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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Jim decide contarle la verdad a la bióloga marina Suzanne Woolcott, necesita su ayuda para llevarse a las ballenas al futuro, donde poder salvar a su amado planeta de la destrucción que la sonda está causando.

 

Quiero ese Kermit

 

 

                                                                             En cuanto el Enterprise recuperó la energía Peter corrió a la enfermería, habían estado un buen rato bajo la influencia del rayo de aquella nave desconocida, se preguntaba si su novio estaría bien. Encontró a la doctora Claire Norton revisando los sistemas del criotubo, comprobando que funcionaban correctamente.

   - Ha aguantado con su propia reserva, Peter. - Le dijo tomándole del brazo para acercarle a la cápsula. - ¿Lo ves? Alex está perfectamente conservado.

   El pelirrojo suspiró. Mirando la dulce expresión de su pareja bajo el cristal sintió alivio.

   - Mi vikingo... - Musitó.

   - ¿Qué está pasando ahí fuera, Peter? - La doctora a cargo de la bahía médica no sabía nada de la sonda que dañaba al planeta con su señal emitida al mar.

   - Claire, es el maldito fin del mundo y no sé qué podríamos hacer para evitarlo. No sé dónde están mis primos, David y Amy, ni mis tíos... No logramos establecer contacto con nadie ahí fuera. No sé si continúan en la Tierra, si han despertado a Khan, si están a salvo o se han ahogado ya... ¡No sé nada! - Las palabras no dejaban de brotar de sus labios, la doctora le apretó más fuerte el brazo. - Y Klaa tampoco tiene idea de cómo actuar, nos ha costado alejarnos de esa maldita cosa que va a destruir nuestro Planeta...

   - Tu tío Jim dará con la solución. Siempre encuentra una salida, nunca se rinde. - Sus palabras eran honestas, la doctora confiaba en su almirante.

   Peter asintió agitando la cabeza, Claire tenía razón. James Kirk no creía en el escenario imposible, él tampoco.

 

 

                                                 La noche era fresca, el cielo despejado y la brisa del mar invitaban a caminar por la larga franja de paseo marítimo en el barrio de la Marina. Scott y Nyota iban delante, cogidos de la mano, disfrutando del final de un domingo perfecto para ellos. Jim les miraba satisfecho, había conseguido que sus amigos se relajaran y dejasen de pensar en sus cachorros, como les llamaba Scotty.

   - Amy, David, Selene y Demora, también están allí, Nyota. ¿Nos ves a Sulu o a nosotros preocupados por eso? - Le había dicho en la playa. - Volveremos a casa con las ballenas, a tiempo de evitar que nada malo les suceda a nuestros hijos. Ahora ve a bañarte en ese océano, cariño. Scott, perdeos por ahí un rato, ya me entiendes. - Les sonrió con su mirada más dulce.

         Khan y Pavel iban detrás de Sulu, el japonés no había hablado apenas en todo el día. Algo raro pasaba con aquellos tres, Jim lo intuía. Les vio durmiendo juntos por la mañana, a pesar de que el piloto se había marchado solo de la discoteca, y cuando volvieron del agua a medio día se limitaron a comerse los bocadillos en silencio, parecían tensos. Tendría que hacer algo, hablaría con Khan más tarde.

   - Jim, que no eres la madre de todos... - Pensó McCoy para el rubio, había estado oyendo sus pensamientos por el camino.

   - ¿Madre? ¡Soy el almirante! ¿Qué tiene de malo que me preocupe el bienestar de mi tripulación? - Protestó Jim sintiéndose ofendido. - Siempre que te metes conmigo me dices lo mismo: que si soy una madre histérica, una madre preocupada, una madre marimandona...

   - Bueno, a mí me llama duende y sabe que lo detesto. - Intervino Spock mentalmente.

   - ¡Tengo derecho a hablaros así, soy el mayor de los tres y además soy médico! Cuando me haya ido echaréis de menos mis consejos... - Bones volvió a pensar que un día les dejaría solos.

   - Idiota... - Jim se le echó encima abrazándole con tanta fuerza que le hizo gritar.

