“Está bien, ya sabía que era cuestión de tiempo.” – pensó Alex sintiendo que el tiempo se detenía a su alrededor y poniendo todo de su parte para no derramar una lágrima, ahí mismo. – “Pero, ¿por qué tenía que verlo yo?... En fin, será mejor no interrumpir.”
El castañito dejó la sala en completo silencio, un segundo antes de que Elle se recuperara de aquella increíble sorpresa y le pegará un golpe en la mejilla a Beyond, para separar, terminantemente, su rostro del suyo. El mayor no mostró mucha decepción con eso (al menos el gusto de haber llegado a tocar sus labios, nadie se lo quitaría), pero sí se llevó la mano al golpe en señal de dolor, y, entonces, el menor empezó a reclamarle indignado:
- ¡¿Por qué hiciste eso?!
- … ¿Qué no es obvio?: Lo hice porque me gustas, y te quiero para mí.
- ¡¿Y mi opinión no cuenta?! – Las lágrimas de tristeza de Elle se convirtieron en lágrimas de ira - ¡¡No tenías derecho a hacer algo así!!... ¡¡Dios!! – y se levantó para poner más distancia - ¡Nunca había sentido algo tan desagradable!
Entonces, Beyond sí se sintió herido en su orgullo.
- Nunca nadie me había dicho eso – dijo, molesto – Incluso hay personas que matarían por uno de mis besos ¿Y tú me dices algo así?
- ¡No es por el beso! ¡Es por quién eres! – gritó Elle, cansado de tener que explicar, siempre, lo mismo – ¡Fue cómo si me besara en la boca mi propio hermano mayor! ¡Justo ahora, que más necesitaba sentirme parte de una familia!... ¡No vuelvas a hacerlo nunca más, Beyond! ¡No tienes mi permiso!
- ¿Y quién me lo va a impedir? – El mayor se levantó, también - ¿Tú?
Hubo varios segundos de silencio, en los que los dos se sostuvieron la mirada.
Después, Elle sintió un dolor mayor, y derramó más llanto, sin poder detenerse.
Beyond suavizó su rostro entonces, y se apartó, arrepentido de su último arrebato.
- Perdóname – dijo despacio, y suplicante – Hablé sin pensar para desquitarme. Es que, hace rato, te veías tan bello y necesitado, que no me pude contener. Si es tú deseo, nunca más volveré a tocarte sin tu permiso. – Elle sintió que podía confiar en su palabra, pero ello no lo alivió demasiado. - Pero, no puedo prometerte que eliminaré todas las esperanzas de que algún día tú me lo pidas. Eso es algo que no puedo controlar. – continuó Beyond, resignándose a que eso podía alejarlo, para siempre, de él - Lo siento, Elle.
Poco después, el menor se secó el rostro con la manga, y se dispuso a irse.
- Ahora, también puedo perderte como amigo ¿Esto es justo?
- No. Pero, cuando se trata del corazón, creo que nada lo es.
Los dos se dijeron “adiós” sin saber cómo sería su próximo encuentro (¿Habría resentimiento o no?), y abandonaron el lugar, por rumbos separados.
Elle siguió llorando todo el camino a su casa, a la que caminó sólo, porque no podría soportar ni un poco que alguien más intentara lo mismo que Beyond (Nadie se dio cuenta de quién era, ni de lo que hacía, porque, igual que siempre, llevó el rostro bien cubierto con una bufanda y un sombrero), pero se detuvo, varias calles antes, comprendiendo que, si pasaba la noche ahí sólo, con todo aquel tormento, podría ser capaz de cometer cualquier locura, por lo que no siguió, y cambió de camino, al principio dudando, hacia una parada de autobús. Ahí, adquirió un boleto, y minutos después se encontró rumbo a un nuevo destino en las afueras de la gran zona urbana.
