Capítulo 9: Preocupación.
Naruto llegó sumamente cansado a su casa. Ese día como nunca, había tenido que seleccionar entre varios temas interesantes. Le había costado, pero había logrado elegir el que parecía más conveniente ser publicado al día siguiente.
Cuando llegó y vio a su madre bordando con una vena sobresaliente supo que algo andaba mal.
— ¿Qué ocurre? —preguntó.
—Tu hijo no está.
— ¿Cómo?
—Eso, que tu hijo aún no ha llegado.
—Pero se supone que debió llegar hace una hora ¿sabes por qué?
—No. Le he estado llamando hace rato y no me contesta. Maldito mocoso del demonio —bufó Kushina.
— ¿Ya llamaste a sus amigos? —preguntó algo inquieto.
—No tengo sus números.
—Maldita sea ¿y acaso se te ocurrió llamar a Tsunade obaa-chan?
—No.
—Mamá sólo me vas a decir un simple "no". ¿Y si le pasó algo y tú ahí sentada bordando como si nada?
Kushina dejó el bordado en la mesa levantándose en el acto y golpeando la madera con los puños.
—Mira, en primer lugar, Hiroshi no es hijo mío, sino tuyo y si tanto te preocupa, ponle más atención y ve a buscarlo. ¡Nadie te mandó a tener un hijo tan joven y para colmo, solo!
Naruto se quedó quieto en su lugar. Hacía mucho tiempo que su madre no le echaba en cara su error. Él sabía perfectamente que había hecho mal en involucrarse con Sasuke, pero no entendía el hecho de que su madre aún no aceptase el que él haya decidido tener a Hiroshi.
—Tienes razón. Eso es lo que voy a hacer —Naruto cogió su bolso y abrió la puerta para salir. En cuanto hubo salido, subió a su auto y partió en dirección al Konoha High School.
Tras andar un par de calles, se detuvo ante un semáforo en rojo y volteó a ver hacia la vereda viendo que Hiroshi se disponía a cruzar la calle, por lo que le tocó el claxon llamando la atención de éste.
Hiroshi se acercó al auto de su oto-chan viendo que Naruto le hacía la señal de que entrara obedeciendo en el acto.
En cuanto el semáforo cambió y Hiroshi ya se hubo subido, Naruto siguió adelante doblando en una calle para ir de regreso a su casa.
— ¿Dónde estabas? —preguntó Naruto con un deje de preocupación y enfado a la vez.
—En la escuela ¿Por qué? —respondió Hiroshi algo extrañado de que su oto-chan lo haya ido a buscar.
— ¡¿Y tanto te costaba avisar?! —Naruto alzó la voz asustando a Hiroshi— Mamá estaba muy preocupada. Te llamó varias veces y tú ni contestabas. Déjame recordarte que tú no te mandas solo y que sí vas a algún lado, se pide permiso antes ¿escuchaste?
—Sí, pero… déjame explicarte.
Naruto se detuvo en otro semáforo. Lo miró y lo instó a hablar.
—Yo le mandé un mensaje a obaa-chan diciéndole que me iba a quedar hasta un poco más tarde para estudiar. Además, yo en ningún momento apagué mi celular. No tengo ninguna llamada perdida tampoco.
—Mi mamá me dijo que no le contestabas —volvió a poner el auto en marcha y en pocos minutos, se detuvieron en el garaje de la casa—. Vamos a aclarar esto de inmediato —ambos se bajaron del auto y entraron a la casa encontrándose con Kushina haciendo lo mismo que la vez anterior: bordando tranquilamente.
—Vaya, lo encontraste —Kushina los volteó a ver al decir eso, dejó su bordado y se levantó de la silla con una cara espeluznante—. Dime ¿dónde estabas mocoso?
—Hiroshi estaba en la escuela —habló Naruto—, y dice que te mandó un mensaje.
—A mí no me ha llegado ningún mensaje —Kushina cogió su celular revisándolo y no viendo nada—. No tengo nada.
—Pero yo lo mandé. Lo tengo registrado. Mira oto-chan —Hiroshi saca su celular y se lo muestra a Naruto.
—Es cierto. Mamá ¿me prestas tú celular un momento? —Kushina se lo entrega y Naruto lo revisa—. Como creí, no tienes señal.
— ¿Qué?
—Cuando el celular está sin señal no puede ni llamar ni recibir mensajes o llamadas. Basta con apagarlo y prenderlo de nuevo. —Naruto lo apagó y lo volvió prender y, al instante, llegó el mensaje de Hiroshi, cabe decir que el celular era un modelo un tanto antiguo que empezaba a tener fallas de vez en cuando—. Lo ves, ahí está. Sólo fue un malentendido —le devuelve el celular.
—Pero este malentendido no se hubiera dado sí tú en vez de mandar un mensaje, hubieras llamado —apuntó a Hiroshi acusadoramente.
—Yo... no lo creí necesario. Además, no tenía mucho tiempo como para hacer una llamada y me arriesgaba a que no me dejaras quedarme.
—Claro que no te hubiera dejado ya que por si lo olvidaste, estás castigado. Dime ¿a qué te quedaste?
—A unas clases. El sensei de matemáticas nos dijo que a los que nos iba mal, podíamos quedarnos a que nos repasara —contestó con miedo.
— ¿Un profesor hizo eso? Es extraño —dijo Naruto.
—Es que él es muy bueno —dijo con una sonrisa—. Nos va a hacer repaso todos los miércoles después de clase.
—Supongo que no hay problema. A ver si así mejoras tus notas —le dijo Naruto.
—Entonces ¿puedo ir a esas clases? —preguntó por si acaso.
—Sí. Y ya que todo se solucionó, iré a darme un baño —dijo Naruto y subió al segundo piso.
