En la tarde, un doncel de piel morena con una cicatriz de cortada surcando por su nariz, de cabello castaño oscuro amarrado a una coleta alta y de ojos negros; se encontraba en el rio esperando que el galón de agua se llenara.
—Kakashi es un tonto, estoy aquí y no me ha pasado nada…—se levanto de la orilla del rio tomando en su hombro el galón lleno de agua sintiendo una punzada de dolor en su vientre haciéndole bajar el peso de su hombro.
Suspiro cansado, tal vez su esposo tenía razón, aun no podía trabajar en la granja si había salido hace días del hospital después de haber dado a luz a su pequeño hijo. Suspiro de nuevo tratando de llevar el galón al hombro pero, algo le detuvo. Un cuerpo venia flotando en el rio.
Alarmado dejo el galón en el suelo entrando al agua fría por la tarde. Entro a lo más profundo que podía llegar ya que aun no podía nadar por su condición, acercándose lo más que podía al cuerpo que se acercaba lentamente hasta tomarlo. Se preocupo al sentirlo frio…
— ¡Kakashi! ¡Ayúdame!—Grito, sabía que su esposo estaba a la cercanía por tratar de seguirle.
Al momento, un hombre de cabello plateado con un pañuelo cubriéndole casi todo el rostro dejando ver solo uno de sus ojos negros. El varón de nombre Kakashi, se asusto al escuchar el grito de su doncel y corrió lo mas que pudo a su llamado encontrándolo dentro del rio tratando de sacar a un chico de cabello rubio. Eso le asusto aun mas ya que aun llevaba la cicatriz de la cesárea y podía infectarse, luego debía de revisarle. Entro al agua sacándole a ambos mientras veía la preocupación de su esposo.
—Está muy frio, ¿Esta muerto? —Kakashi acerco su oído al pecho del chico escuchando a duras penas los lentos latidos de su corazón.
—Aun no, no te preocupes Iruka—Acostó al suelo al rubio para ponerse de rodillas y empezar a presionar el pecho del rubio y darle respiración boca a boca.
Aun si, Iruka miraba preocupado al chico que parecía muy joven, eso le dejaba la duda del porque estaba en el rio y no quería ni imaginarse las razones. Se lleno de ilusión al ver como el rubio expulsaba el agua de sus pulmones pero de nuevo se preocupo al ver que la mano del chico sostenía su vientre cubriendo una casi visible cicatriz de cesárea por aquel camisón roto. Un escalofrió le recorrió la espalda sosteniéndose su propio vientre ¿Qué había pasado con ese doncel?
— ¿Por qué no despierta? —le dijo a su esposo quien cargo al chico rubio de forma nupcial llevándolo a su morada.
—Solo esta inconsciente, pronto despertara…—aunque el pañuelo le cubriera el rostro sabía que su esposo le sonreía para tranquilizarlo. Así que solo asintió siguiéndole y busco el galón de agua pero cuando noto, su esposo lo llevaba en uno de sus brazos.
Dos años después…
Sai se había tomado el tiempo de llevar a la empresa a su Gaa-Chan para aprovechar puntos con él y visitar a Itachi quien se había vuelto muy frio desde el aparente suicidio de Deidara. Aun recordaba el día que su primo dio esa noticia.
Había llegado a la mansión con un semblante demasiado tétrico, el único en preguntarle sobre el rubio fue Minato quien solo recibió silencio hasta que Itachi se digno a hablar. Al principio, Sasuke, Naruto, Madara, Minato y él; esperaron a que dijese que era una broma de muy mal gusto pero, todos reaccionamos al ver un arruinado broche en sus manos que, si no mal recordaba había sido aquella bisutería la que había comprado en una tienda en la que se dio el lujo de acompañarle a comprar con el único objetivo de hacer sonreír un poco al rubio.
El primero en reaccionar fue Minato quien había caído de rodillas al suelo reprimiendo un alarido de dolor, y luego le siguió Naruto, quien comenzó a culparse, aunque todos le miraron sin entender hasta que explico que le había insinuado a Deidara en medio de su embarazo que era una molestia. En ese momento, todos se asustaron al ver como Itachi se le abalanzaba al doncel menor siendo detenido por Sasuke y Madara escuchando los insultos hacia el lloroso de Naruto.
