acabó el dolor, Khan, nunca más dejaremos que eso nos haga daño. - Le respondió Pavel en silencio.

   - Nada ni nadie podrá separarnos...

   - Ahora que nos tenemos el uno al otro, podremos hacer cualquier cosa que deseemos...

   Sus ojos reflejaban el amor de los que tenían delante. Azul hielo y aguamarina, espejos enfrentados y resplandecientes. Las aguas de su océano seguían siendo nocturnas... Amy no estaba con ellos; aunque ahora tenían un color añil brillante, como el cielo de San Francisco al anochecer. Pavel se puso de puntillas sin poder evitar besarle, sus bocas se atraían con la fuerza de gravedad que rige el Universo.

   - ¿Cómo le llaman a este agua altair? - Preguntó Spock terminando su copa.

   - Tequila, mi amor. - Contestó Jim besándole en la mejilla.

   - Me gusta, quiero más. - Spock alzó la mano y llamó al camarero.

   - Voy a dar un paseo, tengo calor aquí dentro. - Sulu salió disparado a la calle, sin esperar a que nadie le detuviera.

      La visión de aquellos dos locos enamorados, bailando y besándose delante de sus narices, le había golpeado en el corazón. Sobretodo después de lo que había ocurrido con Khan cuando le acompañó a hacerse el tatuaje. El japonés no entendía aquel juego, si eso es lo que era, pero sentía arder su estómago y no se debía precisamente al sake. Fuera de la discoteca cogió su Kawa Ninja y se marchó lejos de allí.

 

Notas finales:

- Para S.I.M., por muchos años más de su compañía. -


A la hora de escribir esta historia cuento con una inestimable asesora que me aconseja y me da algunas ideas. A ella se deben detalles tan estupendos como los manolos, las motos, el sofá chester, la limpiadora del hospital y un larguísimo etcétera. Hoy quiero darle las gracias con este capítulo.


Cuando le conté por dónde iba me preguntó... ¿vas a hacer lo de la ballena, de veras? Y ¿qué otra cosa puedo hacer? La película “Star Trek IV. Misión: salvar la Tierra” siempre será mi preferida.


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