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Notas del capitulo:

Ni siquiera yo puedo creer que tenga listo el capítulo ahora, y menos aún por la carga de trabajo que he tenido en estos días.

¡Pero bueno! Aquí estamos y es el momento de leer este pequeño especial para nuestra parejita

¡A leer!

Era un fin de semana como cualquier otro, había terminado sus pendientes un poco antes de lo que tenía planeado así que recorrió algunos lugares dentro de la plaza intentando que el tiempo pasara más rápido hasta que llegara la hora de su encuentro.

 

Durante su recorrido se había encontrado con Araceli quien, bastante entusiasmada por el reencuentro, no dudo en sugerir conversar un poco mientras disfrutaban de una bebida.

 

Su conversación fue amena mientras la chica hablaba con tanta alegría que se sintió contagiado también por ella y quiso compartir su propia felicidad una vez que la oportunidad se presentó, consiguiendo felicitaciones de la mujer por haber conseguido lo que deseaba.

 

La pequeña reunión con su ex-compañera de clases dio por terminada tras la invitación a su boda y la despedida en que reafirmaba lo feliz que la hizo ese reencuentro. Caminó tranquilamente hasta el lugar en que había acordado reunirse y con una pequeña sonrisa se acercó para abrazarlo por la cintura antes de besar su mejilla, causando un ligero salto por parte de su pareja sorprendido por la acción.

 

—¡Gabriel! Pudiste siquiera hablarme antes de llegar así...—giró para quedar frente a frente y dar un pequeño beso en sus labios—¿Nos vamos ya? Tenemos que pasar a hacer las compras antes de ir a casa.

 

—Tu mamá nos está esperando ¿Verdad? Lamento haberme retrasado pero me encontré con Araceli hace nada.

 

—Hace mucho que no sabía nada de ella, aunque tampoco del resto—tomó su mano y caminó a paso lento hacia el lugar donde realizarían sus compras—¿Cómo está? ¿Hablaron de algo interesante?

 

—Me invito a su boda...—hizo una pequeña pausa analizando rápidamente que tan conveniente sería hablar del resto—Y me dijo que durante la preparatoria yo le gustaba—no pudo evitar dejar que una risilla escapara cuando el chico se detuvo mirándolo con sorpresa y soltando su mano inconscientemente—Al parecer está muy entusiasmada con ello y faltan sólo un par de meses para la celebración. Dijo que le alegraba poder verme antes de confirmar la lista de invitados—sus pasos no se habían detenido y sólo miró de reojo a su pareja.

 

—Espera, espera...—por fin reaccionó y volvió a caminar hasta alcanzarlo—¿Qué dijiste?

 

—Va a casarse y nos invitó...

 

—Después de eso... ¿Nos invitó?—no sabía que estaba pasando y las respuestas del más alto sólo lo confundían, no sabía que era más importante en ese momento—Deja de darle tantas vueltas al asunto ¿Cómo que le gustabas? y ¿Cómo que nos invitó a su boda?

 

—Estaba cerca porque vino a realizar unas compras, según lo que me contó. Nos encontramos por casualidad y luego de que empezara a hablar de su boda y lo feliz que está por casarse me dijo que hace muchos años llegué a gustarle y es gracioso que ahora me invitara, ya sabes, es como si se le contaras a tu ex. Y estamos invitados porque le hablé de ti y me dijo que ambos estábamos invitados, que además, seguro Angélica estaría encantada de saber que estamos juntos.

 

—¿Le hablaste de nuestra relación? ¡No puedo creerlo! Te deje sólo unas horas y causaste un alboroto con esto—suspiró profundo mientras lo miraba intentando calmar sus nervios, no es que se sintiera incómodo, simplemente aún no estaba acostumbrado a hablar de su relación abiertamente.

 

—Oye, no dramatices. Ella no tiene ningún problema con que seamos pareja—entendía la reacción del chico y quería tranquilizarlo—Además, te lo he dicho varias veces, luego de tanto tiempo y con todo lo que ha pasado he decidido que ya no importa si todo el mundo está en contra; te quiero y quiero estar a tu lado, apoyarte y verte feliz—volvió a tomar su mano haciendo que lo mirara—David: llevamos poco más de un año saliendo, tu madre lo supo casi de inmediato y ha pasado medio año desde que me aceptó como parte de la familia ¿Crees que en este momento podría preocuparme que a alguien le incomode nuestra relación?—lo miró directamente a los ojos, sabía que aún en pleno siglo XXI había personas que no aceptaban las diferentes formas de amor pero quería dejarle claro al más bajo que eso ya no le importaba.