Pasaron las semanas y al parecer el cuerpo de Deidara no era encontrado. Ante aquello, la culpa de Naruto aumentaba y el dolor de Minato de perder a su hijo mayor era peor, incluyendo el extraño comportamiento que empezaba a tener Itachi con todos. Cada vez que Minato le reclamaba no se quedaba callado solamente asintiendo, ahora le levantaba la voz llamando la atención de Madara por hablarle así aun doncel y comenzaban una pelea.
Hasta el presente, Itachi era reconocido como la competencia en cosméticos más fuerte y también intimidante, todos los trabajadores estaban felices que la producción aumentara y seguido sus salarios sin importarles el mal genio que ahora su jefe tenia. Sin mencionar que también mantenía discusiones con Zabuza y Sasuke.
Y ahí estaba ahora, frente a la puerta de la oficina de su primo; también recordaba que Naruto había renunciado a la empresa por miedo a Itachi aunque Sasuke le insistiese que no había ningún problema.
—Hola primo—Entro sin tocar llamando la atención de un serio azabache.
—Espero que tu visita sea importante, estoy muy ocupado…—dijo tomando papeles del escritorio.
Sai solo sonrio lastimero, no le molestaba admitir que extrañaba a su otro primo quien, entre juegos y bromas se molestaban, ahora no había rastro de él.
—Itachi, se que aun te duele la partida de Deidara pero…—un escalofrió le recorrió al ver la penetrante mirada del azabache. Frunció el ceño—Puedes taladrarme con los ojos primo y si quieres me tomas a golpes pero, sabes que te estás perdiendo y aun tienes la oportunidad de rehacer tu vida con alguien más y…—pero un golpe en el escritorio le hizo callar.
—Tengo una reunión muy importante—Itachi se levanto de su escritorio pero, se detuvo antes de salir de su oficina—Deidara era mi vida, él se la llevo al tirarse de ese puente así que, acostúmbrense a mi nuevo yo…
Sai vio a su primo salir y sintió más lastimas por él, en alguna parte de su ser le entendía ya que, él se comportaría así si Gaara hubiese muerto pero, en el caso de su primo, su esposo fue el que se había suicidado y como hombre, no solo su orgullo seria golpeado al no haber protegido y mantenido el amor de su doncel tanto física y psicológica sino que, también la creencia que sus sentimientos no hayan sido expresados correctamente, hayan llevado al doncel a aquella situación. Solo deseaba que su primo al menos encontrara un poco de la felicidad que el rubio le había brindado.
Aunque tal vez si su Gaa-Chan le hubiese advertido lo que sospechaba de Deidara por el raro comportamiento que le había visto, aquello tal vez se hubiese impedido pero, no podía molestarse con su amor, después de todo el no sabía que pasaría en realidad.
~*~
Podía sentir su cuerpo flotar en el aire hasta que comenzó a escuchar una música muy melodiosa y fina como si fuese tocada por un orquesta. Cuando lo noto, se encontró arropado con un vestido blando junto a unos zapatos bajos del mismo color y un velo sostenerse de su cabello suelto, se encontraba en una amplia sala dando vueltas sin entender hasta que sintió que alguien le tomaba de la cintura. Al girarse al ver a quien le tomaba se sorprendió al ver a un hombre de cabello negro amarrado a una coleta con una suave sonrisa viéndole con ternura con aquella oscura mirada, vestido de traje negro.
«Un príncipe» fue lo primero que le llego a la mente, hasta que frunció el ceño al ver como aquel príncipe le hablaba pero, no podía escucharle solo podía sonreírle con un notable sonrojo, como si no fuese el mismo…
Con pesadez, abrió los ojos encontrándose con la habitación invadida con la oscuridad de la noche y con un peso encima de él. Sonrio al ver al pequeño de cabello plateado de dos años. Así que se sentó en la cama tomando al pequeño con intenciones de despertare, no es como si no quisiese al pequeño pero, pensaba que era mejor el calor de sus padres que el de un conocido.
