Suspiró y volvió a dejar el libro en el mueble.
Arropó a Cristell y a Harry y volvió a subir hasta el cuarto, estaba agotado, pero la intriga de como seguiría lo que escribió lo estaba torturando, si, lo escribió el, pero hacía ya tanto tiempo que ni se acordaba.
Mulló la almohada, se puso el pijama y abrió la cama, y cuando vió que el sueño empezaba a aparecer, cogió el diario y empezó a leer.
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Me dí cuenta que no tenía la llave y empecé a maldecir por lo bajo, lo dejó encima de la mesita al lado del sillón marrón y salió de la biblioteca.
Fuí a mi habitación, me tumbó en la cama y saqué el móvil.
-Zabinni-susurré bostezando con el teléfono pegado a la oreja.
-Malfoy-se oyó desde el otro lado de la línea-¿Ya has comido?
-No, la están haciendo...-bufé y se arrascó el ojo.
-Déjame adivinar...¿Te han echado ya la bronca?-preguntó Blaise entre risas.
-Premio para al caballero, ¿Qué desea?
-Mmm, chocolate, caballos, coches...
-Ahora vas y dices barcos y putas-me mofé.
-Quita los barcos, me quedo con el resto-dijo el moreno.
-Me tengo que ir a comer-suspiré derrotado-más tarde te cuento.
-Oh si-suplicó-déjame reirme un rato.
-Rato tienes, hasta luego.-dije cortando la comunicación.
Abrí la puerta de mi habitación y casi me choco con Potter.
-¿Qué haces aquí?-pregunté.
-Venía a buscarte-dijo algo tímido.
Woh woh woh, ¿Potter?, ¿Harry Potter tímido?, ¿Qué ha pasado aquí?
Pero eso no me iba a achicar.
-No hace falta, no soy sordo-dije con rudeza y apartándole de la puerta.
El genial gran Harry Potter dió un traspies y me cogió de la muñeca haciendome caer encima suyo.
Nunca me había enterado lo magníficos ue eran sus ojos, no solo era el color esmeralda, tenían trazas muy pequeñas de color aguamarina, su fina mandíbula y sus largas pestañas; Aparte, sus manos que me sujetaban mi cintura eran cálidas y suaves.
Su aliento era fresco y estaba muy cerca de mi, sentí que quitó una mano de mi cintura y lo pasaba por mi cara.
Cerré los ojos ante su tacto y mientras sentía el acercamiento de su rostro.
-¡Draco!, ¡Harry!, bajen de una vez y dejen de discutir-gritó Lily desde el último escalón de las escaleras de esta planta.
Se levantó y me ayudó a levantarme pero cuando ya estuve en pie, le quité la mano y le miré con desprecio.
-Gracias-dije andando hasta las escaleras.
-¿Te pasa algo?-me preguntó la pelirroja tocándome la frente.
-¿Por?-pregunté extrañado.
-Estás muy rojo, ¿No me digas que habeis discutido?-los verdes ojos de Lily se llenaron de tristeza.
-No tranquila-le sonreí-ha estado bien, solo que estuve corriendo-yo y mis mentiras...-¿Qué hay para comer?-pregunté intentando cambiar de tema.
-Pues sopa, filete, puré de patata y jugo de calabeza-dijo pasando un pelo por mis cabellos.
-Guay, tengo un hambre que ya no aguanto con ella-Lily se rió y volvió a mirar al pasillo.
-Harry James dale, que se va a enfriar la comida-dijo cruzándose de brazos.
-Ya voy madre.
Cuando apareció Harry abrí los ojos de par en par, el también estaba rojo como el pelo de Lily, por la oscuridad no lo había notado.
También noté los ojos verdes de su madre puestos en mi, como ''¿El también corrió?'' y por mi mente solo pasó una cosa, que casi me besaba con el moreno, no lo había pensado antes y de seguro me volví a ruborizar.