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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sulu explota y decide marcharse del apartamento. Ya no aguanta más... aún así hará lo que sea por preservar la vida de su amada rosa.

Vodka y tranquilizantes

 

 

                                                          Al día siguiente de su cumpleaños Amy buscó hablar a solas con su abuelo. Tenía que saberlo. ¿Había conseguido entrar en la cabeza de Pavel?

   - Lo intenté, Amanda. - Sarek mostraba su pesar por no haber logrado su objetivo. - Pavel ha aprendido a cerrar su mente. Sus habilidades telepáticas se han desarrollado mucho los últimos años.

   - ¿No lo forzaste? - Preguntó la niña con ojos de súplica. Sabía que un vulcano de la edad y experiencia de su abuelo podría romper la resistencia de cualquiera.

   - Lo hice, sí. Hasta que empezó a sangrar por la nariz y me detuve. ¡No podía hacerle daño! - Sacudió su cabeza al recordar aquello. La imagen del joven regresó a su mente, su mirada clavada en la suya, su fuerza y su voluntad por mantener sus pensamientos libres de su intrusión. - Tuve una charla con él.

   - ¿Crees que dejará de hacerse daño? ¿Que será capaz de controlar el sufrimiento por la ausencia de Khan? - Amy tenía los ojos llenos de lágrimas que trataba de no dejar escapar.

   Sarek la tomó en brazos, sentándose con ella en su regazo le acariciaba el pelo con mimo.

   - Pavel está dispuesto a hacer cualquier cosa por recuperarle. De eso estoy seguro. - Besó la frente de la niña. - Respecto a sus métodos... Lo lamento Amanda pero ni él está contento con ese asunto. Preferiría mantenerte al margen. Deja que haga lo que considera necesario, cariño.

   - Él es un hombre... yo una niña de cinco años... Lo sé. - Amy pareció resignarse. No tenía demasiadas alternativas. - Gracias por intentarlo, abuelo. - Besó a Sarek en la mejilla y saltó de sus piernas para correr a su habitación.

 

 

                                         Ese mismo domingo a medio día, Sulu dejó un plato de macarrones intacto sobre la mesa cuando recogió el suyo vacío y lo llevó a la cocina. Había estado esperando a ver si su compañero se levantaba, pero no dio señales de vida. Se asomó a su dormitorio. Pavel, medio desnudo, dormitaba estirado sobre la cama. El instructor de vuelo sintió el nudo de su estómago subir por su pecho hasta su garganta.

   - Has vuelto a hacerlo, mi preciosa rosa... Dejas que otros acaricien tus pétalos, les entregas tu perfume, permites que se beban tu esencia... ¡Y yo nunca...! - Se inclinó para acariciar sus rizos. - Yo nunca. Nunca.

    Se echó a llorar en silencio. Salió al salón y se tumbó en el sofá abrazado a un cojín. Todas sus malditas lágrimas cayeron, no era capaz de detenerlas. De repente se rió. ¡Aquello era patético!

   - ¿Qué se supone que estás haciendo, Hikaru Sulu? - Se dijo. - Pavel nunca se entregará a ti... no le tendrás jamás. Puede ir por ahí montándoselo con cualquiera pero a ti no te dará lo que quieres. Deberías largarte, desaparecer... aceptar un puesto en una nave de la Flota y no volver a verle. Si te quedas te acabará destruyendo... - El japonés se abofeteó la cara con fuerza. - ¡Espabila de una vez!

   - ¿Qué hasses? ¿Por qué te pegas?

    La voz de Pavel a su espalda le sobresaltó. Se había puesto el pijama y se desperezaba frotándose las legañas.

   - Te echamos de menos ayer en casa de Jim. ¿Dónde estuviste? - Sulu vio en sus ojos aguamarina que no debía haberle hecho esa pregunta.

   - ¡No hablamos de eso! ¿Recuerdas? - Pavel se sentó a su lado en el sofá.

   - Es verdad. Había olvidado que aquí se hace tu santa voluntad. - En sus palabras no podía disimular su enfado.

   Pavel le acarició la nuca, el cuello... besó su mejilla y acopló la cabeza en su regazo.

