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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Los años han pasado y los hermanos Kirk se gradúan en la Academia. Sus padres estarán muy orgullosos de los dos. Especialmente de Amy, que durante el almuerzo de celebración se descubre como la soldado que es.

 

La Graduación

 

 

                                                       Las ceremonias de graduación en la academia le ponían triste. Todas, incluida la suya propia, hacía ya tantos años... Miraba la explanada frente a la entrada principal y ver a los cadetes con sus flamantes uniformes, tan serios y formales como nuevos miembros de la Flota, todos con sus anillos conmemorativos, le llenaba el corazón de melancolía. Ante ellos se abría un futuro lleno de posibilidades pero él, como director del departamento científico, se quedaría atrás, formando parte de su pasado. Poco a poco se convertiría en un vago recuerdo para todos aquellos jóvenes que, quizás algún día, ante una copa de coñac y en compañía de algunos de sus ex-compañeros, mencionarían su nombre preguntando alguna trivialidad como si tal cosa... “Sí, el viejo señor Spock... ¿No os acordáis de él? Era un tipo de lo más extravagante para ser vulcano. ¿No vivía con dos hombres, su esposo y su amante?” “¿No tuvo dos hijos?” “No, espera... Marcus en realidad no era hijo suyo.”

 

        Se esforzó por sonreír. David y Amy le miraban desde la primera fila. Su hija y el hijo de su marido se graduaban al fin. Estaba orgulloso. El chico había conseguido la medalla de honor de las ciencias; al igual que Pavel tuvo las mejores notas de su promoción, claro que el ruso lo hizo con diecisiete años pero por algo era un genio. La condecoración colgaba de la pechera de la chaqueta roja del rubio, haciendo que el sol se reflejase en el metal hasta deslumbrar al vulcano. Amy, sentada a su lado, portaba las insignias de piloto en el cuello de su uniforme: dos águilas de plata que pronto se la llevarían volando de su hogar. La muchacha había conseguido emular a Sulu, siendo reconocida con honores como la mejor navegante de su promoción.

 

        Varias filas más atrás, donde se situaban los amigos y familiares, pudo distinguir con su vista de lince a Leonard dándole un pañuelo a Jim para que se secara las lágrimas. Su emotivo sa-telsu *(esposo) no había podido controlarse y lloraba emocionado durante la ceremonia. Junto a ellos estaban Scott y Nyota, intentando que sus hijos, Cayden y Bean, se comportasen con formalidad durante el evento. Al mayor no le faltaba tanto para ingresar como estudiante, unos tres años. Spock se imaginó lo que sería tener al cachorro de su buen amigo escocés entre sus alumnos. Meneó la cabeza y suspiró. Esperaba no encontrarse demasiado viejo para entonces.

 

         Cuando todo hubo acabado los muchachos y muchachas celebraron su “libertad” lanzando sus gorras al aire como mandaba la tradición. Todos corrieron a abrazar a sus familias. Jim envolvía a sus hijos entre sus alas como una mamá gallina protegiendo a sus polluelos de la lluvia.

   - Mis niños... ¡Ya sois miembros de la Flota! ¡Estoy tan orgulloso de los dos!

   - Jim, no les hagas pasar vergüenza... - Le regañaba Scott en broma.

   - ¿Vergüenza? - David se extrañó. Su padre le había soltado y se sorbía la nariz con una sonrisa nerviosa. - Papá... que me quieras no me avergüenza en absoluto. - Le dijo apretándolo contra su pecho.

   - A mí sí, un poco... la verdad... - Amy aprovechó para echarse a un lado.

   - ¡Valiente tontería! - McCoy la cogió por la cintura y la besó en la mejilla estrujándole la cara con la otra mano. - ¡Mi preciosa niña!

   - ¡Oh, venga... deja ya de achucharme Bones! - Se quejó la joven de su loco doctor. - ¡Todo el mundo nos está mirando!

   - Acostúmbrate a eso, ko-fu *(hija), eres la hija del Almirante James Kirk. La gente se volverá a mirarte por donde quiera que vayas. - Spock les había alcanzado. En sus finos labios asomaba una sonrisa.