 

No dijo más, simplemente siguió el camino para realizar las compras mientras sostenía su mano y de vez en cuando hacía un par de comentarios respecto a la hora o lo que aún les faltaba. No estaba molesto ni nada similar, simplemente aún le resultaba un poco difícil asimilar tantos cambios en su pareja y dentro de la relación que llevaban; de alguna manera seguía teniendo muy presente lo ocurrido casi diez años antes y por más que intentara superarlo aún era doloroso.

 

Una vez terminaron, volvieron al hogar de la madre del más bajo, donde ella ya los esperaba. Tras ayudarla a preparar la comida, y luego de unas horas conviviendo y conversando, partieron rumbo al departamento que ahora compartían.

 

El camino fue silencioso hasta que uno de los semáforos los hizo detenerse y, de manera inconsciente, el más alto soltó una pequeña risita antes de tomar la mano de su pareja y acariciarla lentamente sin mirarlo.

 

—¿Qué sucede?—dirigió su vista hacia el chico antes de sentir los labios ajenos presionar suavemente los propios.

 

—He estado pensando en eso todo el día—acarició suavemente el dorso de su mano con el pulgar—¿Recuerdas que en una de nuestras salidas, antes de partir por el intercambio académico, me hablaste sobre la leyenda del hilo rojo del destino?—el menor se limitó a asentir con la intriga invadiendo su rostro—Te dije que no creía en algo así, que la vida no podía estar regida por algún ser sobrenatural o un poder supremo de manera que no tuvieras control sobre tus actos y sus consecuencias, pero no encuentro otra explicación para lo que ha pasado entre nosotros más que esa.

 

—Gabriel...—las palabras se atoraron en su garganta, el chico generalmente no era tan expresivo y, aunque en los últimos meses de su relación había mostrado ese cambio, no terminaba de acostumbrarse, y menos aún a que actuara como todo un romántico hablando del destino o de externar su felicidad sin miedo a las críticas.

 

—Piénsalo: cuando nos conocimos apenas y podíamos entablar una conversación, luego nos volvimos más cercanos e incluso nos llamaron inseparables, pasamos mucho tiempo juntos y ese apreció entre amigos evolucionó en ese amor tan apasionado como fugaz, después se dio el problema con Fernanda y terminamos. Fue difícil pero ambos superamos el duelo y seguimos en contacto, salimos en más de una ocasión sólo nosotros o con más amigos, me fui por el intercambio y pasamos años sin vernos porque teníamos prioridades diferentes y nuestros tiempos no coincidían—suspiró antes de seguir conduciendo aun sin soltar su mano—Y míranos ahora, con todo lo que pasamos seguimos aquí juntos y mucho mejor de lo que podríamos pensar hace tiempo.

 

—Gabriel, de verdad no es necesario que hables de esto ahora. Tú mismo acabas de decir que hemos pasado por muchas cosas y no me arrepiento de ninguna de ellas porque de no haber sido así probablemente no estaríamos aquí—apretó ligeramente su mano mientras su mirada seguía clavada en él—Pero es un poco extraño hablar de ello en este momento.

 

—Sé que ha habido momentos más adecuados para hacerlo, y en realidad no tengo una razón especial para decirlo hasta ahora, pero lo he pensado tanto que necesitaba decirlo.

 

—Entonces deja de hacer cosas extrañas, no tienes más que decir ¿Bien?—quería tranquilizarlo pues pensaba que la razón para mencionar el tema era la incomodidad que sus palabras sobre mencionar su relación con su ex-compañera había generado.

 

—Pero quiero que lo sepas, sé que no soy experto en decir lo mucho que me importas por más que haya decidido dejar de guardarme las cosas—suspiró profundamente soltando sólo un momento su mano—Quizá te parezca algo tonto pero en verdad estaba muy entusiasmado por poder compartir con alguien más nuestra relación y lo que significas para mí.

 

No recibió respuesta, el más bajo se sentía abrumado ante tanta información que acababa de recibir. Sus sentimientos seguían intactos e incluso se atrevía a decir que con el paso de los años habían madurado llegando a ser más profundos que durante la preparatoria y, aun así, había momentos en que simplemente no sabía cómo reaccionar ante la situación.

 

Recordaba a la perfección el día en que Gabriel le habló del intercambio y, luego de lo mucho que ambos habían trabajado para volver a entablar una amistad tan profunda como la que desarrollaron en su segundo año de preparatoria, no podía faltar a la reunión en el aeropuerto para despedirse.