   - Fui a ver a Khan... - Susurró.

    Sulu tragó saliva. Lo que le faltaba. Aquello era demasiado. Se limitó a abrazar a su amigo besando sus cabellos y frotando con cariño su espalda. Por dentro pensaba que o bien se alejaba de Pavel o acabaría en un psiquiátrico. Se había vuelto a clavar todas las espinas.

   - Sulu... fue horrible... - Gimió cerca de su oído. - Le tenía allí al lado y no pude sentir su pressensia.

   - Está criogenizado, Pavel. ¿Qué esperabas?

   - Pero yo le nessesito...

   - ¿Y a mí? ¿Me necesitas a mí? Porque parece que no te importo en absoluto. - El japonés estaba a punto de explotar.

   - No digas eso, Sulu. Eres muy importante para mí. Eres mi mejor amigo...

   - ¿Sabes lo que tú significas para mí? ¿Tienes idea de cómo te amo, de cómo te deseo... de lo que me haces sufrir cuando veo que follas por ahí con cualquiera y a mí me dejas con la polla levantada cada noche...? Todos estos años he soportado tus constantes rechazos... tus abrazos, tus caricias, torturándome... Diciéndome a mí mismo que no significaban nada, que sólo me quieres como amigo, que nunca podría tenerte como deseo tenerte... Pavel, desde que explotó aquella supernova no he vuelto a ser el mismo...

   - ¡Cállate! ¡Ya basta! - Le gritó levantándose.

   - No, Pavel... Eso lo digo yo. - Sulu se puso en pie, enfrentándose a su compañero. - ¡Ya es suficiente! Voy a largarme de aquí. No soporto más esta locura...

   - Sulu no... ¡No irás a ninguna parte! - Le agarró del brazo.

   - ¿Qué te has creído? ¡No soy tu esclavo! - Se soltó dándole un empujón.

   - Sabes que no puedo tener sexo contigo. Pressisamente porque significas mucho para mí... porque te quiero no puedo amarte, Sulu. - Intentaba hacerle entender que para él la situación también era un infierno.

   - ¿Porque podrías enamorarte? ¿Porque podríamos ser felices, Pavel? - Las venas de su cuello parecía que fuesen a estallar.

   - ¡Porque pertenessco a otros... no puedo entregarme a ti!

   Sulu se le abalanzó y le besó en la boca, con ansia, devorándola entera. Él se resistía tratando de liberarse de su abrazo, pero el japonés le tiró al sofá y se tumbó encima. El deseo le nublaba la razón. Había empezado a frotar su cuerpo contra el de Chekov, a tironear de sus ropas que le estorbaban en medio, a mordisquear su lunar en el cuello... sentía su polla dura queriendo entrar dentro de su amigo... Le miró a los ojos y le horrorizó verse allí reflejado. ¿Qué estaba haciendo? ¿Iba a violar a su amada rosa?

   - ¡Pavel! ¡Lo siento! - Exclamó levantándose y corriendo hasta salir del apartamento.

   - ¡Sulu! - Le llamó. - No me dejes... no me abandones... Sulu... - Lloraba desconsolado allí tirado en el sofá. - Vuelve amigo mío... no puedo estar solo...

 

 

                                             Spock entró en el hangar de adiestramiento de vuelo. Vio a Sulu preparar el simulador con una nueva prueba para sus alumnos y llamó su atención dándole una palmadita en el hombro.

   - ¡Ah, hola Spock! ¿Qué ocurre? - La cara del vulcano reflejaba preocupación.

   - ¿Dónde está Pavel? Ayer no se presentó a dar clase, hoy tampoco. Hemos estado intentando contactar con él pero no contesta. Ni a Jim ni a mí ni a Nyota... A nadie.

   - No lo sé. Ya no vivo con él. - Sulu se dio la vuelta, no quería que Spock le viese la cara.

   - ¿Cómo? - Entonces comprendió que el piloto al fin había hecho lo que debía. - Entiendo... No aguantabas más. Tu relación con Pavel era demasiado enfermiza.

