Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

[Reviews - 264]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Se acerca el final del embarazo. Todos están cada vez más preocupados. A veces es mejor no pensar. Dejar que las cosas ocurran.

Contiene fragmentos del tema “Dark in my imagination” de Of Verona. Si quereis podeis buscarlo en youtube con Kirk/Spock al final y disfrutar de dos minutos muy calientes. (No apto para menores)  ¬_¬'

No pensar



                                                                           Habían pasado semanas desde que el Enterprise abandonara la órbita de Metafisto. Las heridas de Spock estaban totalmente curadas y sentado en la silla de mando en el puente, se balanceaba con suavidad de izquierda a derecha con la mirada perdida en el monitor principal.

    La Flota les había enviado a una región limítrofe con el Imperio Romulano, más cerca de la zona neutral de lo que a nadie a bordo de la nave le gustaría estar.

    Sulu vigilaba las coordenadas continuamente, variando el rumbo si consideraba que se aproximaban demasiado. Invadir ese espacio supondría la violación del tratado con los romulanos; toda una provocación a la guerra, algo que ninguna de la dos partes deseaba en realidad.


            Las puertas del turbo ascensor se abrieron y Jim entró al puente mirándolo todo con ojos curiosos. Desde que se encontraba de baja médica apenas había ido por allí. Le agradó la familiar visión de sus compañeros trabajando, cada cual en su puesto... Bueno, Chekov ocupaba el lugar de Spock en la consola de observación científica.
- Capitán en el puente. – Anunció Uhura con cierto tono de alegría.
- ¿Jim? - Se giró Spock en su silla al verle. - ¿Necesitas algo? ¿Estás bien? - Añadió con su mente.

    Recibió una dulce sonrisa por respuesta y una ligera caricia en la barba. Luego Jim observó el monitor y se acercó a su piloto para ver por sí mismo dónde se encontraban.
- ¿Qué hacemos tan cerca del espacio romulano? - Preguntó algo tenso.
- Observar una perturbación que se da en este lugar. La Flota nos envió las órdenes ayer tarde. - Contestó el comandante.
- Así que era eso... lo que me ocultabas anoche mientras hacíamos el amor. - Pensó Jim mirándole con los ojos entrecerrados.
- No quería preocuparte, t'hy'la... - Se excusó.

    El capitán cruzó las manos a su espalda, ¿se le había pegado aquel gesto de su marido? Se fijó en la parpadeante luz del brazo de la silla de mando. Alerta amarilla. Spock debía haberla ordenado...
- ¿Por qué has dado la alerta amarilla? ¿Hay algún peligro? - Spock no respondía así que se giró hacia Chekov. - ¿Se observan naves enemigas en la zona?
- El radar no detecta nada, de momento... - Dijo el alférez.
- Entonces... ¿Desde cuándo te saltas las normas, Spock?

    Se escuchó una risa contenida. Uhura ocultó su cara revisando cada botón de su consola de comunicaciones.
- Algo me dice que es mejor estar prevenidos, Jim.
- ¿Una intuición? - Rió su esposo. - ¿Tú?
- Señor nos assercamos a la perturbassión. Deberíamos detener la marcha...
- Ya ha oído al alférez, señor Sulu. Detenga la nave. - Indicó el comandante.

    Spock miraba a Jim con cara de circunstancias. No se sentía cómodo dando órdenes con él presente en el puente de mando pero tampoco se atrevía a decirle que saliera.
- ¿De qué clase de perturbación estamos hablando, Chekov? - Preguntó con curiosidad el capitán, aunque por su tono de voz parecía más bien requerir una explicación.
- La computadora la está analissando... los datos que recaba son... muy extraños, señor.

    Jim se acercó al muchacho para echar un vistazo a las mediciones. Le acarició la nuca mientras se inclinaba sobre la pantalla. Ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo. El gesto no había salido de él, sino del bebé. Cuando se dio cuenta retiró la mano y vio la cara descompuesta del alférez, como si éste hubiera sentido un escalofrío.
- Capitán... no vuelva a tocarme. Se lo ruego. - Le susurró con voz temblorosa.

    Jim se disculpó y se apartó unos pasos de su lado. Probablemente el chico había vuelto a sentir el tel con la niña.
- Hay picos inestables en la temporalidad... el espassio mismo paresse distorsionarse en ese punto. - Dijo Chekov recobrando la compostura.
- ¿Distorsión espacio temporal? Muéstrelo en la pantalla, ampliación máxima señor Sulu. - Indicó Spock.

    Una especie de grieta se abría en la oscuridad del vacío sin estrellas. La tripulación en el puente la contemplaba atónita. No era muy grande, pero sí semejaba un desgarro en el propio tejido del Universo.
- ¡Fascinante! - Dejó escapar Spock.
- Tengo que irme... - Dijo el capitán de repente.
- ¿Estás bien, Jim? - Le preguntó directamente su marido. Lo había intentado con la telepatía pero se topó con una barrera en la mente de su esposo.
- Sí, eso creo... Le diré a Bones que me eche un vistazo. No es nada...

    Besó a Spock antes de dirigirse al ascensor. Acababa de tener una sensación extraña en su vientre. No había sido dolorosa pero sí desconcertante.
- Os dejo trabajar... - Dijo a modo de despedida con media sonrisa en los labios.
- Ya han oído al capitán. Estudiemos esa grieta... - Indicó Spock volviendo a su asiento.