 

Sólo él había asistido a despedirlo, faltaban menos de treinta minutos para que hiciera el registro previó al abordaje y ellos seguían conversando como si nada más importara.

 

—Promete que me enviarás cuando menos una postal o aunque sea un mensaje presumiendo los bellos paisajes de tu escuela para que me sienta mal por estar aquí—sabía que debía darse prisa pues no faltaba mucho para que partiera.

 

—Sí, sí. Aprovecharé la diferencia horaria para llamarte en la madrugada y no dejarte dormir—rio un poco mientras lo miraba, no podía evitar sentirse divertido cada que estaban juntos.

 

—Prométeme que no conseguirás un nuevo mejor amigo, podría perdonarte lo que fuera menos eso.

 

—Voy a estudiar, no a conseguir amigos. Son sólo seis meses y eso no hará que cambie mi vida tan radicalmente—rodó los ojos, no entendía que le sucedía al chico.

 

—¿Conoces la leyenda del hilo rojo del destino?—el más alto negó, sabiendo de sobra que su amigo se encargaría de contársela aunque dijera que no lo necesitaba—Básicamente dice que hay un hilo que nos une con todas las personas que estamos destinados a conocer. No importa el tiempo ni la distancia, el hilo siempre permanecerá ahí sin romperse.

 

No digas tonterías, no puede haber algo o alguien que decida a quiénes debes conocer sin importar lo que hagas. El mundo no está regido por seres todopoderosos.

 

¡Eres horrible! Debías decir que quizá haya un hilo que nos una. Así, aunque regreses después de esos seis meses o aunque te desaparezcas de la faz de la tierra seguiremos siendo amigos...

 

No eran palabras al azar, en verdad quería conservar la amistad del chico por más difícil que pareciera la situación. No importaba si se trataba del hilo rojo, de magia blanca o de una simple coincidencia, quería seguir siendo cercano y no perder lo que con tanto esfuerzo habían rescatado.

 

Luego de los seis meses el intercambio había terminado pero se había vuelto imposible encontrar a Gabriel pues había perdido su número y con ello cualquier forma de contactarlo, pues desde varios meses antes el chico había dejado de utilizar facebook y la única manera que tenía para hablar con él era a través de llamadas, mensajes y whatsapp.

 

Fue en más de una ocasión a buscarlo a su facultad y nunca coincidió con él pese a sus constantes visitas en diferentes horarios y días de la semana. Además, la costumbre de mantener su número de amigos al mínimo seguía intacta y él no había tenido oportunidad de conocer a ninguno de ellos.

 

Había perdido toda esperanza de volver a encontrarlo, y más aún con la organización de la graduación tan cercana, sin mencionar los trámites que debía realizar para obtener el título universitario y posteriormente integrarse a la vida profesional.

 

El tiempo pasó e incluso había dejado olvidado el tema hasta que un día, mientras caminaba frente al parque en que el más alto y él habían pasado tantos momentos agradables, logró reconocer una silueta bastante familiar.

 

¿Gabriel...?—no podía creer que fuera él, menos aún luego de tanto tiempo sin tener noticias suyas.

 

Caminó hacia donde estaba el chico y, una vez que también lo reconoció, se saludaron efusivamente y se dedicaron a conversar sobre lo que había ocurrido durante el par de años que no supieron del otro. Era sorpresivo para ambos el reencuentro pero ninguno podía negar que la felicidad que les había generado era enorme.

 

La conversación no se había detenido pese a que los temas más importantes que tenían por tratar, como la razón para no haberse encontrado en tanto tiempo y lo que había sucedido en sus vidas durante el mismo, habían terminado. Era algo que no entendían pero no podían dejar de hablar aún si eran temas irrelevantes.

 

¡No te burles! De verdad volví muchas veces a buscarte y nunca te encontré, pregunté más de mil veces entre las personas que me encontraba y nadie sabía de ti. Sólo hubo alguien que parecía conocerte y dijo que no te había visto durante meses—lo miraba con fingida molestia, no podía enojarse con él ni por más que lo molestara.

 

—No me estoy burlando, pero me parece gracioso que teniendo tantas formas de poder localizarnos no nos encontramos en ese tiempo.

 

—No es gracioso—suspiró profundamente mientras rodaba los ojos desviando su mirada.

 

Quizá había sido algo inconsciente el que no observara su alrededor pero apenas salió de aquel lapso notó que el paisaje no había cambiado en absoluto. Sonrió con nostalgia, aunque hubiera guardado sus sentimientos y recuerdos volver a ese lugar hizo que salieran a flote recordándole todo lo que había pasado.

