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Suplicando tu amor por Fullbuster

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Itachi Uchiha POV

Ver a Deidara en ese estado me preocupaba y sabía que yo tenía la culpa de eso, estaba así porque le había violado, por eso no permitía que nadie le tocase ahora. Que pensase tanto en Deidara sólo podía significar una cosa… me estaba empezando a gustar y tenía un serio problema… bueno dos, uno era que no podía enamorarme de un criado, encima un chico y en segundo lugar… yo iba a casarme, no podía estar pensando en estas cosas.

Hoy había quedado a desayunar con mi futura esposa y mis supuestos amigos de la infancia, esos que casi le abrieron la cabeza a Deidara contra el bordilla de la piscina de mi casa. Mandaba narices… les dije claramente que le empujasen a la piscina, no que le abrieran la cabeza contra el bordillo ¿Estaban tontos o qué?

Cuando llegué al elegante restaurante, todos estaban allí en una mesa redonda esperándome para pedir el desayuno. Konan al verme se levantó enseguida y me dio un pasional beso, aunque sinceramente… creo que echaba un poco de menos los besos de Deidara ¿me estaba volviendo loco? No entendía como podía estar deseando los besos de aquel rubio en vez de los de mi futura esposa, pero era así. Lo tenía complicado todo, mi futuro decidido para casarme, me estaba enamorando de aquel rubio y encima… él no quería saber nada de mí después de la violación ¿Cómo se me ocurrió hacer aquello?

No paraba de pensar, que si no se me hubiera ido tanto la cabeza ese día, ahora mismo Deidara podría estar comiendo de la palma de mi mano, haciendo lo que yo quisiera. Claro que podía obligarle a hacer lo que yo quisiera, como había hecho hasta ahora sin importarme ¿Entonces por qué me importaba tanto ahora que él se fijase en mí por voluntad propia? Quería escuchar de sus labios pedirme que le hiciera mío, pero no creo que eso fuera a suceder, al menos no muy pronto.

- ¿Itachi? – escuché en la mesa y miré hacia la voz que me llamaba, la de Konan - ¿te sucede algo? – me preguntó.

- Nada – le sonreí – estaba pensando en algo, nada más.

- ¿Algo importante? – me preguntó.

- Para nada – le sonreí – cosas de la empresa, nada más.

Desayuné con todos ellos aunque estaba más distraído que de costumbre, incluso sus típicas conversaciones sobre la gente pobre, los criados o incluso las críticas que hacían a la gente que entraba y salía del local, a mí me dieron igual, hoy no estaba centrado en eso, es más, llegó hasta a parecerme una conversación sosa y sin sentido alguno, no le veía algo interesante a todo esto ¿me pasaba algo? Porque empezaba a preocuparme.

Cuando Hidan se levantó al baño, me excusé yo también para ir. Konan tocó mi brazo sonriendo como si me diera su visto bueno y me levanté hacia allí. Cuando llegué al lujoso aseo, Hidan ya se había bajado la bragueta y estaba orinando, pero yo no lo hice, me quedé apoyado en una pared y él supuso que pasaba algo.

- ¿Qué te ocurre hoy? Andas en otro sitio.

- Es muy posible que mi cabeza ande en que casi le rompes la cabeza contra el bordillo al criado.

- Era sólo un criado – sonrió – deja de preocuparte por eso, no le ocurrió nada, ya está.

- Creo que te dejé muy claras las cosas, quería que le tirases a la piscina, no que le abrieras la cabeza.

- ¿Qué más te da? Tu plan funcionó ¿No? Te perdonó…

- Me perdonó pero me tiene miedo ¿De qué narices ibas haciendo eso? Viste perfectamente el bordillo.

- Deja de preocuparte Itachi – me dijo enfadándose él – es un criado, si se mata pagas  otro para que se ocupe de tu casa y ya está.

- ¿Cómo puedes ser tan insensible con la vida de los demás?

- Es muy fácil, no son mi problema. A mí, con tal de que se metan en mi cama y me hagan algún trabajillo, me da igual si es uno u otro y a ti, debería darte lo mismo también.

- No vuelvas a tratar a Deidara así.

- ¿Ahora tiene nombre el criado? – me preguntó - ¿Desde cuándo te importa tanto un sirviente? ¿no me digas que te estás enamorando de esa cosa? – me preguntó con una sonrisa burlona.

- ¿Y si fuera así qué?

- Tienes una apuesta ¿Te acuerdas?, queremos las pruebas y el tiempo se te agota.

- Deja lo de la apuesta al margen, te prometí que lo haría y lo haré, pero no te estaba hablando de eso, te estaba hablando de que podías haberlo matado. ¿No te das cuenta?

- ¿Y qué? No debería importante tanto ese chico, te vas a casar y tendrías que pensar en tu mujer. ¿por qué no coges esto y la invitas a algo romántico? – dijo metiéndome unos billetes en el bolsillo de la chaqueta – no sé… coge una bonita suite en el hotel más caro que encuentres y fóllatela, ¿No tenías que darles un heredero?

- Eres despreciable – le dije

- Lo soy, pero esto es lo que somos Itachi, tú no eres diferente a mí.

- Lo seré – le dije – no quiero ser como tú.

