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BET U WISH U HAD ME BACK por Keny-chan

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Notas del capitulo:

¡Laliho~! 

¡Estoy contentísima por el cálido recibimiento que le han dado a éste experimento! Muchas gracias a quienes se han leído el primer capítulo y cómo no, a quienes me dejaron su opinión. Estoy que salto como conejo, en verdad gracias, sus comentarios me ayudan a inspirarme. 

Llego ya con el segundo capítulo. 

Let's go! 

Capítulo dos

~El mundo sigue aún si la vida acaba~

 

¡Tarde! Se le hacía tarde nuevamente. Ya era la segunda vez esa semana. Corrió con mayor ahínco el último tramo que le quedaba, aunque ya empezaba a dolerle la nariz. Cuando estuvo frente a la puerta, aún le quedaban cinco minutos. Inspiró profundamente antes de pasar al interior.

Se sentó tranquilamente en la segunda fila, como siempre. Sacó su cuaderno y revisó la tarea que había hecho. El reporte estaba en su folder, así que no había problema.

Se había desvelado casi toda la noche entre la tarea y los preparativos del festival del jardín de niños. Y se había despertado gracias a la llamada que le había hecho el castaño, sólo porque había sentido que debía llamarle.

Makoto-san siempre había tenido ese excelente instinto. Cuando llegara a casa se lo agradecería con una buena comida. O al menos lo intentaría. A pesar de que ambos habían tomado un curso de cocina… La verdad es que eran prácticamente terribles.

Su profesor en turno ingresó a dar su cátedra. Ya se ocuparía de ello después.

 

 

 

 

 

 

 

Guardó el celular en los gruesos pantalones. Sonrió complacido con su hazaña. De pronto una alarma resonó por todo el lugar. Era hora de hacer su trabajo. Corrió a los percheros donde se disponía el equipo completo, tomó el casco bajo el brazo después de ponerse bien los tirantes y la chamarra.

—   ¡Tachibana, una pastelería en el centro! ¡Andando!— gritó su copiloto. Se montó en el camión y arrancó a toda prisa, haciendo sonar la sirena. Su compañero hacía comunicación por el radio, pidiendo la presencia de la policía.

Tres años atrás, al poco tiempo de llegar a Tokio y después de que Tetsuya  se viera involucrado en un sorpresivo incendio al volver de la escuela, decidió que quería ser bombero.

Y para fortuna suya, el entrenamiento empezaba la semana siguiente. Le llevó año y medio, pero no importaba porque había logrado su objetivo. Al principio el menor, con el respeto que siempre empleaba para hablar, le había reprendido. No obstante, comprendió su meta y le apoyó.

Tres años viviendo juntos. Fue algo difícil los primeros días, pero la verdad era que Makoto estaba acostumbrado a convivir tiempo completo con una persona callada y seria. Sin embargo, había descubierto que el peli celeste podía llegar a ser bastante animado y hablador, siempre y cuando no se sintiera melancólico.

Al año de compartir apartamento, Kuroko le contó su historia y no se dejaría mentir, le había enfadado un poco la desatención del ex novio del chico.  ¿Por qué si le había dicho que lo amaba, le había olvidado? En ese momento, el menor se sorprendió de ver el rostro ceñudo de su compañero de piso, disculpándose. Makoto le aclaró que no era por ello que estaba molesto. Y después de un breve silencio incómodo, quiso relatarle también su pesar.

El muchacho de ojos azules cerró los puños con fuerza. Pero él no era nadie para juzgar a los demás.

Nanase-san ha sido un completo idiota. Haber dejado atrás a alguien como usted… es sinónimo de estupidez. Porque a pesar de sus defectos, usted es alguien asombroso”

Le había dicho. Él no había podido más que sorprenderse, sonriendo con la calidez de antaño.

“Gracias, Kuroko-kun”

Y desde allí las cosas habían tomado un nuevo rumbo para los dos. Dejando atrás la formalidad, compartiendo instantes divertidos, vergonzosos, difíciles. Sencillamente compartiendo la vida, en muchos de sus aspectos. Poco antes de graduarse, había conocido a los amigos del menor y había logrado llevarse bien con tanta excentricidad de los que fueran conocidos como la Generación de los Milagros —principalmente con Kise Ryota, que muy bien le recordaba a Nagisa— y la vivacidad de los miembros de Seirin, haciendo migas especialmente con Kiyoshi Teppei.