 

—Es curioso, luego de que termináramos no volví aquí. La última vez que estuve cerca fue cuando salimos y nadie más llego. No había vuelto hasta hoy y ni siquiera sé porque lo hice—rio un poco mientras lo miraba—No hubiera pensado que también vendrías.

 

—Buenoestamos de acuerdo en que ninguno lo esperaba. Ni siquiera tengo una razón para estar aquí, simplemente vine porque estaba cerca—rio un poco pensando en la gran casualidad que acababa de acontecer.

 

—Al menos ahora podremos volver a estar en contacto, será agradable luego de tanto—sonrió antes de sacar de su bolsillo el celular para intercambiar número con David mientras seguían conversando.

 

Luego de eso sus salidas volvieron a ser más frecuentes; aunque no tanto como lo hubieran deseado pues sus compromisos laborales, familiares y sociales dificultaban en ocasiones que pudieran encontrarse pues incluso la situación de Gabriel implicaba que en ocasiones tuviera que salir un par de días, semanas o hasta meses a otras regiones del país para cumplir con su labor.

 

Sin embargo lograron hacer tiempo en sus agendas para convivir. Ninguno podía negar que aún recordaban claramente lo que sintieron, más aún luego de un par de años separados sin tener más noticias del otro incluso llegando a pensar que un reencuentro sería imposible.

 

Pero el destino volvió a unirlos y fue entonces cuando quien seguía siendo más alto comprendió que si ese chico y sus sentimientos volvían a presentarse una y otra vez por difícil que pareciera la situación debía existir una razón y que, por más arriesgado y precipitado que pareciera, debía hacer que la oportunidad frente a él, quizá la última, no volviera a pasar así sin más.

 

Por eso fue que en aquel día que ambos tenían disponible acordaron reunirse y, para sorpresa del más bajo, la cita era en el parque cerca de la escuela. Llegó puntualmente aún desconcertado por lo repentina que parecía la reunión pero entusiasmado pues estar con él seguía haciéndolo tan feliz como en la preparatoria.

 

Pudo ver como lo llamaba sentado bajo ese gran árbol que había sido testigo de su relación y alrededor un par de libros, uno en particular que conocía a la perfección. No pensó en más y se sentó junto a él observando los libros.

 

—Eres demasiado extraño ¿Me trajiste a leer libros aquí? Sabes que me encanta pero no creí que fuera para eso.

 

—Ten, este es tuyo—le extendió un ejemplar de mil leguas de viaje submarino en pasta gruesa con la portada original. Se notaba que era antiguo pues el empastado se veía desgastado, las hojas más amarillentas y el característico olor de libro guardado—No tienes idea de las maravillas que te puedes encontrar mientras viajas. En cuanto lo vi pensé en ti y quise dártelo apenas volví del intercambio pero sabes lo que sucedió.

 

No podía hablar, estaba maravillado por el presente y ni siquiera encontraba las palabras para expresar lo agradecido y conmovido que se sentía en ese momento. Sólo pudo tomar el objeto con los ojos brillando y los labios separados intentando encontrar las palabras adecuadas.

 

—Este es para tu colección, dijiste que era el que te faltaba y ya que la librería queda cerca creí que era una gran oportunidad. Además, tu cumpleaños está cerca ¿O no?—volvió a entregarle otro libro, con la diferencia de que este aún estaba envuelto en la cubierta plástica para protegerlo.

 

—Gabriel ¿Qué sucede? Esto...—sus palabras seguían siendo torpes, eran demasiadas las emociones que estaba experimentando.

 

—También quiero que tengas este—y ahí estaba nuevamente, ese mismo libro que los hizo más cercanos y que de alguna manera era testigo de lo que fue—Sabes que es mi libro favorito pero nunca te dije que lo mantenía cerca por ti, porque de no ser por él probablemente nunca habríamos empezado a salir.

 

—No puedo aceptarlo, es tu libro favorito y lo tienes desde hace muchos más años de los que llevas conociéndome—si apenas podía creer el resto de sus presentes, aceptar que ese objeto cambiara de propietario era algo que no podía hacer—Es demasiado valioso como para que te lo quite.

 

—Tú eras y sigues siendo mucho más valioso y te perdí, que yo te entregue este libro no significa otra cosa más que mi deseo de que lo que más he apreciado en toda mi vida esté unido y no se separe.

