Cap.11.-A solo unos pasos
Tum tum tum
Sonaba la música haciendo vibrar los vidrios, no importase que tan lejos estuvieses de la habitación donde se iban acumulando personas de cuando en cuando, aquella fastidiosa música de igual forma te alcanzaría haciéndote sufrir un horrible dolor de cabeza. Y eso era lo que sentía precisamente Romano.
— Maldicione, jodida sea la hora a la que ese estúpido albino se le ocurrió celebrar— Camina a pasos agigantados en dirección opuesta tratando de alejarse lo más posible del ruido— Es más ¿A quién se le ocurre celebrar por esas tonterías? Claro, a él — Refunfuña hasta llegar a un salón lo suficientemente grande como para dejar al Italiano con la boca abierta “Así que, a si se ve el comedor cuando no hay nadie” Una sonrisa lánguida aparece con la imagen de aquel inmenso lugar. Vastas mesas y sillas que las acompañaba pulcramente ordenado y con tal perfección que su mente lo asocia con la academia. Un suelo de baldosas, tan lustrado que era posible ver su reflejo en él, amplias ventanas que daban vista hacia el exterior siendo de esa forma,la escasa luz que proporcionaba la luna la única acompañante de la oscuridad imperante en la habitación.
Se queda ahí, después de todo aquel lugar se encontraba lo bastante lejos del bullicio como para que su cabeza no le matara por el dolor, aunque de igual forma se podía escuchar el murmullo de los altoparlantes que seguramente habrían colocado en la habitación del Prusiano. Quién sabe cuánto tiempo estuvo en la misma posición, ni el mismo lo sabe. Solo que tras comenzar a sentir su cuerpo entumecido, alguien interrumpe la relativa paz que había al abrir la puerta.
— ¡Oh! Perdona, no creí que habría alguien —Dice al notar la presencia del castaño. Romano mira por el rabillo del ojo, y ve a la persona con la que menos pensaba que se encontraría en ese lugar— ¿No estás en la fiesta? — Se da la vuelta para mirar al inglés. Desde el momento en que se vieron algo les decía que no podrían llevarse bien del todo ¿Personalidades parecidas? Puede ser.
— No soy muy partidario de las fiestas— Ríe incómodo, para agregar— Aunque la mayoría sí. Gilbert por ejemplo Francis e inclusive Antonio.
La repentina mención del Español y más viniendo de él le molesta, chasquea la lengua—Lo sé—Cruzándose de brazos, altivo— Al igual que a Alfred. —Arthur respinga haciendo que el otro sonría con arrogancia. —He visto como lo miras sin que él se dé cuenta.
—N-no sé de que hablas—Desvia la mirada
Irritándose —Tsk, no te hagas el desentendido— Dice acercándose al inglés mientras que éste retrocede un paso— ¿Qué pasa presidente? ¿Te diste cuenta de que te enamoraste? —Deja que sus palabras penetren en la mente del otro, para luego añadir— Déjame informarte que es mejor que te mantengas lejos de él, tal y como has hecho hasta ahora. Y si es que él llega a acercarse de nuevo a ti, mejor no lo tomes en cuenta. — Lo mira con desdén a la vez que se aleja— No sabes en lo que te metes— Dirigiéndose a la salida.
— ¿Y tú sí? —Dice antes que salga, dándole la espalda.
Aprieta la mano que sostiene la puerta—…No es de tu incumbencia, y te aconsejo que dejes de espiar nuestras conversaciones — Se va.
Molesto consigo mismo por haber actuado de forma tan impulsiva a la sola mención de Antonio, se recrimina “¡Mil maldicione! ¿Por qué hice eso?! Estoy actuando tal y como lo está haciendo el idiota de Alfred! ”
Con expresión molesta y concentrado es como lo encuentra el español, quien automáticamente sonríe al verlo, sin embargo al ver que el otro no se había dado cuenta aún de su presencia se aproxima por un lado hasta estar lo suficientemente cerca, cosa que lo sorprende puesto que la mayor parte del tiempo el Italiano se encuentra con la guardia en alto. Aprovechando la oportunidad, acerca su boca hasta el oído del mencionado y susurra.
— Te encontré
Un cálido aliento lo hace estremecer, dándose la vuelta con rapidez se tapa el oído con una mano mientras que se sonroja al ver la enorme sonrisa del otro. — ¿Qué haces aquí? — A una distancia relativamente segura para sus orejas.
—Te buscaba
El rubor que estaba desapareciendo vuelve a surgir ahora con mayor notoriedad— Me encontraste, que es lo que quieres— Sin perder el tiempo.
—Vamos a la fiesta~—Dice sin sentirse molesto por la brusquedad en la respuestas del otro. Romano enarca una ceja confundido.—No dije que iría.
—¿¡Eh!? ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? —Hace un puchero ante la respuesta—Vamos, será divertido—Insiste.
