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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Jal Valek logra convencer a sus colegas majes de las otras sectas para poner en marcha el proyecto del satélite que les devolverá el agua a la superficie de Ocampa.


Khan se dará cuenta de que para algunas cosas Pavel es extremadamente tímido.


T'rak va a ver impulsada su carrera hasta un punto que no se esperaba.

 

Un ataque de modestia

 

 

«Debemos ser modestos recordando que los demás son inferiores a nosotros.»

- Oscar Wilde -

 

                                                                                                    La estructura militar es el centro de la organización del Imperio Romulano, los militares gozan de un alto estatus social y T'rak tenía fama de ser la mejor entre sus generales. El gobierno está dirigido por un Senado presidido por un Pretor, el viejo S'taal, un engreído político fiel a sus obsoletas tradiciones; mientras que la milicia está conducida por el Alto Comando, al cual pertenecía la romulana desde hacía más de dos décadas.

 

            Fuera de esta estructura se encuentra el Servicio Secreto Romulano, el Tal´Shiar, que posee la reputación de ser uno de los más eficaces de la Galaxia. Hasta sus finos oídos llegaron los rumores de la relación entre la Canciller klingon Azetbur y T'rak. Que la general hubiera puesto sus naves junto a las klingons, al servicio del Excelsior y el Enterprise, no gustó nada a su gente.

 

                Cuando compareció ante el Senado tuvo que plantar cara a S'taal. Nada le hubiera gustado más que acabar con aquel vejestorio con un golpe de su cuchillo, sin embargo utilizó la palabra. Hablándole del gran progreso vivido por los klingons desde que estaban del lado de los humanos y del increíble proyecto que el Enterprise estaba a punto de llevar a cabo en Ocampa, que haría que los kazon dejasen de piratear para robarles el agua, T'rak convenció al Pretor de que era hora de modificar los términos de paz entre Rómulo y la Federación Unida de Planetas.

 

               Azetbur intervino con un discurso que dejó a los romulanos boquiabiertos. Si los klingon, un pueblo tan orgulloso y guerrero como el suyo, habían aceptado y no sólo eso, sino que estaban encantados con la anexión a sus nuevos aliados... tal vez, solamente tal vez, Rómulo se había equivocado en su política.

   - Deberías regresar a tu nave. - T'rak le acariciaba la mano y la mejilla a su amante. - Deliberarán durante horas, puede que días... y no me fío del servicio secreto. En tu pájaro de presa estarás a salvo.

   - No se arriesgarían a hacer ninguna tontería contra mi persona, querida mía. - Azetbur la miraba sonriendo con dulzura. - Pero si tú te quedas más tranquila, esperaré junto a los míos la decisión de tu Senado.

 

 

                                                                       A Jal Valek no le resultó sencillo explicar el hecho de haber conducido a dos naves de la Flota Estelar hasta su planeta. Cuando los otros majes supieron del satélite que Pavel quería probar y el milagroso resultado que esperaba obtener, se carcajearon de él. El kazon tuvo que hacer uso de todo su poder militar y económico para imponer sus ideas.

   - ¡Soy el Primer Maje de la secta Ocampa! - Gritó ante sus iguales, los otros Majes. - Sabéis que poseo la mayor parte del agua del planeta, así como a los mejores guerreros y las más grandes naves. Podría hacerme con todo el poder de nuestro mundo, reclamándolo para mí...

   - ¡Da un golpe de estado si te atreves, Valek! - Le desafió Surat, Maje de la secta Mostral, la segunda en categoría entre los kazon.

   - No es esa mi intención. - Jal bajó la cabeza, mostrando humildad ante los suyos. - Sé que los Oglamar no seríamos nada sin las otras sectas. Estamos juntos en esto.

   - ¡Has traído a los extranjeros a Ocampa! - Protestó Minnis, maje de los Pommar. - ¡Deberíamos acabar contigo y con todos ellos ahora que les cogeríamos desprevenidos!

   - ¡Solamente quieren ayudarnos! - Valek golpeó con el puño la mesa en torno a la cual estaban reunidos.

   - ¿Con ese artefacto que pretenden colocar en nuestro cielo? - Haron, el Maje más joven, Primero de la secta Relora, siempre había admirado a su colega Oglamar. Confiaba en su palabra y en su experiencia. - ¿Estás seguro de que los hombres son de fiar?

