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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sí, al fin. SPIRK puro y duro... ¡o metafísico! Según se mire...

En este capítulo he utilizado fragmentos de la canción Demons, del grupo Imagine Dragons. Simplemente me pareció adecuada para ilustrar la unión mental entre Spock y Kirk.

 

Consumación





                                                   Jim sentía la mente de Spock en la suya pero no como otras veces, algo había cambiado. Si hablásemos de colores sería como haber pasado del tenue azul cielo de la mañana al añil más oscuro y brillante del crepúsculo. Había ganado en intensidad, en profundidad. Era como comparar un pequeño lago con el vasto océano.
    
    Evocó la primera vez - ambos la rememoraron en realidad, pues sus pensamientos eran uno solo – que sintió a Spock en su cabeza. Fue en Rigel XII, durante una tormenta de arena. En aquel inhóspito planeta, prácticamente desértico, donde tuvieron que negociar con unos rudos mineros a cambio de unos cristales de dilitio que eran imprescindibles para la nave.

    Salieron a buscar a aquella mujer, ya ni recordaban su nombre. De pronto les alcanzó la tormenta; con todo aquel polvo cegando sus ojos, no podían ni respirar. Se vieron obligados a buscar refugio entre unas rocas. El viento zumbaba furioso a su alrededor e instintivamente se abrazaron. Protegiéndose de la tempestad cubrieron sus rostros, escondiéndolos entre el hombro y el cuello del otro. Sus frentes se rozaban y sucedió, casualmente, sin querer. Allí lo sintieron por vez primera: hallaron el vínculo. Jim no entendió entonces qué estaba pasando. Spock sin embargo lo reconoció enseguida; no lo había experimentado antes pero en Vulcano el tel es materia de estudio y había oído hablar a su padre acerca de lo que significaba: tenía por fuerza que tratarse de aquello.

    A ambos y les envolvió en aquel mismo instante un ardiente deseo que, por pudor, no llegaron a consumar. Sintieron ganas de besarse, de desnudarse, de hacer el amor allí mismo, en aquel perdido planeta sumidos en una terrible tormenta. Se miraron estupefactos el uno al otro. Spock sintió vergüenza, ahora Jim lo supo. Él simplemente se preguntaba a cuento de qué venía aquel deseo, las imágenes en su cabeza de ambos desnudos, devorándose la piel... si él jamás había deseado estar con un hombre, ¿cómo era posible?

    La tormenta pasó. Encontraron a la mujer y la llevaron junto al minero que más tarde la convertiría en su esposa. Solucionaron su problema de energía con los nuevos cristales de dilitio y regresaron al Enterprise sin hablar ni una palabra de todo aquel asunto.


            Spock seguía poseyéndolo por completo, bombeando rítmicamente dentro de su cuerpo... y de su mente, dándole más y más y más placer. Jim escuchaba nítida la voz de Spock en el interior de su cabeza. Y no solamente su voz, era como si pudiera sentir lo que él sentía. La conexión era completa.

 - Quisiera esconder la verdad, protegerte, pero con la bestia dentro, no hay ningún lugar en el que podamos ocultarnos.
- Con “la bestia” te refieres a tu fiebre, al Pon Farr, ¿verdad, mi amor?
- No quiero hacerte daño...

    Se comunicaban sin necesidad de utilizar las palabras, las ideas eran compartidas como si ambos tuviesen una sola mente. Spock trataba de contener su lujuria, controlar su frenesí, y se detenía a cada instante para acariciar todo el cuerpo de su amado esposo.

- ¿Cuál es esa verdad que quieres esconderme? ¿Que tu pasión por mí es infinita? ¿Que me amas como nadie más podría amarme? Eso no puede hacerme daño, mi amor. Yo te pertenezco, soy tuyo.
- No, tú y yo somos uno solo. Nos pertenecemos el uno al otro.

    Cada vez que Spock notaba que Jim estaba a punto de llegar al orgasmo dejaba de hacer lo que fuera que estaba haciendo para investigar una nueva posibilidad con el cuerpo de su marido. Si le sentía cansado le daba unos minutos para recuperarse mientras exploraba más profundamente en su unión mental.

- Cuando sientas mi calor, mira dentro de mis ojos, ahí es donde se esconden mis demonios.

    Jim le entendía, comprendía el significado de sus palabras. Pero como humano no podía evitar sentir algo de miedo al adentrarse en la mística vulcana.

- No te acerques tanto, dentro está oscuro...
- Es donde se esconden mis demonios, t'hy'la. No quiero decepcionarte, pero estoy atado al infierno.
- Tu mitad humana en permanente conflicto con tu mitad vulcana... ese es tu infierno, mi amor.
- Está cambiando, puedo apreciarlo. Me enseñaron que uno es lo que hace pero empiezo a pensar que es cosa del destino. Aunque creo que todo esto es por ti. Ya no quiero esconderte la verdad, quiero que me veas tal como soy. Igual que yo puedo verte a ti. Tú también tienes demonios en tu interior.
- Estás viendo el tejido del que está hecha mi alma, esposo mío.

    Spock incrementó el ritmo de sus movimientos, ambos jadeaban, gemían, gritaban y gruñían de puro gozo. No había pensamientos ya, solamente el creciente placer que les acercaba más y más cada segundo al clímax.

- Ahora necesito dejarte ir y que tú me liberes también.... juntos, al mismo tiempo...

    Llevaban así toda la noche, en perfecta unión de cuerpo y alma. Habían estado navegando por el océano de su mente, subiendo y bajando con cada ola... Era el momento de arribar a tierra. Precisaban explotar, soltar lo que llevaban dentro. Alcanzar el éxtasis simultáneamente para así entregarse y recibirlo todo el uno del otro. Pero Jim no podía controlar aquello todavía, era la primera vez que había llegado tan lejos y ahora no sabía parar.

- Tus ojos, Spock... ¡Brillan tan fuerte! Quiero salvar su luz... ahora no puedo escapar a esto salvo que tú me digas cómo.
- T'hy'la... t'nash-veh taluhk ashayam... trashu-tor... dungi-sarlah nash-veh. * (Compañero del alma… mi precioso amado... déjalo ir... yo te seguiré)

    Jim comprendió cada palabra, como si siempre hubiese hablado vulcano, ahora era uno con su marido y como un solo ser alcanzaron la orilla.
    

        Pasaron unos minutos hasta que Jim pudo pronunciar una palabra...
- Spock... - susurró.

    Su esposo levantó la cabeza. La tenía apoyada en su pecho y pareció extrañado por oír físicamente su voz.

- Spock... quítame la esposas.

    No tardó un segundo en liberarle las manos para sentirlas de inmediato acariciándole la espalda. Yacía sobre Jim y todo su cuerpo se agitó cuando éste se echó a reír a carcajadas.

- ¿Se te había olvidado? ¿Ibas a dormirte encima de mí dejándome atado a la cama? - Jim no paraba de reírse, con una risa fuerte, masculina, vibrante y contagiosa.

    Spock rió con él. Luego se acomodó a su lado, le abrazó y finalmente ambos se quedaron dormidos. El sol de Nuevo Vulcano empezaba a asomar por el horizonte. Habían tenido su plathau y había sido perfecto.


Notas finales:

Espero que os guste. Gracias por leer.


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