— Que no. Si tú quieres ve, no sé porque tengo que ir yo también—Cruzándose de brazos, mira hacia otra lado esperando que el otro siga insistiendo, pero regresa la vista cuando pasados unos minutos este seguía callado y con expresión de reflexión.Hasta que finalmente habla—Mmm…Entonces, qué hacemos?
Aliviado porque finalmente dijera algo— ¿Hacemos? —Pero obviamente confundido.
—Claro, si tú no vas a la fiesta yo tampoco iré—Con expresión apacible.
— ¿¡Qué!? No tienes porque no ir sino yo no voy, si tú des…— Es interrumpido por el otro.
—Ahh— Dice fuerte para no escuchar a romano a la vez que se pone las manos tras la nuca— ¿Deberíamos ir a tu cuarto o a mi cuarto? hace poco me compre un nuevo juego y no he tenido la oportunidad de probarlo con los exámenes tan cerca, pero ahora es el mejor momento ¿no crees? Ya que los termínanos, no hay nada que nos moleste — Suelta una risilla mientras camina siguiendo con su monólogo. — ¿O tal vez deberíamos ver alguna película?
Molesto por sentirse culpable de que el otro no vaya a la fiesta que con tanta ilusión comentó en la tarde. Lo sigue solo para sobrepasarlo y decir lo suficientemente alto.
—¡Vamos a la dichosa fiesta!
Sin que Romano lo pudiese ver, el español sonríe feliz, después de todo estaba seguro que sedería pese a los comentarios mordaces con respecto a esta, lo empezaba a conocer bastante bien y le agradaba.
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Dentro de aquella habitación que se hacía cada vez más pequeña con la llegada de estudiantes. En una esquina estaba un canadiense que tímido daba miradas furtivas hacia un lado y a otro, viendo como la aglomeración de personas bailaba al son de la música. La verdad no quería estar ahí, las personas que como anguilas se deslizaban de un lado a otro, apenas si notaban la presencia del rubio, quien cohibido buscaba con la mirada al responsable de que él estuviera ahí, pero sin encontrarlo.
Tras varios intentos fallidos, decide volver a la seguridad de su propia habitación “Será mejor que me vaya” piensa algo triste por la silenciosa promesa rota. Vuelve a posar su mirada en el tumulto y es cuando se pregunta de cómo término en el rincón más alejado de la puerta, suspira resignado a tener que pasar entre las personas. Iba hacer un trabajo difícil.
Exclama adolorido por haber recibido un codazo en las costillas, sin darle mucha importancia sigue haciendo a un lado como puede a las personas para llegar al centro del gran grupo; hasta el momento había recibido tres codazos, seis pisotones y casi dos bebidas derramadas sobre su camisa “¡Bien! Vamos solo queda la otra mitad” dándose ánimos.
Por cosa de milagro llega finalmente hasta la puerta, dando una última mirada a la multitud con la esperanza de divisar su rostro metido entre todas aquellas personas, es destrozada al encontrarse con caras desconocidas. Rápidamente se da la vuelta y sale de ahí, pero apenas da un paso choca contra algo o más bien dicho, alguien. Sobándose la nariz, observa a la personas que se sobaba el pecho y se sorprende de encontrarse con Alfred, quien parece igual de sorprendido que él.
—Matthew ¿Qué haces acá?
—Alfred—Pestañea algo atónito. Bajando la mirada contesta— Ammm… yo… Quedé con Francis…—Cuando mira de nuevo la cara de su hermano y ve la irritación que trata de ocultar arreglándose las gafas. Matthew nervioso saca al francés de la conversación— ¿Y tú qué haces por acá? No sabía que te gustarán este tipo de fiestas… O las fiestas…—Murmura lo último, aunque con el ruido de la música no se escuchara lo que Matthew decía, Alfred entiende lo que dice.
Sonríe al ver que las antiguas costumbres de su hermano aún no se iban—No es que me gusten, es solo que mm…—Se rasca la barbilla pensando en cómo decirle a su hermano la verdad sin tener que mentirle. Estaba ahí por la única razón de crear una pantalla momentánea ya que luego se juntaría con romano y la infiltración comenzaría— Quedamos de venir con romano— Le sonríe— ¿Hace cuánto estás acá? —Dice lo suficientemente alto para ser oído. Pero la pregunta no alcanza a ser contestada, puesto que tras él, escucha el nombre de su querido hermano.
—Matthew
Volteándose Alfred se encuentra cara a cara con Francis que le sonríe en forma de saludo. A punto de decirle algo, siente como es repentinamente empujado hacia un lado para luego ver a su hermano quedar frente al francés. Escena que claramente le molesta pero no interrumpe después de todo, el europeo había cumplido hasta el momento con lo dicho una tarde luego de la pequeña golpiza.
Flash Back
— ¿Qué es lo que quieres? — Demanda el chico de lentes, apoyado contra una pared y con las manos en los bolsillos de sus pantalones.
