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La misión por Shiro0

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Notas del capitulo:

Hola :D

Tiempo sin vernos jejeje Mis disculpas pero la imaginación estaba seca, exprimi mi cerebro xD 

Espero que les guste y dejen sus comentarios diciendome que les parecio o si les gustaría que agregue algo más. Acepto ideas :D

 

Cap. 13 Tratando de encontrarle lógica ¿a lo ilógico?

 

Mira al frente específicamente hacia el pizarrón, donde varias series de ecuaciones químicas estaban escritas hacia ya unos minutos. Ciertamente estaba distraído, ya que ni cuenta se había dado de cuando habían terminado de pasar lo teórico para pasar a los ejercicios, además por mucho que se haya esforzado los primeros veinte minutos de la clase en concentrarse en lo que decía el profesor, sus pensamientos volvían a reproducir lo sucedido la noche anterior, como una ecuación errónea a la que hallar la falla. Dejó que su mente tratará de buscarle algo de lógica al hecho de que estuviera esa persona en la misma escuela que ellos.

Afortunadamente el asiento en el que se sentaba estaba a un lado de la ventana por lo que podía distraerse con el exterior, sin olvidar claro, que al lado contiguo estaba sentado el presidente del consejo estudiantil;  pocas veces ellos hablaban en clases. Las veces que hablaban era cuando la clase había finalizado, cuando se encontraban en el patio o en la habitación que compartían. En un principio las veces que intercambiaban palabras no eran muchas, ni siquiera eran muchas las mismas palabras que se decían, pero a ninguno pareció molestarle eso, sin embargo con el tiempo los diálogos que mantenían comenzaron a extenderse más y más hasta seguir una conversación a altas horas de la madrugada.

“Hai cambiato”  La frase surge de la nada. Es cierto que desde aquella vez no hubo ningún otro incidente, entonces ¿Por qué?

Maldición—Masculla. ¿Tal vez es por eso? ¿Lo enviaron a él porque nosotros hemos cambiado estando aquí? No lo creo, a menos que haya sido Romano quien haya informado de nuestros cambios, él no puede saber mucho de lo que pase aquí. Además eso significaría que nos sacarían inmediatamente de la misión, pero aún seguimos aquí. Entonces eso solo quiere decir que...

"Alguien más lo envió." — Tanto Romano en otro parte de la sala como Alfred llegan a la misma conclusión.

— red

— Alfred— Escucha su nombre a la vez que alguien pone una mano sobre su hombro. Gira su rostro para encontrarse con la cara de Arthur.

— ¿Estás bien? — Pregunta a lo que el otro asiente—Te estaba llamando, pero al parecer estabas muy concentrado como para no escucharme las primeras dos veces. La clase ya termino.

Le sonríe—Gracias, es solo que estaba pensando en que las cosas han cambiado mucho para mí.

— ¿Para mal? 

— No, claro que no— Ensancha la sonrisa— He aprendido muchas cosas estando acá, muchas que desconocía.

"En especial a lo que llaman amigos."

— Ya—Dice arreglando sus cosas, se levanta cuando están listas— Me alivia saber que un estudiante este contento con sus experiencias en el instituto—Se queda un momento parado— ¿Vamos?

Abre los ojos en sorpresa, era raro que Arthur lo estuviese esperando para salir al receso. Asintiendo se levanta y va a su lado para ponerse a caminar, salen de la sala platicando. Todo bajo la fría mirada de Romano, sentado en uno de los puestos más cercanos a la puerta.

 

—Entonces estábamos en el parque y como habían tantas personas teníamos que procurar no perdernos los unos a los otros. Para cuando logramos salir, nos volteamos y vimos el tumulto de personas que se movían de un lado para otro como si nada, tanto como mis padres y yo nos reímos— Contaba moviendo las manos, tratando de esa forma recrear la escena— Fue un día bueno, hasta que a mitad de camino nos dimos cuenta de que alguien nos faltaba— Sonríe dándole gracia al asunto.