   - ¿Nos vamos ya a comer por ahí? Mis cachorros están hambrientos, no paran de rondar a su madre. - El escocés rió señalando a sus hijos que correteaban alrededor de Nyota.

   - Ojalá mi madre estuviese aquí. Ni siquiera me ha llamado. - Se lamentó David.

   - Ya sabes cómo es... - Bones le revolvió el pelo pasándole la mano por la cabeza. - Detesta todo esto: los uniformes... la Flota...

   - Lo último que quería tu madre es que te convirtieses en un soldado igual que yo. - Jim no le soltaba, dándole todo su cariño de padre.

   - Vamos, tenemos mesa reservada en un restaurante de la bahía. - Spock les empujó con delicadeza hacia los aparcamientos. De sus labios no se borraba la fina y sutil sonrisa.

 

 

                                                    Los chicos Scott entraron a la carrera al comedor provocando que el maître casi perdiera el equilibrio, Nyota empezó a regañarles pero enmudeció cuando vio a la pareja que se levantaba de la mesa del fondo junto a los amplios ventanales. St. John les saludó con una gran sonrisa y una ligera inclinación de su cabeza.

   - ¿Mamá? - David no daba crédito a lo que veían sus ojos. La rubia abría los brazos para recibir a su hijo. - ¡Has venido!

   - Es un día importante para ti, cariño. - Le decía con su tono más severo. - ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Ignorarlo?

   - Creí que... - A David se le saltaron las lágrimas con la sorpresa. - ¡Oh, mamá!

   Jim miró a Spock y supo de inmediato que el vulcano lo había organizado todo.

   - Así que éste era tu secreto... llevaba días preguntándome qué ocultabas en tu cabezota. - Le habló sin palabras.

   - Yo lo sabía... pero preferimos no decirte nada, Jim. - Bones le pellizcó la mejilla a su rubio amante por encima de la barba.

  - Ahora amor mío procura que tengamos la comida en paz, sin discusiones absurdas... ¿De acuerdo? - Añadió Spock.

       El Almirante se echó a reír y asintió. Saludó al diplomático con un cálido abrazo antes de tomar asiento frente a él, entre su esposo y su amante. David se sentó junto a su madre, los dos a la derecha de Talbot. Amy a su lado, frente a Nyota y Scott. Los pequeños fueron separados para que no peleasen, cada uno a un lado de sus padres.

     David no dejaba de sonreír, mirando a su madre y a su padre alternativamente. Tenerles a ambos sentados a la misma mesa el día de su graduación le llenaba el corazón de alegría. Su hermana le apretaba la mano por debajo del mantel, contenta de verle tan feliz.

   - ¡Nyota, hay que ver cómo han crecido esos dos...! - Carol miraba a los niños, Cayden estaba casi tan alto como su madre. Hacía meses que no se veían.

   - ¿Cómo te va con tu jubilación, Scott? - Le preguntó St. John al escocés.

   - Prejubilación... - Le corrigió con su típica sonrisa tensa. - Bueno, a lo mejor vuelvo a trabajar. - Nyota puso los ojos en blanco, no era la primera vez que le oía decir aquello. - Me aburro bastante en casa sin nada que hacer.

   - ¿Nada que hacer? - La morena estiró el brazo para acariciar la nuca de su marido. - Como si ocuparte de estos monstruítos no fuera suficiente tarea.

   - Yo no pienso tener hijos. - Soltó Amy sin darle importancia mordisqueando un trozo de pan, dejando atónitos con sus palabras a todo el personal. - ¿Qué? ¡No me miréis así...! Quiero hacer carrera en la Flota.

   - Ambas cosas no están reñidas, cielo. - Le dijo su padre, Spock.

   - Aún eres muy joven. Mírame a mí, yo pensaba lo mismo... - añadió Nyota, - ...y aquí me tienes, de super-mamá.

   - A veces esas cosas no se deciden, querida. - Intervino Carol. - Simplemente ocurren. - Miró a su hijo y le regaló una gran sonrisa.

