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Buscando... por Cristabelle

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¿Cuánto tiempo pasó? Ninguno de los dos podía estar seguro, sólo eran conscientes de que había sido bastante.

Conforme iban avanzando el panorama que los rodeaba se transformaba, si bien al principio su camino estuvo adornado de naves espaciales derruidas, luego le siguieron pedazos de planetas, de los cuales algunos todavía conservaban algo de exótica vegetación extraterrestre. Aquellas maravillas distraían a Finn de la carrera, lo cual era extraño en él pues cuando se enfocaba en algo no se detenía hasta conseguirlo, pero Lei era paciente y comprensivo. Le dejaba explorar cuanto quisiera sugiriéndole pequeñas treguas, entonces Finn se emocionaba y le contaba acerca de sus aventuras, de sus amigos y hasta de su mala suerte en el amor. Lei con su simpatía se ganó la confianza del  pequeño en poco tiempo. Ahí fue cuando Finn notó la profunda soledad que rodeaba a su acompañante, era un ser sensible pero el perpetuo silencio del espacio lo había vuelto frío por lo cual no mostraba del todo sus emociones, pero no obstante escuchaba con atención sus historias y le sonreía con sinceridad.

Pasando aquella extensión, llegaron a un tramo repleto de los vestigios de extrañas edificaciones y templos, donde el desafío que se hicieron se hizo imposible de continuar dado que  Finn no podía desplazarse con facilidad sobre las ruinas.

–Creo que nuestra carrera llegó hasta aquí. 

–No lo hiciste nada mal para ser un niño.

–¿Qué dices? Si ya estaba a punto de ganarte.

–Lo que tú digas– rio sarcástico

–Es verdad, ¡admítelo!

–No lo es– refuto Lei.

–Sí lo es.

–¡Qué no lo es!– su risa se tornó más fuerte.

–¡Sí, sí lo es!

Finn comenzó a enfadarse.

–Tu cara se ve tan estúpida cuando te enojas– añadió el ángel que no paraba de reír.

–Ya no es gracioso– se fue molesto.

–Oye, no me burlaba de ti –bajo la mirada apenado– sólo que hace mucho que no me sentía tan dichoso y me dejé llevar por eso…

–¿Te hago feliz?

–Sí– respondió sin dejar de mirar al suelo.

El muchacho sonrió y corrió hacia él; le animó ver que demostrara su alegría de una forma tan espontánea.

–¿Sabes? Con el rostro sonrojado y las alas esponjadas, el que se ve gracioso ahora, ¡eres tú!

–¿Se esponjaron? –miró alarmado a diestra, siniestra y suspiró– eso es porque me estoy divirtiendo, sólo se esponjan con ese sentimiento- explicó mientras intentaba acomodar las plumas de sus alas sin que esto tuviera éxito y se sentó desganado en lo que alguna vez hubiera sido una plazuela.

–Para ser un ángel eres muy problemático.

–Un ángel ¿eh? –levanto un poco el rostro– ¿me ayudas?

Con mucho cuidado pasó sus manos por sobre las plumas, contribuyendo a que se alinearan, como si de caricias se tratase y estando otra vez tan cerca de aquella piel nívea y de tan sedoso cabello, el deseo de tocarlos volvió a asomarse a su mente pues no se conformaba con haberlos palpado a causa de los varios altercados que pasaron y con esa dulce espontaneidad que lo caracterizaba, apoyo su rostro en el pelo de Lei, quién volteó un poco y frisó su mejilla contra la del niño. Aquel ser poseía una suavidad incomparable, tan exquisita, que el simple roce había exaltado todos sus sentidos y quiso tocar más. Se acomodó en el regazo de Lei y con la yema de sus dedos comenzó a delinear cada parte del rostro del ángel, que pasó sus manos por la espalda de Finn abrazándolo.

–¿Por qué me haces sentir así?– susurró

–No lo sé, pero te aseguro que siento lo mismo– le respondió acercando sus labios a los del niño.

Y el recuerdo de la Princesa Flama arruinó el momento.

–Nos distrajimos suficiente, ¿no crees? Mejor me adelanto– mencionó Finn apartándose.

 El otro quedo consternado; se cambiaron los papeles y esta vez fue Lei él que prefirió fingir que nada había sucedido.

