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Buscando... por Cristabelle

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Capítulo 3

El excéntrico vendedor estaba tirando la casa por la ventana, literalmente, ya que buscaba algo con desesperación; cualquier objeto que no fuera el buscado era lanzado lejos de él. Hasta que al fin, debajo de un cisne disecado encontró una libreta, la hojeo con premura para llegar a una página que decía: “Top diez de los lugares en todo Ooo a los que nadie por ninguna razón debe ir”

Y en el puesto ocho estaba: “La cueva de la armadura oxidada”

–¡Lo metí en problemas!– expresó el Ganso Manso golpeándose con el cuaderno repetidas veces.

*** 

Estrellas, quásares, galaxias a la distancia y el oscuro infinito rodeándole, sus ojos no lo podían concebir. Parecía el espacio exterior, pero ¿por qué podía respirar?

Se desplazaba en lo que parecía un pedazo de asteroide y sin importar por donde mirara aquel lugar no tenía fin; no había un camino a seguir y de intentar alguna proeza corría el riesgo de perderse en el vacío igual que en el Espacio Grumoso, por ello no tuvo otra opción más que flotar a la deriva.

Hacía mucho frío, le dolían las piernas y el silencio lo incomodaba, pero era un héroe y resistiría lo suficiente hasta que se le revelara una solución.

De pronto un extraño cubículo amarillo se hizo notar a la distancia con un camino de piezas flotantes parecido al que lo sostenía. Sin pensarlo Finn salto hacia la senda de gravas que se tambaleaban peligrosamente ante cada paso que él daba. Cuando consiguió entrar se encontró con un extraño anfitrión.

Se movía en las paredes de la estancia, su cuerpo color rosa era parte de ellas contrastándose el matiz de su cuerpo al de los muros ambarinos y en su rostro resaltaban unos ojos celestes junto a una sonrisa.

–Finn el humano ¡qué bueno es volverte a ver! ¿trajiste a Jake?

–¿Cómo me conoces?

–¿No recuerdas la habitación del tiempo? ¿Jake no te explico?

El niño se llevó una mano al mentón.

–Creo que tenía algo que ver con el Enchiridion, tres deseos y…–titubeo– El Lich.

–Por lo que veo, nuevamente tu visita a la Dimensión Central no fue planeada.

–Así es…

–¿Al menos recuerdas que en todos los universos, se encuentran dispersos muchos  túneles y agujeros de gusano, además de objetos que abren portales que pueden llevarte a otras dimensiones, al pasado, al futuro o cualquier otra realidad?

“Esa tonta flor” Caviló Finn con enfado.

–Creo que sí ¿y tu nombre es…?

–Es Prismo.

–Siento no recordar tu nombre.

–No te culpo, técnicamente no nos conocimos.

El muchacho miro inquieto alrededor  y se frotó la nuca.

–Viejo, me agrada hablar contigo, pero necesito volver a casa, ¿podría hacerlo con un deseo?

–Disculpa, pero sólo puedes tener un deseo la primera vez que llegas aquí y como no es tu caso…

–Es urgente que vuelva y no sé cómo hacerlo porque la puerta que me trajo se cerró detrás de mí  y no tengo el objeto que la activa.

–No te preocupes, en esta dimensión hay muchas otros portales, con seguridad alguno te llevara de regreso a Ooo; te conseguiré un guía.

Puedo hacerlo solo. Deme un mapa y estaré bien.

–Este lugar no tiene mapas, está en constante movimiento, además alguien tiene que ir contigo para evitar que caigas al vacío y más importante aún, para poder abrirte algunas puertas.

–¿A quién sugieres?

El guardián de la Dimensión Central sacó un celular, presiono algunas teclas y espero.

–Hola Búho, ¿dónde estás?... ¿has visto a Lei?... ¿le puedes decir que venga?... Ya lo sé... Que se apure, nos vemos luego.

–¿Y  bien?

–Ya viene.

Pasaron unos segundos.

–¿Cuánto cree que…?

Alguien entro de pronto.

–Prismo ¿para qué me llamaste?

Finn volteó y vio asomarse a un ser de majestuosas alas, su aspecto inspiraba grandeza, pero con su rostro amable se podía percibir su humildad. Tenía el cabello plateado y la piel pálida como la nieve, los cuales denotaban tal suavidad que nadie sería capaz de resistirse a darles una caricia. Alto y de rasgos que a pesar de ser delicados no dejaban de ser varoniles. Sin duda alguna, la persona más hermosa que había visto jamás.

–¿Un ángel?– vaciló.

–Él es Lei, te orientara.

–Es un gusto conocerte– el ángel le extendió la mano.

Pero el muchacho se negó a devolverle el saludo.

–No quiero que me acompañe.

Prismo y Lei estaban desconcertados.

