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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Un nuevo Scott está a punto de llegar al mundo.


Pavel enseñará una canción rusa a sus compañeros de misión.

 

Los remeros del Volga

 

 

                                                                            Jim se acercó a Sulu sin dejar de mirar la nave estacionada, oculta ahora entre los contenedores del puerto y lejos del control de la Flota. ¿Cómo se las habría arreglado para robarla?

   - Menudo cacharro... - Murmuró. - ¿No había nada más viejo?

   El aspecto del runabout, de unos 200 metros de eslora, dejaba mucho que desear.

   - Aguantará... Scott le está haciendo unos apañillos, Pavel le echa una mano. - Señaló el piloto a los motores.

   - ¿Scott? Dije que era un secreto, Sulu.

   - No te preocupes. Le he dicho que sin preguntas, ya le conoces.

   - Está bien. - Asintió Jim.

   - Quiere acompañarnos. - Sulu bajó la cabeza.

  - Ni hablar. Nyota está a punto de dar a luz. No voy a arrastrarle conmigo en esta locura.

   - Eso mismo le dijimos, pero...

   - No. Es mi última palabra. - Jim observó las letras medio borradas en la carcasa. - USS Volga NX-97553... ¿La Volga? ¡Tiene casi cien años!

   - Era la menos vigilada y a Pavel le gustó el nombre. - Rió Sulu.

   - ¡Jim, todo listo... podemos irnos ya! - Le gritó el ingeniero nada más verle, limpiándose las manos con un trapo.

   - Tú no vienes. - Jim puso su mano sobre el hombro del escocés, aguantando firme su mirada de súplica. - No insistas, Scotty. Nos las arreglaremos sin ti esta vez.

   - Pero... los motores... - El ingeniero se giró para contemplar la nave. - Está bien, el chico puede ocuparse. - Dijo refiriéndose a Chekov. - Ten cuidado, Jim. Volved... y pronto, a ser posible antes de que nazca mi hijo.

   - Por si acaso... - Jim le abrazó con fuerza. - Os deseo que todo salga bien, dale un beso a Uhura de mi parte... ¡Ah! - Gritó subiendo ya a la Volga. - Y dile que practique la respiración abdominal. Hace maravillas con las contracciones... - Sonrió por última vez a su amigo y se dirigió al puesto táctico en la cabina.

   - Chicos... - Scott los abrazó al mismo tiempo con la fuerza de un oso. - Cuidad del capitán.

   - Hasta pronto compañero... - Pavel le besó en la mejilla, el escocés no se lo esperaba y se echó a reír.

   - Regresad juntos y bien, ¿de acuerdo? No me hagáis ir a buscaros...

   - No sabrías dónde. - Le recordó Sulu antes de embarcar.

   El escocés calló y rió travieso. Había colocado un localizador en la nave sin que Pavel se diese cuenta. Solamente... por si las moscas. Se retiró para verles despegar con rumbo desconocido. El sol despuntaba en el horizonte. Entornó los ojos y los protegió de la luz con la palma de su mano mientras miraba alejarse la nave en el cielo de San Francisco. Hasta pronto amigos... tened mucho cuidado. Pensó.

 

 

                                                              Nyota apretaba la mano de Christine tratando de no gritar pero los dolores cada vez eran más fuertes y continuos. Estaba a punto de ser madre. Su amiga intentaba que respirase con calma, tranquilizándola, repitiéndole que estaba allí con ella, que no la iba a dejar sola y que todo saldría bien.

   - ¡Doctor Oetker, déjeme asistirle en el parto! - Le imploró McCoy.

  - No, doctor. Es su amiga pero mi paciente. Prefiero que se quede usted fuera, en la sala de espera.

   Leonard refunfuñó, no podía desobedecer. El obstetra era el jefe de su departamento y tenía todo el derecho del mundo a echarle de la habitación si lo creía conveniente.

   - ¡McCoy... - le gritó Uhura, - ...ve a buscar al imbécil de mi marido... quiero romperle las pelotas!

       El médico se cruzó por el pasillo con Spock. Había dejado a Amy con Peter en cuanto se enteró de la llegada del bebé. Sarek había partido a uno de sus viajes hacía un par de días.

   - ¿Cómo está? - Le preguntó con preocupación.

   - Todo va bien... ¿Tienes idea de dónde está Scott? Su mujer quiere dejarle estéril... - Bromeó.