   - Harán que llueva... ¿recordáis la lluvia? - Su mirada se tornó soñadora, evocando el pasado de su pueblo.

   - Hace más de veinte años que otros extranjeros nos robaron la vida en la superficie. - Ahora fue Surat quien dio un puñetazo sobre la mesa. - ¿Por qué tendríamos que confiar en estos?

   - Para empezar huelen muy bien. - Bromeó Valek dejándolos atónitos a todos. - Ya en serio. No tenemos nada que perder, dejemos que los humanos prueben el satélite.

   - Sea. Voto a favor. - Asintió Haron levantando la mano.

   - Yo también quiero probar ese cacharro. - Habló Culluh, Maje de los Nistrim. - Vamos, Surat... Minnis... Somos tres contra dos. La mayoría ha hablado.

   - Espero que no tengamos que arrepentirnos de esta decisión. - Terminó Surat dando por finalizada la reunión.

 

          Cada Maje regresó con los suyos, salvo Haron que acompañó a Valek a su crucero de guerra; quería conocer más de los humanos, tenía curiosidad por lo que había comentado su viejo amigo acerca de su olor.

   - Veo que Lorah ha superado su prueba de madurez. - Comentó Haron al ver al chico vestido ya con ropas de adulto.

   - Sí... - Jal abrazó a su amante por la cintura. El chico se sintió algo incómodo aunque se dejó agarrar. - ¡Ya es todo un hombre! Nos casaremos cuando las cosas se estabilicen en Ocampa.

       Lorah y Haron le miraron con los ojos abiertos de par en par.

   - ¿Casaros? - El maje de los Relora sacudía la cabeza de lado a lado. - ¿Te has vuelto loco? ¡Un Primer Maje admitiendo su homosexualidad en público!

   - Haron... amo a este muchacho. - Dijo apretándolo contra su cuerpo y besándolo en el cuello. - ¡Me importa bien poco lo que los demás penséis del asunto! ¡Es mi vida! Y te juro por todos nuestros difuntos que la viviré como me dé la gana...

    Ante tan rotunda afirmación Haron asintió bajando la cabeza con respeto. Lorah dejó escapar unas lágrimas, estaba emocionado por ser el futuro esposo de semejante hombre tan extraordinario.

 

 

                                                                              A bordo de la nave oscura Ares se levantó de su puesto de artillero y miró a su hermano Apolo con fiereza.

   - ¡Otra boda! - Protestó enérgico. - ¡Nada de guerras! ¡Paz y amor para los hombres de buena voluntad! ¡Oh, por favor... voy a vomitar! - Golpeó el suelo con sus sandalias negras y se cruzó de brazos ante la mirada azul de su hermano.

   - Ares, es lo mejor que podría pasar. - Apolo se aguantaba la risa. Ver así al dios de la guerra le provocaba ternura. - Ya sé que te aburres, que preferirías una buena batalla donde corriera la sangre como un río... pero esto llevará a que Padre nos considere aptos para regresar al Olimpo.

   - Claro, si la paz se establece en toda la Galaxia ya no tendrá sentido que continuemos por aquí. - Apostilló Hércules.

   - ¿El trío del trisquel podrá abrir la puerta mágica? ¿Regresaremos a nuestro hogar, Apolo? - Ares estaba impaciente, llevaba miles de años esperando volver a ver al resto de su familia.

   - Sí, en unos años. ¡No desesperes, hermano! - El de la rubia cabellera se levantó de su trono dorado para acercarse al molesto dios azote de los hombres. - Ahora tengo una misión para ti. Ven conmigo, hablemos a solas.

 

           Salieron del puente y se encerraron en el despacho de comandante de la nave. Apolo ofreció una copa de néctar a Ares y esperó a que tomara asiento frente a su escritorio. Él se sentó del otro lado.

   - Sabemos que Pavel ha estado en la Pantheion, ya le viste vomitar... - Apolo bebía su copa de néctar sorbo a sorbo.

   - ¡Mencionó a Dionisio! Él sabrá algo. - Ares se encogió de hombros, no entendía qué tenía él que ver con el asunto.