Durante el trayecto, Elle meditó todo, pero ya sin más agua en los ojos: Beyond tenía mucha razón, no existía justicia cuando se trataba de asuntos del corazón, porque, de existirla, nadie que no lo mereciera tendría por qué enamorarse y sufrir desvaríos emocionales y bajas de razón por ello, ni tendría por qué sufrir por el rechazo al fijarse en la persona equivocada, imposible o prohibida, ni tendría que lamentar el herir a alguien que le quiere sólo porque no lo quiere. Porque sí, hacía tiempo que él lo había aceptado ya: Elle Lawliet, que tenía prohibidísimo enamorarse, se había flechado horriblemente de Light Yagami, desde el primer día que lo vio entrar al estudio, cargado de ópticos, y le pidieron que lo fotografiara, sobre una gran nube de algodón.
“Ni siquiera me dio la mano, antes de empezar” – recordó, con una ligera sonrisa triste:
- Hola, yo soy Elle Lawliet, aunque todos me dicen “L”. Es un placer. Bienvenido.
- Párate al centro y no tapes la luz, que hay muchos reflejos. Y haz silencio ¿sí?
¿Por qué tenía que haberle gustado tanto? No era el primer chico guapo que veía, ni el mejor. (Aunque, desde el punto de vista de su corazón sí lo era) ¿Por qué se quedó maravillado con cómo montana sus instrumentos? ¿O con cómo iluminaba el espacio? ¿O con cómo se mostraba apasionado por su profesión, su arte? Era todo un misterio. Si tan sólo pudieran ser amigos, ¡él no sería cómo Beyond, y trataría de forzar la situación! ¡No! El con un poco de cariño sincero y un trato amable de vez en cuando sería muy feliz, pero ni eso podía tener, puesto que su apuesto príncipe era homofóbico ¡Estaba ahí sólo por dinero! ¡Y en cuanto pudiera, se iría! ¡Y ni siquiera sabía qué le había hecho para caerle tan mal! (Porque podía sentir que con otros modelos tenía más paciencia) ¿Acaso, se había dado cuenta de sus sentimientos? ¡Qué vergüenza! Quizá por eso lo maltrataba tanto siempre que trataba de acercársele ¡Le daba un tremendo asco lo que él pudiera fantasear con él! ¡Eso tenía que ser!... ¡Maldición, no era el momento para volver a llorar!: El autobús ya estaba deteniéndose y pronto estaría a unos pasos de un lugar en el que podría volver a sonreír y sentir el calor que necesitaba y que su amigo no supo darle… Tenía que conseguir contenerse.
Elle llegó a una construcción inmensa y hermosa y tocó su gran puerta.
Muchos minutos después, una vocecita emocionada le dio la bienvenida.
- ¡Elle, estás aquí! ¡¿Vienes a quedarte con nosotros?!
Por su parte, y mucho antes de que Elle cambiara de destino, Alex llegó a su departamento y a su cuarto, y, ahí, se pasó horas pensado en que haría de ahí en adelante, respecto a lo que creía que tendría que soportar: El ver a Beyond y a Elle juntos. Era muy pronto para prepararse para algo así, pero tenía que intentarlo, aunque aún no sabía a qué tipo de acuerdo ellos habían llegado ¿Uno, de novios? ¿Amigos con derechos? ¿O, simplemente, amantes?... ¿Y cómo harían para mantener dicho acuerdo sin correr riesgo en su trabajo? Porque si la Srta. Nagame llegaba a enterarse, el despido era el castigo menor… Alex se estremeció al recordar eso, luego, se levantó de la cama, y fue hasta su balcón privado dónde pasó varios minutos observando el abismo ¿Cómo sería saltar desde esa altura? ¿Como volar, al menos por unos segundos? ¿Libre al fin de todos sus dolores? Sin duda, le proporcionaría un final rápido. Y de ahí, no más sufrimiento… Suicidarse sonaba bello, de cierta manera.
Alex ya estaba inclinándose demasiado, sobre los barrotes (para imaginarse mejor cómo se sentiría) cuando su puerta se abrió, sin previo aviso, y Beyond entró de golpe.