Luego de aquellas palabras, Finn se enfocó en lo que tenía bajo los pies, no quería pensar en lo que acababa de ocurrir y  al encontrarse tan concentrado no se fijó que arriba suyo había un túnel y sólo lo vio cuando su cabeza chocó contra el mismo, pero el dolor no le importo porque al ver el conducto intuyo que era lo que buscaba.

–Al fin encontramos un portal...

–¿Cómo saber si me llevará de regreso a Ooo?– pregunto frotándose un pequeño chichón.

–No hay manera de saberlo.

Reflexionó un momento y dijo con algarabía:

–¡Pero qué tonto soy! Si lo supiera no sería una aventura.

Se dispuso a saltar, pero Lei no se lo permitió.

–En caso de que no fuera el portal correcto debemos asegurarnos de que haya una manera de saberlo.

Saco un fragmento de zafiro de entre sus espesos ropajes.

–El zafiro está conectado conmigo –le entrego la gema– si llegaras a necesitar ayuda, ponlo en tu frente y sabré que así es.

–¿Y si fuera el indicado?

–Considéralo un regalo de despedida.

Hubo un momento de silencio.

"Eres patético; esperaste tanto tiempo para conocerlo y ¿lo dejaras ir tan fácilmente?"

–Te extrañaré– alcanzó a decir el ángel, acallando esa voz interna.

–Yo también– afirmo con suavidad el niño mientras ingresaba al andén.

Si bien daba la impresión de ser un túnel muy oscuro, por dentro estaba iluminado; la luz bajaba y subía su tonalidad en el orden de un círculo cromático y la velocidad dependía de la misma que usara Finn para caminar a través del pasadizo. Aquello lo divirtió un buen rato, pero de pronto tropezó y todo se tornó blanco, mantuvo los ojos cerrados a la expectativa de lo que vería y cuando los abrió descubrió con gran regocijo que estaba en Ooo. ¿Qué otro lugar podía ser si era exactamente igual a como recordara su hogar?

–¡Tengo la mejor suerte del mundo!– celebró a grandes voces mientras corría a la casa del árbol.

Cuando hubo llegado busco ansiosamente a Jake, pero sólo encontró a BMO.

–Hola ya volví ¿y Jake?

Contrario a cualquier cosa que Finn hubiera podido imaginar, la pequeña consola al verlo se puso a gritar.

–Oye ¿Qué te sucede?

La pregunta de Finn tuvo por respuesta más gritos.

–¿A qué viene tanto alboroto?– pregunto una gata blanca moteada de mostaza que en cuanto lo vio también comenzó a gritar y Finn de la impresión terminó haciendo lo mismo. Todos gritaban.

Por último, una jovencita rubia, bajo preocupada por las escaleras a ver lo que sucedía.

Linda y carismática. De curvas sensuales, combinados con una cara de muñeca, una valiente aventurera con portada de niña tierna.

–Por favor cálmense– les pidió dulcemente, pero no la escucharon.

–Sólo así podremos entender lo que está pasando– siguió intentando tranquilizarlos.

Y dado que nadie le hizo caso, repartió algunos coscorrones para callarlos.

–Fionna, eso no era necesario– gruñó Cake.

–¡Cuánta violencia!– dijo BMO fingiendo llorar.

–Lo siento chicos, pero como gritaban sin razón….

–Eso es mentira– arguyo Cake.

–Mira detrás de ti– completó BMO.

Giró la vista y al observar a otro humano como ella una gran emoción la invadió y fue el turno de que Cake y BMO la calmaran a coscorrones.

–¡Chicos ya es suficiente! –intento mantener la compostura y se dirigió a Finn– Había esperado tanto este día– y lo abrazó.

–¿cuál es tu nombre?

–Finn…

–¿De dónde vienes? ¿Hay más humanos?

–¿Cómo supiste de nosotros? ¿Por qué te pareces tanto a Fionna?

Preguntaron Fionna, Cake y BMO respectivamente.

El muchacho apenas pudo responder a su nombre, le costaba asimilar tantas sorpresas.

Aún no estaba en Ooo, el Rey Helado no estaba tan loco. Y más importante aún ¿Fionna y Cake eran reales? ¡¿no fueron solamente un cuento?!

