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Vestidos de Novia por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

En realidad no hay mucho que decir, el título del capítulo rebela la escencia de este x) De cualquier modo, espero que disfruten de él.

POV Minho

Aún recuerdo el día que conocía a noona. Salía de la universidad donde estudiaba mi perfecta carrera. Siempre había sido así, toda mi vida era perfecta. Me había graduado con honores del instituto, había tenido un trabajo de medio tiempo para conseguir mi auto. Logré entrar a la universidad dentro de los primeros cien lugares. En pocas palabras era el hijo perfecto. Esa tarde, después de una catedra, tomé mis libros y me disponía a salir del campus, cuando al pasar, vi como a una chica se le caían sus cosas. Me acerqué a ayudarle.

 

-Gracias.- Me sonrió. Nunca la había visto antes, lo más seguro es que fuera nueva. Le sonreí de regreso.

 

-No, no es nada.- Terminé de juntar sus cosas y se las devolví. –Me llamo Choi Min Ho.- Hice una reverencia.

 

-Im Yoon Ah.

 

-Nunca te había visto antes, ¿eres nueva?- Empezamos a caminar juntos, recorriendo los pasillos del lugar, lentamente.

 

-Algo así, regresé a Corea después de que a mi maravilloso padre se le ocurriera vender todas sus posesiones que tenía en Japon.- Rio. –Dijo que fue buena inversión, supongo que jamás entenderé como funciona su mente.- Se encogió de hombros. –Así que solicité que me traspasaran aquí.

 

-Me alegro, entonces nos seguiremos viendo.- Ese día empezamos a frecuentarnos.

 

Noona era muy divertida, buena estudiante, siempre hacía lo correcto. Era normal que una persona como yo se llevara con una persona como ella. Al poco tiempo nos volvimos buenos amigos, estudiábamos juntos, íbamos a las fiestas juntos, en realidad éramos muy buenos amigos, mejores amigos. Mis padres conocieron a los suyos, y supongo que desde entonces se encargaron de que estuviéramos más tiempo juntos.

 

Aun así, yo todavía no tenía sentimientos más que de amistad por ella. Era guapa, inteligente, me entendía. Era lo que cualquiera desearía para una compañera de vida.

 

-Minho ah.- Seohyun me llamó la atención. -¿Cuándo invitarás a Yoona unnie a salir?- Preguntó de una manera tan casual, tan simple, mientras tomaba su café. Por un momento la creí loca, no le había dado ninguna importancia a sus palabras.

 

-¿De qué hablas?- Por mi parte, yo no comprendía la muy directa pregunta de Seo. -¿Invitarla a salir? Si vamos a todos lados juntos.

 

-No me refiero a eso, Minho ah.- Arrugó la nariz con una sonrisa a medias. –En plan romántico. A ella le gustas, y ha estado esperando a que te des cuenta de eso.- Cruzó una pierna sobre la otra. –Pero me temo que tú no lo has notado.

 

-¿Le gusto?- En realidad me había tomado por sorpresa eso. Era mi mejor amiga, y eso era un típico cliché. Nunca había pensado en noona como algo más que una amiga. Fruncí los labios, ¿qué significaba esto? A pesar de saber que a mis padres les encantaría la idea de que saliera con noona, y que sus padres tampoco se opondrían, en realidad a mí no me atraía la idea. -¿Por qué habría de gustarle?

 

-Minho ah, ¿por qué haces preguntas tontas?- Seohyun parecía burlarse de mí. –Vamos, eres guapo, no lo niegues. Eres inteligente, y la conoces desde hace tiempo. No veo porque no habría de enamorarse de ti.- Se encogió de hombros. –Minho ah, ¿no te has fijado en ella?- Me cuestionó.

 

-Nuestros padres quieren que estemos juntos...- Alcancé a decir, aunque sabía bien que no se trataba sobre los padres de noona o los míos, sino de ella y yo.

 

Seohyun me miró extraño, pero se encogió de hombros. En cambio yo me quedé pensando, Yoona era perfecta en todo, y éramos mejores amigos, tal vez no fuera tan malo si la invitara a salir.

 

Esa tarde le pedí a Yoona que tuviéramos una cita, para intentar algo más, que las cosas se dieran solas. Para ser sincero, una cita no se sentía muy diferente a salir de otro modo. Hacíamos los mismos comentarios, las mismas bromas. Una cita llevó a otra, después a otra. Nos era muy fácil seguir así, no nos sentíamos para nada incomodos. Aunque, en realidad no recuerdo muy bien de cuando nos hicimos novios.

 

 

 

Después llegó el día en que le pedí que se casara conmigo. Teníamos poco de haber terminado la universidad. Cada quién había salido en busca de sus sueños, consiguiendo trabajos totalmente diferentes. Aun así, nuestra comunicación era tan buena, o mejor que antes. Mis padres ya me habían preguntado por lo menos unas cincuenta veces cuándo sentaría cabeza, yo simplemente no me sentía preparado aún. Pero ahora, que ambos teníamos un trabajo, se sentía como el momento perfecto para pedirle que se casara conmigo. Estar casado con mi mejor amiga, no sonaba a matrimonio, simplemente me imaginaba vivir con la persona que mejor me entendía.

 

-Yoona...- Le tomé de la mano, la había invitado a comer, así que estábamos solos, en un bello restaurante, donde todo era perfecto. –Nos conocemos ya desde hace un poco más de tres años, nos llevamos tan bien, que podría pasar el resto de mi vida contigo.- Le dije, podía sentir como el agarré de nuestras manos se hacía más fuerte debido a su emoción.

