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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Si como pensaba T'rak, el grupo del Tal'Shiar que les atacó eran solamente la punta del iceberg, un mar se sospechas se abría ante nuestros protagonistas. Tendrían que prepararse para navegar en aguas tan turbulentas.

Un mar de sospechas

 

 

                                                                                                  Morderle en el hueco entre el hombro y el cuello era lo que más le excitaba, eso y frotar su sexo contra el de Leonard... tenerle desnudo frente a él en la cama, besarle y restregar sus cuerpos hasta estar tan calientes que no pudieran ni pensar.

      Le agarró por las caderas con la intención de girarle hasta tenerle boca abajo para tenderse sobre él. El médico se resistía, luchaba por ponerse encima... parecía querer lo mismo.

   - T'hy'la... - le susurró a la mente, - ...déjame a mí...

   - Está bien... - cedió respondiendo del mismo modo, - ...mi vida...

          McCoy sintió cómo le penetraba el duro miembro de Spock, cerró los ojos para relajarse y recibir a su amante separando las piernas. Todo el peso del vulcano estaba sobre su espalda, le aplastaba contra el colchón y tuvo que apartar la almohada para poder respirar. Pronto empezaron las acometidas, rítmicas y fuertes, adentrándose y rozándole allí donde el placer tenía su origen. El médico gimió, una y otra vez, desgarrándose la voz en la garganta. El océano azul de su vínculo no estaba como siempre, las aguas parecían agitadas y era más bien un mar de límites observables. Les faltaba Jim.

   - Bones... - Le llamó el vulcano en voz alta.

   - ¡Nunca me llamas así! - Exclamó él sorprendido.

   - Lo sé... pero echo de menos oírlo...

    A Spock también le faltaba su marido. Detuvo unos instantes sus movimientos, no quería terminar tan rápido. Hizo oscilar en círculos la cadera, aún dentro de su amante, haciendo que él sintiera su sexo moviéndose en su interior. Le oyó gemir de nuevo, aquello le gustaba.

   - Leonard, amor mío...

   - ¡Aaaaah Spock, mi vida...!

       El vulcano volvió a su rítmico empuje, cada embate más hondo que el anterior, abrazando el cuerpo del médico y deslizando por su pecho y su abdomen la mano hasta alcanzarle el miembro y acariciarlo en la punta húmeda y pegajosa.

      Las olas se volvían más y más altas, el ímpetu del oleaje les empujó a la orilla donde rompían con blanca espuma en la arena.

    Jadeando por el éxtasis Spock abandonó el cuerpo de su t'hy'la y se tendió a su lado. Bones volvió la cabeza para mirarle a los ojos.

   - ¿Cuánto tardará Jim en volver a casa? - Le preguntó con la respiración entrecortada.

   - La Excelsior está siendo reparada, según Riley le llevará un par de semanas más. - Respondió pasando el brazo por debajo de la cabeza del médico y atrayéndola hacia su pecho.

   - ¿Por qué se ha empeñado en venir con él? - Escuchando los sonidos del interior de su amante vulcano se aflojó. - Podría tomar una nave transporte klingon y en un par de días estaría de regreso.

   - Quiere asegurarse de que el Tal'Shiar esté acabado. - Sentenció el vulcano. En el tono grave de su voz se apreciaba la preocupación que compartía con su sa-telsu *(esposo) por la estabilidad de una paz recién firmada.

    Bones tuvo que conformarse con aquello, tendría que tener paciencia y esperar. Jim no iba a dejar ningún cabo suelto.

 

 

                                                      Ante Lursa, el Emperador de Rómulo, la Procónsul T'rak se aseguró de que los supervivientes del grupo del servicio secreto que les atacaron en la Base Estelar XXIII fuesen condenados a cadena perpetua en la prisión klingon de Rura Penthe, de donde no podrían escapar. Allí, apartados del imperio romulano, ninguno de sus contactos sería capaz de ayudarles. T'rak estaba convencida de que aquellos rebeldes no eran más que la punta del iceberg.

   - Debemos llegar hasta el final, Emperador. - Le decía llena de furia. - El Tal'Shiar es como una araña que teje sus hilos ante nuestras narices sin que nos demos cuenta. Caeremos como moscas en su trampa si no tomamos medidas.

   - ¿Y qué sugiere usted, Procónsul? - El viejo emperador romulano se apoltronó en su silla observándola con los ojos entrecerrados.