— Me juntaré con él—Es lo único que dice.
Alfred levanta la vista fulminándolo con la mirada, separándose de la pared en la que se recargaba se acerca amenazante hasta quedar frente a Francis que no retrocede pese a temer recibir algún golpe de la nada otra vez.
Con desprecio lo mira— ¿Por qué debería dejarte estar a su lado?
—Porque soy con quien se desahogo, con quine se sincero — Dice parado firmemente, con la mirada hacia el frente.
Mostrando una media sonrisa, suelta un bufido— ¿Y qué? —Camina alrededor del chico mirándolo como un depredador— ¿Por qué crees que el que haya llorado frente tuyo te da el derecho de estar a su lado? Solo eres una persona más del montón, una que tuvo la suficiente suerte de ver a Matthew llorar. Solo lo lastimarás.
—Tu deseo de protegerlo lo lastimará más de lo que las personas podrán—Lo mira tragando al ver aquellos ojos que parecían poder asesinarlo con mirarlos fijamente.
—La hipocresía de las personas hiere—Dice con voz venenosa.
—Yo lo protegeré de esa hipocresía, no permitiré que sufra— Traga nuevamente, pero decidido— Ni que siga sufriendo— Recordando la mirada llena de soledad que podía ver en los ojos del canadiense y aquella fragilidad que le transmitió mientras contaba su historia.
Deteniéndose— ¿Por qué lo harías?
Desconcertado ante la pregunta, después de todo no se había detenido a preguntarse el porqué hacer tal cosa por alguien que prácticamente acababa de conocer. Sin embargo siendo sincero algo en aquel chico, le atrajo. No sabía el qué, solo sabía que tenía que protegerlo y mostrarle cariño para que mostrara una radiante sonrisa, haciendo estremecer su pecho.
—No lo sé… Solo lo quiero hacer.
— ¿Qué buscas a cambio?
Molestándose ante aquello— No busco nada, solo, supongo que estar con él…
Alfred solo lo mira sin agregar nada, Francis le devuelve la mirada. Entonces repentinamente el de lentes se da la vuelta y comienza a alejarse del lugar, dejando a un confundido y nervioso francés sin moverse. Antes de que pudiese pensar en algo que decir, el chico de espaldas a él, se gira levemente.
—If you hurt him, I swear I will kill you— Su expresión decía que no mentía. Y con esa advertencia desaparece.
Fin flash back
Alejándose de la escena, camina hacia el oscuro pasillo. Esperaba de verdad que el francés cumpliese con la promesa, no le gustaba la idea de tener que matar a la segunda persona que Matthew consideraba importante, pero no iba a permitir que hiciesen sufrir de nuevo a su hermano. No importaba el qué.
Vagando unos minutos en silencio, se detiene al escuchar pasos a lo lejos. Poniéndose en alerta, espera hasta que una figura hace aparición en su campo de visión. Relajándose al ver quién era, sin darse cuenta sonríe.
— ¿Qué hay, Arthur?
El nombrado enfoca la vista con algo de dificultad dada la oscuridad que se hacía presente en el pasillo. Tras reconocer al chico de lentes a unos pasos de él, se acerca hasta quedar frente a frente. Entonces las palabras de Romano vienen a su mente, frunciendo el ceño ante las instrucciones del italiano y la advertencia, decide no seguir nada de eso.
Pero pregunta lo que le molestaba— ¿No estás en la fiesta?
El aludido niega confundido— ¿Por qué debería?
Arthur se queda unos momentos en silencio, dudoso de la respuesta. ¿Le estaría gastando una broma? Seguramente no, Alfred no suele hacer eso. — ¿No te gustan las fiestas? — Pregunta inseguro.
—Mmm…No soy muy partidario de ellas—Responde
¿Entonces por qué me dijo eso? —Murmura para sí. Acto que llama la atención del Alfred que no hace más que mirarlo con interés. Para cuando Arthur levanta la vista, mira por donde el chico frente a sí había llegado minutos antes. —Espera, este pasillo lleva a los dormitorios—Recordando los dormitorios de cada alumno— Y la habitación de Gilbert-
—Oh!—Golpeando la palma de su mano, al haberlo olvidado— Había quedado con Romano en la fiesta—Dice sin proponérselo, Arthur levanta una ceja—Pero no alcance ni a entrar cuando me encontré con mi hermano y cierta persona, así que decidí dejarles su espacio. —Sobándose la nuca. Se da la vuelta con la intención de regresar.
— ¿Irás? —Lo detiene. Alfred asiente mirándolo de reojo.
— ¿Vienes?
El inglés duda unos segundos, pero finalmente acepta. Poniéndose a su lado comienza a caminar, olvidando las palabras mordaces de cierto italiano que en esos momentos se encontraba mal humorado dentro de una atiborrada habitación mientras contaba los minutos para largarse de ahí.