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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

El consejo de Kafka le viene como anillo al dedo a más de uno... pensaba en Sulu, más que nada. A veces hay que amoldarse a las circunstancias, nadar contra corriente resulta agotador. Luego estamos los que ni nos mojamos los pies y vamos por ahí flotando en nuestra propia nube. De vez en cuando miramos a tierra, puede que incluso posemos un pie por un momento... pero lo levantamos enseguida: no hay nada como volar libre y sin ataduras con las alas de nuestra imaginación.

Unos ojos saltones y una amable sonrisa

 

 

«En tu lucha contra el resto del mundo, te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo.»

- Frank Kafka -

 

                                                                     Los hermanos Kirk tenían una relación muy especial. Durante años lo compartieron todo mientras estudiaban en la academia: a Natalie, a Max... aunque David no dejó una sola vez que el chico le penetrara. El amigo que conociera Amy en el parque del Golden Gate jugando al rugby, pasó muchas tardes entre los dos hermanos, hasta que conoció a Nat y se enamoró de ella.

   - Vamos David, no estés triste. - Le decía Amy con una dulce sonrisa, acariciando la melena rubia que su hermano recogía en una cola tras la nuca. - Max y Natalie serán muy felices en Nueva York. Los dos son abogados, tienen mucho en común.

   - Lo sé, se quieren, se aman... Como ni tú ni yo podríamos amarles. - David seguía enfurruñado con la invitación de boda de sus amigos en la mano. - ¡Nunca debimos presentarlos!

      Amy se echó a reír. La verdad es que si no hubiera sido por ellos dos, la pareja jamás se habría comprometido.

   - ¡Basta de lamentarse! - Le tiró del pelo. - Tú pronto te irás en la Olympia, ¿no?

   - Y tú, Amy... ¿Qué vas a hacer cuando Pavel y Khan regresen? - El rubio agarró la mano a su hermana con fuerza. - Ya has rechazado dos puestos en la Flota aprovechándote de la influencia de papá...

   - ¡Oh, él retuvo a Peter y a Alex durante años antes de que se embarcaran con Sulu en la Excelsior! No pasa nada porque yo espere un poco más para elegir destino...

   - El destino no se elige, Amy. El tuyo te espera a la vuelta de la esquina. - David parecía saber de qué estaba hablando, aunque la verdad es que no tenía ni idea de lo que el futuro le deparaba a su hermanita. Las palabras simplemente le habían acudido a los labios tal vez por cierta inspiración divina.

 

 

                                                                       Pasaron los días y al fin la USS Enterprise arribó al puerto estelar de la Base I. Jim fue a recibir a los muchachos, Scott y Spock le acompañaban. Alex se llevó las manos a la cabeza al ver a su tío, el almirante, con un parche de cuero sobre su ojo derecho: parecía un bucanero. Peter ya estaba enganchado a su cuello besándolo en la mejilla.

   - ¿Aún no está curado? - Le preguntó el doctor preocupado, echando a un lado a su pelirrojo esposo.

   - Lleva su tiempo, pero Bones me ha dejado bien. - Jim le dio también un abrazo al médico, para después ser atacado por el loco de Pavel que llegó como un huracán hasta él. - ¡Ah! ¡Mi niño ruso! ¿Cómo estás, cariño mío?

   - Ey, ukhnem... Ey, ukhnem...! *(¡Eh, tirad...!) - Repetía el ruso sin poder decir nada más, asfixiando al almirante con sus besos y su abrazo.

   - Todos bien, Jim. - Respondió Khan por su novio con una gran sonrisa. - ¿Habéis venido solamente los tres?

   - Amy prefiere veros a solas, os espera en casa con David. Y Leonard tenía una operación en el hospital, así que llegará más tarde. - Contestó Spock estrechando al sobrehumano entre sus brazos.

   - ¡Chicos! - Scott apretó a Peter y a Alex con sus garras de oso. - ¡Cómo os he extrañado a todos!

   - ¡Sulu, ven aquí, joder! - Jim tiró del brazo del japonés y lo enganchó junto a Pavel, apretándolos a los dos contra su pecho. - ¡Maldita sea!

   - ¿Qué? ¿Qué te pasa? - Preguntó Sulu asustado.

       El almirante les había soltado de repente y se llevaba las manos al rostro con gesto de dolor.

   - No debes llorar... sabes que se te encharca. - Spock levantaba con paciencia el cuero de la cara de su esposo para secar las lágrimas con mucho cuidado, pasando por encima del ojo un pañuelo limpio.

   - ¡Aj! - Pavel apartó la vista. - ¡Es asqueroso, Jim!