   - ¡Ay, imbécil! ¡Me haces daño, Jim! - Trató de soltarse, los demás se habían girado para mirarles. - ¡Quitadme a este pulpo de encima!

   - ¡Vaya, pero mira quién está aquí! - La voz de la bióloga marina sonó a su espalda, reconoció enseguida al tipo raro de la gorra que había “hablado” con sus ballenas.

   - ¡Doctora Woolcott! - Bones empujó a Jim en cuanto vio a la mujer mirándoles con asombro. - ¡Qué coincidencia!

   - La noche es agradable y necesitaba dar un paseo, he tenido un día muy duro en el acuario. - Justificó su presencia allí sola, en una zona donde la gente solía ir con la familia o los amigos para cenar y divertirse con los puestos de feria que ocupaban la acera interior.

   - ¿No se habrán llevado a las ballenas? - Preguntó Jim con los ojos fijos en la mujer.

   - ¡No! Aún no, pero será esta semana... - Su mirada brilló con unas lágrimas a punto de escapar.

   Nyota se acercó a la bióloga, sus ojos almendrados también resplandecían, ¡cómo se parecía aquella mujer a su difunta mejor amiga!

   - Hola, soy Nyota Uhura, es un placer conocerla doctora... - Se presentó dándole la mano.

   - Suzanne Woolcott, encantada. - La sonrisa que le ofreció dejó a Nyota temblando.

   - Yo soy su marido, Montgomery Scott. - El escocés había advertido la turbación en su esposa y acudió al rescate sujetándola por los hombros.

   - ¿Quiere cenar con nosotros? - La invitó Jim, necesitaba más información sobre cuándo iban a liberar a las ballenas.

   - No, por favor... - Le pidió Bones con sus pensamientos. No quería tener que ver la cara de aquella mujer durante la cena.

   - Pues... gracias, la verdad, no me apetecía comer sola. - Aceptó Suzanne.

  - Le presentaré a los demás. - Dijo Jim ignorando los pensamientos de su amante. - Él es Hikaru Sulu, piloto. Y ellos son Donald Black y Pavel Chekov...

   El ruso no reaccionaba, mirando a la bióloga parecía un pasmarote allí plantado.

   - Un placer, doctora. - Khan le estrechó la mano con una sonrisa que incluía un hoyuelo en su mejilla derecha. Tuvo que darle un codazo a su novio para que dijese algo.

   - Hola. - Eso fue todo. Pavel se fue directo al doctor para cogerle de la mano.

   - Lo sé, es un parecido increíble. - Le susurró Bones al oído. - Jim es imbécil, mira que invitarla a cenar con nosotros...

   - ¿Recomienda algún restaurante, doctora? - Preguntó Spock.

   - Cualquiera de estos tiene buen marisco, les gustará. - La rubia le miró a los ojos, de los ocho seguía pareciéndole el más extraño.

 

          Durante la cena Nyota le aclaró por qué todos la observaban de aquella forma casi obsesiva. Suzanne lamentó la muerte de Christine y se disculpó por parecerse tanto a ella. No reconoció el apellido, Chapel, comentando que no debían ser parientes. Comprendió que el doctor McCoy le esquivase la mirada cuando supo que la enfermera y él habían sido pareja muchos años.

   - Volviendo a las ballenas, doctora... ¿Tiene una idea más concreta de cuándo el Acuario planea liberarlas? - Jim seguía interesado en el asunto, debía planificar el secuestro de los animales, saber de cuánto tiempo dispondrían para construir un tanque en el pájaro de presa y cargar de nuevo los dichosos cristales de dilitio.

   - Mi jefe y yo hemos discutido esta tarde. ¡No quiere decírmelo! - Su voz sonó alterada. - El muy idiota cree que me derrumbaré cuando se las lleven.

   - Y así será. - Dijo Spock con su voz más grave. - Está usted emocionalmente ligada a las ballenas, doctora. Su pérdida le afectará más de lo que pretende que creamos.

    - ¿No va a quitarse esa gorra, señor Spock? Y por cierto, ¿qué clase de nombre es ése?

   - Es su mote, ya sabe. En los sesenta... - Le excusó su marido.

