-Min -minho, te-te amo.- lo solté, por fin lo dije, el jamás me lo decía, pero era algo que yo sentía, y estaba seguro de que era totalmente correspondido.
-¿D-de verdad gatito?, ¿Lo dices en serio?.- hablábamos entre besos, era imposible el separarnos, estábamos en mi departamento, así que no había ningún inconveniente - quiero... quiero que seas mío... completamente mío. - soltó de repente, me quedé estático, me aleje de sus brazos que me apresaban de la cintura, dejando de lado el beso, el me miró serio ante mi acción.
-Yo no dejaré de trabajar en esto Minho, te lo dije desde el principio.- lo miré directamente a los ojos para que viera que lo que le decía era serio.
-Lo sé, pero no me refería a eso.- agachó la mirada- Sé muy bien que no puedes dejar de hacerlo, y no te detendré, ya que yo no te doy dinero, además, de que estás en todo tu derecho, aparte, en vez de apoyarte, hago que te exijas más para que pagues mis cosas.- regresó su mirada a mis ojos - olvidalo, será para la otra. - se alejó más de mi, y solo atinee a ver como marchaba hacía la puerta para irse.
Yo no hice nada para impedirlo, como siempre,solo me quedé viendo lo que ocurría, como un espectador más, como si no me afectara o no tuviera que ver conmigo. Con la diferencia de que en esta ocasion, mi corazón se sentía pesado, y la penumbra de la que ya me sentía tan ajeno y distante , volvía a inundar mi alrededor, desmoronandolo de a poco.
Minho esa noche no volvió. y ya estaba asustado.
Pasó exactamente una semana, era de noche, y todo era relativamente tranquilo, cosa normal, ya que pasaba de las doce. Yo no podía dormir (como me había estado pasando en esa semana) solo estaba recostado en la cama, hasta que escuché el timbre de mi apartamento, fui a atender rápido, ya que insistían al oprimir una y otra vez aquel botón.
Cuando alcance la puerta y la abrí, me sentí tan bien al verlo, se podría decir que una "paz" me llenó por completo. Se encontraba ahí parado, mirandome a los ojos.
Se sostuvo con uno de sus hombros sobre el marco de la puerta, yo seguía sin decir nada, sentí como su mirada me comía: viendome de reojo de pies a cabeza, al parecer, sin dejar un lugar sin observar.
Como era verano y por lo mismo hacia calor, solo llevaba un pequeño short rosado y una camisa holgada que dejaba a la vista mis brazos y uno de mis hombros.
Se me hechó en sima, y comenzó a besarme con hambre, no me dejó decir nada ni mucho menos me dio tiempo de reaccionar, solo me limité a corresponder su deseoso beso a como pude.
Que para cuando me dí cuenta ya estábamos en el interior de mi departamento (mi cuarto y sobre la cama para ser exactos). El ya solo llevaba su ropa interior y estaba sobre mi.