 

-Minho ah...- ¿Iba a llorar? No podía creer que a ella le emocionara tanto esto. -¿Me estás pidiendo mi mano?

 

-Así es, Im Yoon Ah, ¿te casarías conmigo?- No había nada más perfecto, éramos la pareja perfecta ante la vista de todos, no había duda alguna de que estuviese haciendo lo correcto.

 

-Sí.- Su sonrisa era perfecta para la ocasión.

 

El día de la pedida de mano oficial no fue muy diferente. Estábamos en la casa de los padres de Yoona. Era la hora de la cena, todos estaban tan expectantes, y yo simplemente no entendía por qué lo estaban, después de todo, ellos sabían que terminaríamos así.

 

-Señor, señora...- Alcé la copa que tenía un suave Asti (vino blanco). -...el motivo para esta bella reunión, es que les quiero pedir la mano de su hija.- Hice una reverencia.

 

-Minho, eres como un hijo para nosotros, no sabes cuánto nos alegra que hayas decido pedirnos por esposa a Yoona, sabes cuánto la amamos, y esperamos que la ames más y que cuides de ella.- Su padre accedió. Él también dijo algo que yo no había tomado en cuenta. Él dijo que amara a Yoona. Es mi mejor amiga, y sé que viviremos una perfecta vida, pero...¿la amo? Si quería tener una vida perfecta, más me valía empezar a tener ese tipo de sentimientos, más fuertes, por ella y vivir mi perfecta vida.

 

 

 

Todo fue perfecto, la boda estaba planeada para seis meses después de la pedida de mano. Mi madre, mi futura suegra, y Yoona se hicieron cargo de todo, siempre yendo y viniendo a todos lados, dando pequeños gritos de emoción al ver algo en una revista, poco a poco me fui soltando un poco más, a interesarme en lo que iba a pasar ese día, después de todo, también era el día de mi boda.  

 

Entonces, Yoona me pidió que la acompañara a ver el vestido que había escogido para el gran día. No pude negarme, ¿por qué habría de hacerlo? La acompañé, mientras todo el camino noté su emoción. Sus sentimientos eran tan palpables, no como los míos. Eso era algo que ella siempre recalcaba, que no me daba a expresar como era debido. En un momento como ese, quise poder mostrarme tan feliz como ella.

 

La boutique –he de aclarar que Yoona me repitió muchas veces que era boutique y no una tienda cualquiera- donde Yoona había mandado a hacer su vestido, parecía, a primera instancia, una pequeña casa rustica, a excepción por el gran ventanal que tenía a uno de sus costados, en el cual se eran exhibidos un par de vestidos, en vueltos en tela con cristales colgando del cielo raso. Además, detrás de la casa, se podía ver como se extendía con una gran bodega que estaba bastante bien camuflada, me dieron ganas de aplaudirle al arquitecto que hizo esa belleza de construcción.

 

Entramos, y por dentro, el lugar seguía dando la pinta de una casa rustica. Había un sofá donde supuse que la gente esperaba, Yoona y yo íbamos tomados de la mano, así que podía escuchar a la perfección los pequeños gritillos de emoción que daba por el simple hecho de estar ahí.

 

-Mucho gusto, ¿vienen por un vestido?- Escuché una voz salir de una parte más al fondo de la casa. Era un chico, que parecía brillar, literalmente, resplandecía de una manera tan...tan...No supe que pasó, sentí extraño al verle, tenía el cabello rizado y de color miel, llevaba una camisa color verde y unos jeans demasiado gastados. Todo eso, cubierto de esos pequeños resplandores. Lo vi hablar con Yoona y como regresaba al espacio donde estaba momentos antes, regresando con unos papeles en mano. –Aquí está.- Le mostró un dibujo a Yoona, ella asintió frenéticamente. –Me llamo Tae Min, soy copropietario de este lugar, también diseño y por ahora estoy de subordinado. Yo estoy a cargo de tu vestido. Supongo que ¿vienes a tu primera prueba?

 

En realidad su voz estaba en un tono de estar totalmente distraído en su trabajo, que no correspondía con la imagen que proyectaba. Regresó los dibujos a su lugar de origen, esperando por una respuesta de mi prometida.

 

-Así es, será mi primera prueba, y quiero que mi prometido lo vea.- Yoona me abrazó, proyectando esa sonrisa que conozco desde hace tiempo. Pero ahora no pude pensar más en esa sonrisa, ya que el muchacho subió su mirada, observándome. Quise reír, por la forma en que me miró, parecía que me quería tomar una foto. Era extraño, usualmente eso me hubiera ofendido, sin embargo, ahora no pasó, incluso, me sentí alagado, que él me haya mirado de esa forma.

 

-Gusto, Choi Min Ho...- Me presenté. Ahora entiendo porque Yonna dice que no demuestro mis emociones, mi voz había sonado más seria de lo que pretendí.

 

-Agasshi...- En cambio él, parecía tener un encanto natural, se veía tan bien desenvuelto con lo que hacía, yo no estaba prestando ni un poquito de atención a lo que estaba diciendo, estaba perdido en la forma en que sonreía, en como movía los labios al hablar...Era extraño, jamás en mi vida me había fijado tanto en una persona, menos en un chico. Pero él...Él brillaba.

 

-No importa, en realidad quiero que Minho ah vea el vestido.- Yoona me sonrió, a lo cual le devolví la sonrisa, puesto que no había escuchado su conversación, no sabía de qué estaban hablando.

 

-Está bien.- Hizo una reverencia y volvió a desaparecer en esa habitación, causando mi curiosidad. Quise fijarme un poco, pero había desaparecido tras no sé qué tantas cosas, así que me rendí.

