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Capacidades por Yoshita

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Notas del capitulo:

Eh... He visto que la historia no tuvo mucha acogida, doy gracias a esas dos chicas que me dejaron Review y que se que esperan la continuación. 

A pesar de que no gustó mucho, lo terminaré todo porque odio dejar las cosas a medias, además que me encanta la temática de este fic. 

Adelante. 

2. 
 
Se tapó los labios con la mano, no podía creer que aquellas palabras hubieran salido de su boca. Ella era discreta y callada, también moderada y para nada arrebatada. Pero eso era diferente. Había cambiado con Monkey D. Luffy. 
-¿Ro-robin-chan?
-¿Oye Robin, estás bien?- Nami la tomó del brazo y la sacudió para que la chica entrara en razón. 
-Yo...
-¡Uuuaaah! ¡Robin tiene hambre!- Luffy se abalanzó sobre la arqueóloga y la tomó por los hombros- comer es genial, ¿verdad Robin? Aunque creo que se me apetece un libro...- musitó pensativo. 
De nuevo silencio. Uno inquietante. Lo había dicho el capitán, de manera tan seria, que parecía verídico. No pedía comida. Estaba completamente seguro de querer un libro. Definitivamente había cambiado con Nico Robin. 
-¿Por qué me miran tan raro?- soltó a su tripulante y miró al resto- ¿puedo ir a la biblioteca, Nami?
-¡¿Ehhh?!
-¿Puedo? Bueno, me voy- lo vieron desaparecer dentro del barco con estupefacción. ¿Había LUFFY pedido prestado un libro?
-Robin...
-Yo... Tengo hambre... Y mucha- musitó apenada. 
-¿Por qué no vas y le dices a Luffy que estás orgullosa de su capacidad y listo?- sugirió Usopp con la carta en la mano- ¿no terminarías esto de una vez?
-Entonces te sugiero que lo hagas antes que Luffy-san coja un libro. 
-¿Qué dices, Brook?
-Si el cambio fue con Robin-san, ella no descansa hasta que no acaba un libro, ¿no? Ahora imagina a Luffy con el libro, aparte que tiene la capacidad de Robin-san, es terco, ¿vas a hacer que diga que está orgulloso de ti si sabe que va a tener que dejar de leer?
-¡Haberlo dicho antes!- Nami y Robin corrieron dentro del barco a la biblioteca. 
Los chicos quedaron en cubierta. 
-¿Y ahora... Quién tiene mi capacidad y cuál es?- murmuró Usopp. 
-No lo se... ¿Vamos a pescar?- Franky sugirió. 
-Vale, íbamos a eso, ¿no?- Usopp no tardó en decirle- ¿vienes Chopper?
-Si- y se encaminaron los tres al borde del barco con las cañas de pescar ya listas. 
-Yohohohoho, iré a hacer algo. 
-Vaya, se hace tarde...- murmuró Sanji soltando una calada de humo. 
-Tsk, iré a preparar el almuerzo. 
Brook detuvo su andar. Los tres pescadores detuvieron el lanzamiento de su caña y voltearon a mirar, sorprendidos. Sanji dejó caer su cigarro. ¿Estaba EL MARIMO diciendo que iba a hacer el almuerzo?
-Zoro...
Y estallaron en carcajadas estruendosas. 
-¡Imagínalo con delantal...!- exclamaba uno. 
-¡Ponle gorro de cocinero...!- decía otro. 
-¡Ponle traje de Maid!
-Oi Zoro- le gritó Usopp- pescaremos bastantes cosas para ti, ¿si?- y retomaban su risa. 
-Vaya, vaya Marimo, ¿así que has cambiado conmigo?
-No me digas- musitó irónico- vieras que pensé que tenía la capacidad de Chopper, menos mal me dijiste que era la tuya... ¡Pues obvio! ¡Solo tu eres el cocinero de mierda!
-Bueno- estiró los brazos y bostezó- te encargo el almuerzo, voy a mi habitación a ver si puedo caer dormido como una marmota y saber qué capacidad tuya tengo Marimo- se dio la vuelta e hizo un gesto de despedida con la mano mientras desaparecía bajo cubierta. 
 
