Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

James Sirius ¿Malfoy? por Lorcan Malfoy

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Disclaimer: lo que reconozcan es de Rowling y lo que no es mío.


James:

James se separó de Lorcan, un poco sonrojado. No había sido buena idea lo de besar a su novio delante de toda la familia de ambos. No porque pudieran quejarse, que también. Sino porque su madre estaba recién ingresada y podría morir o despertar en cualquier momento.

Lorcan, por su lado, estaba también bastante sonrojado, aunque prefirió no decir nada. Esperaba que o James o cualquier otro dijese algo; esperando, claro, que ese algo sea bueno.

— Vaya... — dijo Harry, algo sorprendido —. Me alegro de que hayáis salido del armario, espero que seáis muy felices.

— Eso mismo — prosiguió George —. Aunque lo cierto es que ya iba siendo hora. Pensábamos que vuestro armario era el que conduce a Narnia y que por eso no salíais.

— Vo... ¿Vosotros lo sabíais? — preguntó James, más sorprendido.

— ¿Saberlo? — dijo Luna, con su característica sonrisa algo soñadora —. Creo que todos lo sabíamos.

Todos los presentes, incluida su abuela, asintieron enérgicamente, dejando a James con cara de idiota ante esto. Eso significaba que no tendrían que haber estado escondiéndose de la verdad durante tanto tiempo. Y, al parecer, Lorcan también lo notó, ya que le dio un golpe en el hombro con el ceño ligeramente fruncido.

James iba a replicar pero no pudo, ya que en ese momento entró un medico, con su bata blanca algo arrugada a la sala.

— Doctor — dijo Ron, algo preocupado —. ¿A ocurrido algo?

— No, lo cierto es que sólo venía a decirles que la señorita ya está mejor y está estable, por lo que pueden marcharse a descansar si desean.

— Gracias, señor Dankworth — suspiró algo aliviado Harry y se puso en pie —. James, es mejor que vayas a dormirte a casa. Yo me quedaré a dormir aquí y...

— No — cortó James, mirándolo —. Tú tienes que descansar, mañana trabajas. Yo puedo quedarme aquí y dormir con ella.

Harry iba a replicar, pero suspiró exasperado. Cuando James se emperraba con algo, por estúpido que fuese, acababa consiguiéndolo o entraba en pataleta. Así que entonces, que era algo serio de verdad, iba a ser imposible convencerlo de lo contrario.

— Está bien, nos vamos a descansar todos — miró a los Weasleys, Potter y Scamander —. Mañana será otro día, esperemos que mejor que el de hoy.

Todos, al menos la gran mayoría, asintió. Todos menos Molly, quien miraba preocupada a su nieto.

— No puede quedarse aquí solo — protestó.

— Abuela, por favor... es un hospital, no me va a pasar nada.

— Está bien, pero si necesitas algo, lo que sea, avísanos y vendremos lo más rápido posible.

Y, dicho esto, se dirigió hacia la puerta, donde la esperaba su marido. Poco a poco, todos se fueron yendo. Lorcan, el último en marcharse, dejó un pequeño beso en los labios de su novio antes de ir junto con su familia fuera del hospital.

James se puso en pie, mirando al doctor que aún estaba allí, y se fue hacia la habitación de su madre. Entró, intentando no hacer demasiado ruido, y se sentó en un sillón cercano a la cama. La miró fijamente unos instantes.

Al fin estaba solo, al fin podía pensar con tranquilidad. La primera cosa que golpeó su cabeza fue lo mismo que lo llevaba matando desde hacia apenas diez horas. ¿De verdad Draco era su padre? Y, si lo era, ¿cómo es que su madre había acabado acostándose con él?

¿Acaso Ginny ya no amaba a su padre? No, eso era imposible. O al menos eso quería pensar James.

Todos sus pensamientos se marcharon cuando la puerta se abrió. Por ella pasó el mismo medico que había ido a avisarles antes.

— Buenas, doctor Dankworth. ¿Hay algún problema? — preguntó algo preocupado.

— No, señor... ¿Potter? — James asintió —. Sólo quería asegurarme de que esté bien.

— Bueno, usted dijo antes que estaba bien como para marcharnos — bostezó un poco.

— Pues si que lo está, si — sacó su varita disimuladamente, mirando a James —. Por ahora, aunque el hechizo cruciatus que recibió fue bastante duro para ella.

— Si, lo cierto es que... — frunció el entrecejo y alzó la vista —. Un momento, el doctor Dankworth es muggle y yo no he dicho a nadie nada de un crucio.

James intentó seguir protestando, pero tuvo que tirarse al suelo para esquivar un haz de luz color roja que se lanzó contra él. Cogió su varita como pudo y se arrastró por el suelo, intentando que no le diesen los hechizos que el desconocido le lanzaba.

— Eres un maldito idiota, Potter... tenías que haberte ido con tu papaito y no haberte quedado aquí — lanzó un bombarda que le pasó rozando por la pierna.

— ¿Quién eres? — preguntó mientras se apalancaba en la cama, al lado contrario del que estaba el malvado.

— Eso no es de tu incumbencia — se acercó a la cama, varita en mano, para realizar un hechizo de un momento a otro —. ¿Por qué no llamas a tu papi? Quizás no te quiera, quizás sea un cobarde que te quiera dejar a ti todo el trabajo.

James se puso en pie, cabreado ante esas palabras y apuntó al cuello al desconocido. La varita de éste se quedó puesta sobre su pecho.