   - Doy miedo... ¿verdad? - El rubio apartó la mano de Spock mostrando la amoratada herida inflamada que mantenía el párpado completamente cerrado. Sonreía con su boca torcida, divertido al provocar el asco y la sorpresa en las caras de los demás salvo en la del médico.

   - Se está curando bien. - Comentó Alex mirándolo con más detenimiento. - En unas semanas podrás abrir el ojo y quitarte el parche. Seguro que recuperas la vista. ¡McCoy es un verdadero artista con el nervio óptico!

   - Lo es... - Murmuró Khan observando a Pavel con ternura. - Le sacó aquel coágulo por la pupila salvándole la vida, ¿te acuerdas, anata? *(cariño) – Dijo rozando la mano de Sulu. - ¡Cómo gritaba! Debía doler bastante...

   - Mucho, dolió mucho. - Sulu abrazó a sus dos amantes.

      El recuerdo del disparo a Pavel volvió a su mente por un momento; aquello le trajo a la cabeza el miedo que tenía de perder a cualquiera de sus amadas flores.

   - Vayamos a casa, t'hy'la... - Spock volvió a colocar el parche tapando el ojo de su marido. - Nos esperan los demás.

   - ¿Nyota y tus hijos estarán allí, Scott? ¿En casa de Jim? ¿Todos...? - Preguntaba Pavel nervioso como un niño pequeño al que han prometido llevar al parque de atracciones.

   - ¡Oh, pues claro que sí! Hemos preparado una de nuestras famosas barbacoas... ¿Habéis traído bañador? - Bromeó el rubio almirante. - Da igual... para lo que te iba a durar puesto... - Se carcajeó. Estirando el brazo tomó al ruso del cuello y le revolvió el pelo con la otra mano, como solía hacerle cuando era un muchacho. - Ey, ukhnem! ¡Mi niño! ¡Mi genio ruso!

   - A veces creo que le quiere más que a mí... - Murmuró Peter a su espalda. - Más incluso que a David o a Amy, ¿no te parece, Alex? - Su esposo le miraba riéndose, asintiendo sin decir nada.

   - ¡Pavel es su favorito! - Exclamó Scott que le había escuchado. - Siempre lo fue, desde que tu tío se convirtió en nuestro capitán... ¿verdad Spock?

   - Era el miembro más joven de la tripulación, limpiacristales... - Bromeó el vulcano. - ¡Todos le hemos mimado!

   - ¿Por qué a veces le llamas así, tío Spock? ¡Limpiacristales! - Peter se cogió de la mano del vulcano encantado de volver a estar con él, le había añorado mucho.

   - Es lo que hago... o hacía... - Explicó Scott. - Como ingeniero jefe uno debe asegurarse de que los cristales de dilitio siempre estén bien limpios. ¿Verdad Pavel?

   - ¡Yo mandaba a Quiroly a hasser esas cosas...! - Contestó el ruso sin girarse, Jim soportaba ahora que él le tironease de las canas de la barba. - Cada vess tienes más, te hasses mayor...

   - ¡Soy mayor! - Gritó el rubio. - Ya solamente me falta que alguien me haga abuelo...

         Khan y Sulu detuvieron en seco sus pasos y se miraron el uno al otro. Si Pavel y Amy hacían abuelo a Jim... Poco a poco, sendas sonrisas se dibujaron en sus rostros. Sin poder evitarlo acercaron sus bocas y se besaron. Allí mismo, delante de sus amigos y compañeros, delante de todos los tripulantes del Enterprise que pasaban a su lado camino de las plataformas del transportador, desde donde serían devueltos a sus ciudades de origen para abrazar y besar a sus familias. En medio de todo aquel barullo de gente, el japonés y el sobrehumano se fundieron en el beso más largo, cálido, tierno y profundo que jamás se había visto en una Base Estelar.

   - ¡Eh! ¡Vosotros dos! - Scott les empujó levemente. - ¡Dejad algo para cuando estéis a solas! - Rió el escocés.

 

 

                                                                  En la Pantheion la actividad era frenética. Orión y Pan se aseguraban de que todos los protocolos de seguridad estuvieran al día, pronto la tríada subiría a bordo. Apolo les había dado órdenes de preparar una evacuación de la nave si algo salía mal.

   - ¿Y qué puede ir mal, hermano? - Preguntaba Ares en su puesto de artillero, con las manos cruzadas sobre el pecho y echado hacia atrás en su silla.