Su tristeza desaparecía otro poquito con cada nuevo día y las memorias dolían menos, aunque siguieran presentes.

 

 

—   ¡Ve al frente Tachibana!

Descendió presuroso y echó la manguera al hombro, corriendo hacia la puerta principal del local.

—   ¡Te lo encargo!— le gritaron por un costado.

—   ¡Déjamelo a mí, Aomine-kun!

 

 

 

 

 

 

 

 

Llegó a casa aún con el delantal de panda que usaba como uniforme en el jardín de niños, así era más fácil no pasar desapercibido. Aunque realmente ya no tenía problema con ello.

Suspiró en parte aliviado por el hecho de encontrar el lugar aún solo. Podría preparar la cena sin ningún percance. Entró a su habitación, que quedaba del lado izquierdo y se cambió. Miró el reloj en el comedor y esperó que el bombero llegara rápido y con bien.

Eso de cortar las verduras era su parte menos favorita en la elaboración de la sopa miso, pero igual lo hizo con paciencia.

 

Justo en el instante en el que terminaba de cocer el filete la puerta se abrió.

—   Estoy en casa— escuchó desde el recibidor.

—   Bienvenido— respondió él, empezando a servir los platos.

—   Huele delicioso, Tetsu-chan. — se asomó a la cocina y sonrió entusiasmado ante el banquete que le esperaba.

—   Primero lávate, Makoto-san. Tienes hollín en la nariz. — le señaló la zona, esbozando una sonrisa pequeña pero divertida.

 

 

 

 

—   ¿Y a qué se debe semejante festín? — preguntó sentándose a su lado.

—   Es para agradecerte por llamar para despertarme. Hubiera perdido un examen sorpresa de no haber sido por ello. — explicó el peli celeste con un tono tranquilo y ameno.

—   No tenías qué. Pero sería una pena negarme.

Tomó sus palillos, siendo imitado por Tetsuya, y ambos recitaron el tradicional itadakimasu.

—   ¿Cómo van los preparativos del festival?

—   Ya falta muy poco, gracias por ayudarme a pesar de llegar molido de la estación.

—   Sabes que es un placer— afirmó Makoto con su habitual afabilidad.

—   ¿Tuviste un día ajetreado? — quiso saber el menor, en las facciones del castaño se notaba el cansancio.

—   Bastante, pero afortunadamente no hubo ninguna baja civil ni del cuerpo. Por cierto, Aomine-kun te manda saludos, lo vi esta mañana cuando fuimos a encargarnos de una pastelería.

—   Gracias. Kise-kun quiere saber si iremos la próxima semana a visitarlo. Estará llegando de Edimburgo.

—   Allí estaremos sin falta.

 

La charla se extendió otra media hora. Tenían la costumbre de ponerse al tanto de lo que hicieran en el día, después lavaban los platos en un cómodo silencio y por último tomaban su baño por turnos antes de ir a dormir.

 

 

 

 

Cuando Makoto salió con su piyama y la toalla con la que se secaba el cabello, se encontró al peli celeste, también listo para dormir, esperándolo frente a la puerta de su habitación, como cada año, la misma noche, la misma fecha.

Le dejó pasar sin ninguna queja y observó desde el espejo cómo el más bajo trepaba a su cama y se hacía hacia el rincón, mirando hacia él. Pasó una última vez la tela por su cabello. Se acomodó en la cama y le abrió los brazos, para acunarlo en ellos. Kuroko, avergonzado por su aniñada necesidad, se escondió en su pecho y se quedó dormido.

—   Todo está bien, Tetsuya. Aquí estoy.— susurró en el oído del menor, le miró dormir unos minutos más, antes de dejarse arrastrar por Morfeo.

 

Siempre el mismo ritual, la misma noche, la misma fecha. Siempre el mismo objetivo. 

Notas finales:

¡Una disculpa si de pronto los muchachos quedan fuera de carácter! Intentaré por todos los medios mantener a raya esta situación. 

¡Gracias si has vuelto a leer! Espero sus comentarios, siempre bienvenidos. 

Besoos~ 


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