   - Exacto, me temo que nuestro hermanito pequeño ha hecho de las suyas con ese mortal. - Sacudió la cabeza con desaprobación, aunque una sonrisa torcida se le asomaba a los labios.

   - ¡Qué envidia... el chico está para comérselo! - Imaginando lo que Dionisio habría podido hacer con Pavel se sonrió. ¿Por qué no se le habría ocurrido a él abducir al hombre? Aunque él hubiera elegido a Khan, no a Pavel.

   - No te emociones, Ares. - Como si pudiera leer sus pensamientos le interrumpió. - Debemos guardar nuestra presencia en secreto un poco más, hasta que el trisquel se abra. - Palmeó la lisa superficie de su mesa con energía. - Quiero que cojas a Dionisio y partas a buscar a Hermes, Atenea y los demás. Todos debemos estar a bordo de la Pantheion para cuando llegue el momento.

   - Ya, pero repréndele a él por desobedecer tus órdenes, no a mí. - Cargar con Dionisio le parecía un castigo más que una ayuda. - ¿Tengo que cuidar de ese inconsciente mientras localizo a nuestros hermanos?

   - Está bien, id solamente a por Hermes... - Apolo volvió a llenar las copas con el preciado líquido. - Ya nos ocuparemos nosotros de encontrar a Atenea, a Hestia, a Hefesto y a Afrodita...

   - ¡No! - Protestó de nuevo. - De Afrodita me encargo yo. Creo que sé dónde encontrarla.

   - Como quieras, pero nada de pelearte con Hefesto por ella. - Apolo le apuntó con el dedo índice, recalcando la seriedad de su advertencia.

   - ¡No hay problema! - Ares se mostró ufano. - Ella le aceptó como esposo... y a mí como amante. ¡Lo llevamos bien! ¡Somos civilizados! - Rió con ironía.

       Apolo sonrió nada más; los líos amorosos entre la diosa del amor, el dios de la guerra y el dios del fuego y la forja, se la traían floja. Lo único que le importaba es que para cuando Pavel, Khan y Amy completaran su unión y la puerta del trisquel fuese abierta, todos estuviesen a bordo de la Pantheion para cruzar al otro lado y emprender el camino de vuelta al Olimpo.

 

 

                                                                                   Nada de lo que pudieran hacer o decir le sacaría de allí. Pavel se había encerrado en el cuarto de baño aquella mañana.

   - Vamos, cielo. Sal de ahí. - Le ordenó Sulu. - Es preciso que estés en el Puente mientras ponemos el satélite en órbita sobre Ocampa. Sé que les has dado instrucciones precisas a Quiroly y a Kevin pero... ¿y si algo sale mal?

   - ¿Me estás llamando idiota, moy drug? - Gritó a través de la puerta. - ¡Nada irá mal con el Tláloc! - Así bautizó Pavel a su artefacto, como al dios azteca de la lluvia y el trueno.

   - Cariño, podría surgir algún imprevisto... - La voz de Khan sonaba dulce y cargada de paciencia.

   - ¡Kevin lo arreglará! Tú sólo controla que el Tláloc pase de la fase uno a la dos y luego a la tres. Es fássil, Khan: Wa', cha', wej'! *(uno, dos, tres, en klingon) – Le respondió sin ceder a abrir la puerta del aseo.

   - ¡Pavel! - Gritó el sobrehumano. - ¡No seas lo'Be Vos *(cobarde, en klingon) y sal de ahí de una puñetera vez!

   - Me temo que es inútil, Khan. - Sulu se pasó la mano por la cara desde la frente al mentón, con gesto de aceptar el encierro de su amante. - Recuerdo en la Academia lo mal que lo pasó cuando le entregaron la medalla al mejor proyecto científico.

   - ¿También se encerró en el baño? - Preguntó el moreno con media sonrisa.

   - Al principio no, intentó comportarse delante de su padre y de todos... - Recordó entornando los ojos y ladeando la cabeza. - Pero cuando le entregaron la condecoración y le pidieron que dijera unas palabras... - Se echó a reír. - Su cara se volvió roja como un tomate maduro, salió disparado del estrado y se metió dentro de su propia taquilla.

