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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

No es usual oír reír a un vulcano, pero para Jim es ya casi una agradable costumbre.

La risa de Spock




                                                                            Por la mañana Sarek desayunaba en su níveo atrio en compañía de Nyota y Montgomery. El sol brillaba y hacía calor, pero se estaba bien a la sombra de los blancos toldos extendidos entre las columnas. Desde allí se podía disfrutar de unas preciosas vistas del Monte Seleya.

- Tiene usted una casa preciosa, Sarek. - Alagó Uhura.-
- Gracias. No es tan grande como la que poseíamos en Vulcano. Sin embargo he procurado mantener la distribución tal cual. Por ejemplo, mi esposa dio a luz a mi hijo en un patio muy parecido a este mismo.
- Así pues Spock es, ¿un niño rico? - Bromeó Scott.
- El linaje de mi familia es de origen muy antiguo, siempre hemos disfrutado de un alto estatus en nuestra sociedad. Sí, supongo que “niño rico” es la apropiada definición en términos terrícolas.

    Uhura y Scott se miraron mutuamente con una disimulada sonrisa. Compartían una gran pieza de fruta parecida al melón, ofreciéndose el uno al otro trocitos pinchados en sus tenedores, acercándoselos con mimo a la boca. Los sirvientes de Sarek les observaban extrañados. Para un vulcano aquella era una costumbre de muy mal gusto y en susurros lo comentaron.

- ¿Por qué se alimentan el uno al otro? - Preguntó asqueada una mujer joven vestida completamente de blanco.
- Son humanos... - Le respondió otra mujer a su lado, algo más mayor.
- Al menos no usan las manos, eso sería repugnante.

    Sarek, con su fino oído vulcano, pudo escuchar aquella conversación y con un gesto adusto despidió al servicio. Sus invitados humanos se encontrarían más cómodos a solas y de todos modos la mesa ya estaba ampliamente servida: frutas, zumos, verduras, cereales y algo que parecía fiambre pero que sin duda, dadas las costumbres vegetarianas de su raza, estaría elaborado con algún tipo de proteína vegetal.

    El Almirante Kirk y el Embajador Spock se unieron a la mesa. El pastel nupcial continuaba intacto en el centro. Jim lo miró orgulloso, le había quedado perfecto, y seguro que sabría delicioso.

- ¿Han llegado los recién casados? - Preguntó a Sarek.
- Todavía no. Estarán descansando, supongo. - Respondió sin intención alguna de provocar la risa que de repente brotó entre sus huéspedes humanos.
- Discúlpenos, Sarek. El humor terrestre... ya sabe. – Aclaró Jim.

    Hikaru y Pavel llegaron pálidos y con mala cara. Dieron los buenos días y se limitaron a beber zumo de frutas en silencio. Nyota le dio un codazo a Montgomery cuando vio aparecer a McCoy y a Christine cogidos de la mano y con una sonrisa de oreja a oreja.
- Buenos días señores y señora... - Saludó el médico.
    Al Almirante le bastó mirarle para entender lo que había sucedido.
- Las rubias siempre han sido tu debilidad, Bones. – Le susurró aparte, sin que nadie salvo los dos vulcanos pudieran oírlo.

    McCoy asintió sin dejar de sonreír. La verdad es que nada habría podido borrar la sonrisa de su rostro aquella mañana.

    Christine notó que el pastel estaba todavía sin cortar y entendió al instante que su capitán y Spock no habían dado señales de vida. Luego miró al cielo. Por la posición del sol calculó que era más tarde del medio día. Sarek ya no comía nada, debía haberse levantado temprano. Scott y Nyota ya estaban terminando su desayuno y Sulu y Chekov, con aquella mala cara, acusaban una terrible resaca.
- Vitamina B, chicos.- Aconsejó con compasión a los dos muchachos. - Leonard, ¿llevas algo de eso en tu maletín?
- ¡Ah, enfermera Chapel! En la mesa hay frutas y verduras que contienen en abundancia esa vitamina. Si Chekov y Sulu quieren deshacerse de sus molestias no tiene más que comer.

    El médico parecía disfrutar con el ligero malestar de sus compañeros. Spock no pudo evitar recordar la mala leche que gastaba el McCoy de su mundo y casi se echa a reír; de no ser por respeto a Sarek lo habría hecho.




                                       Spock abrió lentamente los ojos. Había dormido abrazado a su nuevo sa-telsu y ahora notaba el roce de su piel desnuda presionando contra su cuerpo.

