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Suplicando tu amor por Fullbuster

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Itachi Uchiha POV

 

 

 

A Deidara se le veía mala cara y aunque le había tumbado en el sofá y le dije que le llevaría a casa, me sabía mal moverlo como estaba, casi era mejor dejarle aquí un rato descansando aunque yo seguía prefiriendo que viniera un médico a verle.

 

Le miraba cogerse con fuerza el abdomen, como si le doliera demasiado y de verdad que tenía que mirarle un médico ¿Y si se había roto algo? A mí todo este asunto me daba mala espina y desde luego lo que menos me creía ahora mismo, es que se hubiera caído de la escalera, porque ni siquiera entendía que diablos hacía subido a una escalera cuando Konan nunca entraba en la biblioteca y mucho menos leía. Konan no podría decirme que era para Deidara, porque leía como un niño de siete años, aunque mi hermano le estaba enseñando, aún no estaba preparado para coger esos libros y leerlos, así que todo esto tenía la marca de Konan ¡y me estaba cabreando!

 

- Dei… hay que llamar al médico enserio – le dije

 

- No quiero un médico, se me pasará enseguida

 

Me agaché frente a Deidara y le toqué la mano que tenía en el estómago con suavidad para no asustarle.

 

-  Dei por favor… vamos al médico – le dije.

 

- Venga ya Itachi, te estás pasando, sólo ha sido una pequeña caída – me dijo Konan.

 

- Tú mejor cállate antes de que me enfade contigo.

 

- ¿Ahora vas a pagar tu enfado conmigo? – me preguntó y me levanté de golpe cogiéndola del brazo arrastrándola fuera del comedor hacia la cocina.

 

- Suéltame ya Itachi – me dijo y la solté

 

- ¿De verdad se cayó o golpeaste esa escalera? – le pregunté directamente.

 

- Puede que tropezase sin querer – me dijo

 

- ¿Qué narices hacía Deidara en esa escalera? Y no me digas que te apetecía leer, porque a ti lo único que te gusta es ir a comprar al centro comercial.

 

- Pues quería ver ese libro – me dijo – me llamó la atención.

 

- Vete ahora mismo de mi casa – le dije – no puedo verte en este momento

 

- ¿Quieres quedarte a solas con ese? – me preguntó.

 

- Voy a intentar llevarle al médico para arreglar tú cagada ¿Necesitas saber algo más?

 

- Me largo a mi casa - me dijo

 

- Lo mejor que haces, lárgate ya

 

Konan se marchó de mi casa por la puerta de atrás de la cocina ¡De verdad que estaba enfadado con ella! ¿Cómo narices había llegado a poder tirarle de una escalera? ¿Todo por celos? Es que aquí ninguno de los que eran mis amigos se daba cuenta de que estaba mal lo que hacía.

 

Preparé una manzanilla y se la llevé a Deidara para que al menos se relajase un poco. Cuando me acerqué al sofá, Deidara se estaba quedando dormido.

 

- Ey – le desperté colocando mi mano en su mejilla – tómate esto, voy a subirte a la habitación para que descanses un poco.

 

- No hace falta

 

- ¿Prefieres eso o el médico? – le pregunté y por no ir al médico, acabó accediendo a que descansase en la cama.

 

Al menos en la cama estaría mejor que en el sofá. Se tomó la manzanilla e hizo amago de levantarse, pero no le dejé, preferí cogerle yo en brazos y subirle hacia mi habitación. Le tumbé en la cama y lo tapé un poco hasta que se recuperase.

 

Salí de la habitación para que se relajase, aunque le avisé de que me llamase si necesitaba algo. Otra de las cosas que me preocupaba hoy, es que no había visto a mi hermano en todo el día, me acerqué a su habitación y toqué la puerta, pero al no obtener respuesta, entré por el dormitorio para descubrir que estaba vacío ¿Dónde se había metido este chico ahora? Se suponía que estaba castigado por papá.

 

El teléfono sonó y como no había nadie en casa me tocó cogerlo a mí. Era de la empresa y es que aparte de tener que obedecer a mi padre con lo del matrimonio y tener que estudiar mi carrera de empresario, encima, tenía que ocuparme de la mitad de la empresa.

 

Escuché a mi recepcionista ¡la que me había puesto mi padre! Y de verdad que me estaba tocando las narices, porque me llamaba para tonterías innecesarias, creo yo, que quería  ligar conmigo, pero yo no quería nada con ella y el problema… es que no podía despedirla, porque mi padre me buscaría otra. Enserio que quería encontrar a alguien que fuera más competente en el trabajo que esa cría, encima ahora… justo cuando estaba preocupada por Deidara me venía con sus chorradas.

