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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Todos pendientes de la pantalla mientras Jim, Pavel y Sulu se enfrentan a un juicio klingon. La tensión, los nervios, el miedo devorándoles por igual. ¿Inocente? ¿Culpable? ¿Cuál sería la sentencia?


Contiene referencias a la película Star Trek VI: Aquel país desconocido, escrita por Denny Martin Flinn y Nicholas Meyer basados en una idea sugerida por Leonard Nimoy, ese tipo flacucho que en realidad no tiene las orejas puntiagudas.

 

Juicio en Kronos

 

 

                                                                     Nyota preparaba el almuerzo mientras su marido atendía al bebé: Cayden *(luchador, en escocés) Bakari *(promesa, en swahili) Scott. Spock le observaba cambiarle el pañal sobre la mesa con sumo cuidado y cariño, algo sorprendente teniendo en cuenta las rudas y grandes manazas del ingeniero.

   - ¡Y ya está... - dijo levantándole en brazos y acunándolo contra su pecho, - mi precioso Cayden limpito y listo para que su mami le dé de comer!

   - ¿Le das el pecho, Nyota? - Preguntó Spock viéndola desabrocharse los primeros botones de la blusa.

   - Sí, claro... - Respondió tomando a su hijo de las manos de Scott. - Es lo más recomendable.

   - Vamos al salón, Spock. No quiero que le veas las tetas a mi mujer... - El escocés bromeó pero sin dejar de arrastrar a su amigo del brazo fuera de la cocina. - Aún a veces tengo celos de ti... ¿sabes?

   - Scott, aquello fue hace tanto tiempo que... - El vulcano negaba con la cabeza siguiendo a su amigo.

   - ¡Ya, pero un pecho como el de Nyota no se olvida...! - Se giró para mirarla alimentar a su retoño. - Uno se pregunta si sabrá a chocolate... - Bromeó Scott mordiéndose el labio inferior.

   Spock levantó su ceja y dejó asomar una sonrisa.

   - ¿Un trago antes de comer? - Le ofreció el escocés.

   - He ido a ver a Duke, - musitó el vulcano aceptando su oferta, - no me ha dicho nada.

   - ¿Será gilipollas?

   - Le he mandado a la mierda.

   Scott le sirvió una copa de agua altair a su amigo. Siempre tenía una botella para él en casa.

   - ¿Tú? ¿En serio? - Estaba sorprendido aunque no extrañado. - Debes estar muy preocupado...

   - Jim dijo unos días, vale, han pasado solamente cuatro pero... - Spock apretaba el vaso corto como si fuera a romperlo con la mano.

   - Tranquilo... le coloqué un localizador a la nave. - Scott sonrió y encendió su ordenador.

       Pantallas y paneles brillaron por todas partes en aquella esquina del comedor. Lo había instalado todo nada más comprar la casa y no había semana en que no hiciese alguna mejora. Deformación profesional.

   - Veamos... - Murmuró sentándose frente a la consola del complicado equipo. - ¡Vaya! Pero... ¿qué demonios hacen en ese cuadrante?

  - Rura Penthe... - Spock tembló al ver en el monitor la señal parpadeante sobre el planeta prisión klingon.

   - ¿Vas a ir a buscarle? ¡Qué pregunta...! - Scott apoyó su mano sobre el hombro de su ex-comandante. - ¿Cuándo salimos?

   - Necesitaremos una nave... - Spock no apartaba la vista de la pantalla, - ...y un plan.

   - ¡Chicos! - Nyota salía de la cocina con el bebé aún enganchado a su pezón. - Bones ha llamado... dice que pongamos las noticias... ¡Ahora mismo!

       Se quedaron de piedra con lo que el locutor del canal de la Federación estaba diciendo. Tres hombres habían sido apresados por el ejército klingon en Rura Penthe y acusados del asesinato de viejo general Kozak y de su sobrino el Canciller Gorkon. Cuando dijo sus nombres Spock tuvo que sentarse en el sofá.

   - ¡Jim...! - Exclamó aterrado. La fotografía de su marido estaba en la pantalla.

 

 

                                                        El almirante Duke no reconoció ante los medios que él mismo había ordenado la misión. La Flota no se vería implicada, la Federación ni siquiera iba a intentar la extradición. Jim, Pavel y Sulu estaban solos. Iban a ser juzgados en Kronos, el planeta natal de los klingons y por sus propias leyes. No había demasiadas esperanzas.

   - Christine, entiéndelo... no puedo dejarle ir solo. - McCoy intentaba hacerle comprender a su pareja la decisión que había tomado de acompañar a Spock en su viaje a Kronos.

   - Lo comprendo, Leonard. - Le habló dulcemente. - Iré con vosotros.

   - Uhura le dijo lo mismo a Scott y a él no le costó convencerla para que se quede. - El médico le acariciaba la rubia cabellera con mimo. - Chris, por favor... si el veredicto no es otro que inocente... nos veremos obligados a intervenir. Puede ser muy peligroso. Quiero que te quedes con Nyota. Te lo ruego, mi amor.