   - Los prisioneros serán telepáticamente interrogados antes de ser transportados a Rura Penthe. - La romulana vio cómo los ojos de Lursa se abrían como platos durante un segundo. - Así descubriremos sus planes, su organización y acabaremos con todos los rebeldes que están contra la Paz que has firmado con la Federación, oh Gran Emperador.

       T'rak terminó con una reverencia y abandonó los salones del palacio imperial romulano. En el exterior miró al cielo, esperando ser teletransportada por el haz de luz naranja que pronto la envolvió.

   - ¿Cómo ha ido todo? - Le preguntó Azetbur nada más verla aparecer en su nave klingon.

   - Tenías razón. Mi Emperador está implicado de algún modo, Lursa no es inocente.

       Ambas sospechaban la trama del emperador romulano. De un lado no había puesto pegas para anexionarse a la Federación de Planetas Unidos, de otro había estado confabulando con los altos mandos del Tal'Shiar para acabar con los representantes que apoyaron la paz. Su doble juego sería descubierto si lograban interrogar a los prisioneros.

   - Jim no debió entregarlos a tu pueblo. Ahora el Emperador tiene la posibilidad de acabar con los presos antes de que podamos acercarnos a la verdad. - Azetbur se lamentaba por la decisión que su rubio amigo había tomado al poner a disposición de Lursa a los supervivientes del asalto que habían sufrido.

   - ¡Entonces no perdamos tiempo! - T'rak asintió y el klingon encargado del transportador accionó los mandos de la consola.

     Las moléculas de la Gran Canciller y de la Procónsul, junto a varios soldados klingons, se desmaterializaron del pájaro de presa para cobrar forma en los calabozos del palacio imperial.

 

 

                                                 Para Pavel, trabajar en las reparaciones del Enterprise era como un bálsamo. Mantenía su mente y sus manos ocupadas en tareas simples y mecánicas que le distraían de todo lo que había pasado. Lo necesitaba. No acudió a la reunión que Sulu y Jim habían convocado en la cubierta D. Como ingeniero jefe, tenía mucho trabajo que hacer y no estaba dispuesto a perder el tiempo con discusiones sobre estrategias de combate.

   - ¿Dónde está Pavel? - Preguntó Jim al ver a todos alrededor de la mesa de reuniones y echar en falta su presencia.

   - No va a venir. - Dijo Sulu con la mirada baja. - Tiene mucho por hacer en la sala de máquinas.

   - ¡Mira qué bien! - Protestó Riley. - ¿Y yo? ¿No soy también ingeniero? ¡Mi nave me necesita trabajando y no aquí! Pero claro, yo he venido...

   - Eres su comandante... - Intervino Jim. - Y yo te lo he pedido.

   - Claro, pero a tu niño no le exiges nada... ¿no? - El irlandés estaba verdaderamente molesto. Para él aquella reunión también era una pérdida de tiempo.

   - ¡Caballeros! - St. John Talbot alzó la voz y se levantó. - Cuanto antes expongamos el motivo de esta reunión, antes terminaremos y podrán regresar a sus puestos.

       Todos estuvieron de acuerdo. Riley se echó atrás en su silla y se cruzó de brazos en silencio. El diplomático continuó hablando.

   - El Tal'Shiar es... o era... el servicio secreto romulano. Una organización de límites desconocidos que reparte su poder por las distintas estructuras del Imperio, teniendo a muchos de sus altos mandos o directivos dentro del gobierno y el senado, miembros anónimos, imposibles de identificar, que dieron serios problemas tanto a la Federación como al Imperio Kilngon en sus tiempos. - Tragó saliva antes de seguir. Los hombres alrededor de aquella mesa sabían bien de qué estaba hablando. - Conocen ustedes su fama, no es necesario que les explique que nos enfrentamos a un poderoso enemigo.

   - No pararán hasta conseguir su objetivo. - Añadió Jim.

   - ¿Que es...? - Preguntó Khan, los romulanos no dejaban de ser un pueblo extraño para él.

   - Destruir la paz entre su imperio y la Federación, recuperar el control de su gobierno, tal vez aliándose con klingons rebeldes, quién sabe... - Jim hablaba con las manos abiertas posadas contra la mesa, los dedos estirados, los brazos tensos. - El Tal'Shiar ha podido tomar el control de una nave militar sin tener que dar explicaciones de ningún tipo, aunque la agencia dispone de sus propia naves para poder actuar y moverse en sus operativos, quizás en estos momentos estén ya en algún lugar del cuadrante Delta pactando con otros enemigos para acabar con todos nosotros.