      A David se le quedó cara de idiota, embobado con la dulzura poco habitual en el rostro de su madre. La convivencia con St. John la había cambiado. De hecho nunca la había visto sonreír tanto, el embajador seguro que tenía algo que ver con aquello.

   - ¿Cómo están las cosas por Nuevo Vulcano? - Preguntó Spock tratando de desviar el incómodo tema de los bebés.

     Sin necesidad de mirarle se había dado cuenta de la tensión que empezaba a acumularse en los hombros de su marido. Lo que dijo Carol, que esas cosas simplemente ocurren, no debió sentarle nada bien. Vio por el rabillo del ojo a Leonard acariciar la pierna de Jim al otro lado.

   - Pues fenomenal, Spock. Gracias a Shin'Ichi hemos desmontado la red del Tal'Shiar por completo. - Respondió Talbot. - Nuestra sirvienta se ha desvelado como una auténtica y hábil espía. El gobierno de Nuevo Vulcano la ha propuesto para jefa de Inteligencia allí.

   - Me alegra oír eso. - Dijo Jim sacándose de encima de la pierna la mano de McCoy. - Hemos avanzado bastante aquí también con ese asunto. - Cruzó las manos apoyando los codos sobre la mesa y echando el cuerpo hacia delante. - Los pocos renegados que quedan están sometidos a una fuerte vigilancia, acorralados y...

  - ¡No! ¡Basta! - Alzó la voz Scott. - ¡Nada de hablar de trabajo, Jim!

   - Tienes razón Scotty... - rió el rubio almirante, - ...hoy no es el día más adecuado para eso. ¡Mis hijos se han graduado! ¡Y con honores! Tendréis la posibilidad de elegir destino... ¿En qué habéis pensado?

   - Pues yo quiero irme al espacio cuanto antes, a'nirih *(papá). He echado solicitudes para todas las naves que están en misión en los cuadrantes Beta y Delta. - Contestó Amy con una de sus sonrisas torcidas.

   - Pronto Pavel y quien tú ya sabes volverán a la Tierra. - McCoy la miraba incrédulo. - ¿No piensas estar aquí para entonces?

   - He oído que la nueva USS Olympia zarpará en unos seis meses. ¡Esa nave es una auténtica pasada...! - David hablaba entusiasmado. - Se dedicará a la investigación científica en el cuadrante Delta. ¿Has visto los diseños, Scott?

   - ¿Bromeas? La mitad son suyos... - Respondió Nyota por su marido.

   - No lo sé, Bones. - Amy bajó la mirada ensombrecida con algo de tristeza. - No sé qué es lo que siento exactamente... quiero verles, sí, pero...

   - Cariño. Espera a que regresen y luego decide si quieres irte al espacio o no. - Jim la miraba con ternura, imaginando que su hija se encontraba ante un auténtico dilema.

   - Papá... - Bean le tiraba de la manga de la chaqueta a Scott. - ¿Qué hacen esos hombres de ahí?

   - La Olympia se dedicará a la investigación científica, mamá... - Repetía David mirándola a los ojos. - ¿Has oído? ¿Qué te parece? No soy solamente un soldadito...

   - Lo sé, David... Estoy muy orgullosa de ti. Has obtenido la medalla de las ciencias, Spock me lo dijo. - La rubia le acarició la mejilla. - Creo que Pavel también la ganó cuando estudiaba, ¿no es cierto?

   - Papá... - Bean insistía en llamar la atención de su padre. - ¡Son unos tíos muy raros!

   - Yo estoy de acuerdo con tu padre, Amy. - Bones miraba a la muchacha con el ceño fruncido, parecía algo enojado. - No puedes irte sin más, tienes un compromiso con esos dos hombres... ¿Acaso tu vínculo no significa nada para ti? ¡Es una promesa sagrada la que hiciste, por el amor de Dios!

   - Terau ek'wak *(juntos por siempre) – Amy repitió las palabras pronunciadas en el koon'ul *(compromiso) – Es que... ¡Oh, Bones! No sé lo que siento...