 

Apoyé la espalda contra la pared y cerré los ojos intentando encontrar la concentración y la paciencia.

 

- ¿Eso es todo? – Le pregunté por la información que me llegaba de la empresa – mira los libros de contabilidad del almacén – le dije – si no los encuentras, llama a contabilidad y que se los dejen a mi padre en el despacho, hoy no iré por allí – le aclaré.

 

Colgué sin darle mucho más tiempo a seguir hablándome y volví a mi habitación abriendo la puerta con mucho cuidado. Deidara se había dormido por suerte, aunque su mano seguía en su abdomen. Me tumbé a su lado y pasé mi brazo sobre su cintura enredando mis dedos en los suyos, tocando su abdomen. Debía dolerle mucho y quería que estuviera relajado.

 

Al final, acabé durmiéndome y es que estaba muy tranquilo con Deidara en mis brazos, no quería asustarle, pero tampoco podía evitar no tocarle, me estaba enamorando de él y lo sabía, no quería dejar que se pudiera escapar.

 

Me desperté a las tres de la tarde y Deidara seguía dormido, algo normal, porque parecía agotado estos días. No quise despertarle, así que dejé que durmiera un rato más aunque apreté más su mano con entre la mía, abrazando su cintura.

 

Le sentí despertando, moviéndose levemente hacia mí, girándose al sentir mi brazo en su cintura, aún así, vi en sus ojos el miedo, sé que me tenía miedo, sé lo que había hecho, el trauma que tenía por mi culpa y ya no sabía cómo solucionarlo.

 

- ¿Qué…que haces? – me preguntó Deidara

 

- Tranquilo, no voy a hacerte nada, sólo quería abrazarte. ¿Estás mejor? – le pregunté.

 

- Sí, estoy mejor – me comentó girándose del todo hacia mí aunque se quejó un poco por el dolor.

 

- ¿Aún te duele?

 

- Un poco. ¿No has ido a la facultad? – me preguntó.

 

-  No – le dije – no he ido, tampoco a la empresa, me preocupabas más tú Dei – le comenté.

 

- No me hagas esto Itachi – me susurró.

 

- ¿El qué?

 

- Esto… hacer que me enamore de ti, no puedo enamorarme de ti

 

- ¿Te estás enamorando de mí? – le pregunté sonriendo

 

- Enserio Itachi – me dijo – no puedes hacerme esto, tengo un novio, una familia, una vida.

 

- Pero no eres feliz en esa vida – le dije – déjame ayudarte, déjame quererte, si sientes algo por mí sólo tienes que decírmelo.

 

- No cambiaría nada Itachi, tú vas a casarte y yo tengo mi pareja, quiero a mi pareja – me dijo.

 

- No es cierto, sientes aprecio por tu pareja pero no la quieres, no la amas, no sientes algo tan fuerte como lo haces cuando estás a mi lado.

 

- Puede ser – me dijo llorando – pero es mi novio y tú sólo eres el hijo de mi jefe, no puedo permitirme sentir nada por ti.

 

Coloqué mi mano en su mejilla con dulzura secando con el pulgar sus lágrimas, era tan puro, tan inocente, no sabía nada de la vida y a la vez, sabía demasiado. Tenía una ética por encima de la mía, diferenciaba perfectamente lo que estaba mal de lo que estaba bien y eso ya era mucho más de lo que diferenciaban mis amigos con estudios. Toqué con mis yemas sus labios entreabiertos y es que deseaba besarlos tanto como él deseaba que los besara.

 

- Pídemelo – le dije recordándole que no volvería a besarle sin que él me lo pidiese.

 

- No – me dijo llorando – no puedo

 

- Por favor, pídemelo

 

Deidara me miraba con ojos llenos de dudas, no veía miedo, veía dudas, dudaba por su novio y eso lo sabía, sabíamos los dos que esto estaba mal, pero le deseaba tanto como él me deseaba a mí.

 

- Por favor – le supliqué y cerró los ojos intentando pensar.

 

- Bésame – me dijo llorando y es que yo sabía que él lo deseaba tanto como yo.