 

De nuevo las palabras se volvieron insuficientes, la incredulidad y confusión incrementaron clavando su mirada en el más alto pidiendo respuestas.

 

David, quiero que me des otra oportunidad—su mirada era sería y decidida, mucho más que en cualquier otra ocasión—No intento convencerte con los libros ni forzarte, son tuyos incluso si decides que no puedes volver a verme más que como amigos.

 

Estaba confundido, nunca logró olvidar del todo sus sentimientos y, aunque en todo ese tiempo salió con un par de chicas, no había conseguido sentirse tan feliz y completo como los meses en que él y Gabriel fueron pareja.

 

—Hemos hablado varias veces de esto, el pasado no cambiará por más que intentemos solucionarlo en el presente—no quería parecer cruel pero no estaba preparado para iniciar una relación y mucho menos tratar de reconstruir una pasada.

 

—Y no quiero cambiar lo que sucedió, ese es un tema terminado. Te pido otra oportunidad porque aun te quiero, no ha sido fácil comprender mis propios sentimientos pero cada que vuelvo a encontrarme contigo no puedo evitar recordar nuestro primer beso, las promesas que hicimos y todos los proyectos juntos que no cumplimos—su tono de voz era diferente a cualquier otro y no lograba descifrar lo que reflejaba pero estaba seguro de que las palabras eran sinceras—Y no, no intento saber que hubiera pasado; lo que quiero es que esos sentimientos a los que les temía en la preparatoria dejen de estar ocultos, que por fin ahora que entiendo lo que sucedió y tengo la madurez suficiente para apoyarte y protegerte de lo que sea que debamos afrontar podamos ser mucho más de lo que pudimos ser antes. David, quiero que me aceptes como tu pareja—tomó su mano presionándola suavemente mientras sus ojos se clavaban en él-No quiero sólo ser con quien compartas momentos felices, besos y caricias; quiero compartir tus miedos, tus frustraciones, tus errores y tus fracasos y ayudarte a superarlos. Quiero ser el hombre del que te sientas orgulloso de presentarle a tu madre, del que pueda tomarte de la mano, buscarte en el trabajo y tener el honor de presentarte como su pareja.

 

Los ojos de David se cristalizaron repentinamente, nunca creyó escuchar palabras tan profundas y sinceras desde el día en que todo se aclaró entre ellos. Estaba conmovido pero esa no era la única razón de su sentir, habían demasiadas cosas entre ellos y a su alrededor como para tomar una decisión.

 

—No puedo elegir ahora, necesito tiempo—una pequeña lágrima rodó por su mejilla evitando la mirada del más alto—Yo... No estoy preparado para esto, no quiero aceptar o rechazar tu petición sin antes pensarlo ¿Puedes entenderlo...?

 

El tiempo seguía corriendo y durante un par de meses, que coincidieron con uno de los viajes de Gabriel, apenas habían intercambiado un par de mensajes y llamadas, aún no había una respuesta y era difícil para ambos fingir que nada ocurría y mucho más pedir prórrogas o marcar un tiempo límite.

 

En todo ese tiempo no había hecho más que analizar los pros y contras de iniciar una nueva relación con el más alto intentando ser lo más objetivo posible y considerando un gran número de variables.

 

La respuesta aún no era clara ni siquiera para él pero si de algo estaba consciente es que sin importar cual fuera la mejor debía tratar el tema urgentemente y por ello visitó a su madre.

 

—No te esperaba hoy, ni siquiera avisaste que vendrías—la mujer sonrió mientras abría la puerta dándole espacio para pasar.

 

—Perdón mamá, tuve tiempo libre y quise sorprenderte...

 

No podía iniciar el tema así como así, por lo que prefirió conversar tranquilamente hasta que el tema se diera por sí mismo. Espero durante largo tiempo hasta que casi era hora de partir. Fue mientras su madre hablaba del nuevo novio de su hermana, y lo maravilloso que era, que decidió tocar el tema.

 

—Mamá ¿Te molestaría que estuviera enamorado de otro hombre?—la mujer lo miró confundida, no entendía lo que decía—Supongamos que encontré a la pareja perfecta: una persona atenta, cariñosa, educada, que me trata bien y que me ama sin restricciones pero resulta ser un hombre ¿Seguirías queriéndome como hasta ahora?

 

—¡David! Que cosas más extrañas se te ocurre preguntar, no digas tonterías—su ceño se frunció ligeramente mientras negaba con la cabeza y las manos—No hables de algo que no van a suceder.