— Vas a morir, Potter... — sonrió de manera prepotente —. Avada ke...

— Expelliarmus — el sujeto saló volando un par de metros antes de que pudiese acabar el hechizo. James avanzó a paso lento hacia él, con la varita en alto por si era necesario lanzar otro hechizo.

— Vaya, parece que no eres tan débil como pensábamos — se puso en pie sin apenas dificultad, ya que el hechizo sólo lo había lanzado hacia atrás y elevó las manos en señal de paz —. Sólo quiero darte un mensaje de parte de Bellatrix, en las puertas del infierno, sólo el diablo puede ayudarte — le guiñó un ojo y desapareció, dejando a James asustado, extrañado y con la boca abierta.

Bellatrix:

El doctor se apareció en una antigua mansión abandonada de la mano de Dios, en la entrada de esta. Comenzó a caminar hacia la mansión mientras su cuerpo comenzaba a cambiar, mientras la poción multijugos que se había tomado para poder hacerse pasar por el doctor y quedarse a solas con Ginny y así poder matarla, aunque no había ido precisamente como Bellatrix le había dicho que tenía que hacerlo. Al menos había mandado el mensaje al chico.

Su pelo volvió al rubio color platino, aunque un poco canoso debido a la edad. Su cuerpo y pelo crecieron considerablemente, su color volvió al tono pálido que normalmente lucía y sus ojos se volvieron de un color gris parecido al de la niebla. En su brazo izquierdo, como acabose de la poción, apareció una carabela de la que salía una serpiente.

Sacó su varita, con el final como una cabeza de serpiente con excesiva decoración y pedantería. La sacudió un par de veces y atravesó las puertas de la mansión como si fuesen de aire, volviéndose de nuevo solidas tras pasar por ellas.

Subió por las escaleras, sabía perfectamente hacia donde debía ir, donde debía subir; allí estaría esperándole Bellatrix, esperando noticias. Esperó que las noticias que les traía no fuesen demasiado malas y que no la hiciesen enfadar demasiado.

Llamó a una puerta de roble y pasó cuando un elfo domestico, torturado como todo elfo domestico en casa de un sangre pura que se precie. Miró a Bella un momento.

— Madame Lestrange — hizo una reverencia.

— Déjate de tonterías, Lucius — dijo la susodicha, frunciendo el ceño —. Dime, ¿has matado a esa zorra pelirroja?

— No exactamente...

— ¿No exactamente? ¡¿No exactamente?! — respondió, empezando a ponerse roja de rabia y apretando con fuerza su varita —. ¿A qué te refieres?

— El chico, el hijo de Potter estaba allí. No pude hacer nada, ni a él ni a ella. Pero le dije su mensaje, mi señora.

— No seas pelota, Malfoy — dijo una voz a su espalda. Lucius se giró para observar la mirada de Barty, que estaba oculto tras las sombras —. Eres un traidor y un cobarde, no vayas de gran mortífago o seguidor, porque ambos sabemos que no es cierto. Ese chico, un chico de diecisiete años consiguió vencerte, das pena.

— Barty, te recuerdo que tú también te enfrentaste a él. No es tan fácil.

— ¡Silencio! — gritó con un sonorus Bellatrix, haciendo que sonara por toda la mansión —. No quiero escusas, Lucius. Te dí una oportunidad, tú traicionaste al señor tenebroso y al ministerio. Eres un chaquetero que no merece vivir.

— Pero, señora. Eso no es cierto...

— ¡No me interrumpas! — volvió a chillar, cada vez más enfadada —. Una misión, te pedí una misión para ver como es tu lealtad. Veo que sigues como siempre — elevó la varita hacia su pecho.

— Por favor — se puso de rodillas ante ella.

— No te arrastres, un mortífago no se arrastra, pero tú no eres un mortífago — sus ojos se oscurecieron levemente — ¡Avada Kedavra!

El hechizo impactó en el pecho del rubio, haciendo que cayera de espaldas al suelo, completamente muerto. Bella intentó serenarse y respirar.

— Has hecho lo correcto — Barty salió de las sombras, varita en mano, y elevó a Lucius —. Este bastardo se lo merecía.

— Lo sé — se giró hacia una mesa y apretó los puños, mirando un pequeño colgante que tenía colgado del cuello —. Llevártelo, no quiero verlo.

— ¿Qué hago con él?

— Llévalo a la mansión Malfoy, pero antes cortale el antebrazo izquierdo. No merece ser relacionado con nosotros y mucho menos con el Señor Tenebroso.

Barty asintió y salió de la estancia con el cuerpo de Lucius inerte y flotando en el aire. Cuando cerró la puerta, Bella se puso derecha. Ese bastardo... no podía entender como el Señor Tenebroso no había acabado con él antes, no era más que un traidor de ambos bandos.

Agarró el colgante que llevaba colgado al cuello, cuerda de goma negra y una esfera de plata sencilla donde se puede leer, forjado, in æternum vive. Cerró los ojos, intentando no dejarse llevar por la nostalgia y sacudió la cabeza. No, ella no iba a llorar por mucho que echara de menos a Voldemort, ella no era así. Debía mantener su nombre vivo.

— ¡Barty! — gritó. Barty llegó corriendo a su lado —. Nos vamos a destrozar un parque con muggles, necesito acción.

Barty asintió y se agarró a Bella antes de que ambos desapareciesen para mantener el nombre del Señor Tenebroso vivo.

To be continued


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).