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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sulu tendrá que atender al Maje Jal Valek a bordo del Enterprise. Al kazon se le antojan un par de caprichos que el japonés deberá satisfacer por el bien de la diplomacia.

 

 

El placer de darse una ducha

 

 

                                                                                     La sala de reuniones diplomáticas fue preparada para la visita del Primer Maje Jal Valek. Kevin, T'rak y Azetbur le esperaban allí. Sulu fue a recibirle a la sala del transportador. Como las máquinas del Enterprise no funcionaban correctamente debido al campo de fuerza que rodea Talos IV, fue la nave kazon la que se encargó del transporte. El japonés sonrió al ver que el haz de luz que trajo las moléculas del enemigo a bordo era de un intenso color violeta. Aquello no podía ser una mala señal.

   - Bienvenido al Enterprise, Primer Maje. - Le saludó con una reverencia.

   - Capitán... - Jal le correspondió llevándose la mano derecha abierta al pecho.

 

             Una vez hechas las formales presentaciones, los cinco, en torno a la mesa de reuniones, se quedaron suspendidos en un incómodo silencio que Azetbur terminó por romper.

   - Maje Valek, pertenece usted a la secta Oglamar, ¿no es cierto? - Le habló dulcemente, con una sonrisa encantadora.

   - Así es, señora canciller. La más antigua y poderosa de mi pueblo. - Afirmó orgulloso el kazon.

   - En tal caso debo entender que puede tomar decisiones en nombre de todo su planeta. ¿Me equivoco? - Azetbur le miró esperando una respuesta.

   - ¿A dónde quiere usted ir a parar? - El kazon no tenía idea de por dónde iban los tiros.

   - Mi ingeniero jefe está construyendo un aparato que solucionará sus problemas de suministro de agua para siempre. - Sulu habló con total rotundidad, sabía que aquello desconcertaría al enemigo.

   - ¿Cómo dice? - Preguntó Jal atónito. Había convocado la reunión para establecer los términos de una paz en la que humanos, romulanos y klingons se comprometieran a no adentrarse en sus territorios nunca más. Aquella afirmación del capitán Sulu le dejó fuera de combate. - ¿Qué pretenden exactamente?

   - La Federación quiere ayudarles, señor. - Intervino Kevin con su sonrisa cordial. - Sé que ustedes no desean ningún contacto con otras civilizaciones... que metimos la pata al acercarnos a Talos IV. No sabíamos nada de ustedes ni que este planeta les perteneciera, aún así le debemos una recompensa, déjenos intentarlo al menos.

 

             Entre Sulu y Kevin le explicaron brevemente el proyecto que Pavel estaba llevando a cabo en ingeniería. Azetbur sonreía orgullosa, la brillante inteligencia de su amigo les sacaría del aprieto tal como ella había previsto. El maje no podía cerrar la boca, pasmado ante sus palabras.

   - ¡Llover sobre Ocampa! - Exclamó incrédulo. - Si son ustedes capaces de hacer algo así la paz entre sus pueblos y el mío será definitiva.

   - De eso se trata... - Rió el irlandés buscando en el mueble bar a su espalda algo más denso que el agua para servirse en el vaso. - La Federación es lo único que pretende: paz entre las distintas civilizaciones de la Galaxia para ayudarnos mutuamente a progresar.

       Azetbur miró a T'rak con una sonrisa cargada de esperanza. El Imperio Romulano aún no se había anexionado a la Federación Unida de Planetas aunque el corazón le decía que aquello no tardaría en hacerse realidad.

   - Si el muchacho sobrevive... - intervino Jal Valek con algo de inquietud en su voz, - ...pondremos rumbo a mi mundo. Hablaré con los otros Maje, les convenceré para que prueben su artefacto.

   - Sobrevivirá, créame. - Sulu lanzó su vaso deslizándolo hasta el otro lado de la mesa, indicando con una mirada a Kevin que se lo llenara. El irlandés había dado con el whisky. - El teniente Donald Black está capacitado para conseguir superar cualquier dificultad.

   - Tenía entendido que los humanos eran más débiles que nosotros... - Jal acercó también su vaso al comandante Riley, quería probar aquel líquido dorado.

   - Lo son. Más débiles que un kazon, que un klingon... que un romulano... - T'rak rechazó la invitación del irlandés, era demasiado temprano para ella. - Sin embargo el teniente Black tiene unas habilidades muy especiales que le convierten en un humano único.

   - Puede que sean inferiores a nosotros en fuerza, pero no en inteligencia. Compensan sus carencias con la unión entre ellos, los lazos de amistad, el sentimiento de familia, de pertenencia a algo más grande que su propio planeta o su propia especie. - Azetbur también dijo no a la oferta de Kevin de una copa.

   - Bien, pues sólo para los caballeros. - Dijo el irlandés levantando su vaso. - Brindemos... ¡Por la Paz! Slainte!

   - Kanpai! - Respondió Sulu.

      El kazon levantó el vaso y les miró, dudando por un momento acabó por sorber el whisky de un trago. La sonrisa que se le dibujó en la cara denotaba que le había gustado.