El héroe tomo aire y explico:

–En una de las tantas veces que me metí en problemas, conocí a una tipa que se presentó ante mí alegando ser mi ángel de la guarda, me salvó y ofreció su ayuda, pero resultó ser un engaño. Cuando me di cuenta ya estaba en una cazuela, nadando con muchas verduras y cocinándome a fuego lento –infló los carrillos y bufó– si no hubiera sido por Jake…

–Esto es distinto, Lei es de total confianza, hace ya varios lustros que nos ayuda a Búho y a mí a cuidar de este lugar. Lo único extraño de él es que de la nada se le ocurrió que debía llamarse “Lei.”

El ángel pasó la mano por sus cabellos plateados y miró a Finn.

–Bien, tendré que obligarte a confiar en mí.

Tomó al niño en brazos y se dispuso a salir de la habitación del tiempo.

Con gran disgusto, el aludido exigía ser liberado, agitando los brazos y piernas, gritando cuanto improperio podía.

–Que les vaya bien– los despidió Prismo.

–Así será– respondió Lei muy tranquilo, ignorando el berrinche que hacía Finn mientras lo cargaba.

Avanzaron un buen tramo sin que Finn dejara de luchar por zafarse de los brazos de Lei.

–Por favor, entiéndelo, estás a salvo.

No lo escucho y siguió resistiéndose, cuando Lei de pronto percibió algo húmedo. Las rodillas de Finn sangraban; las llagas que se había hecho en la cueva empeoraron a causa de tanto esfuerzo.

Se detuvo en lo que parecían los restos de una estación espacial y lo soltó.

–No pienso a perder mi tiempo contigo– le dirigió una furiosa mirada y se alejó.

–Espera –se paró frente al muchacho– lamento haber sido tan brusco y no haber notado que estabas lesionado.

Se arrodillo hasta la altura de la contusión, con ambas manos tomó la pierna izquierda del muchacho, acercándola a su rostro y comenzó a lamer las heridas, Finn perdió el equilibrio y cayó sobre los hombros de Lei, mientras su lengua tibia se deslizaba con suavidad sobre la piel lastimada, causándole cierto ardor. Aparte de eso todas las demás sensaciones que experimentaba Finn eran indescriptibles.

–Oye… esto es extraño, no sig…

Antes de que Finn lo apartara, Lei levanto la mirada y lo paralizo con sus único ojo visible que destellaba cierto fulgor perverso y sensual.

Se incorporó un poco y le dijo al oído:

–Tranquilízate, ya no falta mucho.

Volvió a la posición de antes y siguió con las heridas de la otra pierna, pero esta vez con uno de sus brazos tomo la espalda baja de Finn, acercándolo más a él. Esto hizo que su respiración se acelerara e involuntariamente unos largos suspiros escaparon de su boca. Aquella suavidad lo tenía embelesado.

Cuando hubo acabado Lei sonrió aliviado, todo lo contrario de Finn quien todavía respiraba con dificultad a causa de la vergüenza, lo cual se le olvido al ver que sus heridas sanaban con una rapidez impresionante.

–¡Vaya! tu saliva tiene el mismo poder que las lágrimas del ciclope.

–¿Quién?

–Tienes un poder asombroso– expresó recordando lo avergonzado que estaba.

–Para nada, todos los de mi especie tenían ese don.

–¿Por qué hablas en pasado?

Lei desvió la mirada.

–¿Es posible que tú también… seas el último de tu raza?– esto último lo dijo como un susurro.

–Mejor pregúntame, como funciona mi poder ¿quieres?

Aquello no era algo de lo que su compañero quisiera hablar así que le siguió la corriente.

–¿Y cómo hiciste eso?– señalo sus rodillas.

–Las células de todo mi cuerpo, tienen una gran capacidad de regeneración, además de tener la capacidad de convertirse en cualquier otra clase de tejido que se requiera, como las células de mi saliva que al tocar tus heridas se convirtieron en células cutáneas que las cubrieron.

–Fabuloso– dijo el pequeño con los ojos llenos de ilusión.

El ángel agito sus alas y le advirtió.

–Bien, hay que continuar y como no quieres que te cargue, espero que seas capaz de seguirme el paso, porque soy muy veloz.

–¡Eso lo veremos!– añadió Finn entusiasta.

Así iniciaron una divertida carrera sobre los restos de algunas naves espaciales, olvidando el altercado, pero lo cierto era que Finn aún se sentía apenado. Nunca antes había sido tratado con tanta vehemencia, pero si Lei actuaba como si nada hubiera ocurrido él haría lo mismo.

 

Notas finales:

Espero no les molestara la introducción de este OC en verdad es necesario para que se desarrolle la historia u,u

y me disculpo nuevamente con Condesa Sue, por el malentendido que explico en los comentarios u,u

gracias por leer.


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