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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

El Enterprise se acerca al planeta Metafisto donde el Comandante Spock, con su sexy barbita de chivo, tendrá que llevar a cabo una misión que se le complica desde el primer minuto.

Metafistos versus vulcanos



                                                                                Por la tarde en el puente, el comandante Spock al mando del Enterprise, se preparaba mentalmente para enfrentarse a una dura prueba. Lo primero que hizo fue actualizar el cuaderno de bitácora.

- “Fecha interestelar 4057.3. Entrada del comandante Spock, temporalmente al mando. Nos acercamos al planeta Metafisto para cumplir con las órdenes de la Flota y negociar con sus habitantes la adquisición de ingentes cantidades de uranio-metamizado, un mineral poderosamente energético que los metafistos extraen de sus minas y en cuya comercialización basan su economía. El planeta forma parte de la Federación desde hace relativamente poco tiempo, por lo que no se conoce demasiado acerca de su fisonomía. Respecto a los metafistos, como vulcano tengo mis reticencias. Mi raza y la suya son incompatibles tanto en cuestiones éticas y morales, como telepáticas. Como nave dedicada a la exploración y el contacto con nuevas especies, completaremos la misión recabando tanta información acerca del planeta y sus habitantes como nos sea posible.”


    Cerrado el cuaderno, Spock se concentró unos minutos en silencio sentado en la silla de mando. Chekov le observaba curioso. ¿Qué habría querido decir con “incompatibles”? Desconocía absolutamente todo sobre los metafistos. No atreviéndose a molestar a su comandante se acercó para cuchichear con Sulu.
- Psst... - Llamó su atención. - ¿Por qué ha dicho que los wulcanos y los metafistos son incompatibles?
- Pavel, me acerco a un planeta con una gravedad ligeramente mayor que la de la Tierra y rodeado por peligrosos campos de meteoritos, con el objetivo de permanecer a una distancia de órbita estándar sobre él sin abollar la nave... - Le susurró discretamente sin apartar la vista ni las manos de la complicadas maniobras que llevaba a cabo.
- Está bien... ya preguntaré a otro. - Murmuró fastidiado.

    Por supuesto Spock lo había escuchado todo con su finísimo oído.
- Si lo desea yo mismo puedo satisfacer su curiosidad, alférez. Y de paso compartir mi información sobre esa despreciable raza con todos ustedes.

    Incluso Uhura se volvió al oírle decir aquello. Spock poseía una paciencia y una tolerancia infinitas, ¿cómo serían los metafistos para que les describiese como despreciables?
- Mi especie, como saben, posee habilidades telepáticas. Mayormente se nos puede definir como tacto-telépatas, pues necesitamos el contacto físico para establecer la unión mental... al menos al principio. Una vez logramos formar un vínculo el contacto se vuelve prescindible.
- Eso es algo que hemos podido observar, Spock. - Comentó McCoy a su espalda refiriéndose a cómo había evolucionado su unión mental con Jim.