   - Creo que se acostumbrará a los humanos, Maje Valek... - Murmuró la general romulana riendo entre dientes.

   - ¿Y por qué no? - Azetbur cogió de la mano a su amante por debajo de la mesa, mirándola con ternura. - A ti te ha costado un poco, querida, puede que a Valek no tanto.

 

          Antes de regresar a su crucero de guerra, Jal les pidió a aquellos hombres un insólito favor: el kazon quería darse una ducha.

   - Es algo de lo que no disfruto desde que era un crío, antes de pasar mi prueba de madurez. - Les rogó a ambos comandantes de la Flota. - Mi mundo fue visitado por una extraña nave que desprendía oscuridad. No sé muy bien qué hicieron pero la superficie de mi planeta fue devastada, desde entonces el agua es un bien escaso en Ocampa.

   - Eso es precisamente lo que el genio de Chekov quiere arreglar. - Sonrió Kevin. - Y si me disculpan, voy a echarle una mano. Debe estar preguntándose dónde me he metido toda la mañana.

     El irlandés se marchó camino de ingeniería riéndose por la curiosa petición del maje kazon.

   - Sígame, Valek. - Le indicó Sulu. - El aseo de mis dependencias servirá para satisfacer ese capricho suyo.

   - Gracias, capitán. No sabe cómo lo echo de menos. - Jal se deshacía con la anticipación del placer que iba a sentir: el agua corriendo por su cuerpo, limpiando su oscura piel, resbalando por cada poro, empapándole el recio pelo.

   - Puedo imaginarlo. Oiga, esa nave que arrasó su planeta... - Sulu tenía la intuición de que se trataba de la mismísma nave oscura. - ¿Contactaron con ustedes?

   - No, creo que solamente venían a investigar a mi pueblo, pero las ondas que utilizaron para escanearnos llenaron de partículas nucleogénicas la atmósfera. - El maje sonrió al ver la enorme cama del camarote de Sulu. - Mi gente es reacia a los visitantes desde entonces. ¡Vaya, menudo lecho!

   - Ha de ser grande, somos tres. - El japonés dejó que el kazon pensara lo que quisiera. - Ahí tiene la ducha, puede usar el albornoz blanco, está limpio.

   - ¡Gracias, capitán! - Jal se acercó al japonés y le abrazó con fuerza.

   - ¡De nada, hombre! - Se echó a reír. Aquello sí que no se lo esperaba.

 

         Jal se desvistió a toda prisa, entrando al plato de ducha accionó el mando y se extasió cuando el agua empezó a salir por la alcachofa. Se metió debajo del chorro y aguantó la respiración. ¡Habían pasado casi veinte años desde la última vez!

   - Oiga, Maje Valek... - Sulu le habló desde el otro lado de la puerta. - ¿Por qué nos ha obligado a esto? ¿Por qué hizo que uno de los nuestros bajase a Talos IV con ese chico?

   - Es mi amante... - Gritó el kazon buscando un gel con el que limpiar su cuerpo. - La prueba de supervivencia es muy dura, no quiero perderle. Supuse que si uno de los suyos la pasaba con él, tendría más posibilidades.

   - Pues no se ha equivocado usted. - Se sonrió el capitán. - Mi oficial científico es el hombre adecuado para esa tarea.

   - ¿Es él uno de sus amantes? - Preguntó el kazon.

   - Lo es. - Sulu se sorprendió a sí mismo confesando algo tan privado a aquel desconocido.

   - Y su ingeniero jefe es el otro, ¿verdad? - Lo había deducido por cómo le brillaron los ojos al capitán al hablar de Pavel y su proyecto.

   - Ajá... - Sulu asintió, le pareció natural admitirlo.

   - ¡Yo amo a Lorah con todo mi ser! - El kazon se encogió de hombros. - No es frecuente entre los de mi raza, pero me importa una mierda lo que piensen los demás... Él es toda mi vida, capitán. ¡Oh... este jabón suyo huele de maravilla!

   - A rosas... lo sé. Tómese su tiempo, Jal. Disfrute de la experiencia. Hay champú con aroma de violetas si quiere lavarse el pelo. - Se echó a reír en silencio, imaginaba al kazon en su cuarto de baño gozando del simple placer de darse una ducha.

   - ¡Aaaaah! - Gimió de gusto. - Sí... gracias... muchas gracias, Sulu. No tiene usted idea de lo que esto significa para mí.

 

                  Tardó más de media hora, por fuerza debió terminar con el agua caliente. Salió envuelto en el albornoz blanco que le quedaba muy ajustado, apenas le cerraba el cinturón dada su corpulencia. Sulu giró la cara, un relajado y atezado miembro de enormes dimensiones asomaba entre la prenda.

   - Cuidado con eso, Valek. - Señaló Sulu a la entrepierna del kazon.

   - ¡Oh, disculpe! - Exclamó cubriéndose. - Si es tan amable... ¿podrían lavar mi uniforme? - Le solicitó tendiéndole sus ropas. - Por primera vez en veinte años me siento limpio, no quiero vestirme con estas prendas sucias.