Al cerrar la puerta, se dejó caer apoyado en ella y estiró las piernas. 
-¿Y tenía que ser con el Marimo?- encendió otro cigarro- él tiene mi capacidad de cocinar y yo... Apuesto a que se manejar la estúpidas espadas esas- sonrió- estúpidas, ja, espadas que han salvado mi vida tantas veces... Y pensar que me enamoré de ti...- se puso de pie- bueno, ya fue mucho melodrama- abrió su armario y se fijó que el espejo de cuerpo completo estaba algo torcido- a lo mejor esta mañana cerré muy duro...- lo acomodó y se desabotonó la camisa. Alzó la mirada y vio su reflejo. Algo le extrañó. Llevó las manos a sus mejillas. Estaba sonrojado. Puso su mano en su pecho y tenía el pulso algo acelerado. ¿Razón?- tal vez fue porque pensé en el Marimo...- de nuevo vio su reflejo y se coloreó aun mas- si, fue por el Marimo- se puso una camisa holgada y guardó los zapatos junto a la correa, se acostó en la hamaca y cerró los ojos. Increíblemente se quedó dormido. 
 
-¡Abre la maldita puerta Luffy!- Nami y Robin golpeaban la entrada de la biblioteca y miraban por el ojo de buey a Luffy sumergido en uno de los muchos libros que Robin había guardado con el tiempo. 
-¡No! ¡Hasta que no termine los libros que quiero leer!- a su lado descansaba una pila de libros cuyos nombres Nami no alcanzaba a ver. 
-No hay manera Navegante-san, los libros que tiene son muy interesantes. 
-¿Alcanzas a verlos?
-Reconozco las tapas: La isla del tesoro, Moby Dick, Peter Pan, Robinson Crusoe, 20.000 leguas de viaje submarino, Las mil y una noches y está leyendo Los tres mosqueteros, no saldrá en tres o cuatro días. 
-¿Y si haces creer tus brazos dentro y lo obligas a que te lo diga?
-Lo haría pero... Seamos sinceras, ¿veremos a Capitán-san así de nuevo?- le echaron un nuevo vistazo: Luffy yacía en el suelo con la pila de libros a su alrededor. Había dejado el sombrero aparte y cambiaba de posición cada dos por tres sin soltar el libro. 
-No, nunca- rió Nami- supongo que algo de calma y lectura es bueno para él. 
-Supongo... Ahora, ¿me acompañarías a la cocina?- pidió avergonzada- muero de hambre. 
La chica rió. 
-Claro. 
Caminaron juntas hablando de todo y nada y abrieron la puerta de la cocina. 
-¿Sanji-kun, podrías... ¡¿¡Zoro!?!?
-¿¡Qué haces, Espadachín-san?!
Zoro las miró. ¿No era obvio lo que hacía?
-El almuerzo- dijo encogiéndose de hombros y bajando el fuego de un fogón. 
-¿¡Por qué tu?!
-El estúpido cambio de capacidades que tuve fue con el cejillas, ahora resulta que soy yo quien cocina- movió los champiñones en la sartén y terminó de rebanar los tomates- resulta que no sólo está orgulloso de su cocina sino también de su gusto por ella- echó los tomates con los champiñones y lo dejó a fuego lento- ahora, ¿qué hacen ustedes aquí?
-Tengo hambre- dijo Robin, ya con mas confianza. 
-Verdad, ya lo había anticipado- le llevó un plato con varios, muchos, emparedados de distintos rellenos- toma, hay té helado en la nevera. 
-¿No lo vas a servir?
-Fíjate que la capacidad de caballerosidad no la tengo- espetó con sarcasmo- sírvelo tu. 
-Sanji-kun es mucho mas amable que tu- le sacó la lengua- vas a morir solo Zoro, no vas a casarte nunca. 
-Lo se, ¿imaginas que me toque alguien como tu? Que miedo...- rió antes que Nami le lanzara una silla- si vas a ponerte violenta, te sugiero que salgas, no creo que al cocinero le agrade que destruyas su preciada cocina. 
-Si serás... ¡Robin, di algo!- fue un error voltear a ver a la chica. Su boca estaba llena de emparedados, salsa y migajas, así como su cara. Sus mejillas estaban infladas de la cantidad de comida que tenía en la boca y sostenía dos bocadillos mas con cada mano. Era sin duda una imagen peculiar. 
-Oh Roger...- murmuró Nami- definitivamente cambiaste con Luffy. 
-Hablando del diablo, ¿y Luffy?
-En la biblioteca- le informó mientras, rendida, se dejaba caer sobre la silla contigua a Robin, quien ni se inmutaba de lo que sucedía- encontró libros y no hay quien lo pare. 
-Definitivamente cambió con Robin- cerró la nevera y tomó un gran sorbo de sake. 
-Y tu con Sanji-kun... Oi, a fin de cuentas, ¿qué capacidad tuya tiene él?
-Ni idea. 
-Supongo que sabrá luego, ¿dónde está?
-Dijo que iba a dormir. 
-Tal vez es esa la capacidad que tiene de ti, ¡dormir como una marmota a la que no le importa lo que pasa alrededor!
-No me causa gracia, además, no es una capacidad de la cual me enorgullezca. 
-Oh bueno, todo puede pasar- se puso de pie y abrió la puerta- ¿vamos Robin?
La arqueóloga asintió y tomando la bandeja casi vacía de bocadillos, salió tras Nami. 
 