 

-Minho ah...-Yoona me susurró despacito. –Promete que me dirás lo que pienses del vestido...- Hizo un puchero, que nunca antes me resultó tan sin chistes.

 

-Neh...- Le dije en el mismo tono de voz que ella había usado. –Sea lo que sea que hayas elegido, estará bien, noona tiene buen gusto.- La tranquilicé.

 

El muchacho regresó con lo que a simple vista parecía una sábana blanca, pero a juzgar por el chillido de noona, supuse que se trataba de su vestido. Lo tomó de una manera brusca, a comparación de la forma en que el chico lo había cargado con cuidado, pero tenía excusa, noona estaba desbordando su emoción por cada poro de su piel. Desbordaba toda la emoción que a mí me costó tanto tiempo en sentir, y que empezaba a olvidar de nueva cuenta. La escuché preguntar que si podía probárselo y hacer otro de sus pucheros. No sé qué pasó, pero de un momento a otro deje de encontrar esos pucheros algo adorable, se veían tan cotidianos. Los vi irse a un pequeño cambiador que había al otro lado de la habitación, yo simplemente había estado tan desconectado de todo lo que había pasado.

 

Me sentía extraño, por una parte, ver a ese chico destellante había sido algo que me dejaba sin palabras, en demasía; por el otro lado, ya no encontraba ninguna clase de placer en ver las mismas cosas que Yoona, con su misma perspectiva. Era extraño, sin motivo alguno, empecé a buscar miles de razón para no casarme con ella, lo cual no era viable. Yoona y yo estábamos hechos para estar juntos. Dejé de pensar, y decidí distraerme con la arquitectura del lugar. Unos segundos después, Taemin salió del cambiador, yendo directo hacia su lugar de trabajo. Desde donde estaba parado ahora tenía mejor percepción de ese lugar, así que pude ver que me miró, de la misma manera en que me había mirado minutos antes. Disimulé una sonrisa, me divertía que me mirara de esa forma, parecía que le había gustado demasiado. Pero entonces la curiosidad volvió, ¿le había gustado? Me pregunté por qué, él se veía muy concentrado en su trabajo, sin embargo, se estaba tomando demasiado tiempo en mirarme, no pude evitar que seguir esas miradas. Yo también le miraba, seguía brillando, pero ya menos que antes, lo cual me hacía preguntarme por qué. Quise saberlo. Me movía de un lado al otro, buscando mejores ángulos para poder mirarle sin que fuera demasiado obvio que sabía que me miraba. Fue obvio, puesto que empezó a sonreírme, se veía nervioso por eso, su sonrisa le delataba, y eso me encantó, había tratado de disimular las cosas, se me hizo tierno. Estuve a punto de acercarme y preguntarle por qué me miraba con tanta insistencia, pero Yoona salió con un bonito vestido blanco puesto.

 

Se giró, mostrándome cada lado del vestido; ella en realidad quería saber mi opinión sobre él. Aplaudí, se veía hermosa con eso puesto, en general, siempre se veía linda, un vestido no hacía la diferencia, pero si no hacía algo, se sentiría mal. Le di la mano y la seguí hasta el espejo, donde pudo verse, a ella en realidad le encantaba ese vestido. Hizo poses, me mandó besos, se giró hacia todos lados, para ver mejor el vestido. Nunca antes había visto a noona actuar tan normal por algo, estaba emocionada, y respondía ante todo como una chica normal haría. Ella siempre era abierta, pero reservada, así que supuse que esto en realidad era algo que iba más allá de si misma. Aplaudí al ver que hizo una reverencia final, el show que me estaba dando había acabo.

 

-El vestido es hermoso.- Dije en voz baja, lo suficiente para que Yoona me escuchara, ahora ella sabía que tenía mi aprobación. Se me seguía haciendo tonto que buscara mi aprobación, era su vestido, podía usar lo que quisiera, no necesitaba consultarme nada...Entonces comprendí su punto de vista, la boda era de ambos, teníamos que estar de acuerdo en todo. Era la primera vez que no me sentía de acuerdo con ella, que no podía ver las cosas a su manera. Fue extraño.

 

Se volvieron a ir, desapareciendo de mi vista por unos segundos, ya que Taemin salió casi de inmediato, regresando a donde antes había estado. Le miré, había algo en él que me llamaba tanto la atención. Se veía tierno, pero a la vez muy dedica en lo que estaba haciendo. Le miré, impregnándome de su imagen, estaba alisando una tela, mientras trataba que algo se quedara en su lugar, insistiendo en ello. Su cabello se había alborotado con tanta vuelta y se mordía los labios ligeramente mientras manejaba el asunto de la tela. No me di cuenta de cuánto tiempo le estuve mirando, era fácil distraerme en él. Lo siguiente que supe es que su mirada había chocado con la mía, forzándole a sonreír nerviosamente de nuevo. Aquella imagen tierna se repitió. Quise sonreírle de regreso, pero Yoona salió del cambiador y enredó su brazo con el mío.

 

-¡Está muy bien, Taemin ah! ¿Cuándo será la siguiente cita?- Escuché que preguntó. ¿Sólo iba a decir eso? Que estaba muy bien, sonaba poco para el gran trabajo que había hecho, y aún no estaba terminado. Me molestó un poco ese hecho.

 

-Mmm, deje me ver que día está libre.- Buscó una libreta entre varias cosas que estaban en un estante cerca de nosotros. –Veamos...- Hojeó la libreta. –En un mes y medio, ¿le parece?- Su voz fue dulce, como la miel.

