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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

McCoy, con su fina ironía, hará otro de sus chistes a costa del comportamiento de su amante vulcano.


El Enterprise continua camino del cuadrante Beta para reunirse con el Excelsior, las cosas a bordo se ponen algo emotivas.

 

Huevos revueltos

 

 

                                                                         Al final se decidió y dejó la maquinilla en su sitio, junto al espejo del lavabo. Llevaba un tiempo pensando en afeitarse, estaba algo cansado de la barba y desde que Khan le dijo que le hacía parecer mayor no se lo quitaba de la cabeza. Sin embargo recordó lo mucho que les gustaba a sus t'hy'la sentir las cosquillas en el cuello... o en otras partes de su piel cuando les besaba; y en el divertido y bautizado por Bones como “efecto velcro”: cuando el vello púbico y el de su cara se enredaban al rozarse, algo que les encantaba a los tres... así pues retrasó el rasurado un poco más.

   - ¡De momento te quedas donde estás! - Se dijo mirándose el vello facial en la pulida superficie del cristal que le devolvía el reflejo. - Hasta que te pongas del todo blanca, no quiero parecer Santa Claus.

   - ¿Con quién hablas, mi vida? - Bones salía de la ducha, envolviéndose el cuerpo con una toalla naranja le miraba con su brillante sonrisa.

   - Nada, cosas mías. - Le respondió antes de meterse el cepillo de dientes en la boca. - ¿Mmme hafrdás togtifds?

   - ¿Qué? - McCoy se acercó y pulsó el botón del cepillo dental eléctrico para apagarlo. - ¡Qué manía de hablar con la boca llena!

   - Que si me haces tortitas... - Repitió entre risas.

   - ¡Claro, ahora mismo! ¿Quiere también el señor zumo de naranjas recién exprimidas y café con leche calentita? - El tono de cinismo le arrancó a Jim un puchero. - No pasa nada si mi paciente de las ocho y media se muere en el quirófano esperando a que le operen... Yo te haré el desayuno, que es lo que importa. - A esto último añadió un capirotazo en la cabeza del rubio.

   - ¡Ay! - Se quejó Jim. - Tampoco te pongas así... Ya pillaré algo de camino al Cuartel General.

     Spock entró al baño y se fue derecho al armario bajo el lavamanos. Jim tuvo que apartarse para seguir con su cepillado de dientes. El vulcano se quedó allí en cuclillas mirando las estanterías del mueble.

   - ¿Qfé mbuzdfkss? - Preguntó el rubio a su marido.

   - ¿Traducción? - Spock miró a Leonard con una ceja levantada.

   - Supongo que quiere saber qué estás buscando. - El médico sacudió la cabeza. - ¡Y que para esto no uses la telepatía...! - Le arreó otro capirotazo.

   - Compresas, a Amy le ha bajado el período. - Respondió Spock poniéndose en pie.

   - Pues si no hay ahí ni en su cuarto, es que no le quedan. Debería preocuparse ella misma de estas cosas. - Jim se enjuagó la boca y dejó el cepillo en su lugar: entre el de su esposo y el de su amante. - ¿Y cómo es que se le ha adelantado tanto? No le tocaba hasta... - Se quedó con la mirada perdida echando cuentas.

   - A su edad son normales los desarreglos, Jim. - Bones salió del baño para no correr el riesgo de que el rubor en sus mejillas fuese detectado. El doctor sabía bien a qué se debía aquello: el hipospray que le había puesto a Amy para evitar la concepción era la causa de que se le hubiese anticipado la menstruación.

   - Spock... - Jim le agarró de la camisa y le despeinó el flequillo. Con los ojos entornados y la voz melosa le preguntó mimoso. - ¿Me haces tostadas para desayunar?

   - Tengo que ir a la tienda a por las compresas, si me entretengo llegaremos tarde a la Academia. - El vulcano se miró al espejo para volver a poner el flequillo en su lugar.

   - Vaaaaale... - Jim salió del baño y se fue al dormitorio para terminar de vestirse. La idea de desayunar fuera no le agradaba en absoluto.

      Spock se quedó un momento allí, con el peine se echó hacia un lado el pelo y se miró levantando una ceja. Tal vez era hora de cambiar de peinado. Cogió la cera que Leonard usaba para modelar su cabello y se untó un poco en la palma de la mano. Dejando el tupé bien marcado se sonrió a sí mismo satisfecho del resultado.

     Abajo, en la cocina, Jim se llevó una grata sorpresa cuando vio que su hijo David había preparado huevos revueltos con jamón y tostadas. Le dio un sonoro beso en la mejilla y una palmada en la espalda. Spock pasó por la puerta como una exhalación, tenía que darse prisa si quería llevar a los chicos a clase.

   - ¡Eh! - Le gritó Bones al verle correr por el salón. - ¿Qué te has hecho en la cabeza?

   - Dile a Amy que vuelvo en un minuto, voy al supermercado de la esquina a por sus compresas. - Contestó saliendo a la calle sin detenerse.

   - Buenos días, Bones. ¿Huevos revueltos? - Le preguntó David con la sartén en la mano.

   - Un poco. Sí, la verdad... ese tupé... - Contestó el médico pensando en el nuevo look de su amante vulcano. - No sé, será la edad.

     David no entendió la broma pero Jim tuvo que ponerse una servilleta delante de la boca: la comida a medio masticar salía disparada por la risa que no pudo contener.

 

 

 

                                                                         El Cuadrante Beta es uno de los cuatro sectores en que está dividida nuestra Galaxia... la Vía Láctea. Allí se ubica parte de la Federación Unida de Planetas, la totalidad del Imperio Romulano y el Imperio Klingon, lo cual hace comprensible que la Flota Estelar decidiese enviar a la USS Excelsior, comandada entonces por el capitán Hikaru Sulu, a una misión para preservar la paz y el equilibrio entre las tres potencias.