Sanji se revolvía en su hamaca. No hallaba manera de despejar su mente. Seguía enamorado de Zoro y el Marimo ni cuenta daba de él. Apenas discusiones, ¡y vaya que discutían! También tenían sus peculiares peleas diarias y ahora él tenía lo que mas apreciaba: cocinar. Era como si lo hubiera atrapado todo, al fin, completo. Pensaba que lo único que Zoro no iba a tener de él (porque ya le había entregado la vida, el corazón y su cuerpo, no de manera literal, claro), pensaba que iba a conservar lo que mas apreciaba en ese mundo, creía que cocinar iba a ser lo único ajeno al Marimo de mierda... Y mirando lo que pasó... El mundo lo odiaba. 
Oyó la estridente voz de Zoro llamarlos a comer y no tardó en escuchar unos rápidos pasos a la cocina. Sonrió al notar el taconeo de los zapatos de Robin. 
Se levantó y se puso la camisa, de nuevo sonrojándose al verse semidesnudo en el espejo. 
-Es por el Marimo- susurró y salió luego de ponerse zapatos. 
 
Entrar a la cocina fue extraño hablando del panorama con que se encontró. Luffy no estaba y Robin sacaba brazos de donde nadie esperaba para poder robar los platos del resto. Rió. Robin y Luffy tenían habilidades para robar comida muy buenas. Y los chicos no sabían que hacer. 
-Así que te dignaste a venir, ¿eh?
-Calla Marimo, no todos sobreviven a lo bruto como tu. 
-A ver si cierras esa boquita tuya y te sientas a comer- la sirvió algo alejado de Robin y luego se sentó a su lado. 
-¿Y Luffy?
-En la biblioteca- dijo como quien no quiere la cosa y siguió comiendo. 
-Es lo mas extraño que he oído. 
-Y eso que no viste a Robin comer emparedados en la mañana- carcajeó- hubieras muerto. 
La puerta se abrió y Luffy entró con un libro tapando su rostro. 
-Sanji. Jugo y galletas- demandó. 
Zoro miró al cocinero y este le devolvió la mirada. 
-Anda Zoro, dale de comer a Luffy. 
-Ya va...- masculló y puso el jugo a hacer mientras buscaba unas galletas en la bodega. Cuando estuvo, puso la bebida y las galletas en una bandeja y se la dio al capitán. 
-Gracias Sanji- y salió sosteniendo con una sola mano. 
-Está tan absorto que no se fijó que se lo dio Zoro- dijo Nami. 
-Esto es increíble. 
-Yohohoho, Luffy-san a hallado un buen libro. 
-¿Cuál?
-Los tres mosqueteros. 
-Robin, ¿no te importa que Luffy coja tus libros?- voltear a ver a la mencionada fue un error. No solo detuvieron su comer y le dieron pase libre a que les robara, sino que también la vieron con una expresión comprometedora en cuanto a su reputación se refería. De nuevo la salsa manchaba su rostro y un trozo de carne colgaba de la comisura de sus labios sin recato. Sus manos, todas, llenas de comida, iban de los platos a su boca, embutiendo alimentos de manera descontrolada. Demasiado... Luffy. 
Suspiraron rendidos. Dieron gracias. Zoro y todos salieron de la cocina, menos los dos cocineros. 
-¿Vas a ayudarme?
-La pregunta siempre era contraria Marimo- se levantó y se colocó a su lado para colaborar con organizar y limpiar la cocina. 