–Esto amerita un banquete– expresó  Fionna muy contenta.

–¡Sí, serás nuestro invitado!– aplaudió BMO

–Ya habrá tiempo para que nos cuentes todo de ti– dijo la gata disponiéndose a cocinar.

–No se molesten.

–Esta bien, de todas formas ya íbamos a almorzar– alego la afable muchacha.

Fueron a la cocina y se repartieron en grupos. Gracias al trabajo en equipo, el almuerzo quedo listo en media hora. Se sentaron a la mesa y disfrutaron de la agradable comida que prepararon.

–Espero que no te molestara ayudarnos; se supone que eres nuestro huésped.

–Claro que no Fionna, es lo menos que puedo hacer.

–Oigan, hay que presentárselo a todos y ¡no hay mejor manera que una fiesta! –- se le ocurrió a BMO

–Eso será muy interesante– dijo cake saboreando un filete de pescado.

–Seguro que Marshall-Lee quera retarte a una pelea –Fionna suspiró– y el Dulce Príncipe insistirá en hacerte muchos estudios, todo en aras de la ciencia- volvió a suspirar.

“Podría ser posible que…” Intuía Finn.

–Hablando de peleas, la espada que llevas es asombrosa, ¿dónde la conseguiste?– inquirió Fionna.

–Era de mi padre.

–¿Puedo verla?– preguntó emocionada.

–Hermanita ¿qué dijimos de jugar con espadas en la mesa?– objeto la felina.

–Sólo esta vez ¿si?

–Bueno, pero sólo porque eres mi hermanita querida.

–¡Gracias!

Cake estiro sus patas cual plastilina hasta el lugar de Finn, tomando la espada de manos de este.

–¡Eres una gata mágica!

–¿Nunca habías visto una?

–Digamos que no.

–Lo tomaré como un cumplido– comentó poniéndose a examinar junto a Fionna el afilado objeto.

Su peso era considerable, de un rojo denso y un extraño brillo opaco. Adornado el guardamano y la guarnición con una cruz celta y el pomo con una incrustación del colmillo de alguna fiera.

–Está hecha de sangre de demonio– dijo Cake reflexiva.

–Moriría por una espada así– aseguraba Fionna.

–No lo tomes a mal pero se parece a una reliquia de mi familia.

El muchacho seguía indagando.

–Estas muy callado, ¿te incomodamos?– expuso BMO.

Aquella aptitud iba totalmente en contra de su manera de ser, pero quería entender tantas cosas, que su lado introspectivo afloro.

–Seguro es por el cansancio, debiste viajar mucho ¿verdad?

– pregunto Cake

–No tienen idea.

–¿Quieres ir a descansar? Puedes usar mi cama– le dijo Fionna con su hermosa sonrisa de siempre.

–Tienen razón– se dirigió a las escaleras y antes de subir a la habitación agradeció la comida.

–¿Cómo sabía dónde estaba el dormitorio?– curioseo BMO

 A la sazón los comensales se miraron sorprendidos.

***

Inspecciono meticulosamente la habitación y comprobó que era igual a la suya. Todo en aquella casa era equivalente.

–Es como estar en un espejo. Me confunde.

Pero aquello no era lo único que lo desosegaba. Desplazando de a poco su cariño por la Princesa Flama, estaba aquel ángel melancólico quitándole la calma porque le hizo perder el control y era otro varón.

¿Es posible resumir la vida en un sinfín de búsquedas? Todos buscan la felicidad y la tranquilidad a su modo, algunos a través del amor, la fama o la riqueza; las posibilidades son inmensas. Incluso podemos comenzar una búsqueda sin acabar otra, o ¿es que se se trata de una sola búsqueda que se va transformando?

Finn al principio buscaba un regalo para recuperar una ilusión, a causa de ello se vio buscando un camino de vuelta a su hogar y ahora se encontraba buscando entender lo que sentía por Lei.

Recostado en la cama observo el zafiro, lo apretó contra su pecho y se durmió.

Notas finales:

Sip!!! capítulo cuatro con Fionna y Cake *///* gracias por leer, bye cuidense y no es que odie a la Princesa Flama, tecnicamente se escribió sólo XD


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