      Cuando él se trasladó al USS Enterprise bajo las órdenes del almirante Kirk, dejó al mando al comandante Kevin Riley, su primer oficial y jefe de ingenieros. Al hacerlo Hikaru apostó por aquel duro irlandés, de carácter fuerte y honorable, sabiendo que cuidaría bien de su tripulación.

   - Alférez Milla, siga intentando contactar con la Excelsior. - Ordenó Sulu saliendo del puente de mando. - Estaré en mi camarote, páseme la llamada allí cuando lo logre.

   - Sí, capitán. - Asintió la joven en el puesto de telecomunicaciones. - Disculpe... ¿Se refiere a las dependencias de Capitán de la nave o al que era anteriormente su camarote, señor?

   - Como capitán he tomado ese dormitorio, alférez. - Sulu sonrió, la cama “kling-size” que se hizo instalar Jim le vendría muy bien ahora. - Continúe su labor. Teniente... - le dijo al navegante del turno de tarde, - queda usted al mando.

          Al caminar por la cubierta C se topó con Khan, o mejor dicho, con Donald, su oficial científico. Cargaba con sendas bolsas negras a los hombros y unas cajas entre las manos, todo ello parecía pesar bastante.

   - Trae, deja que te ayude. - Sulu le quitó uno de los macutos, el que portaba a la derecha. - No tenías que llevarte todo de una vez ¿sabes? Se te podría haber salido el hombro, idiota.

   - Ya solamente quedan un par de cajas, le digo a Pavel que se las traiga de camino. - Khan cerró los ojos unos segundos, usando la telepatía con su t'hy'la le transmitió el mensaje. - Sale ahora de ingeniería, no tardará.

   - Desde luego sois un ahorro en baterías para el comunicador. - Bromeó el japonés sobre su vínculo. Khan le sonrió y Sulu no pudo evitar acercarse a lamer con su lengua aquellos labios.

   - Cuidado... - El moreno se apartó, un tripulante se cruzaba por su camino y les miró extrañado.

   - No, Donald... - Le regañó Sulu. - No vamos a andarnos con absurdos disimulos. - Volvió a acercarle la cara y esta vez fue su boca la que se llevó un lametón.

   - Como ordenes, capitán. - Respondió con gusto Khan volviendo a besarle.

         Colocaron los objetos personales de los tres en el amplio camarote de Capitán, de ahora en adelante serían sus dependencias. Sulu se quedó un momento mirando el armario. El moreno había dejado sus jerseys azules a la izquierda, así que él ocupó el centro con los amarillos, dejando espacio a la derecha para los rojos de Pavel que se puso a doblar, cuidadosamente, antes de guardar allí.

   - No te tomes tanta molestia con su ropa. - Le comentó el sobrehumano. - Acabará por arrumbarlo todo de cualquier modo. - Sonrió divertido, ya conocía las costumbres de su novio.

   - Lo sé. - Sulu hizo un gesto de fastidio. - Conviví con ese desastre durante años. Tenía que ordenarle los cajones de vez en cuando, de lo contrario me robaba los calcetines porque no encontraba los suyos.

   - Te imagino yendo detrás de él y recogiendo sus cosas por el apartamento. - Khan sonrió mostrándole los hoyuelos, la mano se le fue a la nuca del japonés para acariciarle el nacimiento del pelo. - Debió ser muy duro para ti cuando...

   - Déjalo estar, el pasado es el pasado. - Sulu le devolvió la sonrisa y la caricia. - Guardo buenos y malos recuerdos de aquella época, no importa, ahora todo ha cambiado.

   - Puedes jurarlo. - Le dijo mordiéndole los labios con suavidad.

    Así les encontró Pavel cuando entró a la habitación, fundidos en tórridas caricias frente al ropero.

   - ¡A ver, hassedme un hueco ahí...! - El ruso intentaba soltar en el estante un montón de camisetas que traía entre los brazos.

   - ¿Lo ves? - Khan echó la cabeza hacia atrás y se encogió de hombros. - Ropa arrugada y desperdigada por todas partes, eso es lo que nos espera de por vida.

   - Y platos con restos de comida, botas sucias y toallas húmedas sobre la cama... - Sulu siguió enumerando. Pavel era el peor compañero de habitación que se podía tener.

   - ¿Dónde puedo dejar a Kermit? - El genio les ignoraba, estaba más que acostumbrado a que se metieran con él por su carácter desordenado. - ¿Qué tal aquí? - Sentó a su ranita en mitad de la cómoda frente a la cama. - Sí, es un buen sitio.

   - ¡Ah, no! - Khan trató de agarrarla, su novio fue más rápido y se lo impidió. - Te he dicho mil veces que no me gusta que esa cosa me esté mirando mientras...

   - ¡Es mía! ¡Ella se queda o yo me voy! - Pavel hablaba en serio, no iba a consentir que su muñeco terminase encerrado en un cajón.

   - ¡Haz lo que te de la gana! - Se rindió el moreno.

     Sulu les miraba riéndose, alegre por iniciar una nueva etapa en su vida junto a aquellos dos chiflados. Sintió su corazón hincharse con amor... un amor al fin correspondido. Khan y Pavel, dándose cuenta de cómo les observaba, se aproximaron a él hasta tenerle entre sus brazos. Las caricias y la calidez de sus besos hicieron que el japonés tuviese ganas de llorar: nunca había sido tan feliz, nunca se había sentido tan amado.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Ánimo a la hora de comentar, me encanta compartir la historia con vosotr@s.

Dejo imagen del nuevo look de Spock.

http://www.casimages.es/i/140730092010348403.jpg.html


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