Sanji siempre había amado esos pequeños momentos a solas con Zoro donde el silencio no era incómodo sino agradable y podían disfrutar de la compañía mutua sin golpes ni insultos. Era absolutamente genial que se dieran esos momentos, porque Sanji podía contemplar a Zoro y tenerlo tan cerca sin necesidad de estarle golpeando. 
No recordaba ya cuándo era que se había enamorado del Marimo. Incluso en la isla con Ivankov y el resto había pensado en el alga... Y justo cuando pensaba que lo había superado, aparecía mas sexy que antes, con su voz profunda y ronca, con su exuberante cuerpo de 120.000.000 berries, porque eso era una jodida ilegalidad, y sin su ojo izquierdo. Al principio pensó que eso había hecho al Marimo perder el encanto, pero luego de pensarlo un rato... Se dio cuenta que lo hacía mas misterioso, atractivo, agresivo y dominante. Lo hacía ver peligroso y salvaje... Y no lo desagradaba para nada. Podían incluso afirmar que sus sentimientos por el Marimo se habían afianzado en él luego de reencontrarse y convivir con el nuevo Zoro... Que no era muy nuevo, pero él si que había cambiado. Y luego de tanto tiempo, se había aceptado a si mismo que si se había enamorado de Zoro y que no, no se arrepentía de nada. Ni teniendo a Nami y a Robin como esas dos bellezas exuberantes que veía a diario. Ni con ellas. 
Pero el Marimo era un caso distinto. Jamás mostraba interés. Por nada ni por nadie. Vivía para sus espadas y sus sueños. Nada mas. También por sus nakama, y eso lo tenía en claro, que Zoro daría su vida por cualquiera de ellos... Lo había visto y vivido en carne propia. Sólo podía culparse y se dio cuenta que esa culpa era porque no era únicamente camaradería lo que sentía por su espadachín compañero. 
-¿Te pasa algo?
-¿Eh?
-Estabas muy pensativo, ¿pasa algo?
-Nada...
-Cejillas, no puedes engañarme, hay algo que te está quitando el sueño. 
"Tu", pensó, "tu me quitas el sueño alga sobredesarrollada y parlante. Tu me trasnochas Zoro, tu y tu jodida indiferencia hacia mi". 
-Para nada... Sólo quiero recuperar mi cocina. 
Zoro suspiró. 
-Sanji- musitó y el mencionado lo vio.  Había dicho su nombre de manera tan calmada y tranquila que si estuviera por besarle, ya lo tendría a sus pies- estoy orgulloso de tus habilidades como cocinero. 
-¿Qu-qu-qu-qu...?
-Eso decía la carta- apartó su rostro- debíamos decir que estábamos orgullosos de la capacidad que habíamos adquirido. Eso hice, ahora hazlo tu. 
-Zo-zo-zo-zo...
-Deja de tartamudear- lo animó. 
-Zoro- tomó alientos- estoyorgullosodetucapacidaddedormircomomarmota- dijo de corrido. 
-¿Qué?
-Que... Estoy orgulloso de... Tu capacidad de dormir como marmota. 
-Ah, ¿esa es la capacidad de la que me siento mas orgulloso? Vaya, que simple soy, pero no creo que lo sea.  
-No cayó la carta que decía que debía caer...
-Tal vez esa no es mi capacidad... Y ya lo creo, hay cosas de las que me siento aun mas orgulloso. 
-¿Y qué es?
-Descúbrelo por ti mismo- le untó la punta de la nariz con jabón que tenía en su dedo índice y salió, no sin cierto seductor vaivén de caderas que acentuaba su reciente reto a Sanji. 
-La pagarás Marimo, lo harás, tarde o temprano. 
 