   - Llamaré a un asistente. - Sulu sonrió, pulsando un botón de su escritorio reclamó la presencia de un tripulante de la división de limpieza.

   - ¿Y qué es esto? - Preguntaba curioso Jal con Kermit entre sus gigantescas manos.

   - Un muñeco, una especie de juguete. Pertenece a Pavel... - Le explicó.

   - El ingeniero... ¿tan joven es? - Se sonrió malévolo.

   - No, él... tiene ya treinta y cinco años. - Sulu se encogió de hombros, la verdad es que Pavel, para algunas cosas, nunca había dejado de ser un niño. - Cuando le traigan el uniforme bajaremos a ingeniería, así podrá conocerle y ver el aparato en el que está trabajando.

   - Yo tomé a Lorah cuando cumplió catorce... pero me sirve desde los once años. - Jal le daba vueltas a la ranita mientras hablaba, le olía a rosas, igual que el perfume del gel que había utilizado. - Soy todo lo que tiene en el mundo. La radiación acabó con sus padres cuando era muy pequeño.

   - ¡Catorce! - Exclamó Sulu. Una sombra de rubor le vino a las mejillas.

   - Lo sé, muy joven, pero... ¡Usted no le conoce! La verdad, no sé cómo pude aguantarme tres años sin meterle en mi cama. - Jal se sentó al borde del lecho tamaño gigante. - ¡Es tan increíblemente hermoso...!

 

      Un tripulante llamó a la puerta y Sulu le entregó las ropas del kazon ordenando que fueran lavadas y planchadas de inmediato. El hombre de uniforme verde oscuro asintió y se marchó por el pasillo.

   - No tardarán más de media hora. - El japonés abrió el mueble bar, buscó la botella de whisky escocés de Khan y se la ofreció al maje.

   - Me gusta esa bebida de ustedes pero... - Viendo las otras botellas de líquido transparente sintió curiosidad. - ¿Podría probar esas otras?

   - Claro... esto es sake. - Sulu le sirvió un vaso. Le hizo gracia ver la mueca de repugnancia del maje cuando lo probó. - Parece que no es de su agrado. Veamos esta otra. Es vodka.

   - Mmm... sí... mejor. Esta y la dorada, las dos me gustan aunque son muy diferentes. - Jal le mostró una abierta sonrisa al japonés.

   - Tiene usted los mismos gustos que mis flores. - Aquello le hizo gracia al capitán.

   - ¿Sus amantes? - Consultó el kazon.

   - Sí, yo... suelo llamarles así: mis flores; Pavel es mi rosa y... Donald... mi violeta. - Sulu sentía cierta confianza con aquel alienígena, algo le decía que tenían mucho en común y estaba cómodo charlando con él.

   - De ahí los perfumes de sus afeites... - Le sonrió de nuevo. El albornoz se había abierto sobre sus rodillas y su sexo volvía a asomar. Parecía más grande que antes, como si algo le hubiera hecho aumentar de tamaño.

   - Jal... - Sulu señaló aquella gran cosa entre sus piernas y volvió a girar la cara.

   - ¡Vaya! Tiene vida propia, ¿sabes Sulu? Llevo casi tres días sin mi muchacho y la ducha ha hecho que se ponga contento. - Una carcajada le brotó de lo más hondo del pecho, haciendo que la cama se agitase por entero con sus sacudidas al reír. - ¿Tus amantes se molestarían mucho si tú y yo...?

   - ¿Qué? - A Sulu se le fue la sangre a los pies. ¿El kazon le estaba proponiendo acostarse con él? No podía hablar en serio...

 

              Pero sí iba en serio, y mucho. Jal usó su fuerza al principio, tirando al japonés sobre el colchón y echándosele encima. Buscando su boca se dio cuenta del olor que desprendía su cuerpo. Definitivamente había química entre humanos y kazons. Las feromonas del sudor de Sulu le excitaron. El japonés solamente podía pensar en el descomunal tamaño de aquel miembro.

   - ¡No! ¡Detente! - Le gritó. - No puedo... yo no...

  - Tranquilo, Sulu, no te haré daño. Solamente quiero lamerte. - Diciendo aquello se deshizo del albornoz, mostrando orgulloso su desnudez ante el hombre que se retorcía bajo su cuerpo. - Deja que te pruebe... tus amantes no tienen por qué enterarse... y de todos modos ¿crees que tu violeta no habrá intimado con Lorah? Las noches en Talos IV son muy frías.

   - En eso tienes razón... - susurró dejándose desvestir, - ...supongo que es lo justo, que tú y yo...

   - Veamos si sé satisfacerte, humano... - Mordisqueando su vientre bajó la cintura de los pantalones de Sulu y adentró la nariz en el vello púbico. - ¡Ah! ¡Qué olor tan agradable! - Exclamó antes de devorar su sexo con avidez.

   - ¡Oh, sí...! ¡Jal...! ¡Me gusta...! - Gimió el japonés algo avergonzado.

          Ya no se resistía, el placer de la boca del kazon le estaba llevando al paraíso.

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por los comentarios, como diría Jal Valek: ¡No sabéis lo mucho que significan para mí!


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