Doceava consecuencia: Preludios”
Severus iba caminando con su rostro serio por el pasillo, llevaba los libros en su mano. Ahora mismo iba con alquimia, realmente la clase era bastante entretenida aunque muy poca personas la apreciaban. Lo único que le fastidiaba es que las clases se daban cerca de la torre de Ravenclaw; es decir, tenía que caminar demasiado para su gusto. Hizo un Tempus y apuró el paso, ya se le estaba haciendo un poco tarde. Mascullo una maldición antes de ingresar al salón, eso era un maldito fastidio. Buscó algún asiento desocupado y se sentó con pesadez, las caminatas desde las mazmorras hasta Ravenclaw eran enormes, si no fuera porque esa clase le gustaba ya hubiera pedido un traslado para alguna otra clase, menos adivinación, en verdad que no creía en esa clase. La vida simplemente no se podía predecir… Suspiró pesadamente, acomodo sus libros y se dispuso a esperar a que la clase comenzara, por un momento su mirada se topó con la del pelirrojo que era amigo de Evans, los dos se dieron una mirada que no expresaba nada. Ambos voltearon al frente al escuchar como la puerta fue abierta.
La profesora que les impartía la materia era bastante estricta y exigente, por lo que no cualquiera podía estar ahí, por lo que era un alivio para las personas que buscaban una clase tranquila. Apenas la mujer hizo el ademán de hablar un toque seguro en la puerta y está abriéndose la detuvo. Apenas y contuvo el jadeo de sorpresa de ver a James Potter junto a la puerta con una sonrisa en el rostro-. Disculpe profesora Garren, es que como soy nuevo en la clase me perdí un poco antes de llegar al salón correcto-Potter se adentró en el salón con una sonrisa que parecía apenada y revolviéndose el cabello con la mano.
-¿Eres Potter?-preguntó ella con la voz gélida de siempre.
-¡Sí! Aquí está el papel de la trasferencia que dice que aprobé el examen para incorporarme en la clase-Snape alzó una ceja, eso era extraño, James Potter era inteligente, esa no era una mentira; sin embargo, era un vago que no se esforzaba tanto y ahora estaba ahí, en su clase, aprobando un examen que él sabía debió ser absolutamente difícil. Chasqueó la lengua maldiciendo su suerte.
La profesora después de leer el papel y analizar a conciencia el Gryffindor asintió levemente-. Espero cosas de usted señor Potter, no cualquier alumno hubiera podido pasar el examen, por favor tome asiento-el muchacho de lentes asintió. Snape maldijo el ser tan malditamente antisocial y sentarse en la parte donde estaba el único asiento desocupado. Porque sí, el estúpido de James Potter se sentó a su lado con esa sonrisilla que tenía desde que había tocado la puerta.
La clase se reanudó como siempre, la profesora seguía hablando y él se dedicaba a apuntar y a ignorar las miradas que sabía que Potter le estaba dando. Apretó con fuerza la pluma intentando contener las ganas de girarse y soltarle algún comentario acido al Gryffindor. Suspiró levemente pretendiendo que nada ocurría hasta que terminar la lección.
-Para la siguiente lección quiero que hagan una investigación, en parejas, sobre la alquimia en la historia y las diversas culturas, el tamaño queda a su jurisdicción; sin embargo, espero que nadie me dé un trabajo mediocre-la mujer les dio una mirada severa-. Tienen también la libertad de escoger a su compañero…
-¡Snape y yo!-ni bien había terminado de hablar la profesora, James ya se había puesto de pie levantando la mano. Severus le dio una mirada completamente incrédula al Gryffindor.
-Agradecería que no me interrumpiera señor Potter-la profesora le dio una mirada reprobatoria-. Y está bien, entonces quedan anotados-Snape apenas y reacciono cuando ya la mujer había anotado con un Vuela-Pluma sus nombres en una lista. Eso tenía que ser una jodida broma…
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Severus Snape se encontraba encabronado en toda la extensión de la jodida palabra, en ese momento estaba como para lanzarle una Avada a cualquier persona, apretó su varita con fuerza-¡¿Qué pretendes, Potter?! -bien, ya no soportaba que el Gryffindor estuviera caminando detrás de él desde que habían salido de clases, para empeorar la situación no pudo cambiar de compañero… ¡Puto Potter!