   - Cualquier cosa, Ares. Es la primera vez que vamos a intentar abrir el trisquel. - El dios estaba bastante intranquilo. - Ni siquiera Cassie sabe lo que puede ocurrir.

   - Os he visto, a los nueve rodeando a la tríada mientras ellos... - La sacerdotisa solamente había tenido aquella visión.

   - ¿Sólo los nueve? - Preguntaba Hércules decepcionado.

   - Así ha de ser. - Continuó Cassandra describiendo su profecía. - Ares, Afrodita y Hermes del lado de Khan; Artemisa, Atenea y Hestia junto a Amy; Apolo, Dionisio y Hefesto con Pavel, el poderoso brujo.

   - ¡A ése habrá que tenerlo controlado! - Añadió Ares poniéndose en pie.

   - ¿Y no puedo ir yo para asegurarme con mi fuerza de que el ruso no haga ninguna tontería? - El de la cabellera leonada no estaba conforme con perderse el espectáculo.

   - Alguien tiene que ocuparse de la nave. - Apolo le apartó los rizos de la frente para besarla. - Vamos, hermanos míos. Todos a la sala del trisquel. - Ordenó echando a andar fuera del puente de mando seguido por Artemisa, Atenea, Hermes, Dionisio y Ares. - Hérc, dile a Hestia, a Hefesto y a Afrodita que acudan allí de inmediato.

       Apolo dispuso que Pan y Orión se quedasen en la puerta impidiendo la entrada a cualquiera y asegurándose de que nadie saliese hasta que él diera la orden.

   - Orión, que Quirón prepare la enfermería. Nunca se sabe con esos chismes que Padre inventa. - Susurró el comandante a su jefe de seguridad. - ¿Os acordáis de la piedra de Kronos? Creíamos que nos haría posible viajar en el tiempo y ¿qué pasó?

   - ¡Que Práxis se fue a la mierda! - Contestó Artemisa. - ¡Oh, venga ya! Sé que ese maldito trisquel se abrirá cuando los tres alcancen el orgasmo.

   - Las aspas se separarán y podremos ver el otro lado, tal como ha dicho Cassie. - Añadió Apolo.

   - ¿Y si no es el Olimpo lo que oculta esa puerta? - Preguntó la diosa del hogar desconfiada.

   - ¡No seas agorera, Hestia! - Afrodita rozó con disimulo las nalgas de Ares. Desde que Hefesto estaba a bordo no había podido volver a su cama. - Todo irá bien.

 

          La forma brillaba como nunca, los tres debían haberse encontrado ya en casa de Jim. En esos momentos Cassandra debía estar preparando el transportador para traerles a la nave oscura. Apolo, con un gesto de su cabeza y abriendo los brazos, dispuso a sus hermanos tal como la sacerdotisa había indicado. Se colocaron alrededor de la gran cama redonda que Afrodita y Hestia habían hecho traer. La misma donde, sin saberlo, Spock y Jim concibieron a Amy hacía ahora exactamente veintiún años.

         Los dioses describieron un triángulo con sus posiciones en torno al lecho y esperaron pacientemente. Al fin, Khan apareció entre Afrodita, Hermes y Ares, que le miró con una sonrisa llena de lujuria. Al mismo tiempo Amy se materializó entre Hestia y Atenea; Artemisa la sujetó por los hombros para tranquilizarla. Por último llegó Pavel. Dionisio le recibió besándole los labios hasta que Apolo lo apartó con un tirón de orejas; junto a él, Hefesto negaba con la cabeza y cara de fastidio.

 

 

                                                                             En casa de los Kirk, Sulu buscaba algo a lo que abrazarse, allí solo, tumbado en el sofá chester. De pronto se acordó. Subió las escaleras y entró en el dormitorio de David, donde se suponía que él y Khan dormirían aquella noche, dejando a Pavel con Amy en su habitación. Abrió la maleta y empezó a sacar la ropa amontonándola en el suelo. No le importó el desorden, el ruso tampoco es que hubiese tenido demasiado cuidado al hacer el equipaje.

       La encontró y se alegró tanto al hacerlo que se echó a reír. Kermit, la ranita de Pavel, le miraba con sus ojos saltones y su amable sonrisa. La abrazó contra su pecho y volvió corriendo al sofá chester. El japonés no apartaba la vista del recibidor, donde hacía cinco horas ya que sus flores y Amy se habían visto envueltos por una familiar y misteriosa oscuridad que les hizo desaparecer.

   - ¿Te encuentras bien, amigo mío? - Jim se había despertado con el ir y venir de Sulu por las escaleras.

   - Moy drug... - Musitó. - Significa amigo mío en ruso. - El japonés apretó al muñeco aspirando el olor a rosas que desprendía.

