Resumen Cuadragésimo octavo drabble: Decir que estaba acostumbrado a ver a aquellos seres sería una mentira, aún le dolía el corazón al saber la historia de cada uno de ellos.
Universo: AU. Donde Zoro ve fantasmas y Sanji es uno de ellos.
Número de palabras: 596
Comunidad: Minutitos
Número y Nombre del reto: Tabla Básica 014. Primera vez.
Categoría: R
“Y oh, mi amor, recuerdame
¿Qué es lo que hice?
¿Bebí demasiado? ¿Estoy
Perdiendo el contacto?
¿Construí este barco para hundirlo?
—Ship to Wreck— Florence + The Machine.
[…]
Y ahí estaba nuevamente, restregándose —con las mangas de su sudadera— las lágrimas que estaba derramando al despedirse de aquel chico, el pobre había muerto entre llamas de un fuego que lo quemaban aún después de muerto, pobre Portgas, pobre del hermano que al fin había podido ver los restos de lo que fue su familiar más querido.
“Necesitas embriagarte”.
Una voz le sugirió, trató de no mandarlo a la mierda y decirle que era un insensible, pero si se lo decía, el puto fantasma —que lo llevaba acompañando desde que era un crío de cinco años— se ofendería y desaparecería por quien sabe cuánto tiempo.
Ya no era el niño aquel que le tenía miedo a la soledad, pero sabía que el fantasma había hecho de todo para que él no se sintiese solo.
—¿Luffy estará bien? —preguntó al aire, sabiendo que la respuesta la obtendría en menos de un minuto.
“No lo está ahora”, la voz se escuchaba agotada “pero lo estará, es un chico fuerte”.
Zoro se había enterado, a lo largo de la semana, que Portgas D. Ace había muerto en un accidente, o eso se creía. Ace pertenecía a una pandilla y como tal, tenía rivales que querían acabarlo. Ace había pecado de confiado, y con un título de cual hacía alarde —el de nunca abandonar una pelea y defender a los suyos— había acabado con su vida. Le habían puesto una trampa, habían hecho detonar el auto de Ace mientras este se encontraba atado en el vehículo. Zoro nunca supo cómo es que lo habían amarrado o engañado, no era el momento y tampoco tenía muchas ganas de descubrirlo.
Decidió que era momento de dejar el lugar, su acompañante y él se encontraban en medio de un bosque frondoso, era cerca de las cuatro de la mañana y la sensación de piel de gallina no se iba.
—¿Cuántos hay? —miró fijamente al fantasma que le acompañaba, Sanji había muerto hace más de cincuenta años, no sabía de qué manera, el fantasma era traslucido y parecía que en vida tenía el cabello rubio cenizo y el ojo visible de un azul hermoso, que al estar muerto ya no eran lo que en vida. El fantasma metió ambas manos en los bolsillos del pantalón y sonrió con burla.
“Esta semana no hay nadie a quien llevar del otro lado, cabeza de musgo”, el rubio se burló de la cabellera de Zoro, como siempre, Zoro iba a replicar pero Sanji siguió hablando “Ya han pasado veinte años desde que nos conocimos”.
Zoro asintió, Sanji había estado con él durante todo ese tiempo, incluso en los momentos íntimos en las que el fantasma no debería de estar, pero no se quejaba de eso, si el rubio no hubiera estado, tampoco se hubiera animado en tener parejas ocasionales.
—¿A qué viene eso? —preguntó, porque le era extraño que tocase ese tema.
“Nada, pensé en voz alta, hay que irnos” y Zoro habría jurado que el rubio se veía más traslucido de lo normal, pero quizás era el cansancio.
Eso debía de ser.
—Fin “Del otro lado [Parte 1]”—