   - No saber lo que se siente no es lo mismo que no sentir nada. - Le dijo su padre, Spock, con su voz grave y calmada.

   - ¡Papá! - Bean tiró más fuerte de la manga de la chaqueta de su padre haciendo que le mirase con una sonrisa tensa en la cara. - ¡Esos señores van armados!

   - Jim... - Scott vio el grupo de hombres que señalaba su hijo, bajo la fina piel de los ojos pudo observar un cierto tono verdoso que le inquietó. Y Bean tenía razón, llevaban armas. - ¡A cubierto! ¡Todos! ¡Ahora! - Gritó ocultando al niño bajo la mesa.

 

          Un enorme barullo de gritos y platos rotos se montó en el comedor. Nyota escondió a Cayden junto a su hermano, ella misma se arrodilló entre las sillas para proteger a sus hijos.

   - No te separes de Bean, Cayden. ¡Cuida de tu hermano pequeño! - Le pidió alterada.

      Spock trató de hacer lo mismo con Amy pero la chica no se dejó manejar.

   - ¡Métete bajo la mesa! - Le chilló. Su hija negó con la cabeza y cogió un cuchillo que escondió con disimulo en la manga de su chaqueta roja.

 

         Por supuesto se trataba de un grupo de terroristas romulanos que, sabiendo que el Almirante Kirk estaría allí reunido con su familia aquella tarde, se proponían secuestrarle... o tal vez algo peor.

   - ¡Todos al suelo! - Gritó el que parecía el líder. - ¡Obedezcan y nadie saldrá herido!

   - ¡Ya han oído! ¡Al suelo, joder! - El segundo tipo disparó al techo con su arma para asegurarse de que le tomasen en serio.

      Los comensales gritaron asustados y el que no se había ocultado ya, lo hizo ahora obedeciendo las órdenes del hombre con el dedo en el gatillo de su fusil fáser.

   - Usted no, Almirante... - El jefe de los renegados se acercó a la mesa junto a las ventanas. - ¡James T. Kirk...! - Le miraba con auténtico odio. - Llevo meses detrás de usted, ¿lo sabía?

   - ¡Lo siento, no tenía ni idea! - Contestó el rubio mirando de reojo a Spock y a Amy, los únicos en el restaurante que no se habían echado aún al suelo.

   - Le tengo a usted muchas ganas, almirante James T. Kirk... - Pronunciaba su nombre como si lo saboreara en la boca.

   - Pues no va a poder ser... - dijo Jim con su sonrisa torcida, - ...soy un hombre casado, ya ve. - Señaló con un gesto de su cabeza a Spock mientras le hablaba mentalmente. - ¡Cariño, agáchate y tira a Amy al suelo de una maldita vez!

   - No quiere... y yo tampoco, Jim. - Le contestó el vulcano.

   - ¡Cabezotas! ¡Haréis que os maten! - Gritó McCoy con su vínculo telepático.

      El secuestrador fingió una carcajada tras las palabras del almirante, sus “ja” sonaron falsos y más bien llenos de repugnancia hacia Jim. Se acercó a él y fue a agarrarle del brazo. Spock le empujó impidiendo que tocase a su esposo.

   - ¡Se lo dije! - Sonrió Jim de nuevo. - Tengo un marido muy celoso...

   - ¿Qué crees que estás haciendo, vulcano de mierda? - El romulano golpeó a Spock en la cara con la culata de su fusil, dejándolo aturdido sobre la mesa y apuntándole a la cabeza inmediatamente después.

   - ¡Por favor! - Suplicó McCoy poniéndose de rodillas frente al agresor. - ¡Por favor... no dispare, no le haga daño...!

  - ¡Nadie sufrirá ningún daño si obedecen! - Volvió a gritar el secuestrador. - ¿De qué es la T, Almirante? Vamos, camine...

      Empujaba a Jim con su fusil fáser, dejando a Spock incorporándose junto a la mesa. St. John miró a los ojos a su rubio amigo y asintió con un solo movimiento de su cabeza.