   - Sí, claro... pero la droga se llama LSD, no LDS, Jim. - La bióloga era muy observadora y también muy ágil. De un manotazo le sacó la visera al vulcano y se quedó sin habla cuando vio sus rasgos alienígenas.

   - Yebát! *(joder) - Exclamó Pavel. - Nos ha pillado, almirante...

   - ¿Almirante? ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué es él? - Señalaba a Spock con los ojos abiertos como platos.

   - Un vulcano. - Reconoció, poniéndose de nuevo la gorra que le había alcanzado Pavel.

   - Le explicaré, pero debe prometer que no dirá ni una palabra a nadie de todo esto. - Intervino Jim.

      La bióloga marina Suzanne Woolcott escuchó atentamente todo lo que el almirante Kirk le relató. La nave que atacaba la Tierra cuatrocientos años en el futuro, su viaje en el tiempo a bordo del pájaro de presa klingon, la necesidad de llevarse una pareja de ballenas a su tiempo para que la sonda obtuviese la respuesta que esperaba... Le sonó a ciencia ficción, no daba crédito, pero la presencia de un extraterrestre a su lado le hizo pensar que tal vez fuera cierta la increíble historia que acababa de escuchar.

   - Almirante Kirk, si se llevan a Bessy y a Áyax a su mundo ¿puede garantizarme su seguridad? - Preguntó cuando el rubio terminó con su narración.

   - Por supuesto. - Respondió con total seguridad. - Allí no hay balleneros, doctora.

   La mujer se quedó en silencio, pensando en si no se estaría volviendo loca porque la mirada de aquel rubio le empezaba a inspirar confianza.

 

            Tras la cena caminaron entre los puestos de feria del paseo marítimo, la curiosa tropa futurista no dejaba de sorprenderse a cada paso, como si verdaderamente nunca hubieran visto algo así. El tipo ruso de pelo largo se puso a saltar emocionadísimo delante de una caseta de tiro al blanco, señalando un muñeco de los que regalaban como premio.

   - ¡Es un Kermit! ¡Un Kermit, Khan! - Tiraba del brazo del moreno de ojos de hielo que sonreía con sus hoyuelos. - Lo quiero... ¡Khan, quiero ese Kermit!

  - Yo lo ganaré para ti, mi amor. - Le respondió Khan encerrándole entre sus brazos y besándole en los labios.

   - ¡Vaya! - Exclamó Suzanne. - ¿En el futuro todos los hombres son gays?

   - Eso sería ilógico, doctora. - Contestó Spock. - La especie se extinguiría.

   - ¿Y no se llamaba Donald? - A la bióloga no se le escapaba ningún detalle.

   - Es su mote... - Se apresuró a explicar Sulu.

   Khan apuntó a las latas que tenía que derribar para que el dueño del puesto le entregase el muñeco que tanto deseaba su novio. El primer tiro fue fallido, la escopeta obviamente estaba trucada.

   - ¿Problemas con tu puntería? - Bromeó el japonés a su espalda.

   El sobrehumano le miró de reojo, sabía que estaba intentando provocarle. Sonrió y movió el cañón unos milímetros a la derecha para corregir la trayectoria. El segundo y el tercer disparo hicieron diana y las latas cayeron tras el mostrador. Pavel saltaba de alegría, su novio le había conseguido a Kermit.

 

 

                  Al regresar a casa vieron que en la tele daban “Star Wars VI: El retorno del Jedi”, los ocho se amontonaron en el sofá y el sillón orejero, Spock y Pavel sentados sobre la alfombra no quitaban ojo de la pantalla.

      En la Estrella De La Muerte, Luke y Vader se batían en duelo con las espadas láser que tanto le gustaron al genio ruso. En medio del combate, Vader presiente los sentimientos de Luke y se da cuenta de que Leia es su hermana melliza. Tienta a Luke con que si él no decide unirse al lado oscuro, quizás ella sí lo haga. El joven jedi rubio entra en cólera y ataca a Darth Vader, cortándole la mano derecha.

   - ¡Ah! - Gritó Pavel apoyando la cabeza en las piernas de Khan y tapándole los ojos a su ranita Kermit que no apartaba de su regazo. - ¡A ver cómo te arreglas eso, monstruo!