 

-Por supuesto.- Ella accedió de inmediato, después nos despedimos y salimos de ahí. Todo eso último había sido tan surrealista, como cuando estás enfermo y no sabes que rayos pasa a tu alrededor mientras las alucinaciones empiezan a hacer jugarretas. Cuando me di cuenta de todo, estaba con Yoona, en una tienda departamental, viendo la vajilla que usaríamos en la recepción.

 

-Yoona...- La llamé, asegurando de no seguir dentro de mi ensimismación. –Yoona.

 

-¿Qué pasó, Minho ah?- Me sonrió. No sé por qué, debía hacerlo, le di un beso en los labios, más corto que lo que esperé. Ya no se sentía bien, era extraño, como si no la hubiese besado nunca, ya no me gustó el tacto de sus labios. Disimulé mi extraña sensación, besándola de nuevo, quise comprobar lo que había sentido. Me obligué a que el beso durara por más tiempo, moviendo mis labios sobre los suyos. No, me sentía besando a una extraña, más ella no lo notó. Me acarició la mejilla y sonrió.

 

-Dentro de tres meses estaremos casados...- Susurró. ¿En serio? Me iba a casar con mi mejor amiga, pero ahora me quedaba claro, la quería, más no la amaba. Había caído en cuenta que no amaba a la mujer con la que me iba a casar. Ya la había visto vestida de blanco, se veía excepcional, ya no podía decirle que no podía casarme con ella porque no la amaba.

 

Me iba a casar con ella, porque era lo correcto, estábamos destinados a estar juntos y vivir una vida perfecta. Ella era hermosa, inteligente, sabía hacer lo correcto. Todo el mundo decía que los dos terminaríamos juntos, debido a la índole de nuestros caracteres. Me iba a casar con la persona que haría mi vida perfecta...¿no?

 

 

 

Una mañana, estábamos Yoona y yo tomando el desayuno con mi madre y la suya. Yo no tenía ningún problema en desayunar con ellas, usualmente terminaban hablando de cosas que a mí no me interesaban, pero valía la pena darme por enterado de lo muy feliz que las hacía el futuro matrimonio que iba a tener con Yoona.

 

-¿Qué van a hacer hoy, queridos?- Preguntó mi madre.

 

-Tenía pensado hacer varias compras, para los adornos de mesa...- Yoona empezó a explicar su día, la verdad yo no pensaba acompañarla, no sentía tanto deseo de estar con ella como cuando éramos novios. -...Después tengo que ir a la cita de mi vestido.- Terminó por contar. Entonces presté atención a lo que decía. ¿Iría a ver su vestido? Súbitamente me encontré interesado en acompañarla, muy interesado.

 

-Te acompaño.- Le tomé de la mano, dando un show profesional de chico enamorado, haciendo que nuestras madres sonrieran, pensando que lo hacía por compartir mi tiempo con ella, aunque la razón real fuera un poco más egoísta. Me encontraba extasiado ante la idea de volver a ver al chico que cosía el vestido de Yoona.

 

Esa tarde, al entrar a la boutique, me preocupó un poco ver a Taemin como estaba. Tenía las mejillas rojas, como si hubiera corrido un maratón, y se encontraba bastante descompuesto. Quise preguntarle si estaba bien, pero noona me ganó.

 

-¿Oh? Taemin ah, ¿te encuentras bien?- Le hablaba como si fuera cercanos, eso me hizo molestar.

 

-Estoy bien, me preocupa que Key hyung no haya vuelto y he tenido que atender yo solo el lugar.

 

-Ya veo...No ha sido un buen día.- Lo dijo como si conociera lo que era pasar un mal día, yo sí lo sabía, había estado pasando malos días desde hace mes y medio. Mi vida perfecta se había terminado el día que entré por primera vez a ese lugar y descubrí que no amaba a mi prometida, y que me sentía ligeramente atraído por un chico.

 

Miré a Taemin, en realidad se veía mal, no sonreía como cuando lo conocimos, estaba serio. Le miré de pies a cabeza, se veía afligido, pero seguía mirándose tierno. No pude quitarle la mirada de encima, aunque esta vez no me mirara. Ya no había complicidad, no sonrisas de nervios por coqueteos indebidos. ¿Qué había pasado? Taemin sacó el vestido de donde estaba, lo tocaba como si se trata de algo que se haría trisas en cualquier momento. Se lo dio a Yoona.

 

-Pruébeselo, tengo que corregir las medidas del largo de la falda y asegurarme que sea su taya indicada.- Comentó, de manera seca, como si no estuviera feliz de hacer su trabajo, lo cual no era cierto, se podía notar por la forma en que había tomado el vestido. Se fueron al vestidor, para repetir lo de la otra vez. Yoona se pondría el vestido, lo admiraría y me haría dar mi opinión sobre ello.

 

Pero eso no importaba ahora, Taemin había salido del vestidor, presuroso, pegándose a la pared antes de llegar a su lugar de trabajo. Había comprimido los ojos, como si quisiera evitar llorar, su respiración era irregular. Me le acerqué lentamente, no me gustaba verle así. Sentía algo extraño en todo mi ser con sólo mirarle, recordarle sonriendo era maravilloso. Como si hubiese leído mis pensamientos, sonrió, con los ojos cerrados. No pude evitarlo, me acerqué más a él, quedando tan cerca, que podía ver como su labio inferior temblaba levemente, por la fuerza que ponía en la sonrisa. Abrió los ojos, y pude ver la tristeza que había en ellos. Estaba triste, y me sentía responsable, aunque en realidad no supiera por qué lo estaba. Miré sus labios, y me di cuenta que si no lo intentaba ahora, no tendría jamás el valor, ni la oportunidad para hacerlo. Quería besarle, no por el simple hecho de saber cómo se sentía besar un chico, quería besarle específicamente a él. Conocer el sabor de su boca, sentir sus labios, no podía perder la oportunidad, ahora que lo tenía tan cerca. Junté nuestras bocas, descubriendo la suavidad de sus labios, quise sentirlos aún más, era magnifico, se sentía como nada que antes me hubiese hecho tan feliz. Pero me apartó.