    Como siempre que se acercaban a un planeta desconocido, si no tenía otras obligaciones en la enfermería, el doctor se había presentado en el puente por si su consejo era solicitado. Scott también estaba allí por el mismo motivo, revisando periódicamente los controles de la sala de máquinas desde su consola a la derecha de Uhura. Spock estaba agradecido de tener allí a sus amigos, aunque le hubiese gustado que McCoy se limitase a hablar solamente cuando se le preguntara.
- Los metafistos son humanoides: tronco, extremidades inferiores y superiores, una cabeza, dos ojos...
- Por favor, Spock, todos conocemos el significado de la palabra humanoide. - Le interrumpió McCoy burlón.
- ...aunque no se parezcan demasiado a nosotros. - Siguió el comandante tratando de no mostrar su creciente irritación. - Tienen la piel bastante oscura debido al clima cálido del planeta. También unos dientes irregulares que les causan un acento característico al hablar nuestra lengua. Tengan cuidado: podría sonarles algo ridículo y provocar en su humor humano una inoportuna risa, procuren no ofenderles. - Decía clavándole la mirada al médico quien la esquivó levantando la vista hacia ninguna parte. - Como ya me han oído mencionar, llevan poco tiempo siendo miembros de la Federación. Lo poco que se sabe acerca de ellos es gracias a mi pueblo. Vulcano contactó con Metafisto antes incluso de que la Federación Unida de Planetas fuese constituida. El choque cultural y telepático entre ambas especies se hizo evidente.
- ¿Los metafistos también son telépatas, comandante? - Preguntó Chekov.
- Afirmativo. Todos ustedes deben tener cuidado con esa faceta. Cuando establezcamos contacto, teniente Uhura, permanezca a la escucha. Si detecta que la nave o su tripulación está siendo explorada corte las comunicaciones y después informe, no al revés. - Ella asintió con seriedad. - Les hablo, compañeros, de unos seres sin escrúpulos, embusteros y manipuladores. Explotan sin miramientos su planeta, contaminándolo y dañando el medio ambiente, con el único fin de enriquecerse. Sondean, para su propio provecho, las mentes ajenas sin solicitar permiso; en la mayoría de las ocasiones la víctima ni siquiera lo nota. Si se cuenta con un alto cociente intelectual – dirigió su mirada al joven alférez que le escuchaba atento – se percibirá un peculiar dolor de cabeza, más intenso cuanto más resistencia se oponga a la exploración mental. Para los metafistos, cuanto más simple es la mente a invadir, más sencillo les resulta ejercer su manipulación. Mi pueblo abandonó la idea de incluirles en la Coalición de Planetas, precedente de nuestra actual Federación, por todos estos motivos. La única razón por la que ahora han sido admitidos es por su interés de ser protegidos del expolio Klingon y la necesidad de la Flota del potente mineral con el que comercian. Ahora, si tienen alguna duda es el momento de plantearla.

    Nadie dijo ni una palabra, sorprendentemente ni siquiera McCoy. Spock le miraba con una ceja levantada y a punto estuvo de mostrarle una sonrisa cuando observó complacido su silencio. Sin embargo se contuvo. Precisaba concentrarse antes de hablar a través de la pantalla con el representante de los metafistos. La idea le revolvía el estómago. Sabía que iba a terminar con un importante dolor de cabeza.
- Nave posicionada en órbita estándar sobre el planeta, comandante. - Informó Sulu.
- Spock, cuando me lo indiques abriré el canal. Estoy recibiendo su llamada. - Uhura habló con voz queda. No quería molestarle.
- Un minuto más, teniente. - Solicitó respirando profunda y lentamente mientras se balanceó a izquierda y derecha en la silla, una costumbre que había tomado de Jim porque, según él decía, traía suerte.

    Pasados exactamente sesenta segundos el comandante levantó dos dedos de su mano derecha, de la cual Uhura no había apartado la vista. A su señal abrió el canal de comunicaciones; hasta el momento había estado enviando mensajes grabados por la Federación con saludos convencionales.

    En el monitor principal apareció la extraña figura de un humanoide con el cráneo ligeramente puntiagudo, tez oscura y dientes irregulares. Vestía sedas de vivos colores, enrolladas sin armonía alguna en torno a su achaparrado cuerpo y adornaba su picuda calva con una visible cadena dorada a modo de diadema. También lucía infinidad de joyas del mismo color colgando ostentosamente de su cuello y sus brazos desnudos.

    Se presentó a sí mismo como Barak, Generalísimo Comandante en Jefe del pueblo metafisto. Al reconocer ante sí la figura de un vulcano no se molestó en disimular su desagrado.

- ¿Qué ez ezto? ¿Un guldcano?  - Hizo un repulsivo ruido con la garganta y escupió con repugnancia al suelo. - ¿Dónde eztá Djamez Kidrk? ¿No ez él el capitán de eza nave?