— ¿Por qué no duermes con tu Oto-Chan, Ren-Kun? —Dijo al ver abrir los ojitos negros del niño.
—Tengo miedo…ruidos extraños…—le dijo el pequeño acurrucándose a su pecho.
Eso le hacía sonreír, estar cerca de aquel niño hacia que aquel vacio que sentía en su pecho se llenara al menos un poco. Se levanto de la cama tomando en brazos al pequeño Ren que estaba adormilado. Salió de su habitación y se dirigió a la habitación de los dueños de la casa quienes le daban posada desde que le encontraron. Estaba a punto de tocar la puerta cuando unos ruidos extraños se escucharon dentro…
— ¡Ah! ¡Kakashi! —Siempre que pasaba por aquella habitación por tomar un vaso de agua o por alguna otra necesidad escuchaba aquellos gritos que le erizaban la piel pero que, no entendía.
Toco la puerta, escuchando como los gritos cesaban. Espero un momento hasta que la puerta se abría dejando ver al doncel de piel morena con una bata de dormir y un sonrojo en su rostro.
—Ren-Kun no puede dormir…—le dijo mientras sonreía.
Iruka miro a su hijo y sonrio pero, su sonrisa disminuyo al ver la sonrisa del rubio. Así que le hizo un ademan que le esperara mientras llevaba a su pequeño Ren a los brazos de su Oto-san quien también era cubierto por una bata.
Salió de la habitación para ir a la del joven doncel seguido por este.
—Deidara ¿Te sucede algo? —dijo al ver como el chico le había sonreído mientras le entregaba a su hijo pero, a aquella sonrisa le faltaba ánimos.
—Me siento bien, Iruka-San…—dijo el rubio de ojos tristes.
Iruka solo asintió insatisfecho por aquella respuesta. Cuando le encontraron flotando en el rio le encontraron una gran herida en la parte trasera de la cabeza y cuando el rubio despertó, apenas recordaba su nombre, ni siquiera recordaba su edad ni donde vivía. Aunque Deidara se había mostrado indiferente ante su situación, como si no tuviese interesado en recordar quién era su familia o donde vivía.
Le hizo un ademan a Deidara para que se acostara en la cama y le comenzara a acariciar los cabellos para dormirle. Aunque no llevara su sangre, le habían tomado como parte de la familia.
— ¿Sabe? —Deidara decidió compartir su sueño—Soñé con un hombre…—tomo la atención de Iruka—Parecía un príncipe y yo…estaba bailando con él…
Iruka sonrio—Suena romántico…
Deidara se sonrojo, podía sentir su rostro arder. Ahora sentía la curiosidad de saber quién era aquel hombre, si solo era un producto de su mente o si en verdad existía en uno de sus recuerdos borrados.
Despertó solo a la mañana siguiente, así que se dispuso a bajar a la planta baja de la casa de dos pisos. Después de desayunar con la familia se dedico a cuidar de Ren mientras Iruka y Kakashi se dedicaban a trabajar en la granja que tenían. Cuando les conoció se sorprendió al ver la cantidad de cultivos y ganado que tenían pero, lo que le impresiono más fue el ver la maravillosa casa que tenían a unos metros, era incomparable con la otra hectárea de terreno que parecía desagradable a simple vista pero, que producía mucho dinero como para tener aquellos lujos.
—Kakashi, tengo un poco de tiempo, puedo ir…—Deidara estaba en el jardín jugando con Ren, mirando a Iruka de manga larga morada y pantalones de mezclilla sucios con las botas llenas de tierra.
—No, la ciudad está lejos y debes de mantener los cultivos, iré yo—Dijo Kakashi con igual vestimenta.
Iruka hizo un puchero haciendo enternecer a Kakashi—Tu debes de cuidar el ganado…
— ¿Sucedió algo? —Deidara le miro, tal vez les podía ayudar.