—Yo me iré a mi cuarto a repasar —se escapó Hiroshi antes de que su obaa-chan lo regañara nuevamente y Kushina volvió a su bordado ya más tranquila.
Cuando Naruto se metió en la tina de agua caliente, sintió como su cuerpo se relajaba. A veces, sentía que se sobre esforzaba demasiado, ya que él no tenía necesidad de trabajar dado que la tienda de ropa les proporcionaba el dinero suficiente para poder pagar el colegio de Hiroshi y vivir cómodamente. Aun así, a él le gustaba trabajar en lo que había estudiado, algo muy diferente en lo que alguna vez pensó, puesto que su idea original era estudiar pedagogía en matemáticas, ya que a él se le daban muy bien los números. Pero claro, todos esos sueños y metas tenían un motivo y era que cuando, en su último año de escuela básica, se había quedado encantado al conocer a un maravilloso profesor que le había mostrado la importante labor de enseñar una materia tan poco aceptada como lo son las matemáticas. También, recordaba que, por aquel entonces, estaba como idiota, al igual que sus compañeros donceles y compañeras mujeres, babeando por aquel guapo y joven profesor.
Lamentablemente, luego de graduarse, no había vuelto a saber de él. Suponía que todavía seguía enseñando.
Dio una pequeña risita al recordar todo eso y se removió en el agua.
Después de un rato, al ya sentir que había estado lo suficiente en el agua, Naruto se decidió por salir, fue a su cuarto y se cambió de ropa decidiéndose por un cómodo buzo plomo y una camiseta negra algo holgada.
Se sentó en la cama a pensar. Su vida la había derivado sólo al trabajo dejando lo personal a un lado. No había querido volver a involucrarse en una relación seria por miedo a ser herido nuevamente, a pesar de haber salido a varias citas, se dio cuenta que lo único que los hombres querían era un poco de sexo y nada más. El único hombre serio que él había conocido en esos años era Neji Hyuga y con el único con el cual se había replanteado ir seriamente, pero Neji había recibido una magnífica oportunidad en el extranjero a la cual, no se había podido negar y se había ido. De eso, ya habían pasado tres años en los cuales, no había vuelto a saber de él. Y ahora eso ya no le importaba puesto que era cosa del pasado, al igual que Sasuke. Se preguntaba que había sido de ese malnacido; él esperaba que lo estuviera pasando mal, muy mal, por maldito y vaya que daba gracias a dios que Hiroshi ahora de grande no hubiese vuelto a preguntar sobre su padre varón ya que él no tenía una excusa para evitar decir la verdad, es más, si Hiroshi preguntaba, era mejor ser sincero y decir la verdad por muy dolorosa que fuera. El desgraciado de Sasuke merecía ser mostrado tal cual era ante su hijo. Era una forma de prevención, por si al maldito se le ocurría aparecer por si acaso. Naruto dudaba que eso sucediera, aunque cabía la posibilidad. En algún momento Sasuke debió de haber pensado en aquel hijo o puede que no. Lo más probable era que ya hubiera formado su familia con otros hijos. Esa idea le molestó y no porque estuviera celoso, no, sino porque era injusto para Hiroshi, además, de que Sasuke no se merecía ser feliz de ningún modo. Ojalá y lo único que haya hecho en esos años, haya sido sufrir. Sí, aquello era lo que se merecía.
Unos toquecitos en la puerta sacaron a Naruto de sus pensamientos y malos augurios a Sasuke.
—Pase —la puerta se abre y ve como aparece tímidamente la cabeza de Hiroshi— ¿Qué pasa?
—Obaa-chan dice que no quiere cocinar y me mandó a preguntarte si nos invitabas a cenar fuera —sonrió nerviosamente luego de decir eso.
Adiós descanso, pensó Naruto. Sabía que no le quedaba de otra más que aceptar. Ya se había negado una vez y tanto él como Hiroshi habían pagado las consecuencias con la horrible cena que les sirvió Kushina ese día. De sólo recordarlo le daba escalofríos.
—No sé para qué la pregunta si sabe que no me voy a negar —respondió Naruto.
—Entonces le diré que no hay problema —Hiroshi saca la cabeza y cierra la puerta.
Naruto suspira y se dispone a cambiarse de ropa para ponerse algo más decente. Cuando estuvo listo —ya que se puso lo primero que encontró— bajó y se encontró en la entrada con Kushina quien ya estaba lista con el abrigo puesto y cartera en mano al igual que Hiroshi, sólo que éste estaba con una chaqueta larga de cuero negro. Su hijo adoraba ese tipo de ropa.
— ¿Pensaban irse sin mí? —preguntó de manera burlona.
—Sí, pero luego recordamos que eres tú el que paga y desistimos —contestó Kushina riendo.
—Eh, ya veo que sólo me quieren por interés —fingió estar dolido mientras se llevaba una mano al corazón.
—Exacto. Y será mejor que nos vayamos. Muero de hambre —dijo Kushina mientras Hiroshi se tapaba la boca de la risa.
—Ya capté la indirecta mamá —dijo Naruto a la vez que los tres salían de la casa y cerraban la puerta con llave— Y ¿a dónde vamos? —preguntó cuándo ya estuvieron instalados en el auto, él, en el asiento del piloto y Kushina y Hiroshi en la parte trasera.
— ¡A Ichiraku! —dijeron ambos al mismo tiempo.
—No sé ni para qué pregunto —Naruto puso en marcha el auto y se dirigieron al restaurante Ichiraku.
Si había algo que todos compartían, era su gran pasión por el ramen y las visitas a ese restaurant eran una de las pocas veces que la familia se reunía y compartían como tal, muy parecido a la época en la que Minato vivía.
Continuará…