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Suplicando tu amor por Fullbuster

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Deidara Uzumaki POV


 


Estaba por casa de los Uchiha cuando escuché la puerta principal abrirse y cerrarse dejando pasar a un Sasuke que corría hacia las escaleras en busca de su habitación llorando. ¿Qué narices había pasado? Cogí una de las bandejas de galletas que había hecho y las coloqué en un plato para luego subir hacia su habitación y comprobar qué estaba pasando.


Toqué a su puerta y no contestó, así que tuve que volver a tocar para escuchar un “quiero estar solo”


- Te he traído galletas – le dije y la puerta se abrió de golpe y es que Sasuke… tenía debilidad por las galletas.


Me cogió el plato y yo creí que me cerraría la puerta, pero se apartó un poco de ella y me dejó pasar para luego entornarla tras de mí. Le vi tumbarse de nuevo en la cama con el plato de galletas encima y empezando a comer.


- ¿Me das a mí una galleta? – le pregunté y tras mirarme extrañado como si fueran “todas sus galletas” me pasó el plato.


- Pero sólo una – me dijo y sonreí cogiendo sólo una, tal y como él había dicho.


Mira que éste chico era goloso con las galletas, más que Sasuke, debería empezar a plantearme llamarle “el monstruo de las galletas” porque era algo impresionante ver su afán por ellas.


Me quedé allí sentado en una silla frente a la cama esperando a que él quisiera contarme que le había pasado para venir así, pero tal y como era Sasuke de reservado, decidí esperar hasta que quisiera él, porque presionarle era mucho peor. Miré su habitación mientras esperaba y me entretuve en una fotografía que tenía en una de sus estanterías donde estaba él con su hermano en una pista de esquí sonriendo.


¿Qué cambió entre ellos? Porque se les veía tan feliz en las fotos antiguas de cuando eran pequeños, no sé porque ahora ambos… estaban tan distanciados. Quizá era por su padre, porque sinceramente… yo no había vuelto a verle desde que vendí los terrenos y me contrató para cuidar su casa. Nunca venía por casa o si lo hacía, era demasiado tarde, así que yo no coincidía con él.


- Soy gay – me dijo de golpe Sasuke y me sorprendí un poco.


- ¿Y qué pasa con eso?


- Nada, con eso no pasa nada, pero me han humillado delante de todo el instituto – me comentó – y no sé como entrar mañana por allí.


- Pues con la cabeza bien alta Sasuke, tal y como eres tú, eres un Uchiha y no has hecho nada malo. Mas avergonzados deberían sentirse los que se meten contigo por eso, porque no entienden nada, tú eres mejor que todos ellos.


- No me afecta tanto lo de la humillación, pero creí que tu hermano me entendería y no hizo nada, me miró como si fuera un bicho raro y apartó su mirada de mí, ni siquiera me ayudó y eso que pensé que éramos amigos. – me dijo y aquello sí me extrañó de mi hermano.


- No sé que le habrá pasado – le comenté – normalmente suele defender las discriminaciones, es más, siempre está metido en algún problema sea por lo que sea. ¿No hizo nada?


- No – me aclaró – creo que ni siquiera éramos amigos de verdad.


- No es eso… - le intenté decir mientras defendía lo indefendible de mi hermano – no creo que sea eso, enserio, mi hermano a veces es idiota, ya le conoces, pero no es mala persona.


- Lo sé, pero me ha hecho daño – me dijo – no sé si puedo perdonar eso, ni siquiera ha intentado disculparse o explicarme algo.


Algo llamó mi atención a la espalda y es que tras la puerta, por la rendija que había dejado Sasuke abierta, me pareció ver los ojos de Itachi, así que le comenté a Sasuke que iba a preparar algo para merendar y volvía enseguida. Él no dijo nada y me dejó marchar.


Cuando salí fuera, Itachi se apartó rápidamente de la puerta intentando disimular que no había estado cotilleando, algo que a mí, no me engañaba. Cerré la puerta de Sasuke y le miré fijamente.