(El menor le miro sin mucha emoción en su cara, ya había tomado una decisión)
- ¿Dónde te metiste? – preguntó el mayor – Te busqué por todas partes, y me dijeron que te regresaste directo acá, solo ¿Qué te pasó? ¿Te olvidaste de mí?
- … No. Jamás lo haría – Alex tomó aire con fuerza, para disimuladamente no descomponerse frente a él (para algo, había pasado las dos horas anteriores llorando) – Pero, recordé algo muy importante que tenía que hacer aquí y, por ello, te dejé un mensaje en la puerta ¿Qué tal el almuerzo? Espero que, a pesar de mi ausencia, Elle y tú, la hayan pasado muy bien.
Beyond mostró entonces una frustración que Alex no esperaba ver:
- No hubo almuerzo – dijo – Elle y yo… tuvimos una discusión y todo se canceló.
- … ¿Qué? – susurró Alex, asombradísimo - Pero, ustedes nunca hacen eso.
- … Porque yo nunca antes me había atrevido a hacerle, lo que le hice hoy.
(Lección Importante: Jamás seas el confidente de la persona que amas)
- Besé a Elle, Alex – continuó Beyond, decidido a desahogarse con su amigo (y provocando que Alex cerrara los ojos, en una señal de dolor que él no notó) – Y él,… se molestó mucho conmigo.
Entonces, Alex abrió mucho los ojos ante esa nueva información:
- ¿Te rechazó? – preguntó, casi inconscientemente.
- … Sí – respondió el pelinegro con mucho pesar - Y hasta me golpeó. Tiene fuerza, aunque no lo parezca – y entonces suspiró, dejándose caer en la cama del castañito – No sé qué va a pasar ahora, Alex. Estoy muy confundido: Siempre he estado muy confiado de que Elle, algún día, me aceptara, pero, hoy, por primera vez, ya no estoy tan seguro ¿Qué puedo hacer? ¿Está bien qué siga mostrando esa seguridad? ¿O es eso lo que, de verdad, lo aparta de mí? Ya no lo entiendo, y mata estar así.
Hubo un rato de silencio, en el que Alex quiso acercarse a Beyond y consolarlo, pero, casi al instante, se contuvo: Aquello no cambiaba nada, su última decisión tenía que permanecer o siempre volvería a lo mismo, y ya no quería.
- ¿Crees que alguien más le guste? – Beyond reanudó la conversación, despertando a Alex de sus pensamientos acerca de su decisión – Yo tengo mis sospechas (¡Que ruego no sean ciertas!), pero no estoy seguro ¿Te ha dicho algo a ti? ¿O sabes algo nuevo sobre él?
“Algo nuevo” – Alex regresó entonces al momento antes de ver el beso de su amado, a uno de los pasillos más altos del edificio y ahí se quedó.
Y Beyond tuvo que volver a llamarlo para traerlo de vuelta:
- ¿Alex, qué tienes?... ¿Sí sabes algo, verdad?
- No – dijo Alex, decidido – Nada más que tú.
El pelinegro le creyó, y volvió a hundir la mirada en el techo.
La respiración de Alex se agitó: ¡Era la primera vez que le mentía así, tan directamente! ¡¿Cómo pudo hacerlo?!... Tendría que ver cómo acostumbrarse, por el bien de su salud emocional y del plan que, ahora, había trazado.
Beyond pasó la noche en la cama de Alex, esa ocasión, y el castañito no durmió, puesto que se pasó casi hasta el amanecer avanzando un nuevo capítulo de su libro, titulado (hasta ahora, secretamente): “Amando a un Demonio”.
“¿Qué es el amor? - Esta es una pregunta muy simple, pero que llevamos una eternidad intentando responder
El verdadero amor, nunca está en calma… No ama quien no expresa su amor
El amor es un diablo… El único ángel malvado, es el amor
Y ese ángel, eres tú
Pero,… ¿Eres, tú, el amor?”