    Christine Chapel negó con la cabeza, luego besó a McCoy en los labios y le empujó con rabia.

   - ¡Está bien! Sólo los chicos... las mujercitas guardaremos el hogar. - Estaba enfadada, aún así consintió a los deseos de su compañero. - Ten cuidado, mi vida.

   - Lo tendré.

    El doctor recogió una bolsa con ropa y su maletín médico, los cargó a su espalda y salió camino de la bahía de San Francisco. Scott y Spock le esperaban.

 

 

                                                                  Los soldados les empujaron al interior de la sala circular. Se hallaban en mitad de un foso, rodeados por altas paredes donde asomaban cientos de klingons que les abuchearon desde las gradas. Al frente el juez, un viejo coronel retirado cuyo nombre no pudieron escuchar. Todo estaba en sombras, apenas iluminado. Los muros grises parecían engullirles en su oscuridad. Pavel temblaba como una hoja, Sulu le dio la mano.

       Jim se colocó el pinganillo en la oreja, el juicio se haría en la lengua klingon y una voz anónima les iría traduciendo cada palabra. Levantó la vista y contempló las caras a su alrededor, muy por encima de sus cabezas. Supo que estaban perdidos. Ni uno solo de los presentes abogaría por ellos. Pero... ¡un momento!

   - ¿Sarek? - Se preguntó en voz alta al ver a un vulcano encapuchado entrar en el círculo de los acusados.

  - Embajador Sarek, respetamos su voluntad de ejercer como abogado defensor de estos humanos. Sea bienvenido a Kronos. - Declaró el juez.

   - Tranquilo, Jim... Deja que sea yo quien hable. Limítate a contestar a las preguntas que te hagan.

    La voz de su suegro resonó con fuerza en su mente. Jim asintió. Tal vez había una esperanza.

 

 

                                                     Desde una nave de clase norway Spock, Scott y McCoy veían las imágenes que el Imperio Klingon transmitía a la Tierra cubriendo el evento. No todos los días se juzgaba a humanos en Kronos.

   - Tu padre lo conseguirá... - Intentó tranquilizar el médico a su amigo.

  - No veo cómo. Sin el apoyo de la Federación Sarek no tiene demasiados argumentos... - Murmuró el vulcano con la mirada baja. Se temía lo peor.

 

                        El General Chang haría las veces de fiscal. Presentó el caso poniendo a Jim como cabecilla de una venganza personal contra Kozak. Le culpó directamente de su muerte y de la del Canciller Gorkon.

    Chang había alcanzado su rango cuando la casa D'Ghor cayó en desgracia y Kozak fue encarcelado. En parte le debía su posición a aquel humano, pero fiel a las ideas de Gorkon y conociendo sus planes de rebelión, pidió la condena a muerte para Jim. Tenía que silenciarlo.

    Se alzó un griterío en las gradas cuando lo hizo. Pavel apretó con más fuerza la mano de su amigo.

    Sarek avanzó un paso. Era su turno de palabra. Defendió a su yerno y a sus amigos lo mejor que pudo. Utilizó como argumento la debilidad humana, ensalzando en contraposición la fuerza del pueblo klingon para regalar el oído de su audiencia. Expuso la locura de aquel ex-capitán de flota que vio como Kozak acababa con la tripulación de Khan, ahora criogezado, a los que el viejo general utilizó como peones en sus planes de guerra contra la Federación de Planetas Unidos. Excusó a Pavel y a Sulu, a quienes culpó solamente de ser fieles a su antiguo capitán. Los klingons verían con buenos ojos esa cualidad. Suplicó clemencia finalmente, rogó que los prisioneros fueran puestos bajo su custodia para ser trasladados a la Tierra donde pagarían con la cárcel por sus delitos.

    Fue abucheado a su término. Jim dio un paso adelante. Iban a empezar las preguntas.

 

 

                                              Uhura sostenía a Amy en su regazo. La niña no quería apartarse de la pantalla. Su a'nirih y su t'hy'la estaban siendo juzgados por aquellos horribles klingons a miles de pársecs de distancia.

   - ¡Amy, vete a tu cuarto por favor!- Christine insistió una vez más.

   - Vamos primita... - Le decía Peter cogiéndole la mano. - Es mejor que no veas esto.

   - ¡No! - Se agarró más fuerte al cuello de Nyota. - ¡Quiero quedarme aquí... quiero verlo!

 

 

                                          Spock permanecía sentado en la silla de mando de la cabina a bordo de la USS Budapest, con cara circunspecta y sin perder detalle del interrogatorio. Lo único que Chang le preguntó a Pavel y a Sulu fue si estaban allí cumpliendo órdenes de su capitán. Sulu respondió que habían ido voluntariamente, que seguirían a su amigo hasta el fin del universo. Un murmullo generalizado recorrió la sala. El honor y la lealtad eran altamente apreciados por su pueblo y Chang asintió centrándose en la persona de Jim.