   - Carol, querida... a mi señal volcamos la mesa hacia el lado de los Scott, ocultando a los chicos... ¿entendido? - Le susurró. Ella asintió en silencio aferrándose al mantel.

   - ¿A dónde le llevan? ¿Qué es lo que quieren? - El doctor se había levantado siguiendo al romulano. Spock le agarró de un brazo para detenerle.

   - T'hy'la... no... - Le pidió. - Son al menos seis y están armados.

   - Pero se llevan a Jim... - El médico sentía verdadero pánico de que pudiesen robarle a su amante delante de sus narices.

   - ¡James T. Kirk! - Dándole un fuerte empujón el romulano lo dejó en el centro del comedor, apartándolo de sus familiares y amigos y convirtiéndolo en el centro de todas las miradas. - La T es... ¿de t'hy'la o de trolo? *(marica en lunfardo) - Sus secuaces rieron a mandíbula batiente con la homofóbica broma. - No, ya sé... ¡T de tarado! ¡O mejor aún...! T... de tuerto...

 

       Fue en menos de dos segundos. El secuestrador agarró la cara de Jim y con un rápido movimiento le arrancó el ojo derecho haciendo palanca con una cuchara que cogió de una mesa cercana. El grito de dolor del almirante enmudeció la sala por completo. La sangre cayó a chorro manchando la insignia de Inteligencia sobre la chaqueta gris. El globo ocular, de iris divinamente azulado, quedó mirando al infinito a sus pies. Nyota apretó a sus hijos contra su pecho, Carol hizo lo mismo con David, tratando de que no saltara sobre la mesa. St. John se puso en pie delante de ellos dos.

   - ¡Jim...! - Gritó McCoy. Su instinto era acudir a ayudarle, su amor estaba sangrando mucho, apretándose las manos con su pañuelo contra la cara. - ¡Por Dios! - Se revolvió. Spock le retenía de un brazo.

   - ¡Yo sé de qué es la T! - Amy alzó la voz. De un salto se subió a la mesa y miró a su alrededor con fiereza. Todos los romulanos la apuntaban con sus armas.

   - ¿Qué estás haciendo? ¡Baja de ahí, niña...! - Le gritó uno de ellos.

   - No soy ninguna niña. - Amy dio otro salto hasta una mesa varios metros más allá. Su agilidad sorprendió a los secuestradores. - ¡Soy la hija de James Kirk! Puede que a partir de ahora se le conozca como el tuerto...

   - Cariño, no te pases... es un mote horrible. - Jim tapaba su herida y la miraba con su ojo izquierdo y media sonrisa aguantando el dolor.

     Amy volvió a saltar, más distancia esta vez, cogiendo altura y haciendo que la mesa sobre la que se posó se quebrase cayendo al suelo en pedazos, a tan sólo unos centímetros de su a'nirih.

   - La T es de Tiberius. James Tiberius Kirk... ¡Tiberio! Como el emperador romano del siglo uno. - La chica estiró los brazos y sujetó a su padre con fuerza por la cintura desde atrás. - ¿Puedes ver algo? - Le susurró al oído.

   - Y oír...

   - Tírate al suelo, que todos lo hagan... ¡Ahora! - Gritó la chica.

      St. John volcó la mesa por delante de Carol y David, Jim se tendió de bruces sobre las baldosas manchadas con su propia sangre, Spock empujó a Bones y se tiró encima de él. Scott también se aseguró de que su mujer y sus hijos no recibieran ningún disparo. Porque Amy, en un breve instante, atravesó el corazón en el costado del romulano que había osado hacerle daño a su a'nirih; quitándole el fusil y utilizando su cuerpo como escudo, abatió a tiros a los otros cinco romulanos en el salón. Se oyeron gritos, la gente empezó a salir a la calle asustada. Luego llegaron unos hombres de la Flota con sus uniformes azul marino, policías que enseguida controlaron la situación, aunque ya no quedaba ningún secuestrador con vida: Amy los había matado a todos.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Dejo imágenes relacionadas con el capítulo.

http://www.casimages.es/i/140907071920146069.jpg.html


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