 

—Es una suposición, mamá. Sólo te estoy preguntando si podrías aceptar que esté enamorado de un hombre—no esperaba ese tipo de respuesta pero tampoco podía quedarse sólo con la primera impresión.

 

—Si vas a decir tonterías no quiero escucharte. Eso nunca va a suceder así que no tengo porque imaginarlo siquiera—la incomodidad era evidente y no pudo volver a hablar tranquilamente luego de eso. Simplemente espero hasta antes del anochecer para despedirse y volver a su hogar.

 

El celular sonó mientras intentaba despejar su mente, era un mensaje de Gabriel anunciando su regreso a la ciudad y su invitación para desayunar. Apenas se tomó unos segundos para pensar, por fin había tomado una decisión y se la haría saber.

 

Así comenzó su relación y un mes después de que el chico aceptara decidieron visitar a su madre para darle la noticia.

 

—¿No les dirás a tus padres?—estaba sorprendido pues acordaron anunciar su relación y no ocultarla.

 

—Te lo dije, perdí contacto con ellos desde que salí de casa y cuando hablé con mamá para decirle que te llevaría me reafirmo que papá no lo aceptaría de ninguna manera. Incluso cambiaron el número telefónico y cuando fui a casa papá amenazó con llamar a la policía.

 

—Lo siento, no era mi intención que esto pasara—el arrepentimiento era evidente en su voz y no podía ocultarlo.

 

—No es tu culpa, nunca fuimos muy cercanos así que realmente no tengo problema con eso—sonrió intentando tranquilizarlo mientras presionaba suavemente su mano, él mismo sabía que la situación sería así y no le sorprendía, por lo cual no era una sorpresa ni le causaba pesar.

 

Por fin llegaron a la casa de la madre del más bajo y, tras ser recibidos con gran entusiasmo, se dirigieron a la sala conversando.

 

—No tienes idea cuanto me alegra que vinieras. Desde hace cuatro o cinco años que te quedaste en casa no te había visto. Con el intercambio y que David perdió tu número ninguno supo más de ti hasta ahora.

 

—Ha sido bastante tiempo, le agradezco por recibirme hoy.

 

Ni lo menciones, siempre serás bienvenido...

 

Así empezó la reunión y todo marchaba de maravilla hasta que llegó el momento de hablar del tema principal para estar ahí.

 

—Mamá ¿Recuerdas lo que dije la vez anterior?—su mirada y su voz eran serias, quería que la mujer lo entendiera.

 

—David, por favor. No hablemos de eso, te lo dije antes y no es un tema que debamos discutir con Gabriel aquí—seguía mostrando incomodidad y desvió su mirada esperando que el chico dejara el tema.

 

—Precisamente porque estoy aquí hay que tratarlo—el más alto tomó la palabra mientras entrelazaba sus dedos con los de su pareja sin dejar de verla—David iba totalmente en serio con lo que decía y yo también. Estamos saliendo—apretó el agarre sin titubear esperando señales mientras ideaba las respuestas a todas las situaciones posibles.

 

—Es una broma ¿No? Es de muy mal gusto, dejen eso por favor—su ceño se frunció considerablemente manteniendo aún su mirada en otra parte de la habitación.

 

—No es una broma, Gabriel y yo estamos saliendo y queríamos que lo supieras—seguían tomados de las manos con la mirada clavada en la mayor.

 

—Es horrible que jueguen con un tema como este, no voy a formar parte en esto, así de simple—se levantó del sofá en que había permanecido caminando hacia las escaleras—No es como te educamos David, y lamento que Gabriel se preste para esto siendo un chico tan educado—con una mirada de reproche terminó de subir las escaleras dejando a la pareja sola.

 

—¿Eso significa que no va a aceptar que su hijo es gay?—de alguna manera se sentía decepcionado por la reacción que la mujer tuvo y sólo quería aligerar la tensión que se formó en el ambiente.

 

—No puede asimilar que estás enamorado de un hombre, sólo eso—apretó su mano antes de besar suavemente sus nudillos—Necesitará tiempo, no puedes esperar que con ideas tan claras sobre como deben ser las cosas afronte esta nueva situación. ¿Nos vamos?—acarició suavemente su mano intentando mostrarle su apoyo, podía ver lo devastado que estaba por el acontecimiento y quería que supiera que estaba ahí para apoyarlo.

 

Las visitas a su madre se habían reducido pues le era incómodo intentar tocar el tema y que ella se negara a escuchar, sin mencionar que Gabriel volvería a partir y quería aprovechar al máximo el tiempo a su lado.