Sin mayores sucesos transcurrió la tranquila tarde en el barco. Difícilmente podría decirse que fue un día complicado, el cambio repentino que tuvo el capitán fue para bien y, ya entrados en detalles, los Mugiwara se sentían felices por la inmensa paz que se respiraba en el ambiente. Ni siquiera Robin armaba jaleo, lo único era que la chica alternaba entre la cocina y la cubierta, cosa que tenía a Sanji de los nervios. No, en ese momento no era él quien cocinaba, pero la preocupación por la comida y la bodega no desaparecían. Sin embargo, tenía la ventaja que era Robin y no Luffy quien robaba. Robin tenía mas conciencia de lo que hacía y por ende se moderaba a si misma. Pero no restaba el hecho que seguía robando a la cocina. 
Buscó a Robin con la mirada y la vio con Nami, tomando el sol de la tarde que amenazaba con caer en poco tiempo. 
Peinó la cubierta buscando al Marimo. Y lo halló, dormitando bajo el mástil, abrazando sus queridas tres espadas y roncando. Era tan extraño... La cara de paz de Zoro, era casi imposible, como una utopía, una quimera, un eslabón perdido ver esa serenidad en el rostro de un guerrero de tan alto calibre. Ni su cicatriz lograba amedrentar la expresión, era un espectáculo. Uno que no se quería perder. 
-¿No crees que estás muy cerca?
-¡Usopp! Me asustaste- miró al tirador- no vuelvas a hacerlo. 
-Sólo cuidaba tu pellejo, imagina que Zoro hubiera despertado, ¿qué crees que hubiera hecho de verte tan cerca a su cara? 
-Me... ¿Hubiera besado?
-Muy gracioso- se cruzó de brazos- mira, se que Zoro te gusta, pero hay que...
-¿¡Qué dijiste?!
-Que hay que guardar distancia...
-¡No, antes!
-Que.... ¿Zoro te gusta? ¿Eso?
-¡Si! ¡Mierda! ¿Cómo lo sabes?
Lo miró con los ojos entrecerrados. 
-Sanji... ¿Quieres de verdad que conteste esa pregunta?
-Si. 
Exhaló e inhaló. 
-Es casi obvio, si te fijas bien, es notorio. 
-¿Casi?
-Sólo digamos que hiciste algo que un día me causó curiosidad, entonces comencé a fijarme mas y... Bueno... Me di cuenta. 
-¿Qué hice?
-¿Recuerdas cuando Zoro enfermó?
-Si, todavía no lo supero. Pensé que el mundo acabaría o algo así. 
-Vale, una noche fui a relevarte de cuidarlo y eso y me acerqué con cuidado por si dormías. 
-Ve al punto. 
-Vi como lo besaste. Él estaba dormido, pero claramente tu no. 
Se atoró con el humo del cigarrillo. 
-Maldición... Ah, no hay nada que hacer, ¿no?
-¿Acerca de...?
-Del estúpido Marimo, sabemos que vive por sus sueños, aunque también por nosotros, pero jamás por alguien en concreto... O eso creo. 
-Mira Sanji, Zoro es una de las personas mas extrañas que he conocido, primero es amable y luego no te habla pero te cuida la espalda. Por mas indiferencia puedes confiar en él. Además, todos tenemos secretos. 
-¿Crees que Zoro me ame?
-No digo nada. Pero con decirle que lo amas no pierdes nada. Digo, lo peor que puede pasarte es morir. 
-No se si eso me ayuda o no, pero gracias Usopp. 
-Vale, cuando quieras. Ahora, deberías despertarlo antes que se haga mas tarde y no haya cena. 
Chasqueó los dedos. La cena. 
Tocó con suavidad la frente de Zoro y lo llamó. 
-Ma-Ri-Mo. 
Nada. Seguía roncando suavemente con esa cara de tranquilidad. 
-Debe ser un crimen despertar a alguien en este estado. 
Pinchó su mejilla y movió un poco la verde cabellera intentando levantarlo. 
-Oi Zoro. 
Le movió el brazo. 
-Zoro. 
Le movió la pierna. 
-Zoro. 
Lo llamó una última vez y se fijó que no iba a ningún lado. Dio una última calada y apagó el cigarro con la suela del zapato. Puso las manos en su cintura y se preparó a gritar. 
-¡Tu, idiota!
Se sobresaltó. Las espadas quedaron desperdigadas cerca a él y su respiración era agitada. 
-Pero... ¿¡Pero qué demonios pasa por tu cabeza!? ¿Es que quieres matarme?
-Espadachín-san, sólo queremos informarte que es hora de preparar la cena- Robin se inmiscuyó en la discusión antes que acabara en pelea y ella sin comida. 
-Ah, cierto, la comida... Yo tengo que hacerla... Anda cejillas, vamos. 
-¿Por qué yo?
-Porque, DE HECHO, tu eres el cocinero de este barco. Y hablando de eso, no hay sake, hey Nami, ¿qué tan lejos estamos de la siguiente isla?
-No se. 
De nuevo un incómodo silencio. ¿Nami NO SABÍA la ruta?  
-Oh Roger...- tapó su boca con las manos y cambió su expresión a una totalmente horrorizada- ¡no se! ¡No se navegar!
-¡Estamos perdidos!- Chopper correteaba junto con Usopp por cubierta. Huían despavoridos. 
-Tranquila Navegante-san, alguien debe tener tu capacidad, sólo debemos averiguar quién y que cambien, eso es todo. 
-Si...- secó sus lágrimas y pensó: descartó a Zoro, a Sanji, a Robin y a Luffy, ellos ya habían cambiado. Quedaban Chopper, Usopp, Franky y Brook y la verdad no tenía idea de quién podía ser. Ella misma no había notado una anomalía en cuanto a cosas que pudiera hacer así que  no podía estar segura. Pero no podía preocupar a los chicos- ya encontraré quién es, Zoro, ve y prepara la comoda... Uff, eso sonó muy extraño, pero bueno, ve, yo... Veré que me ingenio... - su voz se cortó, pero decidió ignorarlo. 
El espadachín se encogió de hombros y arrastró a Sanji a la cocina, después de todo, el rubio era el cocinero de abordo. 
 