- ¿Qué haces espiando a tu hermano? – le pregunté.


- Le he visto llorando y quería saber qué pasaba.


- ¿Ahora te importa tu hermano? – le pregunté enfadado.


- A mí siempre me ha importado mi hermano y si alguien le ha hecho daño me las va a pagar.


- Son cosas del instituto – le dije – esas cosas deben solucionarlos solos, los hermanos empeoran las cosas, así que quédate al margen, no necesita ayuda, sólo que le escuchen y tú eres malísimo para escuchar.


- Eso es mentira, sé escuchar. Voy a entrar a preguntarle.


- Ni se te ocurra – le detuve – no puedes entrar ahí así sin más y preguntar, es un asunto delicado.


Itachi dio vueltas confuso como si no supiera qué hacer y en parte, me dio algo de pena ¿Yo era imbécil? ¿Me estaba dando pena Itachi Uchiha? ¿Ese que me había violado? Pues sí, me daba pena. Quizá era por haber visto aquella fotografía.


- ¿De verdad quieres volver a tener esa relación cercana que tenías antes con tu hermano? – le pregunté y no me creí ni yo mismo que fuera a ayudarle con esto.


- Sí, por favor, ayúdame, a ti te lo cuenta todo ¿Cómo lo haces para que te tenga esa confianza?


- Acompáñame a la cocina y te lo explico – le dije.


Fuimos a la cocina y lo senté frente a mí en una de las sillas altas. Me miraba fijamente y de verdad que me estaba volviendo loco, porque me gustaban sus ojos y no podían gustarme, él era el culpable de todo mi sufrimiento, debería mantenerlo bien lejos de mí y sin embargo, verle ahora mismo tan preocupado por su hermano y tan decaído con todo este asunto, hacía salir en mí esa vena protectora que me pedía a gritos abrazarle y calmarle, pero no podía, ni siquiera podía dejar que mi hermano me tocase después de lo que él me hizo. Estaba temblando y sólo estaba frente a mí sin tocarme.


- Deidara – me llamó Itachi al verme temblar – lo siento, de verdad que siento lo de aquella vez, no puedo hacer nada para remediarlo ya y sé que me perdonaste, pero me duele verte así.


- Deja ese tema – le dije – sólo quiero olvidarlo.


- ¿Podrás olvidarlo? – preguntó incrédulo y sinceramente, no lo creí posible.


- ¿No estábamos aquí por tu hermano?


- Sí – me dijo - ¿Cómo puedo acercarme a él?


- Necesita que le entiendas – le comenté – no quiere que le juzgues, ni que intentes arreglarle el problema, sólo quiere que te sientes, le escuches y le entiendas, no necesita reproches ni tus bromas como la última de lo del gay, porque eso hace que parezcas insensible – le dije.


- Vale ¿Qué le pasa?


- Es gay – le dije muy directo y abrió los ojos – y al parecer le han humillado en el instituto, así que sólo necesita que le escuches y le digas que es especial, no que le juzgues por lo que es, sólo dile que vale mucho.


- De acuerdo. Oye Deidara – me dijo – muchas gracias por ayudarme a mí y sobre todo, por ayudar a mi hermano, siempre estás ahí para él y eso te lo agradezco. Siempre nos estás ayudando, eso hace que me sienta aún más culpable por lo de la otra vez, así que lo siento – volvió a repetirme mientras se levantaba y se iba hacia la habitación de su hermano.


Sus palabras extrañamente, esta vez si me sonaron mucho más sinceras que la otra vez y no sé porque tenían en mí este efecto, porque yo le odiaba, le odiaba desde que me violó y sin embargo, aquí estaba, con mi vista fija en su espalda hasta que se marchó y es que tenía algo que me atraía sin poder explicarlo. De verdad que ese chico era bipolar o algo, porque tan pronto era así de dulce y proteccionista como era un maldito capullo. Lo único que tenía claro de todo esto, es que sentía algo por ese imbécil pijo y ricachón pero no quería estar cerca suyo, porque también me daba miedo.