 

Acerqué mis labios a los suyos con cuidado, con calma, no quería asustarle aunque me moría de las ganas de atrapar sus labios entre los míos. Le rocé separándole el labio superior del inferior para poder atrapar sus labios. Sentí como Deidara cogía mi labio inferior con delicadeza y algo de miedo, pero me estaba besando, lo estaba besando, ni siquiera quise meterle la lengua para no asustarle, sólo me dediqué a rozar sus labios con los míos, a atraparlos de la forma más sensual que pude y hasta eso… me excitaba, de Deidara me excitaba todo.

 

El timbre de la puerta me hizo separarme de él y cuando Deidara pronunció el nombre de su novio, tuve claro que venía a por él, supongo que a recogerle después del trabajo o algo.

 

- Arréglate tranquilo ¿Vale? Yo le abro – le dije levantándome de la cama.

 

Bajé al hall donde mi padre tenía toda esa porcelana china y abrí la puerta encontrándome a Sasori allí de pie, que se extrañó cuando fui yo quien le abrí.

 

- Adelante – le comenté – bajará en un momento

 

- Gracias – me dijo y le invité a pasar a la cocina preparando un café

 

- ¿Sasori, verdad? – le pregunté.

 

- Si – me dijo - ¿Y tú eres?

 

-  Itachi Uchiha – me presenté – verás… ¿Podría pedirte un favor? – le pregunté

 

- Si claro

 

- ¿Podrías llevarle a ver a un médico? Ha tenido una caída y no he conseguido convencerle de que fuera a verle.

 

- No le convencerás, no tiene seguro médico y no creo que vaya a gastar el dinero en un médico si piensa que no es necesario.

 

- Pero… si ese era el problema se lo habría pagado yo, enserio llévalo, me quedaría más tranquilo si le revisan, por favor.

 

- Intentaré convencerle, aunque es muy cabezón.

 

- Lo sé – le dije - ¿Hace mucho que estáis juntos?

 

- Hace cinco años que salimos, pero le conocía desde pequeño.

 

- ¿Y cómo acabasteis juntos? – le pregunté por curiosidad.

 

- Su padre antes de sufrir aquel accidente, me comentó que le cuidase.

 

- Espera… ¿sientes por él responsabilidad de protegerle o le quieres de verdad? – le pregunté ahora dudando.

 

- Yo le quiero – me dijo

 

- No le hagas daño – casi le amenacé – si no le quieres de verdad y sólo sientes responsabilidad no le hagas esto, merece ser feliz.

 

- Así que te estás enamorando de él – me dijo con una sonrisa – está conmigo Uchiha – me dijo – no le hagas daño tú, estamos bien así.

 

- No, no lo estáis, tú no estás enamorado de él, lo ves como un gran amigo pero no sientes lo mismo que siento yo por él, lo daría todo para que él fuera feliz.

 

- ¿Crees que yo no lo daría? – me preguntó – Él me quiere – dijo convencido.

 

- Puede que sí, pero tú aunque le quieres… no estás enamorado de él, no le hagas esto, necesita a alguien que sí le ame de verdad, necesita conocer lo que es el verdadero amor, no el cariño, le estás tratando como si fueras su padre, preocupándote por él, cogiendo la responsabilidad de sus padres, él necesita otra clase de sentimiento.

 

- De verdad que te estás enamorando – me dijo – pero escúchame bien Uchiha, estamos bien, no le hagas tú esto, no le confundas, nos queremos y es lo que importa. Te estás metiendo en medio y lo estás confundiendo.

 

- De eso nada – le dije – no le estoy confundiendo, le estoy demostrando lo que es sentir algo tan fuerte que darías lo que fuera por esa persona, le estoy demostrando lo que es enamorarse y no el simple “tener cariño a alguien”, le amo y aunque él no quiera admitirlo por no hacerte daño, todos sabemos, que me ama a mí.

 

No pude acabar de hablar porque escuchamos que Deidara bajaba en ese momento, pero supongo, que Sasori y yo… no nos llevaríamos precisamente bien. De momento, me conformaba con que ese “cariño” que pudiera sentir por Deidara, porque yo dudaba de que fuera amor de verdad, le hiciera entrar en razón y le llevase al médico.

 

- Llévale – le dije – pagaré yo el médico si es necesario pero haz que vaya. Eres su novio, haz que entre en razón. – le comenté.

 

Lo que tuve claro cuando vi a Deidara bajar, es que esto, era una victoria y una derrota, había conseguido acercarme a él, había conseguido que quisiera besarme pero seguía sintiéndome derrotado por su novio, porque no entendía como podía confundir el cariño con el amor.

 

 


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