James que tenía los brazos detrás de la nuca en un gesto despreocupado, lo volvió a ver con curiosidad, ni siquiera había diversión por estarlo fastidiando-. ¿Yo? No pretendo nada Snape-el Gryffindor se alzó de hombros restándole importancia-. Solo que sé que trabajas bien y eres el único que conocía de ahí-James desvió la mirada sintiéndose algo acalorado por la insistente mirada del Slytherin.
-No estoy de acuerdo con está mierda, pero no me queda de otra, más te vale saber qué haces Potter porque si bajo mi promedio por tu culpa, te juro que sabrás lo que es tener una varita metida en el recto-la voz del pelinegro sonó peligrosa y afilada como siempre. El más bajó se giró y se marchó dejando atrás a Potter que tuvo que hacer un esfuerzo para no sonreír como estúpido. Definitivamente era un masoquista porque que Severus Snape le hablara así había hecho que su corazón latiera condenadamente rápido, saber que solo le había hablado a él… Pero estaba feliz. Estúpidamente enamorado y feliz.
James sonrió de nuevo mientras se dirigía a su próxima clase, perdiéndose un poco en el aroma de menta que todavía podía sentir. Suspiró con una sonrisa leve en el rostro. Había valido la pena no dormir por esos últimos 4 días para estudiar. Se tocó un poco las horrorosas ojeras que tenía en ese momento. Realmente había valido la pena.
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Snape llegó con una mueca en el rostro a sus clases de runas. La materia era buena pero no era de sus preferidas, además estaba el hecho de que…-¡Es una gran idea! Tal vez Sirius si quiera salir conmigo para San Valentín- compartía con Gryffindors y el estúpido de Sirius Black estaba ahí. Maldita su suerte de mierda. El pelinegro se sentó en una mesa del centro, ni tan cerca ni tan lejos, simplemente lo ideal. Cerró los ojos y se masajeo las sienes con pesadez, necesitaba una poción para el dolor de cabeza que estaba empezando a sentir o algo para callar a las tipas que no dejaban de chillar como estúpidas acerca de que San Valentín estaba cerca. Tal vez un Filtro de muertos en vida estuviera bien.
Abrió los ojos al sentir que alguien se había sentado a su lado. Se quedó observando fijamente al inepto de Sirius Black que se había sentado como si nada a su lado, como si no hubieran demasiados campos disponibles, como si no hubiera demasiadas estúpidas que echarían al de la par para que se sentara junto a ellas. Contó hasta cien mentalmente y no dijo nada, simplemente permaneció con una cara de desagrado en el rostro hasta que el profesor ingreso. Ni si quiera este fue capaz de disimular su cara de incredulidad cuando los vio sentados juntos sin maldecirse o hechizarse.
Si no fuera porque se encontraba cansado y desvelado porque había pasado discutiendo con Narcissa, acerca de que no se pondría ningún maldito disfraz de nuevo, en toda la jodida existencia que le quedaba, seguro estaría maldiciendo a Black o por lo menos intentando poner atención a la clase. Snape mandó todo al diablo y se quedó dormido.
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Severus levantó la cabeza al sentir que alguien lo estaba moviendo, tenía los ojos entrecerrados, una expresión adormilada y el cabello algo revuelto. Frunció el ceño al toparse con los ojos grises de Sirius-¿Qué quieres Black?- preguntó de mala forma.
Sirius apenas y pareció entender que le estaba preguntando algo-. La clase ya termino Snape-el Gryffindor tenía una mueca en el rostro, Black suspiro pesadamente y paso una mano por su cabello como intentando calmarse.
Snape observó el salón vació y se puso de pie, una expresión algo agria en su rostro, ni si quiera el profesor pareció importarle. Tomó sus cosas ignorando que Black no se había largado-. ¡Snape!- cuando estaba a punto de abandonar el lugar, Black lo llamo, Severus se giró con una expresión mal humorada en el rostro. Apenas y le dio tiempo de tomar en sus manos el pergamino que Black le había lanzado.
-Son los apuntes de las clases de hoy, quédatelos si quieres-y apenas termino de decir eso Sirius se marchó rápidamente. Severus en verdad que necesitaba en esos momentos una poción contra el dolor de cabeza y Sirius, Sirius necesitaba un premio porque nunca había tanto jodido autocontrol en su puñetera vida. Black apenas y había podido aguantar las ganas de besar al Slytherin, ¡Joder!