   - Así que no conocemos a sus altos mandos, sus miembros son anónimos y están infiltrados en todas las estructuras del Imperio Romulano... - Resumió Khan. Peter, a su lado, le miraba con el ceño fruncido, sorprendido por la tranquilidad de su tono y sus palabras.

   - ¡Hay que acabar con ellos! - Alzó la voz el pelirrojo.

   - Son espías, Peter... - Habló Johnson desde el otro lado de la mesa. - No van por ahí con un uniforme que les identifique.

      El jefe de seguridad del Excelsior tenía más experiencia que Peter en aquellos asuntos. El pelirrojo se sonrojó y bajó la mirada, notó la mano de Khan en su pierna. Le miraba con los hoyuelos a medio asomar en las mejillas, intentando sonreír entre tanta tensión.

   - El Tal'Shiar se mueve en todo el cuadrante. - Sulu había tomado la palabra. - Tienen agentes haciéndose pasar por oficiales de la Flota Estelar, fingiendo ser vulcanos, o por embajadores de la Federación... - miró a Talbot y le vio asentir con la cabeza, - ...incluso se cuelan en nuestras estaciones interestelares haciéndose pasar por mercenarios o comerciantes. Acabar con ellos será difícil y llevará su tiempo.

   - Nadie ha dicho que esto fuera a ser sencillo. E insisto... - Jim golpeó la mesa con las manos echándose hacia delante, - ...una alianza entre romulanos y klingons rebeldes es más que probable. T'rak y Azetbur están ya tomando cartas en el asunto.

   - ¿Cuáles son nuestras órdenes, tío Jim? - Preguntó Peter directamente.

   - Investigar... estar atentos... abrir bien los ojos y procurar mantener la frágil Paz que habíamos logrado. - Miró a su derecha, poniendo la mano sobre el hombro de su amigo Riley. - Lo lamento, pero tú y tu tripulación estáis reenganchados.

   - ¡Lo imaginaba! - El irlandés se puso en pie. - Y ahora, si me disculpáis... tengo una nave que arreglar.

   - Solamente hasta que la situación se estabilice, Kevin... - Jim le siguió hacia la puerta. - No os van a tener eternamente en el espacio, la Flota sabe que ya habíais cumplido contrato pero... las circunstancias...

   - Déjalo, Jim. - Sulu se levantó y le detuvo cuando pasaba a su lado. - El ingeniero va a trabajar y tú no tienes la culpa de que su vuelta a casa se haya visto aplazada.

   - Te preocupan los klingon rebeldes... - Khan se les acercó, mirándoles con sus penetrantes ojos azul hielo.

   - Peter, Johnson... - Les habló el rubio. - Dejadnos a solas, gracias.

       Los dos hombres de rojo salieron de la sala de reuniones para volver a sus respectivos puestos. En el pasillo, Johnson palmeó el hombro de Peter con camaradería.

   - No te lo tomes a mal, muchacho... - Le dijo con media sonrisa. - Lo que te contesté antes, no era mi intención ponerte en ridículo.

   - Mi inexperiencia lo hizo, no tú. - El pelirrojo le devolvió el gesto y le ofreció la mano. - Pero reconoce que todo sería más fácil si llevasen uniformes...

   - Claro, siempre es más sencillo disparar a un camisa roja.

    Soltaron una pequeña carcajada que se heló en el aire cuando, estrechando sus manos, se miraron los jerseys. Ambos habían perdido a muchos compañeros que llevaron con orgullo la camiseta roja con la insignia de la Flota. Después de darse un abrazo se separaron y cada cual siguió su camino. Peter hacia la cubierta C, Johnson hasta la sala de transportación desde donde fue trasladado al Excelsior. Los dos tenían que dar una charla a sus hombres de seguridad.

       Jim, Sulu, Talbot y Khan permanecieron en la sala de reuniones discutiendo las posibles estrategias que podrían seguir para derrotar al Tal'Shiar. Aquello les llevó horas. Los cuatro estuvieron de acuerdo en que terminar con el enemigo esta vez no sería nada fácil.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por escribir comentarios.

Dejo imagen homenaje a los camisas rojas, esos valientes hombres que se sacrifican para hacernos sentir la emoción del peligro en el fic...

http://www.casimages.es/i/14090210022328706.jpg.html


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