 

-¿Qué...- No le dejé hablar, estaba dudando, y no quería que dudara, quería que me correspondiera el beso. Habíamos coqueteado la vez anterior, me merecía el beso. Quería ese beso. Por muy egoísta que sonara, en realidad sólo quería perderme en su boca color rosa. Moví mis labios con insistencia, haciendo el beso más fácil, empecé a delinear sus labios con mi lengua, quería adentrarme en ese lugar, explorarlo a fondo. Pero no pude, Yoona había terminado por cambiarse.

 

Tomé aire antes de ver lo que Yoona tanto aclamaba como el mejor vestido de la historia, se veía perfecta como siempre. No pude evitar sonreír, no por ella, sino porque tuve la oportunidad de conocer los labios de Taemin. Era increíble, si jamás hubiese acompañado a Yoona a ver su dichoso vestido, jamás hubiera visto a Taemin y jamás hubiera conocido este sentimiento extraño. Sólo le había visto dos veces y podía empezar a creer que estaba enamorándome de él. Su dedicación, la sonrisa que daba, como tomaba el vestido como si se tratase de la Gioconda. Su personalidad era divertida, demasiado. No me di cuenta de lo que Yoona hacía frente al espejo, miraba a la nada, estaba totalmente ido en mis pensamientos. Taemin se acercó, sin mirarme, estaba poniendo alfileres por todos lados, dándome la espalda todo el tiempo, tal vez se encontraba avergonzado, puesto que cuando terminó, no dijo nada, inmediatamente acompañó a Yoona al vestidor, para salir segundos después.

 

Quise volver a acercarme, pero se veía muy concentrado en una libreta donde dibuja. Bueno, ni tan concentrado, se veía que fingía, su mirada seguía triste y ahora se notaba algo enojado. En este momento si era por mi culpa, ¿lo habría ofendido? Nunca fue mi intensión, pero él me gustaba, tenía que intentarlo, o si no me arrepentiría toda mi vida. Ya no cruzamos miradas, mucho menos palabras, él seguía atento a sus cosas, sin sonreír, sin dedicarme una mirada. Programaron la tercera cita, sin consultarme nada, en realidad no tenía que ver conmigo, lo que quisiese Yoona es lo que se haría.

 

 

Después de ese día, no pude volver a besar a Yoona, no quería besarla, no estaba bien. Siempre encontré una excusa, algún pretexto para evitarlo. Poco a poco se me había hecho más incómodo pasar tiempo con ella, por más que supiera que viviría el resto de mi vida a su lado.

 

 

 

La tan esperada tercer cita llegó, y digo tan esperada, porque era en lo único que tenía la atención, no me importaba saber quiénes iban a ir a la boda, no me importaba el color de los adornos, la música, lo que comeríamos. ¡No me importaba la boda! En absoluto, y eso era algo malo. ¿Cómo no podía estar interesado en lo que definiría el resto de mi vida? Todo el mundo esperaba que yo estuviera igual de impaciente que Yoona, que contara los minutos que faltaban para estar frente al altar. Pero no lo hacía. Preferí mantenerme alejado en casi todo, lo único que me importaba era acompañar a mi bella prometida a ver su dichoso vestido terminado, y no precisamente por el vestido o su felicidad. Estaba siendo un total egoísta, lo sabía, pero nunca antes había hecho algo que no fuera a llevarme a una vida perfecta.

 

Al llegar, Taemin estaba ocupado con una señorita. Le sonreía, mientras ella hacía preguntas, tenía un toque de nerviosismo, pero Taemin le correspondía con cortesía y simpatía. Él parecía comprenderla, le explicaba de manera paciente, le decía todas las posibilidades. De nueva cuenta, hacía algo que no correspondía a la imagen que proyectaba, con su cabello despeinado. Terminó de atender a esa chica y luego reparó en nosotros. Su bella sonrisa se esfumó, tornándose a una bastante incomoda.

 

-Buenas tardes.- Hizo una reverencia, saludándonos.

 

-Taemin ah, ¿cómo ha estado tu día?- De nuevo Yoona le hablaba de manera informal. Arrugué la nariz, molesto, no me gustaba que le hablara así. No lo conocía, no tenía derecho a hablarle así...Yo tampoco le conocía, no tenía derecho a pensar así, pero lo hacía, y no encontraba manera de evitarlo. Él era algo tan diferente a lo que conocí en toda mi vida, quería seguir conociéndolo.

 

-Bastante ocupado. Tengo deberes por hacer.- Hizo una mueca demasiado tierna como para ser de enojo. –Iré por su vestido.- Y seguía mirándose tierno, a pesar de estar actuando de manera cortante.  Al volver, traía consigo algo que a simple vista no parecía un vestido, sino un mar de piedras preciosas y flores color blanco y beige. Era impresionante, se veía tan bien, y a la vez era extraño, único. –Noona, déjeme ir por el velo.- Se lo ofreció a Yoona, quien le tomó gustosa.

 

-¡Minho ah!- Yoona me miró expectante por una opinión. -¿Qué dices? ¿A qué es el vestido más hermoso que me verás puesto?- No supe que contestar, eso había sonado frívolo, una cualidad que ella no tenía. –Taemin ah, esto se ve precioso. Kibum y tú hacen muy buena mancuerna con esto de los vestidos.- Ella encantada de lo que tenía.