   - ¡Cállate Sulu! - Chilló Pavel desde el otro lado de la puerta. - ¿Quieres que salga ahí y use mi telequinesia?

   - ¿Lo harías? - El japonés pensó que si conseguía que abriese, Khan podría atraparle y llevarle a rastras al puente de mando si hacía falta.

   - Niet! - Se oyó un golpe dentro del cuarto de baño. - ¡Marchaos de una vess y dejadme en pass!

   - Puedo derribarla, si quieres... - Khan señaló la puerta.

   - No, no rompas nada. - Elevó la voz para despedirse del ruso. - ¡Y tú tampoco! Me gusta el aseo tal como está, Pavel.

   - Pues marchaos... - Volvió a gritar.

   - Ya nos vamos. - Se rindió Sulu. - Anda Khan, deja que este imbécil se pierda el milagro que su satélite va a hacer con Ocampa.

   - No sabía que fueses tan tímido, t'hy'la... - Murmuró Khan, sabiendo que le escucharía. Casi podía verle con la oreja pegada a la puerta. - Para algunas cosas tan descarado, casi rozando el exhibicionismo y para otras...

   - Detesta el reconocimiento público a su inteligencia, nunca lo ha soportado. - Le aclaró Sulu a su violeta, tomándolo del brazo y llevándoselo fuera del camarote. - Le hace sentirse... "diferente".

   - ¿Cómo le sacaron de su taquilla? - Le preguntó por el pasillo camino del turboascensor.

   - Spock tuvo que usar una cizalla de metal. - Rió al recordarlo. - Yo le convencí para que saliera mientras Nyota entretenía a su padre, el hombre no se dio cuenta de nada. - A Sulu el recuerdo del padre de Pavel le hacía sentir una pena inmensa. - Khan, supongo que conoces a tu t'hy'la mejor que nadie, has visto su alma y todo eso con el vínculo que compartís... - Le hablaba con los ojos llenos de lágrimas. - Pero yo le conozco desde que tenía quince años, sé cómo funciona su cabeza.

   - Por supuesto, anata *(cariño), no lo niego. - Khan le puso la mano en el hombro, el japonés parecía estar temblando. - Le conoces muy bien. ¿Qué quieres decirme?

   - Nada, sólo eso... que sé cómo es y que le quiero... - Lloraba, las palabras se le hicieron un nudo en la garganta.

   - Hikaru, mi amor... - Le abrazó con fuerza sujetándole la nuca como solía hacer, dejando que la cara del japonés se hundiera en su pecho. - Los dos le queremos tal como es. No quiero que te preocupes, Sulu. Pavel y yo jamás nos separaremos de ti.

       Khan sabía muy bien que lo que hacía llorar a su amante era el temor de perderles una vez regresaran a casa.

 

 

                                                                         La decisión del Senado romulano no se hizo esperar tanto como imaginaba T'rak. Tras comunicar al Emperador lo sucedido éste tomó la sabia decisión de nombrar a la general Procónsul de su gobierno. Cuando se enteró la mujer no daba crédito, no se sentía digna de tan alto honor. Azetbur lo celebró con más muestras de alegría que ella misma.

   - ¡Oh, querida! ¡Es una gran noticia! ¿Sabes lo que eso significa? - Le decía eufórica agarrándola por los brazos y clavándole la mirada. - ¡Tu mundo está cambiando y tú tendrás la oportunidad de firmar la anexión a la Federación de Planetas Unidos!

   - Y que nos veremos menos, mi amor... - Dijo estas palabras con pesadumbre. - Ahora somos iguales, cada una responsable del gobierno de su pueblo. ¡Demasiado trabajo por hacer!

   - Lo haremos juntas. - Sonrió. Su amante la miraba con sorpresa. - Rómulo y Kronos avanzarán de la mano de ahora en adelante.

      Sus propias manos se entrelazaron, la una frente a la otra; la Gran Canciller Azetbur y la Procónsul T'rak caminarían unidas hacia un futuro en paz.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Dejo imagen de un divertido árbol genealógico de los dioses para que os vayáis familiarizando y no os sintáis perdid@s.

http://th04.deviantart.net/fs71/PRE/i/2014/006/3/b/dioses_olimpicos_mas_relevantes_by_rebenke-d713443.jpg


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