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Dulce Amor por Sabaku_No_Akemi

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Rusia tomo el avión que lo llevaría a su casa, y casi inmediatamente y sin saber la razón lagrimas salieron de sus ojos.

Para el lo que estaba pasando era algo absolutamente nuevo, jamás se había sentido atraído por alguien, ¡Jamás! Jamás se había atraído por alguien de esta forma, jamás había conocido a alguien con tan hermosos ojos, con tan hermosa personalidad.

Se sentía estúpido, pero, ¿Por qué? El pánico le había ganado, pudo haberle dicho a México como se sentía, lo que ocasionaban sus miradas, lo que había hecho cuando estaban ebrios. Pero no, mejor había inventado una excusa por demás estúpida.

Lloraba, lloraba como solo hacia cuando era pequeño.

Miro por la ventana de su lujoso Jet, que ya se había elevado desde hacia media hora, observo su reflejo y la rabia le lleno. ¿Por qué estaba viéndose tan débil?

No se lo merecía, él no se merecía esto. ¿Qué le había hecho al mundo para que algo tan horrible le pasase? Debería sufrir Estados Unidos por su estúpida forma de vida llena de excesos, pero no, el ya tenía a quien amar, y a comparación suya era correspondido.

Suspiro con amargura mientras se sacaba las lagrimas. No se había puesto a pensar en lo que diría México, solo pensaba en sí mismo y no en su mejor amigo… que asqueroso, estaba enamorado de su único amigo.

Con las ganas que le daban de tirarse sin paracaídas en ese lugar y morir, morir porque estaba en Los Ángeles y no había nieve blanda en la cual caer, si no que caliente asfalto que podría asesinarlo en cuestión en segundos… bueno, tal vez estaba siendo muy dramático.

Se dirigió a la cabina de pilotos, conversaban tranquilamente hasta notar la grandeza de Rusia. Ambos carraspearon y callaron.

-- ¿Cuánto falta para llegar?-- Pregunto.

-- No lo sabemos exactamente-- dijo el copiloto -- Posiblemente en otras tres horas lleguemos, Señor.

Rusia regreso a la parte principal del Jet, la cual tenía una pequeña mesa pegada a la pared del avión, junto con varios sillones color beige y un colchón matrimonial. En la parte exterior de la puerta de la cabina, al lado derecho,  había una mesita con vinos, botellas de vodka y copas.

Se sentó de nuevo en uno de esos sillones y suspiro. Coloco correctamente su cinturón de seguridad y echo la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Se quedo dormido.

 

-*-*-**-*-*-*

 

México no durmió, no podía hacerlo. ¿Cómo se le habría ocurrido siquiera intentar irse a la cama, cuando tenía un libro que leer?

Y es que así era, no había dormido ni comido nada desde la tarde anterior, estaba absorto en la lectura, sin prestar atención a todo lo demás.

Había algo ahí, en ese maldito libro, que lo tenía tan fascinado. Alguien se había puesto frente a frente con Usa, y ese alguien… ese alguien, la descripción que tenía, fría y calculadora, era completamente… atractiva.

México se había enamorado de la Unión Soviética, tan solo leyendo sobre ella.

Pero su error estaba ahí, México creía que aquella antigua potencia era  una mujer y no un conjunto de países, se la imaginaba tan… fuerte, enorme, con la personalidad más rígida y pasional que podía imaginarse.

Termino, termino aquel enorme tomo que ahora sabia era de mil docientas páginas. Mil docientas paginas leídas en casi 23 horas.

México estaba feliz, tenia sueño, tenía hambre, y tenía aun más ganas de conocimiento, quería conocer a esa mujer que le estaba haciendo explotar la cabeza.

El libro decía “… La Union Soviética fue desintegrada…” México sabía los riesgos, el sabia que tal vez, solo tal vez, esa mujer había muerto. Pero un gramo de esperanza en su corazón le decía, le gritaba, que ella existía.

Se dio un baño relajante. Se alisto y decidió hacer lo primero para conocer aquella Unión; visitar a Cuba.