   - Le he llamado antes. Está en camino, llegará enseguida. - Contestó levantando una ceja.

   - ¿Y Jim y la extraña pareja? ¿Pavel y Sulu van a perdérselo?

   - Tienen un trabajo que hacer. Los tres estarán fuera unos días.

   - Mmm... ¿fuera? - Preguntó señalando al techo. - ¿Fuera de la Tierra? ¿Qué trabajo es ese, Spock?

   El vulcano negó con la cabeza. No diría una palabra más.

   - ¡McCoy... Spock! - El escocés llegó corriendo y gritando por el pasillo. Enfermeras y médicos le llamaron la atención. - ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Eh, chicos...! ¿Dónde está mi mujer? ¿Ha...? - Tragó saliva agarrándose al brazo del médico. - ¿Ya ha nacido mi hijo?

   - Aún no, idiota... llegas a tiempo. - Respondió el doctor.

      McCoy le acompañó a la habitación donde Nyota sufría los dolores del parto y regresó junto a Spock a sentarse a su lado en la sala de espera.

   - No veo por qué Christine sí puede asistir a Oetker y a mí me ha echado fuera. - Murmuró entre dientes.

   - Cuando Jim pasó por esto no podía echarte, eras su superior...

   - ¿Crees que lo habría hecho? - Le miró con el ceño fruncido.

   - Leonard, estabas histérico... Igual que ahora. - Spock pasó su brazo por encima de los hombros de su amigo estrechándole contra su cuerpo. - Una madre necesita tranquilidad a la hora de dar a luz.

   - Demonios... ¡Soy cirujano, no ginecólogo! - Maldijo.

   Spock no pudo evitar reírse, a pesar de la cantidad de preocupaciones que tenía en la cabeza. Sintió como su t'hy'la se alejaba de él por la mañana temprano, ahora estaba a millones de kilómetros de la Tierra y no podría contactar con su mente aunque quisiera.

 

 

                                                                      Camino de Rura Penthe, a velocidad de curvatura cinco... era la máxima que la Volga podía alcanzar sin desmontarse, Sulu se concentraba en pilotar lejos de cualquier tipo de control por parte de la Federación o el Imperio Klingon. Jim estudiaba unos planos en la interfaz de la computadora a la izquierda del puesto del artillero. De pronto Pavel se puso a cantar, flojo al principio, a pleno pulmón tras la segunda frase.

   - Ey, ukhnem! Ey, ukhnem! Yeshcho razik, yeshcho da raz! *(¡Eh, tirad! ¡Eh, tirad! ¡Una vez más, y otra vez!)

   Jim se giró en la silla para mirarle con el entrecejo arrugado y la boca abierta. Sulu volvió la cara a su derecha, ¿qué estaba haciendo su compañero?

   - Ekh ty, Volga, mat'-reka, Shiroka i gluboka. Ay da! Da ay da! Ay da! Da ay da! Shiroka i gluboka, Ey, ey, tyani kanat sil'ney! Volga, Volga, mat'-reka... *(Tú, Volga, nuestro río y madre, inmenso y profundo. ¡Ay sí! ¡Si, ay sí! ¡Ay sí! ¡Sí ay sí! Inmenso y profundo. ¡Eh, eh, tirad con fuerza! Volga, Volga, nuestro río y madre...)

   Su voz era profunda, sonora, varonil. Los años y el vodka le habían bajado un par de tonos. Entonaba bien y Jim reconoció la canción.

   - ¡Los remeros del Volga...! - Se echó a reír a carcajadas.

   - ¡Muy apropiada, Pavel! ¿Me enseñas el estribillo? - Sulu se esforzaba en captar las palabras.

   Acabaron los tres cantando a gritos.

   - Ey, ukhnem! Ey, ukhnem! Yeshcho razik, yeshcho da raz! Ekh ty, Volga, mat'-reka...

 

 

                                                                     Spock sostenía a Amy en brazos para que pudiese ver al kan-bu *(bebé). Scott acariciaba la mano de su esposa tumbada en la cama, no podía separarse de ella, no la había soltado ni un segundo.

   - Papi... ¿yo era así de pequeña? - Le preguntó curiosa.

   - Aún más, ko-fu *(hija), los varones suelen ser de mayor tamaño.

   - ¿Y salí de la tripa de a'nirih? - Dijo clavando sus ojillos azules en su padre que empezaba a ponerse verdoso.