   - No le digas así, seguro que en el fondo es un buen tipo... - Bromeó su novio.

   - Tú irías bien en el lado oscuro, Black Donald... - Le dijo Scott riendo.

   - Silencio, por favor. - Pidió Spock con paciencia.

   Jim le besó la coronilla, tenía su cabeza entre las piernas. Bones le acarició la punta de una de sus orejas, abrazando al rubio con la otra mano alrededor de su cintura y trayéndole de nuevo a su pecho.

   - Lo que más me gusta es esa nave redonda como una pelota... ¿A quién se le habrá ocurrido semejante diseño? - Scott no dejaba de sacarle defectos técnicos a la película.

   - Vamos, Monty, para ser de esta época no está nada mal. - Le regañó Nyota sentada en sus rodillas.

   - ¡Yo me quedo con el Halcón Milenario! - Exclamó Sulu junto a Khan en la otra punta del sofá. Había subido los pies descalzos y el moreno se entretenía acariciándoles el fino empeine. - Sería una gozada pilotar esa nave...

   - ¡Un trasto es lo que es! - Rezongó el ingeniero, Nyota se reía entre sus brazos.

         Cuando terminó la película Jim apagó el televisor y tuvo que esconder el mando a distancia para que Spock y Pavel consintieran en irse a la cama.

   - Venga, a dormir todo el mundo. Mañana tenemos muchas cosas que hacer. - Ordenó empujando a su marido al dormitorio.

   - Sí mamá... - Contestó Bones huyendo de él escaleras arriba, sabía que su trasero pronto se llevaría un buen azote por aquello.

   - Sulu, duerme con nosotros. - Le pidió Khan dulcemente, hundiendo los dedos en el pelo corto del japonés.

   - ¡Olvídame! - Respondió esquivando su mano y encerrándose en su dormitorio.

   - Ay, lyubimiy moy...! *(amor mío) – Suspiró Pavel entrando en su cuarto con su novio. - No insistas con Hikaru, está enamorado de su mujer, no hay nada que hasser.

   - Ya veremos... - Pensó el moreno desnudándose para hacer el amor con su querido loco. - ¡Suelta a Kermit, no voy a dormir con esa cosa verde mirándome a la cara! - Khan le quitó su muñeco y se tiró encima de Pavel. Mordiéndole sobre la clavícula pronto sintió su miembro duro presionándole en la pelvis.

 

           Más tarde, aquella noche, Pavel despertó con una pesadilla. Lo único que temía, la negra muerte, se le había aparecido en sueños: la imagen de Khan y Amy llorando juntos ante su tumba, como en su visión en el Excelsior. Se levantó y cruzó el pasillo como un fantasma para entrar en la habitación de Sulu. Tumbándose a su lado le abrazó. Temblaba.

   - ¿Qué haces aquí? - Preguntó el japonés despertando con su contacto. - ¡Khan, llévatelo a tu cama!

     El moreno les miraba desde la puerta, en una mano traía la ropa interior de su novio. Se acercó a él y con cuidado le puso los calzoncillos. El ruso no se despegaba de su amigo.

   - ¿Qué le pasa, Khan? - Sulu le miró a los ojos de hielo, brillaban con tristeza contemplando a Pavel.

   - Creo que ha tenido una pesadilla, no me deja entrar en su mente. - Murmuró tendiéndose entre las sábanas, dejando a su amante en el medio. - Démosle lo que necesita esta noche, Sulu.

   - Solamente quiero dormir abrasado a los dos, por favor, Hikaru, no te enfades conmigo... - Le rogó apoyando la cabeza sobre el hombro de su amigo.

    Sulu le besó en la frente. Por encima de su cabeza observó cómo Khan cerraba los ojos, le pareció ver una lágrima deslizándose hacia la almohada. ¿Qué oscura pesadilla habría tenido su preciosa rosa? Le abrazó con fuerza, su corazón estaba lleno de amor por él.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por tomaros la molestia de comentar.

Pido disculpas a los fans de Star Wars, pero no he podido evitar la tentación... jajajaja.

Dejo imagen para el recuerdo de Kermit, disfrutando a solas la cama para él.

http://www.casimages.es/i/140715012841579922.jpg.html


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