- Me siento débil, cansado. El Pon Farr ha terminado y necesito reponer fuerzas, Jim. – Susurró a su esposo que, recién despierto, se frotaba contra él pidiendo guerra.
- Está bien... Una ducha, ropa limpia, un buen almuerzo – pensó que ya habría pasado la hora del desayuno, – y te quiero de vuelta a la cama en una hora. ¡Es una orden, oficial!

    Spock sabía que estaba bromeando. Reconoció la sonrisa ladeada y la mirada entornada. Dejó asomar la lengua un momento entre los labios. Jim le miró extrañado.

- ¿No es ése el gesto para indicar burla? He visto a McCoy hacérmelo alguna vez.
- Sí, mi amor... pero aún no lo tienes dominado. - Rió Jim besando divertido aquella boca.

    Al salir del baño se dieron cuenta de que no tenían otra ropa que ponerse que las blancas túnicas nupciales.
- En casa de mi padre podremos cambiarnos.
- Oh, no importa... empieza a gustarme esto de sentir mis cosas sueltas y aireadas... - Dijo balanceando las caderas.

    Spock soltó una carcajada. Agarró a su marido por la cintura y atrayéndole hacia su cuerpo le besó hasta dejarle sin aliento. Después le liberó y señaló la cama con una leve inclinación de su cabeza.

- ¿No habías dicho que estabas cansado para eso? - Preguntó Jim algo sorprendido.
- T'hy'la... - dijo cargado de paciencia, – cambiemos las sábanas.
- ¡Oh, claro! Y la nota del Almirante... creo que me la quedaré, como recuerdo.
- Eres un sentimental.
- Bueno, o la nota o las esposas.
- No podemos llevárnoslas, no son nuestras.
- Tienes razón: las echarían en falta.

    Mientras hacían la cama juntos, no dejaban de bromear sobre los extraños gustos de sus yos alternativos. El espejo era lo que más le había gustado a Jim; disfrutó con la posibilidad de contemplar el glorioso trasero de Spock toda la noche. Eso y sentirse atado, inmovilizado, abandonado a la voluntad de su esposo. Algo que estaba deseando repetir.

    Se miró por debajo de la cintura y vio, no sin algo de pudor, que la túnica empezaba a levantarse por aquella zona. Spock se dio cuenta también. Se acercó a su marido y arrodillándose frente a él le levantó poco a poco la ropa. Jim no dijo nada. No pensó en nada. Sentía el roce del tejido enrollado en sus caderas y el aliento cálido de Spock acariciando a corta distancia su sexo.

- El-tor abrun nash-veh, t'hy'la... *(Te libraré de tu erección) - Susurró antes de acercar su boca y devorarle por completo... despacio al principio, dulcemente. Más rápido después hasta que Jim se derramó con un gemido.

    Spock le limpió el miembro con las sábanas que habían retirado de la cama y levantándose se las llevó a la cocina. Por lógica, la máquina para lavar la ropa debía estar por allí.

    Jim tardó un momento en bajar a buscarle. Le encontró saliendo del patio trasero.
- No he querido programar la máquina, habría que esperar a que terminase y creo que llegamos con bastante retraso a casa de mi padre. Deberíamos irnos ya.

    Jim le miraba encandilado. En su cabeza resonaban aquellas palabras... El-tor abrun nash-veh... la mejor frase vulcana que he oído jamás. Rió con aquel pensamiento.
- ¡Ven aquí! - Ordenó al tiempo que le achuchaba contra su cuerpo.
- Jim... nos estarán esperando...
- Está bien, vamos entonces. Pero antes deja que te diga que ha sido la mejor mamada que me han hecho nunca.
- ¿Mamada? Dijiste que se llamaba sexo oral...
- Es otra forma de decirlo, algo menos formal... más coloquial. ¡Vulgar, Spock!
- No es justo, Jim. - Se quejó sin dejar de abrazarle.
- ¿Qué no es justo?
- Tú aprendes vulcano, sin embargo yo aún tengo dificultades con las expresiones populares de la Tierra...

    Jim soltó una sonora carcajada y Spock le siguió. A Jim cada vez le gustaba más ese sonido: la risa de Spock. Algo difícil de escuchar, siendo medio vulcano. Pero se sintió orgulloso de, al menos en privado, ser capaz de provocarle aquellos estallidos de alegría.

Notas finales:

Gracias por leer. Espero que os agrade.

Sobre mi "vulcano"... bueno, hago lo que puedo. Si alguien tiene más conocimientos agradecería la ayuda.


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