   - Así es como te suele llamar Pavel... - Jim se sentó a su lado y le echó el brazo derecho sobre los hombros. - Volverán, ya lo sabes.

   - Puede, pero... ¿cuándo, Jim? - Se preguntó Sulu más a sí mismo que a su buen amigo.

   - Supongo que en cuanto cumplan con su destino. - El almirante le besó la frente, le llegaba a la altura de la barbilla. - Quiero que te quedes en casa con nosotros hasta que regresen. Spock y Bones están de acuerdo.

   - ¿Y si pasan días? ¿O meses? - Sulu estaba a punto de hacer reventar a Kermit con tanto apretarla entre sus brazos. - ¿Y si tardan años, Jim? O si no regresan nunca... Dijeron algo de abrir una puerta al Olimpo... ¿y si cruzasen a otra dimensión y no les volvemos a ver jamás?

   - ¡Por todos los dioses, Sulu! - Exclamó Jim cogiéndole la cara con ambas manos y clavándole la mirada azul de su ojo sano. - ¡Van a volver! No me preguntes cómo lo sé... pero lo sé. ¡Deja de preocuparte, idiota! Todo va a salir bien.

      El japonés había empezado a llorar. Apartando a Kermit a un lado se abrazó a su viejo amigo sin poder contener el amargo llanto. Se sentía tan solo, privado de la presencia de sus flores... aterrorizado con la idea de haberles perdido para siempre.

   - ¡Oh, Hikaru...! Me estás matando... no puedo llorar... ¡Joder! - Su ojo operado le estaba escociendo con la sal de las lágrimas. Pronto se le encharcaría de nuevo. - Bones, Spock... bajad aquí ahora mismo y traedme unos pañuelos limpios... - Les pidió telepáticamente a sus t'hy'la.

   - ¡Está llorando otra vez... a este paso va a terminar con una infección en el lacrimal! - Bones se levantó protestando, como siempre. Al menos no lo hacía en voz alta.

   - Leonard, no voy a bajar. - Le dijo Spock con su voz grave y calmada. - Me apena demasiado ver a Sulu así. He cerrado mi mente a Jim, cuando bajes también la cerraré para ti.

   - Mirar a otro lado ante el dolor ajeno para evitar el propio... ¿quién lo hubiera dicho, Spock? Te has vuelto completamente humano... - Sonrió cínicamente el médico. - ¡Hasta tienes nuestros peores defectos!

Spock se quedó un momento con cara de circunstancias y, tras levantar la ceja izquierda y ladear ligeramente la cabeza, sonrió y bajó las escaleras detrás de su amante.

 

 

 

   - Es una locura... - Murmuraba Peter sin poder dejar de acariciar aquel pecho que apenas tenía algún vello rizado y rubio. - Alex, esto es una jodida locura...

   - Lo sé, lo sé... - El rubio vikingo respondía a su esposo, besando sin parar la bronceada piel de la espalda del joven al que tenían en medio. - Mañana los tres nos arrepentiremos de todo esto...

   - ¡Callad de una vez y folladme! - Gritó el muchacho aferrándose al cuello del pelirrojo, notando el duro miembro de Alex presionándole las nalgas.

       Cuando tras la barbacoa todo el mundo se despedía para irse a su casa, David se planteó si no sería mejor cederle su dormitorio a Sulu. Preguntó a sus primos Peter y Alex, si le hacían un hueco para dormir... no sabía entonces que la pregunta resultaría ser tan literal.

      Los dos le llevaron a su apartamento en el centro de la ciudad. Después de unas cuantas cervezas al chico le empezó a entrar calor... era una sensación extraña, algo agobiante; no sabía bien a qué podía deberse, pero aquella especie de fiebre terminó haciéndole seducir a Alex y a Peter poniéndolos más y más cachondos hasta que, casi sin querer darse cuenta, terminaron los tres en la cama de matrimonio.

        Tal vez aquel ardor que notó David estuviera relacionado con el que su hermana estaba experimentando en el mismo momento. A unos cientos de parsecs de distancia, sus dos t'hy'la, cegados por la lujuria y el deseo, la desnudaron y la tomaron delante de los nueve dioses, que unidos de la mano formaban un círculo en torno a ellos. Fuera como fuese, el trisquel se abrió y aquello ocurrió.

 

Notas finales:

Gracias por leer y por comentar.

Dejo imagen de esos ojos saltones y esa sonrisa amable que Sulu se moría por abrazar.

http://www.casimages.es/i/140911095220185395.jpg.html


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