- Perdóname, mí Dios. Perdóname.
Light besó, entonces, apasionadamente, la foto que tenía en manos*.
(Al parecer, Alex no fue el único que pasó casi toda esa noche en vela.)
Dos días pasaron, y Elle no se presentó a trabajar en la revista ni una sola vez. Light se sintió a morir cómo nunca pensó que podría sentirse ¿Acaso era eso, por su culpa? ¡No! ¡Sí algo le había pasado a su adorado ser celestial, él mismo se llenaría de tajos el cuerpo antes de dispararse en la sien! Por suerte, la mañana del segundo día se enteró de que había pedido asueto hasta la siguiente semana. Claro, el grandioso y bellísimo L Lawliet podía tomarse los días que quisiera sin avisar, de seguro estaba en alguna playa paradisiaca (porque ya se terminaban las épocas de lluvia y se acercaba el verano) disfrutando de la atención de miles de desconocidos y exponiendo toda su sensualidad al viento. En fin, quizás era mejor así. Así, pronto se olvidaría de querer tenerlo cómo su juguete y él podría concentrarse en seguir ahorrando para pagar sus estudios, los cuales habían subido la mensualidad, por lo que, cualquier distracción menos era un gran favor. Aunque, lo que Light realmente necesitaba era una buena oportunidad, de escalar aún más alto dentro de la revista, y eso sólo dependía de la dueña y señora de aquel palacio. Así que, imagínense su sorpresa, cuando, la mañana del tercer día, la gran dama de hierro lo mandó a llamar a su oficina privada.
- ¿Lo dice de verdad, Srta. Nagame? – preguntó Light muy despacio aún sin salir de su asombro, y porque no se creía su buena fortuna.
- Yo no necesito mentir para obtener lo que quiero, Yagami. – dijo ella tan altiva y seria como siempre, y sin mirarlo puesto que tenía los ojos ocupados en numerosos papeles que había sobre su escritorio. – Y espero que usted sepa darme lo que quiero. Se lo diré más claro: Me daría más seguridad confiarle esta tarea a uno de mis creativos más experimentados, pero, lamento entender, que sus ideas ya no son nada frescas, y eso es lo que necesitamos para el número siguiente ¡Frescura! Usted es joven y si carece de frescura no tiene lugar aquí. Así que pongámoslo así: Usted queda encargado de preparar la sesión de fotos que irá en la página central del siguiente número, si lo hace bien puede contar con aumento del 100%, sino… Bueno, no me gusta dar las noticias tristes yo misma – El menor tragó saliva – Retírese, ahora.
- Sí. Gracias, Srta. Nagame. No la decepcionaré.
Light salió del lugar, prácticamente haciendo una reverencia, pero, ya fuera, sintió unos terribles deseos de lavarse la boca ¡Pero, en fin! ¡Ya tenía lo que tanto necesitaba! Aunque conocía que era un gran riesgo haber aceptado ese reto, si lo lograba, no sólo podría estar tranquilo respecto a sus mensualidades, sino que, además, podría pensar en comprarse un auto y dejar de usar el autobús ¡Ni hablar, tenía que ocurrírsele la mejor idea posible! ¡Y luego emplearla con los mejores modelos!... Entonces, recordó a L, y el ánimo se le bajo considerablemente ¡Vaya que, a pesar de que reconocía que su ausencia le hacía bien (llevaba dos días sin acercarse al armario del conserje), lo extrañaba mucho! ¡Ningún otro de los modelos le llegaba ni a los talones en belleza y ternura!
“Aunque, si hay uno que se le acerca algo”
- Hola, Light ¿Te puedo ayudar en algo?
Light levantó la mirada de su mesa de ideas, en el cuarto de creativos, para toparse con el rostro dulce y suave y de Alex “A” Llynch.
“¿Desde cuándo perdió su timidez este niño?”