- Olvídate de ese sirviente, además… puede perdonarte porque trabaja contigo, pero no olvidará jamás que fuiste tú quien lo violó, espero que disfrutases aquel día, porque no dejará que vuelvas a tocarle. Hazme caso y vuelve con tu novia.

Salí del aseo sacando los billetes que me había metido en el bolsillo y tirándolos al suelo. Creo que ni siquiera se agachó a recogerlos, los dejó allí tirados, pero claro… a su padre parecía sobrarle el dinero y él era así, no había forma de cambiar eso, pero me daba cuenta de algo, yo no quería ser así ¿Cuándo había dejado de importarme la gente? Recuerdo que cuando mamá vivía, yo quería dedicarme a algo importante, algo que hiciera feliz a la gente ¿Cuándo cambié? ¿Fue cuando empecé a ver más seguido a mis amigos? ¿Fue cuando mi madre murió? ¿Fue cuando mi padre empezó a planificarme la vida? No estaba seguro, pero lo que tenía muy claro, es que yo no quería ser ésta clase de persona.

Me encantaría ir al lado de Deidara, decirle que todo estaba bien, pedirle perdón hasta la saciedad, intentar hacerle ver que me había confundido demasiado pero él me estaba abriendo los ojos. Me encantaba como era, su forma inocente, su dulzura, incluso su carácter cuando tenía que decirme cuatro verdades a la cara, era siempre muy directo y muy sincero con todo lo que decía. Supongo… que me había empezado a gustar ese chico sin darme cuenta.

No podía decir que estaba enamorado, porque mentiría, pero quizá, si pasaba más tiempo con él conociendo todo lo que me pasaba cuando estaba a su lado, era muy posible que ese chico me atrajese tanto como para enamorarme, porque sé que me gustaba, que cambiaba mi personalidad cuando estaba a su lado, con él podía ser yo mismo, sonreía porque él era un chico alegre que me provocaba ganas de sonreír, me pegaba su alegría y realmente… en mi casa había una gran falta de alegría.

Cuando salí al comedor de nuevo y vi a Konan, mis ilusiones se esfumaban, porque no podía ir contra los deseos de mi padre, pero yo no quería casarme con ella. Estaba metido en este problema hasta el cuello, pero tampoco podía ir contra mi padre, él siempre era tan estricto, tan controlador.

Konan volvió a besarme cuando me senté de nuevo y siguió hablando con todos los demás de forma tan animada como siempre, aunque cada vez más, yo sentía en ella una sensación que no me gustaba, no me convencía su forma de ser, esa forma que también veía en Hidan, cuando se metía y criticaba a los demás, no me gustaba nada eso.

Volví a casa pronto, porque no me apetecía seguir con todos ellos mucho más tiempo. Cuando entré por casa, no había nadie ni por la cocina, ni por el salón, lo habitual en esta casa, aunque también me extrañaba no ver a Deidara por ahí, porque siempre estaba haciendo quehaceres por toda la casa.

Subí las escaleras y me di cuenta de que la puerta de Sasuke estaba entre abierta. Me acerqué para saber simplemente si estaba bien mi hermano, pero cuando miré dentro por la rendija de la habitación, me encontré a Sasuke sentado en su mesa de estudiar ayudando a Deidara a leer. Sonreí, porque mi hermano era así, siempre ayudando a los demás aunque tuviera ese carácter fuerte. Me encantaba su actitud pero en parte, me sentía algo celoso incluso de mi hermano, porque era él quien estaba más cerca de Deidara y no yo, era él quien le enseñaba a leer y no yo. Supongo que me habría gustado hacerlo a mí, pero a él no le tenía miedo como a mí.

Pero había algo que sí podía hacer yo, intentar quitarle ese miedo a Deidara, el mismo miedo que yo había provocado. Bajé a la cocina y preparé un par de sándwiches con zumo y lo subí. Cuando les toqué la puerta, ambos se sorprendieron, sobre todo cuando me vieron con la bandeja y las cosas.

- ¿Qué haces Itachi? – me preguntó Sasuke y me fijé en Deidara con esa mirada asustada.

- Os he traído la merienda – les dije – la dejaré aquí encima

Dejé la bandeja encima de una de las mesillas de la habitación de Sasuke y me dispuse a salir cuando escuché a Sasuke.

- ¿Te has dado algún golpe? – me preguntó

- No – le dije ofendido por la duda ¡no era tan malo! Creo yo.

- Enserio… ¿Estás bien? – me preguntó de nuevo.

- Sí – le dije – me apetecía traeros algo de comer y ya está ¿Es algo malo eso?

- No, es algo bueno… por eso me extrañaba

- Hay que joderse, cuando hago algo mal estáis los dos quejándoos de mí y cuando hago algo bien, no me creéis ¿Puedo hacer algo para que confiéis en mí? – les pregunté.

- Dar tiempo – dijo Deidara – tengo dudas de cuánto va a durar este nuevo Itachi.

- Este nuevo Itachi, es el que va a quedarse a partir de ahora, así que ya podéis acostumbraros.

Cuando salí de la habitación, ambos se estaban mirando incrédulos aún por mi actuación, pero desde luego, yo estaba dispuesto a cambiar. No quería ser como mis amigos y cambiar… sólo dependía de mí.

 


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