 

Alcé mi vista, observando a Taemin, en realidad era algo más que deleitable, algo que jamás tendría el gusto de conocer. No, dirigí mi mirada hacia Yoona, mis padres querrían que tuviera una vida perfecta, y eso era a lado de ella, ¿no? Una vez más se habían ido al vestidor, lo más seguro es que Yoona moría por probárselo, miraba con ojos de amor al pobre vestido, mismos ojos que yo estaba seguro jamás podría mirar así a ella. Vi a Taemin salir del vestidor, estaba algo absorto en sus pensamientos, moviéndose en automático. Llegó a su lugar de trabajo, no pude evitar acercarme lentamente, era como si él estuviera en una batalla interna, pues parecía indeciso en lo que hacía. Por mi parte, yo estaba muy decidido a probar sus labios de nuevo. Jamás tendría la oportunidad de probar algo diferente, por lo menos ahora, podría despedirme de ese mundo de posibilidades al que no iba a entrar.

 

Le tomé por los hombros, girándole suavemente, pudiendo notar como se tensaba por ese hecho. Me acerqué un poco más a él, mirándole a los ojos, observando cada detalle de su rostro. Había preocupación, nerviosismo, mucho nerviosismo; quise reír, se veía dulce de esa manera. Soltó un pequeño suspiro, con el cual terminó mordiéndose el labio. No me pareció, quería ser yo el que estuviera mordiéndole, adentrarme en su boca, disfrutar de ella.

 

-No lo hagas...- Le pedí, mientras repasaba el lugar afectado por su mordida, sus labios eran suaves, me moría por incursionarme en ellos. Respiré pesadamente, en lo que me perdía en su pequeña boca. Moriría ahí y todo estaba bien. Fui ambicioso, quise más, pasando mi mano detrás de su espalda, ciñendo el espacio entre nosotros, volví a repasar su labio con mi lengua, pidiendo permiso para entrar, permiso que me fue otorgado. Descubrí la calidez de esa boca, su lengua contra la mía, danzando con gracia hacia el sentimiento de felicidad. Entonces me separó de sí.

 

-Detente, tu novia está en la cabina.- Quiso advertirme, pero nunca antes me había importado menos la presencia de Yoona en mi vida. Le sonreí, él no estaba del todo de acuerdo en el beso, pero tampoco quería que se terminara, eso me hacía darme una idea de qué tipo de persona era y los conflictos que estaba teniendo por lo que estábamos haciendo. Cerré mis labios sobre los suyos antes de que dijera algo o los volviera a morder, me gustaba ser yo quien los tocara, los saboreara. Gimió, haciéndome saber que le gustaba, así que me tomé el libertinaje de tomarle por las caderas, acariciar el hueso de ahí, mientras nos empujábamos contra la mesa. Era algo automático, no tenía que pensar mucho para saber qué cosas harían el besó aún más placentero. Le mordí, cansado de tener esa idea en la mente. Se sentía bien, y a la vez sabía que esto estaba tan mal. Me obligué a separarme de su boca, él tenía las mejillas tan rojas por la falta de aire.

 

-Se siente tan bien.- Le dije, a pesar de saber que después de hoy no volvería a experimentar esa sensación. Giró su rostro, parecía apenado, y confundido, tras unos segundos, me miró y fue él quien creó un enlace entre nuestros labios. A él le gustaba, a mí me gustaba él, que se fuera al demonio todo, podría morir de felicidad, había conocido la sensación más placentera del mundo sólo con mirarle, y besarle era ir al cielo. No quería separarme de su boca, quería conocerle, saber cómo era, poder besarle todo el tiempo. Nos separamos justo unos momentos antes de que Yoona saliera con su bonito disfraz de novia. Taemin volvió a hacer lo suyo, con sus instrumentos de trabajo, mientras yo trataba de conservar lo último de ese beso, tocando mis labios.

 

No tuve otra opción, regresé al lado de Yoona, mi futura esposa. Ese de casarme con ella parecía más un teatro armado, lamentablemente, por mí. Le hice girar varias veces, su vestido era perfecto para un disfraz de novia, sería la novia dentro de un matrimonio perfecto. Empezaba a asquearme esa idea.

 

Taemin se negó a hacerle algo más al vestido, haciendo que Yoona fuese a quitárselo. Pensé que podría estar otro momento a solas con él, pero ese no fue el caso, tan rápido como pudo, salió corriendo por algo más que necesitaba el vestido. Siempre atento a su trabajo, parecía darlo todo por ello, sin importarse a sí mismo. Se veía decaído, de nuevo. Tomó el vestido y le colocó un prendedor de una rosa color café, muy contradictorio a las flores blancas del vestido, pero resaltando su belleza. Guardó el vestido y el velo, dándoselos a Yoona, que a su vez me los dio a mí. ¿Eso era todo? ¿Ya no volvería verle de nuevo? Cuando salí de la boutique me sentí súbitamente vacío. Como si hubiese perdido por completo el sentido que alguna vez tuve en mi vida.

 

 

 

El gran día de la boda había llegado. La boda iba a ser al aire libre, habían sido colocadas muchas sillas y un marco de flores donde estaríamos. Cerca de ahí, había una casa, que le pertenecía a mi amigo Lee Jinki. Él nos había prestado el lugar, no porque fuera mi mejor amigo, sino porque Seohyun noona prácticamente le obligo. Al saber eso me reí, el amor hacía tonta a la gente; eso solía pensar en aquella época. Ahora en lo único que pensaba, era que una vida no podía ser perfecta si no había amor en ella. Yo no amaba a Yoona, por más que ella me amara a mí. No sería feliz, y no podría hacerla feliz.