—Necesitamos fertilizante para los cultivos pero, Kakashi no me deja ir por ellos a la ciudad.
Deidara le observo discutir, viendo como Kakashi se negaba por más que Iruka le suplicara.
—Puedo ir yo…
— ¡No! —Le contestaron ambos, eso le hizo sonreír.
—Solo díganme la dirección del lugar y me las ingeniare en la ciudad, ustedes pueden cuidar a Ren…
—Deidara, puede ser peligroso, aun no recuerdas nada…—le dijo Kakashi con un semblante más serio.
—Confíen en mi…—Les dijo a ambos.
Kakashi e Iruka se miraron entre si hasta que asintieron. Deidara sonrio poniendo atención a las instrucciones y se dispuso a salir de la casa. Era la primera vez que salía desde que había llegado. Lo único que debía hacer era llegar a la orilla del rio y caminar en dirección contraía a la corriente hasta llegar a un puente. Camino lo que parecían horas hasta que diviso una gran arquitectura, aunque al verle comenzó a sentir un dolor en el pecho y la vista le empezó a doler así que dejo de verle y siguió caminando hasta llegar a la par del gran puente, ahora solo debía de caminar hacia donde estaban los edificios. Sonrio satisfecho al ver que lo único que le había costado fue el gran tiempo que le tomo llegar hasta la ciudad y sin otra dificultad.
~*~
Itachi conducía molesto, después de la incómoda conversación con su primo, aquellos inversionista de la reunión le habían sacado de quicio con sus intentos baratos de estafarle con sus ideas mediocres. Detuvo el auto en un semáforo en rojo así que se recostó en el volante. Sabía que era cruel con todos, sabía que había sido muy brusco con Naruto y sabía que era un salvaje cuando discutía con el que era su suegro pero, no lo podía evitar la única persona que le hacía entrar en razón ya no existía.
Apreciaba el consejo de su primo de rehacer su vida pero, al único que amaba era a Deidara, lo único que deseaba eran sus abrazaos besos y sonrisa que siempre le regalaba y, si ahora ya no podía tenerlo, estaba seguro que no lo encontraría con nadie más. El estaba enamorado de Deidara y eso no cambiaría nunca, aunque supiese que moriría solo y sin descendencia, no lo cambiaria…
El semáforo cambio a verde y se dispuso a conducir. Tal vez si aquel era su destino, al menos debía de disculparse con su suegro y cuñado, aunque su relación ya no fuese igual, de paso también se disculparía con su hermano y con Zabuza por aguantarle sus malos humores.
Suspiro, ahora su vida se había vuelto un desastre. Miro en la acera de la calle a una pareja con su hijo en medio de ellos y no pudo reprimir una expresión de dolor. Si tan solo hubiese puesto atención al comportamiento raro de Deidara, si tan solo hubiese hablado con él, tal vez aquello no hubiese pasado, tal vez aquella pareja con su hijo serian ellos.
Entre medio de su regocijo noto a un doncel de espaldas con el cabello rubio preguntando cualquier cosa a una señora. Sonrio irónico al pensar que su mente le hacia una mala jugada o eso pensó cuando freno abruptamente el auto al ver el rostro del rubio cuando se giro. Su respiración se comenzó a agitar y sin importarle dejar el auto a media calle expuesto a que un policía de tránsito le multara salió, comenzando a correr entre medio de la cantidad de personas que estaban en la acera hasta que estuvo cerca del rubio, podía notar aquel leve cojeo en sus movimientos.
— ¡Deidara! —Sentía las lagrimas acumularse en sus ojos al ver como el aludido respondía a su llamado y sin esperar más lo tomo entre sus brazos sintiendo como aquel cuerpo encajaba con el suyo, como reconocía aquella suavidad, definitivamente era él… ¡Esta vivo!
Deidara se quedo estático en su lugar mientras un sonrojo le empezaba a invadir al sentirse apresado entre aquellos fuertes brazos y su respiración se comenzó a agitar al reconocer quien le abrazaba…« ¡El príncipe! »Fue lo único que invadió su mente…