   - James Tiberius Kirk... - Pronunció su nombre con parsimonia y desprecio. - ¿Reconoce estar usted al mando de esos hombres? - Señaló al piloto y al artillero.

   - Sí, así es. Ambos están bajo mi mando. - Jim deseaba exculparles, sacarles de allí con vida era su prioridad. - Ellos son mi responsabilidad.

   - ¿Y reconoce haber realizado una incursión a Rura Penthe, donde fueron apresados por un ave de presa a las órdenes del difunto Canciller Gorkon?

   - Usted sabrá... - murmuró entre dientes, - ...estaba allí.

   - Dígame, Kirk... - Parecía escupir el apellido con un gargajeo de su garganta. - ¿Cuál era el motivo de su presencia en Rura Penthe?

   Jim miró a Sarek. En su mente escuchó la voz indicándole que no admitiese nada.

   - Podría decirle que estaba allí de vacaciones... - Dijo con su sonrisa torcida. - Pero algo me dice que no me iba a creer.

 

 

                             A bordo de la Bucarest en órbita sobre Kronos, Bones apretó los hombros de Spock al oír aquellas palabras.

   - ¡Idiota, los klingons no tienen sentido del humor! - Exclamó el médico.

 

                      El general Chang sonrió con malicia. Su siguiente pregunta sería definitiva.

   - ¿Niega que el cadáver de Kozak fue hallado a bordo de la USS Volga, vieja nave que usted mismo robó de la Flota? ¿Niega haberse enfrentado en un tiroteo al canciller Gorkon provocando su muerte sobre la superficie helada de Rura Penthe? ¡Aún estamos buscando su cuerpo, Kirk!

   Los gritos en el público de nuevo. Algunos empezaron a reclamar la pena máxima para Jim.

   - ¡Usted está aquí, vivo... - señaló su cara mirando a la audiencia, - mientras dos valiosos miembros de la casa D'Ghor han muerto! Pido a este justo tribunal – alzó la voz y giró sobre sus pies mirando a las gradas, la mano alzada y la cabeza bien alta, - ¡una sentencia a pena de muerte para este hombre!

      El suelo, las paredes, toda la sala retumbó con los gritos y los golpes de los pies de los klingon que coreaban aquellas palabras. ¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte!

   Jim miró a Sarek. Creía que ahora él le sometería a unas preguntas para luego hacer su alegato final. El vulcano negó con la cabeza. No es la costumbre klingon. El fiscal tiene la última palabra y es el único con derecho a interrogar al acusado. Pensó para su yerno.

 

 

                    Spock tomó la mano de McCoy entre la suya. Sabía que iban a proclamar la sentencia y a penas podía controlar sus nervios. El médico la apretó con fuerza. Scott se acercó a su ex-comandante y también le dio su mano. No estaba solo, sus amigos le ayudarían.

 

 

                       Uhura se cogió del brazo de Christine. Peter tenía ahora a su prima Amy de pie entre sus rodillas. La sujetó por los hombros. Temblaba. El muchacho la atrajo hacia su pecho y la rodeó con los brazos.

 

 

                       Sarek cerró los ojos. El juez se había levantado y alzando su báculo señaló a Sulu y a Pavel.

   - Estos hombres son culpables de lealtad, han demostrado su honor al seguir a su capitán en su incursión a nuestro mundo. La sentencia es que sean trasladados a la Tierra bajo la custodia del aquí presente embajador Sarek.

   La sala aprobó la decisión, todas las cabezas asentían. El juez continuó.

   - Este hombre... - apuntó con su bastón a Jim, - ha demostrado ser un vengativo asesino. Kozak murió brutalmente golpeado en la cabeza a bordo de su nave. Su sobrino Gorkon, cuyos restos aún no se han localizado, intentó detenerle y él le dio muerte...

   Todo el público gritó enfervorecido.

   - ...La sentencia sobre él es... ¡Culpable! - Los gritos se elevaron y el juez agitó su báculo para imponer silencio. Aún no había terminado. - Este tribunal ha tenido en consideración las sabias palabras del vulcano, es por eso que no se le impondrá la pena máxima... - Los klingons protestaron, le abuchearon, golpearon de nuevo el suelo con sus botas. - ...Será llevado de nuevo a Rura Penthe donde cumplirá cadena perpetua sin posibilidad alguna de extradición por parte de la Federación... ¡jamás!

 

 

                     Todo había terminado. Spock cerró los ojos y lloró en silencio. McCoy y Scott le frotaban los hombros.

   - Le sacaremos de allí, ya lo verás... - Le animó el doctor.

   - ¡Pues claro...! - Exclamó el ingeniero. - Aún no he bautizado a Cayden, quiero que él sea el padrino.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por los comentarios.

Espero que no estéis mordiéndoos las uñas.


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