 

Daba vueltas en mi habitación, observando y relatando mi dilema al saco que iba a usar, él parecía ser muy sabio, su silencio valía oro. O yo ya estaba perdiendo la cabeza por la precisión. Hubiese seguido debatiéndome con el saco, si no hubiesen llamado a la puerta. Era Onew, estuve a punto de alabarle, necesitaba hablar con un humano y no un saco inanimado.

 

-¡Hyung!- Sonreí tan forzado, que me dolieron los músculos de la cara. -¿Qué se le ofrece?- Creo, que por primera vez en mi vida mi tono de voz me delataba.

 

-Bueno...Cuando llegaste te noté algo extraño...- Me miró de pies a cabeza, como si me juzgara. –Y ahora que lo pienso, no te ves como un novio feliz, en general: No te ves como un novio.- Recalcó.

 

-Hyung, debo confesarle algo.- Me senté en la cama, dejando de lado el saco que en mi mente seguía debatiéndome. –No me voy a casar.

 

Después de decir eso, pude ver a la perfección como abría la boca en una perfecta o de sorpresa. Estaba impactado por lo que le había dicho, simplemente me miraba sorprendido, pidiendo algo parecido a una explicación.

 

-No me puedo casar, no me quiero casar, no me voy a casar.- Alcé mis brazos mientras me encogía de hombros. Nunca antes me sentí tan bien haciendo algo con lo que mis padres, que pronto se enterarían, estuviesen en desacuerdo. –Le tengo que decir a Yoona que esto no tiene futuro.- Me puse en pie y salí de la habitación, dejando a mi pobre hyung meditando mis palabras sin sentido.

 

No, no podía casarme, porque no amaba a Yoona, la conocía de hacía mucho tiempo, por lo tanto sabría lo muy infeliz que ella sería a mi lado. Éramos tan parecidos, que no habría ninguna sorpresa, siempre haríamos todo bien, no habría ninguno chiste en cometer errores. Yo quería intentar algo nuevo, atreverme a equivocarme y empezar de nuevo. Llamé a la puerta de donde ella estaba. Seohyun salió, recogiendo la falda de su vestido verde, parecía que se iba a matar con los zapatos que traía.

 

-Minho ah...¿Qué haces aquí?- Parecía confundida, ya que aún faltaban tres horas para las ceremonia y yo estaba a medio vestir mi traje.

 

-Seo, quisiera hablar con Yoona.- Lo dije de manera suave, pero seria. Seohyun me miró, cambiando su semblante, lo más seguro, es que al igual que Onew, hubiese notado mi abstraída actitud. Se fue de inmediato, llamando a Yoona.

 

-¿Pasa algo, Minho?- Yoona salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Tenía el maquillaje a medias y ya llevaba puesto el vestido. Observé de nuevo la rosa café. La única razón por la que se miraba tan bien, era porque era diferente, parecía incluso algo marchita, contrastando con la perfección del resto del vestido.

 

-Yoona, yo...Lo siento.- Suspiré. –No podemos casarnos.- Observé que había puesto pálida en cuanto le dije esto.

 

-¿Por qué? ¿De qué estás hablando?- Se alteró, mientras se acercaba a mí, preocupada de lo que fuese a decirle.

 

-Yoona, yo nunca te quise más que como una amiga.- Le empecé a explicar. –Si te pedí matrimonio, si empezamos a salir, fue porque todo el mundo esperaba eso de nosotros. Yoona, estoy enamorado de alguien más.- Terminé por confesar.

 

Lo siguiente que sentí fue la mano de noona darme una bofetada, estaba roja de la rabia, tenía lágrimas en los ojos, apretaba sus labios, conteniendo la ira.

 

-¡Cómo te atreves a hacerme esto el día de mi boda!- No pudo contra su enfado. -¿Quién te crees que eres? ¿No eras feliz conmigo? Pues actuabas muy bien, la verdad.- Sus palabras no me herían, porque eran verdad. –Ahora resulta que estás enamorado de alguien más. ¿Quién puede ser mejor que yo? ¡Soy lo que todo mundo busca!- Empezó a hacer ademanes muy bruscos.

 

-Noona, usted es una buena persona, pero no quiero casarme contigo.- La tomé por los brazos antes de que volviera a abofetearme. –Lo siento, nunca quise lastimarle.

 

-¿Lastimarme?- Se rio irónicamente. –Has arruinado el mejor día de mi vida. Esta es mi boda, no te necesito.- Gritó. –Eres nadie, no me mereces. ¿Cómo pude pensar que sería feliz a tu lado? Nunca has pensado en nadie más que en ti. Dime, ¿de quién te enamoraste? Porque creme, te aseguro que esa persona no me llega ni a los talones.

 

-Yoona, no te expreses así, por favor.- Traté de serenarme, muy por el contrario, ella cada vez se ponía peor con mi actitud.

 

-¡Lárgate Choi Min Ho! Vete de aquí, no quiero volver a verte.- Gritaba enfadada. Nuestros familiares y amigos empezaron a acercarse para ver cuál era el problema, nosotros, ella gritando y llorando del enfado, y yo tratando de excusarme.

 

Me quité de ahí, sabiendo que si me iba, me ganaría el odio de Yoona. Me acerqué a la puerta, y desde ahí, miré a los demás, que estaban expectantes por una explicación de mi desición.

 

-Lo siento, la boda se cancela. Me disculpo por haberles hecho perder su tiempo.- Hice una reverencia, sin importarme el estado de Yoona, no quería verla, o me sentiría peor de lo que me sentía por haber cancelado la boda unas horas antes. Esto, era algo que debía haber hecho hace mucho.