-Sanji. Leche y galletas- de nuevo Luffy con su rostro cubierto por un libro hacía aparición a la hora de la comida en la cocina. Estaba tan abstraído que no había notado que no era su cocinero sino su segundo al mando quien le largaba la comida en una bandeja- gracias Sanji- y salió trancando la puerta. 
-De verdad sigo sin poder creerlo. 
-Créelo Chopper. 
-Yohohohoho, Luffy-san ya cambió de libro. 
-Si, y este está que lo acaba. 
-Por lo menos la comida ya se acabó- murmuró Robin- gracias Espadachín-san, delicioso- y salió por la puerta seguida por Nami. 
-Tampoco supero eso- añadió Franky- esa morena se ve SÚPER cuando come mucho. 
-Eres extraño, ¿te lo han dicho?
Franky lo golpeó. Usopp era sutil, pero no sabía que tanto. 
-Todos, fuera de mi cocina- demandó Sanji y cuando estuvieron fuera, cerró. 
-¿Qué acabas de hacer?- claramente el Marimo no acataba amenazas. 
-Estoy de los nervios- se deslizó rendido en una silla- no he podido pensar con claridad porque no puedo cocinar y no aguanto que ellos hablen tanto. 
-Necesitas un buen masaje... O unas vacaciones permanentes... O ambas. 
-Un masaje no vendría mal. 
-Lo se, que mal que estoy lavando loza. 
-Eres un maldito- se echó el brazo sobre los ojos y encendió un cigarrillo. 
-Vete a dormir, lo necesitas. 
-¿Estarás bien?
-¿Te preocupas por mi ahora?
-Le hablaba a la cocina- se puso de pie- si este Marimo de mierda te hace algo me dices, ¿si?
-Claro cariño- Zoro agudizó su voz y puso un cursi tono de enamorado. 
-¡No te burles!- y golpeando la puerta, salió. 
 
Daba vueltas y vueltas en su hamaca sin poder dormir. Una y otra vez pensaba en Zoro. Tanto tiempo sin cocinar le desesperaba y le dejaba demasiado tiempo libre para pensar en nimiedades. 
-Al carajo- se levantó y se puso el pantalón que había llevado durante el día. Ajustó la amplia camisa de botones blanca que llevaba y salió sin zapatos a dar una vuelta. 
Vio encendida la luz de la biblioteca y sacudió la cabeza. Luffy. 
Caminó a cubierta, de seguro Zoro estaría dormitando en algún resquicio del barco y sería divertido contemplarle por un tiempo, por lo menos hasta que le diera sueño. 
Pero no, el querido Marimo estaba despierto, entrenando como un idiota bajo el índigo cielo despejado. Una pequeña lamparita lo iluminaba. 
-¿Problemas para dormir?
-Algo- le respondió al Marimo y se sentó recostando su espalda en una baranda del barco. Zoro solía entrenar en la parte trasera y esa no era la excepción. Era donde menos lo veían, así Nami no podía quejarse- ¿puedo acompañarte?
-No veo por qué no. 
-Gracias Marimo. 
Recogió sus piernas y apoyó los brazos en las rodillas, no era muy cómodo, pero podía ver mejor al espadachín. Aunque no por mucho. Sin notarlo, sus ojos comenzaron a cerrarse y su cabeza a caer y antes de darse de lleno con el suelo, Zoro había atrapado su cabeza y depositado en el piso suavemente. 
-Idiota- le echó encima su yukata verde para que no pasara frío y siguió entrenando. Suspiró, Sanji no tenía remedio- ni pienses que voy a llevarte alzado a la habitación- le dijo- tienes suerte de amanecer sin resfrío.... Es broma... Pero aun así, no pienso entrarte- tomó las pesas y retomó la cuenta. Sería una larga semana, teniendo en cuenta que Sanji no tenía ni pista de la capacidad que había adquirido... Y él ya se había dado cuenta de la capacidad que había perdido. Hizo una mueca. De verdad no le hacía nada de gracia. 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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