 

—Es horrible, siempre actúa como si nada hubiera ocurrido pero si intento hablar de nuestra relación cambia de tema o va a su cuarto y no vuelve a salir.

 

—Dale tiempo, necesita entender que no hay culpables porque esto no es un error. No te rechaza así que simplemente sigue pensando que todo esto es broma—acariciaba su cabello lentamente mientras su brazo libre rodeaba su torso.

 

—Pero ya le dejé en claro que no es broma, simplemente no quiere aceptarlo.

 

—Déjala asimilar lo que sucede, en cuanto comprenda que no es broma y que nuestra relación es seria podrá tomar una postura al respecto...

 

Un par de meses pasaron y había vuelto a casa de la mujer luego de despedir a su pareja. Intentaba ocultar lo mejor posible su cansancio y la tristeza que la separación causaba.

 

Pero para ella no pasó desapercibida e insistió hasta obtener una respuesta.

 

—Gabriel tuvo que salir por trabajo, vuelve dentro de un mes—no quería ahondar en detalles así que prefirió dar la información suficiente para evitar más preguntas.

 

—David—tomó asiento frente a él y juntó sus manos con las del chico dando un ligero apretón mientras lo miraba—¿De verdad quieres a Gabriel?

 

—Mamá, no quiero empezar con esto—sus miradas se cruzaron y por fin pudo entender que esta vez no intentaba convencerlo de que estaba confundido o de que estaba tomando decisiones equivocadas—Lo quiero como no te imaginas, como no he querido a nadie más.

 

—Hijo, como madre sólo quiero verte feliz y por eso insisto tanto. No quiero que te presiones y tomes decisiones equivocadas sólo porque tus relaciones han fallado.

 

—Mamá, he tomado suficientes malas decisiones respecto a Gabriel y esta no es una de ellas. Creo... Que es necesario que hablemos de esto...—suspiró profundo, nadie más que él y su pareja sabían de lo acontecido en la preparatoria y, aunque hubiese preferido que siguiera siendo de esa manera, creía necesario explicarle a su madre el contexto con la finalidad de que comprendiera lo importante que el chico era para él.

 

Para su suerte el viaje duró un poco menos de lo previsto y justo dos días antes llamó al moreno para informárselo. Pudo notar que estaba entusiasmado, mucho más de lo que se había mostrado en ese tiempo y la razón era que su madre por fin había aceptado su relación.

 

Ese mismo fin de semana los invitó a comer, el ambiente era totalmente diferente al del día en que le dieron la noticia.

 

—Sé que lo más común es que recibas este tipo de comentarios cuando se trata de una chica pero para mí no hay diferencia entre mis hijos y no importa si se trata de una mujer o un hombre, no voy a permitir que hagan sufrir a ninguno ¿Queda claro?

 

—Por supuesto, le prometo que no haré nada que pueda lastimarlo—sonrió un poco antes de tomar la mano de su pareja para dar un pequeño beso sobre sus dedos.

 

—Eso sí, nada de ser empalagosos mientras estén aquí, así ha sido siempre y ahora que formas parte de la familia tienes que apegarte a las reglas. Nada de llegar tarde, de no asistir a las reuniones ni de querer llegar a mitad de la comida, en esta casa se sirve una sola vez esté quien esté...

 

Finalmente había obtenido mucho más de lo que ambos esperaban al comienzo pues ahora era visto como parte de la familia, rebasando ese pequeño freno que tuvieron en un inicio.

 

Había pasado más tiempo del que pudo darse cuenta mientras seguía sumido en sus pensamientos y por fin se encontraban frente a su hogar. Gabriel giró sobre el asiento para quedar frente a él, acercó sus manos hasta alcanzar su rostro atrayéndolo hacia sí para juntar ambas frentes.

 

—David, entiendes lo que siento por ti ¿Verdad? Y que no hay manera de que eso cambie—su mirada era seria y no se apartaba de la contraria mientras acariciaba suavemente su rostro.

 

—No es que no lo entienda, es sólo que a veces hablas demasiado y es confuso para mí...—lo miró por primera vez luego de tanto tiempo, había estado tan absorto en sus pensamientos que apenas podía creer la cantidad de años que ocurrieron entre los acontecimientos de sus recuerdos y el presente—Tengo claros tus sentimientos y los míos así que no es necesario que se diga más, suficiente tiempo pasamos antes buscando razones y justificaciones a nuestro sentir para volver a ello ¿No crees?

