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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

En el laberinto oscuro Spock necesitará de un guía para encontrar a su amado esposo y a su hija.

El hilo de Pavel



                                                                El escocés sudaba dentro de su camiseta roja, la cosa se complicaba por momentos. La última vez que vio a su comandante éste iba corriendo, con su capitán en brazos, camino de la enfermería. Tres naves romulanas les vigilaban desde el límite de la zona neutral y aquella monstruosa nave oscura seguía plantada en las narices de su preciosa Enterprise.

- ¡Alerta roja! - Gritó al tiempo que pulsaba un botón del brazo de la silla de mando.
- Deberíamos informar a Spock, Monty... - La voz de Nyota a su espalda le sonó cálida y suave.
- Hazlo, pero no le pidas que venga. Y solamente infórmale de la llegada de la nave oscura... ¡Esos dichosos romulanos no parece que vayan a hacer otra cosa que mirar!

    La teniente asintió y comunicó con enfermería. El doctor Oetker respondió. Dándole al altavoz dejó que la voz de Uhura diese las últimas novedades.
    
    Spock levantó la cabeza al oír sus palabras. La nave oscura... ¡kan-bu! *(bebé) - Pensó para sí. Fue entonces cuando se dio cuenta del panel parpadeante con la luz roja en la pared. Dudó si acudir de inmediato al puente pero...
- ¡Ve, Spock! Estaré bien... - Le decía Jim acariciando sus dedos.
- Leonard, – dijo sin soltar la mano de su marido, – si hay algún cambio, infórmame... Vendré enseguida.
    Besó en los labios a Jim y salió disparado hacia el turbo ascensor.

- Christine... pon agua a hervir y trae unas toallas. - Ordenó McCoy.
- ¿Cómo dices? - Le preguntó ella atónita. Rió en cuanto vio la expresión burlona del médico.
- Me apetece un té y... ¿no crees que estoy sudando demasiado?
- ¡Bones, hijo de puta...! - Le gritó Jim retorciéndose de dolor al sentir otra contracción. - ¡No es momento para tus bromas! ¿Es que no vas a pincharme nada?
- ¿Qué te digo? Eres un hombre, Jim... esto no debería estar pasando... ¡No tienes útero, ni vagina...! ¿Qué demonios quieres que haga? ¿Ponerte la epidural? ¡Soy tu oficial médico, Jim, no tu ginecólogo!
- Vamos a tranquilizarnos todos un momento, ¿vale? - Dijo Christine en un tono bastante más alto del acostumbrado.
- Puede hacer respiración abdominal, capitán. Eso le aliviaría. - Aconsejó el doctor Oetker con calma.
- ¿Cómo...? ¡Dígame...! - El dolor no le dejaba terminar una frase.
 Tome aire por la nariz, llenando los pulmones y deje que su abdomen se hinche poco a poco. - Le dirigió. - Ahora expulse el aire por la boca al tiempo que contrae muy despacio los músculos del abdomen. Eso es, muy bien. Hágalo mientras note la contracción.

    Jim seguía sus instrucciones paso a paso. Su voz le tranquilizaba mucho más que el histerismo y la ironía de Bones.
- ¿Sientes ganas de empujar? - Le preguntó Christine.
- ¿Cómo va a empujar nada, Chris? - Gritó McCoy. - ¿Quieres comprobar si ha dilatado? ¡Demonios!
- ¡Bones! - Le chilló el capitán. - Siento algo... como si... - Una bolsa de oscuridad empezó a dibujarse alrededor de su cuerpo.
- ¡No, noooo... Jim! - Gritaba McCoy sujetándole la mano. - Si vas a desaparecer llévame contigo... ¡Jim!
- Me está llamando... mi bebé... mi niña...

    El capitán se desvaneció antes sus propios ojos. McCoy se miró la mano, vacía. Corrió al intercomunicador de la pared y pulsó el botón de un puñetazo. Scott respondió.
- Aquí McCoy, enfermería... ¡Spock! Lo siento... ha vuelto a pasar... ¡La oscuridad se ha llevado a Jim sin que pudiese evitarlo!
- ¡Doctor, el comandante también acaba de desaparecer del puente! Esta vez parece que se han ido al mismo tiempo...
- Voy para allá. - Dijo el médico saliendo flechado por la puerta.
    
    El doctor Oetker y Christine se miraban atónitos. Había sido lo más extraño que habían visto nunca.
- ¿Estarán ambos en esa nave, enfermera? ¿La que la teniente Uhura llamó “nave oscura”?
- Eso creo... - Asintió Christine. - Si todo va bien regresarán tres en lugar de dos. Preparemos lo necesario...
- ¿Lo necesario para qué, señora Chapel?
- Para el bebé, por supuesto. - Respondió acudiendo al dispensario.
    


                            Cuando el doctor llegó resoplando al puente, Scott ya había ordenado salir a todo el personal del turno nocturno y a los guardias de seguridad. Dada la última experiencia que habían tenido con la nave oscura pensó que había cosas que era mejor mantener en familia. Y así consideraba a sus compañeros presentes: Sulu, Chekov, McCoy y por supuesto Uhura.