Preparé unos bocadillos y llené otro plato con galletas para Sasuke y es que hoy… las necesitaba. Menos mal que me había dado por preparar galletas, porque no tenía pensado al principio hacerlas. Coloqué también un par de zumos en unos vasos largos y esperé un rato en la cocina haciendo tiempo para que hablasen ambos hermanos, porque yo creo… que la relación entre hermanos era importante y me gustaría que lo arreglasen.


Cuando subí casi veinte minutos después de Itachi, me acerqué a la puerta con la bandeja y por la ranura de la puerta, vi que Sasuke estaba sentado en su cama abrazando a su hermano mientras le agarraba la parte trasera de la camiseta con fuerza. Itachi le abrazaba también y me sorprendió escuchar sus palabras tan tiernas y dulces hacia su hermano, intentando tranquilizarle de que él no tenía nada de qué preocuparse, ni nada por lo que estar asustado, él no hacía nada malo. Lo que más me extrañó es oírle decir que le quería y creo que Sasuke, empezó a ver lo que yo veía, que su hermano estaba cambiando, lentamente, pero lo hacía.


Sonreí porque verles tan unidos de nuevo era bonito, así es como debían haber estado siempre. Dejé la bandeja en el suelo y me volví a seguir con mis tareas. Me extrañó cuando la puerta principal volvió a abrirse y esta vez entró Fugaku con cara de enfadado. A mí ni me saludó, simplemente subió las escaleras y me imaginé que se iba a armar algún lío serio. Los gritos sobre eso de que le había llegado a oídos que su hijo pequeño era gay, se escuchaban hasta en la cocina.


Me sorprendió cuando Itachi cubrió a su hermano diciendo a su padre que eran rumores y que al parecer, se creía cualquier cosa que decían unos críos de instituto. La verdad es que jamás imaginé que Itachi protegería a su hermano de la furia de su padre. Ambos bajaron hacia el hall que estaba al lado de la cocina y les vi discutir aún.


- ¿Cómo puedes creerte eso? Ya sabes cómo son los niños de instituto, se han inventado eso claramente para herir la reputación de nuestra familia.


- Hablaré con sus padres de inmediato para que desmientan toda esa sarta de mentiras, se van a enterar de quien es Fugaku Uchiha – dijo enojado saliendo por la puerta e Itachi respiró tranquilo.


Sasuke que bajaba por detrás agradeció a su hermano que le hubiera cubierto con la mentira, porque su padre, podía ser temible cuando se enterase de eso, así que supongo, querían mantenerlo oculto algo más de tiempo. Imaginé que Sasuke quería tener al menos los dieciocho años para contárselo, porque podría irse de casa y no tener problemas con su padre.


Sasuke volvió a subir a su habitación e Itachi que me vio allí parado en la cocina, se acercó hacia mí y aunque quiso darme un abrazo, yo me aparté para que no me tocase y él se detuvo.


- Lo siento – me dijo – sólo quería abrazarte para darte las gracias


- No hace falta, enserio. Me alegro de que arreglases las cosas con tu hermano. Era lo correcto.


- Lo sé, pero quiero agradecértelo. Déjame invitarte al menos el próximo día que tengas libre.


- No es necesario enserio.


- Insisto, por favor… ven conmigo, prometo no hacer absolutamente nada, ni siquiera te tocaré, ni te rozaré – me sonrió – quiero enseñarte algo.


- ¿El qué?


- Quiero enseñarte que hay algo a parte del trabajo, puedes divertirte también.


- No lo sé Itachi, no creo que sea conveniente.


- Por favor – me pidió – sólo un día, sólo dame una oportunidad.


Me lo dijo con aquella voz tan melosa que tenía, que al final acepté ir un día con él, el próximo día libre. No puedo decir que no me daba miedo, pero si así conseguía que me dejase tranquilo, le daría la oportunidad.


 


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