 

—Te amo David—fueron las palabras que recibió tras el fugaz contacto entre los labios de su pareja y los suyos—Es en lo que se resume todo lo que dije antes, sólo quiero que sepas que lo hago y que lo seguiré haciendo hasta que no pueda más ¿Bien?—besó su frente con ternura antes de abrir la puerta del auto para poder salir y esperarlo del otro lado.

 

No supo que responder y dada la velocidad con que todo sucedió simplemente se limitó a salir tras su pareja y lanzarse a sus brazos para fundirse en el contacto que la unión provocó. Estaba feliz, demasiado como para poder controlar el impulso de aferrarse a él y no separarse.

 

—Y sabes que también te amo ¿Verdad? Y por más confuso que puedas llegar a ser, lo seguiré haciendo—se mantuvo aferrado a su cuerpo mientras caminaban hacia el interior del departamento entre risas y uno que otro beso.

 

Ambos estaban conscientes de que luego de todo lo que había ocurrido entre ellos no podían esperar que todo fuera felicidad. Tenían problemas, desacuerdos y discusiones que en ocasiones no podían detener y terminaba siendo demasiado tarde para hacer como si nada pasara pero justo eran esos momentos lo que formaban la fortaleza en su relación.

 

Ya no dejaban su situación en manos del destino o de alguien más, habían aprendido a lo largo de los años que esperar a que las cosas se arreglaran a su favor no iba a llevarlos a nada así que decidieron tomar las riendas de su destino y hacer que lo que deseaban pasara.

 

No era sencillo, la situación era muy distinta de cuando estaban en preparatoria: sus horarios no siempre coincidían, sus actividades eran tan variadas que dificultaban tener un poco de tiempo libre sólo para ellos y en otras, el cansancio podía más. Sin embargo, no se dejaban vencer por los obstáculos, ahora se esforzaban juntos porque nada de eso volviera a interponerse entre sus sentimientos.

 

—Esta vez no estoy dispuesto a perderte sin dar batalla, no pienso dejar que las cosas nos superen y tengamos que separarnos aunque ninguno esté de acuerdo con ello—el sueño por fin había vencido al más bajo y ahora su pareja lo observaba con una pequeña sonrisa—No quiero aferrarme a ti ni que pienses que me necesitas, tampoco quiero atarte a mí para siempre y limitarte a tener lo mismo todo el tiempo, sólo quiero que aprovechemos esta segunda oportunidad. Quiero que ambos seamos felices, que todo lo inmaduro e indeciso que fui antes me sirviera de lección para valorar lo que perdí, quiero verte sonreír incluso más que como lo hiciste la primera vez—acariciaba lentamente su cabello intentando no despertarlo.

 

Eran muchas las cosas que no había dicho aún, y algunas prefería guardarlas para sí simplemente porque las consideraba decisiones demasiado personales para externarlas, pero no iba a cambiar de parecer. Estaba decidido y no volvería a dudar por más que las circunstancias no estuvieran a su favor.

 

—Te amo como probablemente no llegue a amar a nadie y creo que lo sabes—ni dormido dejaba de pensar en el chico por más exhausto que estuviera—Sé que no todo ha sido perfecto, tuvimos errores y aún los seguimos teniendo, no todo ha sido tan fácil y hermoso como lo hubiéramos esperado, pero no cambiaría por nada del mundo lo que hemos logrado. Quiero tenerte a mi lado tanto como sea posible, disfrutar cada momento por pequeño que parezca y no volver a arrepentirme por no hacer las cosas que queremos.

 

Ambos estaban decididos, no volverían a dudar más de sus sentimientos o de los de su pareja, la vida les había puesto varias pruebas y lograron superarlas pese a todo. Sin importar cuanto durara esta nueva etapa iban a disfrutarla al máximo, no volverían a dejar pasar las cosas tan fácilmente.

Notas finales:

Fue un largo camino con nuestros chicos, que han crecido ahora y las cosas son muy diferentes de como empezaron. ¡Así es! Ahora están juntos y, pese a lo difícil que fue en un principio, ahora todo está mejor que como pudo estarlo.

Esta vez es el final definitivo, no más. Con todo solucionado entre ellos no nos queda más que desear su felicidad  y confiar en que, luego de tantas lecciones recibidas a lo largo de estos años, todo será diferente y sus errores del pasado no van a repetirse.

Y nada, fue un placer compartir con ustedes la historia y este especial. Una vez más acepto reclamos(?) y espero haya sido de su agrado y todos estemos satisfechos con el resultado ¡Hasta la próxima!


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