— ¿Alguien? — Pregunta con una media sonrisa, por lo divertido que sonaba la historia.

—Nos dimos cuenta de que habíamos olvidado a Matthew en el parque. Había dicho que quería ir a comprar unas paletas y volvía, pero el parque comenzó a llenarse cada vez más que era difícil hasta encontrar asiento cuando a Matthew se le ocurrió ir a comprar. Esperamos cerca de cinco minutos, cuando un señor se acerco a nuestros padres no se dé que hablaron, yo me entretenía viendo a un payaso cerca de nosotros. En segundos tuvimos que dejar el parque deprisa, porque nuestro padre le había hecho una broma al señor, dandole direcciones equivocadas a próposito y era seguro que volvería encolerizado a enfrentarlo más tarde.

— ¿A dónde lo había enviado? —Interrumpe

Ríe— A un burdel— Arthur enrojece ante la mención de una casa de prostitutas. Seguramente no ha ido a ninguna. Que inocente. — Fue solo una broma, no lo tomes a mal.

— ¿Entonces? — Con el ceño fruncido y las mejillas coloradas.

— ¿Entonces qué?

— ¿Y entonces que paso con Matthew?— Mira el camino por el que paseaban. Un corredor cerca de los dormitorios, solo tenían que seguir caminando y doblar hacia su derecha para ir de lleno a los pasillos de los dormitorios.

—Me ofrecí para ir a buscarlo, corriendo pase entre la gente como pude sabiendo donde se encontraba el puesto de dulces. Cuando llegue allá, Matt ya no estaba— Exhala— Así que desesperado me puse a correr de un lado para otro hasta que lo encontré media hora más tarde, mirando hipnotizado una obra de títeres con las paletas en la mano.

— ¿¡El no se había dado cuenta de que habían ido!?

Ríe—No, nunca se enteró. Seguramente ni hasta hoy sepa de que lo olvidamos—

Arthur no puede evitar reír a carcajadas, fue una historia que nunca había escuchado. El norte Americano, sonríe al ver al otro reír con tanta gracia aunque  él no supiera que era una historia inventada, o en parte inventada. No todo lo que le había dicho era mentira, si bien cuando pequeños Alfred y Matthew fueron al parque, nunca fueron con sus padres ese día había gran cantidad de gente pero nunca tanta como para no encontrar asiento, el señor que les había hablado era un oficial que preguntaba por los adultos responsables y Alfred en un acto de astucia lo había mandado a un burdel. Huyendo en el acto, fue a buscar a Matthew que había ido a comprar algo para comer con un dinero que le habían sacado  a su madre del bolso sin que ella se diera cuenta, nunca podría olvidar a su hermano.

La campana suena y el presidente trata de respirar.

—Será mejor que volvamos, y en el camino reza para que no nos encontremos con tu hermano. — Dice el inglés, ya más calmado.

— ¿Por qué? ¿Le vas a contar? —Desafía alzando una ceja.

— Já! Un caballero no puede ir contando chismes y aún menos secretos —Le responde, devolviéndose para ir al salón.

Satisfecho con la contestación, se gira también no sin antes echar un último vistazo al corredor. De su cara desaparece la sonrisa, a la vez que se detiene mirando nuevamente al sitio donde le pareció ver a alguien.

— ¿Alfred, vienes? — Unos pasos por delante.

Lo mira fingiendo una expresión serena— Adelántate, te alcanzo luego.

— ¿Pasa algo? —Mira tras él.

— No, solo que acabo de  recordar que olvide algunos materiales  en mi habitación— Retrocede unos pasos. —Ve, no llegues tarde. — Se da la vuelta.

Doblando por el pasillo que se dirigía de lleno a los dormitorios, se detiene frente al molesto problema de su distracción.

—Iván

—Tiempo sin hablar a solas—Dice con su típica sonrisa macabra.

 

Notas finales:

Buenos, nos vemos la próxima.


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