    McCoy se giró ciento ochenta grados para esconder su risa, hacía todo lo posible por reprimirla pero las pequeñas sacudidas de sus hombros le delataban. El ingeniero tuvo que esconder la cabeza bajo su consola. Solamente Nyota, ocupada como estaba en realizar una atenta escucha siguiendo las indicaciones de Spock; Sulu y Chekov, quienes por otra parte no tenían dónde meterse, sentados en sus respectivos puestos frente a la silla de mando, aguantaban estoicamente aquel grotesco espectáculo. Amén de por supuesto el comandante Spock, quien tras presentarse explicó que sustituía temporalmente al capitán Kirk que se encontraba de baja médica.

- No, no, no... ¡y mil vecez no! - Negó vehemente Barak. - Loz Metafiztoz no negociadremoz con un guldcano. ¡Jamaz! Quiedro tdratadr pedrzonalmente con Kidrk. Le cocozco, ¿zabía uzted? Le zalvé zu pequeño culo en la colonia de Tadrzuz IV. De no zedr podr mí, zu capitán habdría muedrto a loz doce añoz... Dígale que Badrak le ezpedra en zu Palacio.
- Me temo que eso no va a ser posible. Como ya le he explicado se encuentra enfermo, no puede bajar a la superficie del planeta. Si no desea tratar conmigo le enviaré un comité representativo formado por mis mejores oficiales...

    Cuando Spock dijo aquellas palabras McCoy se giró y le miró con cara de “ni se te ocurra...”
- Padrece que no ezcucha uzted bien, a pezadr de zuz enodrmez odrejaz guldcanaz... - Interrumpió Barak con cara de pocos amigos. - O Kidrk o nada. Pueden acompañadrle loz oficialez que uzted quiedra... y como miembdroz igualitadrioz de la Fededración, sedrán bienvenidoz todoz... - Volvió a gargajear lanzando un esputo antes de terminar la “conversación”. - ¡Incluído uzted, comandante Zpock!

    No hizo falta que Spock le hiciera ninguna señal a Uhura. La comunicación se cortó unilateralmente desde Metafisto.

- Zeñod Zpock, – dijo McCoy mofándose y provocando la risa en los demás, – no eztadá uzted penzando en enviarme ahí abajo ¿verdad?
- Todavía no he decidido quién formará la partida de aterrizaje, doctor. - Dijo frotándose la frente con su mano derecha.

    Spock miraba a su alrededor viendo cómo todos sus compañeros humanos se retorcían literalmente por la risa. El señor Scott se había dejado escurrir de su silla y se encontraba tirado en posición fetal debajo de su consola de mandos, sujetándose el vientre mientras de su abierta mandíbula no cesaba de salir una tremenda carcajada. La decisión iba a ser difícil. Necesitaba pensar a solas, lejos de todo aquel escándalo, y sobre todo necesitaba hablar con Jim. ¿De verdad Barak le había salvado la vida en Tarsus IV?

- Comandante... ¿le duele la cabessa? - Le preguntó Chekov, el único que no se había reído, no al menos demasiado, tras observar cómo no dejaba de frotarse la frente.

    Spock le miró como si hasta ese momento no se hubiera percatado de ello. Tenía tantas preocupaciones en mente y estaba tan acostumbrado a superar el dolor físico que no le había dado importancia. Era la lógica consecuencia de haber detenido el ataque telepático de Barak durante toda la entrevista.

- A decir verdad, sí, me duele. Doctor, considero oportuna la necesidad de que me proporcione un analgésico.
- ¿Quieres un pinchazo o una píldora? - Respondió McCoy abandonando sus burlas, algo sorprendido por su solicitud. Por norma Spock prefería dominar el dolor con sus propios métodos.
- Una píldora será suficiente. Gracias.

    Las risas se calmaban poco a poco cuando ambos salieron del puente camino de la enfermería. Scott quedó al mando, con órdenes de no establecer contacto con los metafistos sin su permiso bajo ninguna circunstancia. A Sulu le indicó que no abandonase la órbita.

Notas finales:

Éste es el primer capítulo donde me tiro a la piscina y me lo invento todo: un planeta, una raza, una misión... A ver si no me ahogo.

Espero que os guste. Gracias por leer y animaos a comentar que es gratis, jajaja.


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