    Como ambas naves, el Enterprise y la oscura, permanecían inmóviles, el teniente Sulu ocupó el puesto de artillero. Si fuera necesario maniobrar podría hacerlo desde allí.
- Las naves romulanas se mueven... entran en el espassio neutral. - Informó Chekov.
- ¡Menudo momento para romper el tratado! ¡Escudos a máxima potencia, Sulu! Nyota, establece contacto. Pantalla principal.
- Lo tengo, Monty... digo señor.

    McCoy vio desdibujarse la imagen de la nave oscura para ser sustituida por la de una mujer romulana de uniforme. Llevaba los distintivos de comandante y así se presentó.
- Y yo Montgomery Scott, ingeniero jefe de la USS Enterprise y temporalmente al mando. ¡Encantado! - Sonrió cínico. - ¿Sería tan amable, Comandante T'rak, de explicar su invasión de la Zona Neutral?
- No pretendemos desencadenar una guerra. Esta acción no va contra ustedes, todo lo contrario.
- ¿Qué quiere decir?
- Mi oficial científico de observación ha detectado que dos formas de vida han sido raptadas de su nave por esa... esa otra nave de origen desconocido.
- ¡Qué observador ese oficial suyo! - Comentó enojado el escocés. - Les recomiendo que vuelvan a su espacio, comandante T'rak. De lo contrario lo consideraremos un acto de guerra.

    Sulu se giró para mirarle con sorpresa. La mueca del ingeniero le tranquilizó y le devolvió el gesto guiñándole un ojo.
- Pero... sólo queríamos ayudarles, dos de los suyos...
- ¡Usted misma lo ha dicho! Dos de los nuestros... Retire sus naves comandante, esto no es de su incumbencia. De lo contrario, se lo advierto, serán destruidas.

    T'rak asintió y se cortó la comunicación. Si los humanos querían luchar solos contra esa cosa ¡adelante! Ordenó a su gente regresar al espacio del Imperio, pero no se alejaron demasiado para observar de cerca lo que fuese que estaba ocurriendo.

    McCoy suspiró aliviado cuando vio la maniobra del enemigo. La nave oscura volvía a ocupar el centro del monitor.
- ¿Qué estará pasando ahí dentro? - Se preguntó en voz alta.
- El capitán está con la pequeña... Spock no está con ellos. - La voz era la de Chekov pero sonaba algo extraña.
- ¿Qué dices muchacho? - Se le acercó el médico. La verdad es que el chico no tenía muy buena cara.
- ¡Pavel! - Exclamó Sulu cuando le vio tambalearse.
- Chico... ¿qué te ocurre? - Bones le tenía sujeto por los brazos, entre él y Uhura le sentaron en la silla del puesto científico.
    
    El alférez estaba pálido. Un sudor frío le empapaba la cara. McCoy hizo zumbar el tricorder a su alrededor y comprobó que sus constantes vitales se habían debilitado. ¿Qué le estaba pasando?
- ¡No, Spock! Estás girando al rewés... el laberinto en espiral... ¡Ellos están justo al otro lado!
- ¿Pero qué demonios dices, chaval? - Esta vez fue Scott quien preguntó.
- Tiene un vínculo con la hija del capitán... Debe estar viendo lo que pasa en la nave oscura, Scott. - Aclaró Sulu.
- ¿Un vínculo? - Nyota se sorprendió, pero entonces entendió lo que había visto en Metafisto, cuando Pavel había tocado el abultado vientre del capitán quedándose como en éxtasis.

- Spock... escúchame... No se trata de una prueba de lógica... ¡Es una prueba de amor! Debes dejar que te guíe tu corasson... Encontrarás a tu t'hy'la... junto a la mía...
- ¿Su t'hy'la? - Scott no podía creer lo que estaba oyendo.
- La niña... la hija de Jim y de Spock... ¿es tu compañera? - Inquirió McCoy sacudiendo al alférez por los hombros.
- Nirshtoryehat *(imposible) es mi destino. - Afirmó Chekov rotundo.

    El puente permaneció en silencio. Miraban alternativamente a la pantalla mostrando la nave oscura y a Chekov, quien, cada vez más pálido, empezó a convulsionar levemente.
- ¡Doctor, haga algo! - Exclamó Sulu al verlo.
- ¡Jubilarme! - Gritó impotente. - Si esto sigue así me retiro... ¡Pavel, chico! - Intentó sujetarle.

    McCoy miraba de reojo su bolsa, evaluando si debía o no buscar algo que inyectarle a Chekov. Su intuición le dijo que no lo hiciera. Dejarle inconsciente no ayudaría a Spock. El chico parecía estar guiándole... de algún modo que no alcanzaba a comprender.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Espero que os guste. Y gracias por comentar.

La referencia del hilo es por el mito de Ariadna... me encantan esas historias. Ahí empezó la ciencia ficción.


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