                En la enfermería Christine Chapel hablaba en voz baja con McCoy. Los dos susurraban y cuando se callaban era para mirar a Jim de reojo, tumbado sobre una camilla y con un monitor conectado sobre su cabeza.
- Dejaos de misterios, por favor... - Les pidió.
- Jim... estás ya casi de nueve meses. Creemos que lo que has notado es al bebé encajándose para afrontar el canal del parto. - Le explicó el doctor.
- ¿Parto? - Repitió Jim incrédulo. - ¿Yo? ¡Pero qué...! ¿Me estás diciendo que tendré que pasar por eso?

    Imaginar el parto, el dolor, las contracciones... Aquello le asustó terriblemente. Christine se había acercado y le sostenía la mano con fuerza. La limpia mirada azul de su amiga le tranquilizó.
- Todo irá bien, Jim. El embajador lo aseguró, ¿recuerdas? - Dijo con voz suave la enfermera.
- Probablemente él tuvo que pasar por lo mismo... - Bones levantaba las cejas mientras hablaba. - Si él lo superó, tú también.
- Ni siquiera sabemos si tuvieron a su hija... ¡No sabemos nada! - Dijo levantándose de la cama alterado.
- ¿Dónde vas? - Gritó el médico. - Es mejor que no te muevas de la enfermería hasta que...
- ¡Oh, Leonard! - Protestó Christine. - ¡Aún le quedan un par de semanas! No puedes tenerle aquí encerrado...
- Tengo que hablar con Nuevo Vulcano. ¡Estoy harto de esta incertidumbre! ¡Es absurdo! - Jim salió hacia su camarote decidido a aclarar sus dudas de una vez.
- ¡Si consigues sacarle algo al viejo duende cuéntamelo! - Le gritó Bones desde la puerta.
    Christine se rió por aquellas palabras, mirando con ternura a su jefe.
- ¿Qué? - Preguntó él encogiéndose de hombros. - Tengo que saber cómo enfrentarme a esto. ¡Nunca he atendido el parto de un hombre, maldita sea!

    El doctor estaba verdaderamente preocupado. Christine lo sabía porque no había ni rastro de cinismo en su rostro, ni un solo atisbo de sonrisa. Le abrazó con cariño y le besó en la mejilla.




                        Aquella noche los besos de Spock eran más profundos, más intensos. Sus manos acariciaban cada tramo de su piel buscando el contacto que no llegaba.
- T'hy'la... ¿por qué me cierras tu mente? ¿Qué te pasa? - Preguntó siguiendo el consejo que le había dado Uhura.
- Lo siento, mi amor... Se acerca el momento y estoy muy asustado. No quiero transmitirte...
- Yo también lo estoy, Jim. Tal vez deberíamos llamar a Nuevo Vulcano, preguntarles...
- Lo he hecho. Esta tarde.

     Spock se retiró a su lado de la cama, interrogándole con la mirada.
- Lo de siempre. Ya sabes. “Todo irá bien...” El embajador Spock no ha querido revelarme nada. - Negó con la cabeza, de su tono irónico se deducía su frustración.
- ¿Y Kirk? - Dijo con la esperanza de que el humano hubiese dicho, al menos, alguna de sus metáforas incomprensibles...

    Jim tragó saliva. La mirada azul clavada en los negros y brillantes ojos de su esposo. Parecía estar evaluándole la misma alma.
- Dijo que tienes que prepararte... - Acariciaba con suavidad su perilla al hablar. - Que debes estar listo para luchar por mí y por la niña.

    Spock cerró los ojos. Intuyó que una dura prueba le esperaba. Notó el peso del cuerpo de su sa-telsu sobre su pecho.
- Sé que harás cualquier cosa... lo que sea... por mí y por nuestra hija. - Le dijo antes de besarle.

        Las manos de Jim allí abajo... agarrando su miembro, acariciándolo. Su boca, su lengua... Lamía su cuello descendiendo hacia sus pezones, ahora duros como dos pequeñas piedras color jade... Jim abrió las piernas y se sentó encima lentamente, introduciéndose cada centímetro despacio... gozando del placer intenso que aquello le provocaba.

    Cabalgaba sobre él con los ojos entornados, jadeando, gimiendo... Le tomó por las caderas para meterse aún más adentro, más fuerte... Un grito de placer salió de su garganta cuando lo hizo... “¡Spooooock!”... La cabeza hacia atrás, las manos apoyadas en su pecho, la espalda arqueada... Jim seguía moviéndose encima de él, aumentando el ritmo... Solamente se escuchaban los sonidos de la penetración, el roce de sus cuerpos, sus respiraciones alteradas... Jim se inclinó entonces hacia delante. Spock le sujetaba las nalgas con fuerza, ayudando en el movimiento... Sintió el miembro de su amado frotándose contra su vientre, era delicioso... lo miró: tan hermoso en su plena erección, con el glande húmedo por unas gotitas de color blanco...

    De pronto Spock sintió vértigo... caía... caían los dos, juntos... en una espiral oscura y eterna... No hubo luz aquella vez, la explosión fue negra.

    Jadeaban recuperando el aliento, Jim sobre su pecho.
- Está oscuro... en tu mente... Spock...
- No quiero pensar en eso ahora, Jim...
- Hay algo que no me quieres decir... ¿qué secreto guardas?
- No quiero pensar en eso ahora... no quiero...
- Está oscuro en tu mente... oscuro...

Notas finales:

Espero que os guste. Gracias por leer. Muchísimas gracias por los comentarios... me animan a seguir.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).