   - ¡Exacto! Y ahora Spock, si no te importa... estoy ocupado. - Sulu volvió a su simulador. - Lo que le pase a Pavel ya no es asunto mío.

   Spock le acarició la espalda y se marchó. Comprendía la decisión de Sulu. En su opinión hacía años que debía haberse separado de Pavel. Iría a su apartamento. Algo en su interior le decía que el joven Chekov había hecho una estupidez.

 

 

                                                   En casa Jim tuvo que abrazar a Amy con todas sus fuerzas, su bebé estaba descontrolada, tenía un ataque de histeria. Gritaba, lloraba y pataleaba repitiendo el nombre de Pavel entre gemidos...

   - ¿Qué te pasa? ¿Qué ocurre con Pavel? - Jim no sabía ya qué hacer.

   - ¡Se muere a'nirih...! - Le gritó la niña.

   Jim salió corriendo con ella en brazos camino de la casa de McCoy. Afortunadamente tanto él como Christine estaban de descanso y no tardaron en abrirle la puerta.

   - ¿Qué diablos pasa, Jim? - El médico estaba desconcertado con la visión del rostro desencajado de su amigo y la pequeña llorando sin consuelo entre sus brazos.

   - Bones, vamos a casa de Pavel. Chris, quédate con Amy. - Sus palabras fueron órdenes y como tal sus amigos obedecieron.

 

 

                                             Spock tuvo que derribar la puerta. Encontró a Pavel inconsciente, tirado en el salón. Todo estaba revuelto y destrozado, los cojines del sofá reventados con el relleno al aire. Le tomó el pulso, era débil. Vio las botellas de vodka vacías por todo el suelo y un frasco de pastillas a su lado.

   - ¿Qué has hecho? ¡Pavel! - Gritó.

   - Aparta Spock...

    Era la voz de McCoy a su espalda. Había llegado en ese momento. Jim se quedó temblando detrás de él, con las manos en la boca guardando un grito. Spock le abrazó apretándolo contra su pecho.

   - ¡Hay que provocarle el vómito! - Ordenó el médico. - ¡Ayúdame Spock!

   Entre ambos lo levantaron y le llevaron arrastrando los pies hasta el lavabo. McCoy le abrió la boca e introdujo sus dedos hasta que la arcada hizo que Chekov vomitase. Repitió la operación tres veces más. Cuando ya no consiguió arrancar nada de su estómago dejó que Spock sostuviera el cuerpo para rebuscar en su maletín un hipospray.

   - ¡Llevémosle al hospital! - Gritó Jim.

   - ¡No! Puedo atenderle aquí mismo... - Bones se acercó y pinchó a Chekov en el brazo.

    Pavel abrió los ojos un momento para ver la cara del doctor y la de Spock sujetándole. Quiso hablar, abrió la boca, pero no podía decir palabra.

   - ¿Por qué, Bones? - Preguntó Jim.

   - Ha intentado suicidarse... esto es serio. Si le llevamos al hospital le internarían, muchas cosas saldrían a la luz... Es mejor así. Nosotros nos ocuparemos de Pavel. - McCoy temía que alguien ajeno metiese la nariz en asuntos tan delicados como Khan.

 

                          Por la noche Pavel descansaba en su cama cogido de la mano de Sulu. Cuando éste se enteró de lo sucedido acudió a toda prisa para estar con su amigo. Se sentía culpable. No debió abandonarle. Spock les miraba desde la puerta del dormitorio negando con la cabeza. Aquello no estaba bien.

   - Bones, ¿saldrá de esta? - Le preguntó Jim ofreciéndole un vaso de agua.

   - Pues claro... Unos tranquilizantes, unas botellas de vodka... ¡No es nada! - McCoy trataba de calmar a su amigo.

   - Me refiero a...

  - Hablaré con él. Por ahora no hay que dejarle solo ni un momento. - Pasó su brazo sobre los hombros de Jim. - Saldrá de esta, todos saldremos de esta...

    Bones lo expresó así. Eran una familia. Todos juntos se enfrentarían al problema... y tratarían de solucionarlo.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por comentar. Es gratis... y tengo curiosidad por saber vuestra opinión.


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