 

 

 

 

 

 

Después de irme, no volví a ver a Yoona, no me interesó saber si me había perdonado, o si aún me tenía rencor. Me dediqué a seguir mi vida, que consistía de ir a casa al trabajo, y viceversa. No salía mucho a otras partes, no me sentía de ánimo. Tampoco iba a casa de mis padres, para evitar los comentarios de mi madre. Estaba estancado en mi círculo vicioso.

 

Un día, después de medio día de trabajo, volví a mi casa. Revisé los mensajes de voz que tenía. El primero era de mi padre, que me pedía que fuera a casa a hablar de lo sucedido, él sonaba tranquilo, en realidad quería conversa de manera civilizada. La única razón por la que ignoré la invitación era por los gritos de mi madre, que estaban de fondo, exigiéndome una explicación de por qué había “arruinado” mi vida al cancelar la boda con una de las mejores prospectos que pude haber conocido jamás. Un segundo mensaje empezó a correr, era mi hermana, pidiendo salir a comer conmigo. Su voz era tan apacible, y de cierto modo sentí que a ella si le debía una explicación, sabía que ella me entendería, pues, a pesar de ser menor que yo, había vivido casi toda su vida con la desaprobación de mi madre por todas las cosas que hacía. La llamé y quedamos en comer juntos.

 

-¡Oppa!- Krystal me abrazó como si no nos hubiéramos visto en años. –Te ves cansado, no trabajes tanto.- Me demandó con un puchero, viéndose mucho menos severa de lo que quiso ser.

 

-Como digas, hermanita.- Me reí, hacía mucho que no hablaba con ella. -¿Cómo han estado las cosas?- Pregunté.

 

-Quitándole a mamá que está histérica, muy parecido a siempre.- Se encogió de hombros, después me golpeó. –Por tu culpa, Seunghyun me pregunta todos los días si aún le quiero.

 

Me reí, Krystal trataba de culparme sobre sus problemas de noviazgo.

 

-No sabía que tu novio era tan desconfiado, no parece serlo.- Observé.

 

-No pareces ser de las personas que cancelan su boda horas antes.- Entonces me quedé callado. Krystal había sido inteligente, llegó al punto sin darle demasiados rodeos, pero sin ser agresiva. Ahora entiendo porque se llevaba tan mal con mamá, son idénticas.

 

-...Creo, que tengo que explicarte muchas cosas...-Suspiré. –Para empezar...- Empecé a contarle mi odisea, desde que tomé la decisión salir con Yoona por primera vez, pensado que era lo correcto, tratándome de enamorar de ella a la fuerza, hasta que conocí a Taemin, que con una mirada algo coqueta, había logrado robarme el corazón. Me sentía tonto, por no haberme dado cuenta de lo correcto antes, por haberme enamorado de un perfecto desconocido que sólo había visto tres veces. Pero eso era, ya había pasado, y así me encontraba ahora.

 

-Oppa...- Krystal me miró, entre seria y divertida. -¡Sabía que no eras un robot!- Se rio. –Confieso, nunca soporté que fueras el hijo perfecto, hacías todo lo que nuestros padres querían. Sé que lo hacías porque sabías que ellos eran sabios, pero nunca te opusiste a algo, no parecías tener dudas o quejarte por no haber intentado algo más, ¿no te arrepientes de algo? ¿o de no haber hecho algo?- Me cuestionó, sin esperar respuesta. –El día de tu boda, con todo respeto a unnie, pero me emocioné muchísimo al saber que no eras un robot bajo el comando de la perfección, que no serías feliz con esa boda, que lo sabías, y por eso habías tomado la decisión de cancelarla.- Tomó un trago del vaso de agua que tenía entre sus manos.

 

-Krys, ¿te gusta ser la oveja negra de la familia?- Me burlé, entrecerrando los ojos, inquiriendo que tal vez le robaría el puesto.

 

-Me gusta que piensen que soy la rebelde.- Se encogió de hombros. –Pero no es rebeldía, adelante, rebélate.- Me mostró la lengua. –Yo, hago cosas que considero son las correctas, nuestros padres no saben que las cosas han cambiado, las normas de antes ya no aplican en el día a día. Yo pienso de manera diferente a ellos.

 

-¡O sabía hermanita menor!- La hice reír. –Gracias por entenderme...- La tomé de la mano y le sonreír.

 

-Ahora, déjame ser la primera en felicitarte por haberte enamorado.- Me sonrió. –Si piensas que es una sensación bonita por ahora, deja que avance, te matará lentamente.- Me quiso asustar. –Pero sobrevivirás, como un adicto.

 

-Si así es tu relación con Seunghyun, ahora entiendo porque mamá se opone a ella.- Le molesté.

 

-Hablando de mi relación con Seunghyun, oppa, hay tantas cosas que debo contarle...

 

Hablar con mi hermana fue lo mejor, ella me hizo ver que la perfección no era algo real, era una idea, que jamás se conseguiría. Lo mejor de la vida, es equivocarse y buscar nuevas maneras, nuevas formas. Esa tarde, salí de mi círculo vicioso, mi hermana había sido la persona más errática ante mi punto de vista, pero ahora sentía que ella estaba en lo correcto y que yo había vivido en una mentira.  

Notas finales:

Ahh~ ¿No les parcen bellas las bodas? ¿No les parece mejor aún cuando una boda no se lleva a cabo, porque al novio le gusta alguién más? ^w^

Esperare sus lindos comentarios sobre la fallida boda de Yoona y Minho xDD

Besos :3


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