   Spock no sabía cómo responder a aquella pregunta. Si Jim hubiese estado allí... pero no estaba. La besó en la frente y se la llevó de la habitación.

   - Nyota tiene que descansar, dile adiós.

   Amy sonrió y agitó su mano despidiéndose de los recién estrenados papás que le correspondieron con unas amplias y felices sonrisas.

   - Papi... Yo me acuerdo de un monstruo con cuernos... Casi te mata pero tú le arrancaste la cabeza con una espada. - Le dijo de pronto la niña acariciándole la barba.

   - ¿Cómo? ¿A'nirih te ha hablado de eso? - Preguntó Spock desconcertado.

   - No... - Amy hizo por bajarse de los brazos de su padre. Había visto a Christine agitando un caramelo y quería ir a recogerlo de su mano.

   - Amy.. es imposible que recuerdes aquello. - Spock la soltó en el suelo y la observó correr hacia la enfermera.

   - ¿Qué pasa, tío Spock? - Le preguntó Peter.

   - Nada... no es nada.

   Agitó la cabeza confuso. Tendría que preguntarle a Jim... incluso a Pavel, si alguna vez le habían contado la historia del minotauro a su hija.

 

 

 

                                                                       El planeta que flotaba en el espacio frente a sus narices tenía el ochenta por ciento de su superficie congelada. Las instalaciones de la prisión ocupaban el veinte por ciento restante. No había apenas vigilancia, no era necesaria. Nadie podría sobrevivir fuera del recinto con unas temperaturas tan bajas. Los pocos guardias que trabajaban allí lo hacían como castigo por parte de sus superiores, por haber infringido alguna norma. Algunos, muy pocos, como voluntarios para acumular méritos en su carrera profesional. Rura Penthe era un infierno helado.

   - Hemos llegado. ¿Cuál es el plan, Jim? - Inquirió Sulu.

   - Bajaré ahí, buscaré a Kozak y cuando os lo diga nos transportáis a bordo. Luego nos largamos a escape de vuelta a casa.

   - Senssillo... ¿Puedo ir contigo? - Le preguntó Pavel temiendo por su seguridad allí abajo.

   - No es necesario. Os quedareis aquí por si os necesito. Llamaré... - Le dio un beso a Pavel en la mejilla y se dirigió a la parte de atrás de la cabina, donde estaba el transportador.

   - Capitán... - Se giró Sulu. - ¡Ten cuidado!

   Jim sonrió, hacía tiempo que nadie le llamaba así.

   - Tranquilos... es pan comido. - Les dijo mientras sus moléculas empezaban a desintegrarse bajo el rayo azul.

   - Orbitaremos el planeta. - Sulu activó el piloto automático y se sentó en el puesto de observación científica, a la izquierda de Pavel.

   - Hikaru... - Su voz temblaba por la emoción. - Aún no te he pedido disculpas por lo que hisse... ni te he dado las grassias por volver conmigo.

   - No es el momento, Pavel...

   - ¡Lo es! Hikaru yo... ¡perdóname!

   Sulu se volvió para mirarle, se puso en pie y levantó a su amigo tirando de su brazo.

   - Pavel... ¡Júrame que jamás volverás a hacerte daño! - Le miraba directamente a los ojos. Esperaba una respuesta sincera.

   - A vesses el dolor es tan intenso que me quiero morir... No espero que lo entiendas, pero no puedo prometerte que en una de esas no vuelva a intentarlo. - Su amigo se la dio.

   Chekov recibió el abrazo de su Sulu con lágrimas en los ojos. ¡Cómo le agradaba tener aquellos brazos fuertes rodeando su cuerpo, apretándolo contra su corazón!

  - Te quiero Hikaru... siento hasserte daño. Pero si me dejas me moriré...

   Sulu cerró los ojos con rabia. Pavel no podía verle la cara. Decidió en aquel instante que haría caso a Spock y abandonaría el apartamento en cuanto regresaran de aquella misión. Su amigo tendría que aprender a estar solo.

      Faltaban años para que Amy pudiera casarse con él, para que juntos intentaran despertar a Khan... si es que eso era posible. Aún así le abandonaría, se alejaría de él definitivamente, y lo haría por su propio bien además de por Pavel porque flaco favor le hacía consintiendo aquella horrible conducta. Sulu no podía seguir siendo su muñeco. El chantaje emocional de Chekov había ido demasiado lejos.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por los comentarios.

Se puede encontrar la canción "Los remeros del Volga" en youtube. Jajajaja


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