Le fue muy difícil, por no decir imposible, encontrar un vuelo a aquel país. Compro los boletos, espero en el aeropuerto sin más y cuando llego el momento subió al avión. Cuando llego al aeropuerto llamo a su primo Cuba.

 

-- ¿Quiubole primo? -- Saludo México del otro lado del móvil.

-- ¿México? Hola, ¿Cómo te va, amigo? Hace tiempo que no me llamabas…

--Estoy en el aeropuerto… ven a buscarme ¿no?

Cuba se impresiono bastante, ¿Qué diablos hacia el mexicano en el aeropuerto? Más sin embargo no dijo nada, le fue a buscar. Cuando llegaron a casa del cubano México sudaba a mares, estaba nervioso.

 

-- ¿A qué se debe tu agradable visita? -- Le pregunto Cuba mientras servía un par de vasos de agua de jamaica.

-- Vine porque… quería preguntarte un par de cosas.

-- Bien, pues empieza a hablar -- Dijo sonriendo el más moreno.

-- Tu… conoces a… La Unión Soviética, ¿no es así?

Cuba se quedo helado, mirando a México fijamente. Sudor frio comenzó a recorrer todo su cuerpo mientras fruncía el ceño y dejaba su vaso a medio beber en una mesita.

-- ¿Para qué quieres saber eso?

-- Bueno, leí un poco de ella y… quisiese saber un poco más sobre su vida, si existe y todo eso…

-- ¿Ella? -- Cuba miraba anonadado a México.

En primera, Cuba sabia que la Unión Soviética no existía, pero sus integrantes si, y el principal fue Rusia, ¿Cómo es que México se enteraba de las cosas a medias? En segunda ¿Qué le importaba a México saber sobre la Unión Soviética? Hacía años que eso no era importante para nadie, solo lo ignoraban a el por ser la única nación socialista y ya está, ¿Acaso México estaba entrando a ideas liberales? Pues no sabía en que se metía, estaba claro que estados Unidos no permitiría que su primo favorito entrase en algo así.

Decidió fingir que aquella asociación si era una chica, y de paso, hacerle saber que había “muerto” por así decirlo.

-Pues, claro que la conozco – Carraspeo -- por su culpa eh tenido muchos problemas con el güerito -- encendió un puro e inhalo con fuerza hasta llenar sus pulmones con el humo que este despedía -- Pero no creo que consigas mucha información de ella -- Soltó el humo retenido -- Murió hace muchos años, México.

El de piel canela suspiro y miro el suelo, mientras que levantaba el vaso de agua de Jamaica y le daba un sorbo.

-- No te creo -- Le hizo saber -- Estoy seguro, completamente seguro, de que ella sigue viva. Cuba -- Le miro a los ojos -- Me enamore de esa mujer. Es la más valiente, fría, pasional… -- Suspiro -- jamás había escuchado hablar de una mujer tan… tan ella. La quiero, la quiero para mí.

-- Si quieres saber de ella -- Dijo Cuba levantándose de su asiento y yendo hacia un mueble de madera con adornos y retratos -- Creo que con la mejor persona con la que puedes hablar es con Rusia.

México miro a su primo con una ceja levantada.

-¿Rusia? Si leí que él estuvo un poco involucrado… chigada madre, pude haberle llamado a el primero… --  suspiro y sonrió -- Muchas gracias Cuba, te debo una… de muchas ya, al parecer.

Ambos rieron. México no paso más rato ahí, tomo otro vuelo a su tierra natal dos horas después.

Cuba por su parte estaba en el patio de su casa, observando fijamente el paisaje de las verdes plantas y grandes y exóticas flores que había plantado el mismo, fumando un puro como casi todo el rato mientras pensaba de forma casi desesperada en la actitud de México. Tomo su teléfono y llamo a Rusia, contándole todo lo sucedido momentos anteriores.

Notas finales:

Pues nada, muchas gracias por leer, pronto estará el siguiente capítulo :D


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