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Dulce Amor por Sabaku_No_Akemi

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Rusia miro fijamente un punto de su pared mientras intentaba razonar con lo que México le había dicho hace unos segundos, pero salió rápidamente de su letargo cuando escucho un “Adiós” y seguido el “pip” de la llamada cortada por el mexicano.
Se sentía sorprendido, con una sonrisa pequeña y un sonrojo que se había establecido en su cara. Por un momento, olvido todo aquello que hace un rato le había preocupado. Más sin embargo, aquellas palabras que había pronunciado México se habían atorado en su mente, muy profundamente, como si las hubiesen clavado en él.
“Llegaste a gustarme alguna vez”
Si tan solo México supiera lo mucho que Rusia lo quería a él, al grado que podía incluso afirmar que lo amaba.
Se levanto, con una presión en el pecho enorme, estaba feliz, demasiado feliz, tomo el vaso de vodka que hace un rato había ignorado y se lo tomo de un trago. Salió de la habitación, estaba intentando no llamar la atención, no recordaba si Belarus había regresado a su casa o si seguía intentando “dominarlo”. En todo caso, si se la encontraba, si eso pasaba y ella intentaba atacarlo, entonces le dejaría en claro que a él no le interesaba tener una relación con ella, y de paso le diría lo enamorado que estaba.
Pero grata fue su suerte, en todo el camino hacia la entrada no noto que ella estuviese por ahí. Paso de forma rauda hasta la puerta, la abrió y salió como una bala hacia casa de su hermana mayor.

º/º/º/º/º/º/º/º/º/º/º/

“Al llegar pudo notar que había una gran revuelta con gente, estaban todos caminando de un lado a otro, cada quien en sus cosas, abrigados hasta las orejas. Rusia estaba tranquilo, seguro de que, ocurriese lo que ocurriese, él seguiría contento todo el día, su corazón se lo decía.
Al cruzar la calle pudo escuchar un disparo, uno bastante lejano, pero que aun así logro llamar la atención de la gente que pasaba. Algunos se iban de largo, no es común escuchar el cañón de un arma expulsando su bala por esos lares, por lo que no era un sonido conocido y la gente solía creer que eran fuegos pirotécnicos. Pero Rusia lo reconocía, sabía lo que era. Era todo un experto en armas, nunca pudo evitar que ese sonido no le llamara la atención.
Estaba quieto, esperando otros disparos, a la mitad de la calle, los coches hacían sonar su pitido en contra de las personas que se habían detenido junto con el ruso a escuchar el ruido de la ciudad. Dos disparos más, patrullas comenzaron a cruzar con ambulancias tras ellas, yendo a toda máquina.
La gente empezó a asustarse demasiado, no era normal eso “¿Es un robo?” preguntaban algunas personas entre ellas “No lo creo, no hay bancos cerca” comentaban entre sí.
Rusia comenzó a caminar más rápidamente, abriendo las piernas de par en par para llegar a casa de su hermana e informarle lo que estaba ocurriendo, por si no se había dado cuenta.
Tres pasos más, casi lo atropella un chico en bicicleta, su rostro le era terriblemente conocido, pero no supo quien era ¿la gente se había vuelto loca ese día?
Cuatro pasos más, Una anciana salió de una casa despavorida con un gato en la cabeza. Seis pasos más, llego a casa de su hermana. Estaba prendida en fuego.”

Rusia abrió los ojos repentinamente, era muy tarde ya, no estaba acostumbrado a estar despierto a las altas horas de la noche que eran las once y media de su casa.
El chofer seguía conduciendo tranquilamente, el aire pacifico que se sentía por la ciudad ucraniana era el común, el mismo de siempre.
El sueño que había tenido estaba dejando secuelas, su mente estaba hecha un lío, le dolían los ojos y la cabeza a la vez, como si en cualquier momento fuesen a estallar.
Ordeno al chofer que se detuviera y señalo que iba a irse caminando, pues prefería sentir el aire directo a la cara. Se colocó su abrigo y salió del coche, pasando por las calles húmedas de una reciente lluvia que el ruso no pudo ver.
Aquel sueño era tan extraño, demasiado, no hacía falta ser un experto para darse cuenta de que se estaba volviendo loco.
El jamás se preocupaba, rara era la ocasión en la que entraba en pánico, jamás había demostrado alguna exaltación repentina, pero ahora era diferente. Por primera vez desde hacia cien años se sentía asustado. Aquellos sentimientos de culpabilidad se lo estaban llevando. Sin darse cuenta sus pasos se hicieron más fuertes y rápidos. No podía hacer nada, quería llegar rápido a con su hermana, contarle lo acontecido, preguntarle si estaba bien. Y en caso de que no…
Fue rápido el momento en el que llego a casa de su hermana y notó que estaba como normalmente. Dos luces encendidas en aquella pequeña casa- debido a que a pesar de todo Ucrania no era una nación rica como lo era su hermano- pero con ese toque de calidez que irradiaba y que hacía que la gente se detuviera a admirar lo lindo de su arquitectura.
Rusia tocó la puerta, con esa paz que nunca estaba en él pero que le gustaba demostrar. Ucrania salió unos instantes después.

—Buenas noches, Sestra.— dijo mientras hacia una pequeña reverencia en la que se permitió recargar un poco su frente con la de su pariente.
—Buenas noches, Brat. ¿Qué haces aquí tan tarde? Pasa, prepararé te enseguida.
Rusia entro mientras Ucrania se hacía a un lado para permitir que su hermano pasara. El ruso se sentó en la mesa, Ucrania lo hizo tras poner el té y algunos dulces.
Rusia dio un largo trago a su té y miro a su hermana.

—Estoy preocupado, vine a darte una noticia excelente y en el proceso me quedé dormido, tuve un sueño terrible.—comento mientras se llevaba a los labios un bocado de galleta.

—¿Qué clase de sueño?-—dijo la hermana con interés, mientras miraba a Rusia y le daba un trago a su té.

—Uno donde tu casa estaba… incendiándose— respondió el ruso mientras agachaba la cabeza lentamente con vergüenza, debido a que el sueño que tuvo era demasiado desalmado y loco.

—Cariño, sabes bien que eso no va a pasar— Le intento reconfortar Ucrania mientras tomaba la mano de Rusia y la acariciaba — además, somos países, no va a ser tan fácil deshacerse de nosotros.
Ucrania soltó una risita que más que tranquilizar a su hermano le causo un escalofríos. Tenía razón, ambos eran países, y no se podía destruir a una nación simplemente quemando su casa.

—Solo fue un sueño— seguía hablando la ucraniana— Jamás va a pasar eso, tú lo sabes más que nadie.

Ucrania se levanto de aquella mesita y, tomada de la mano con su hermano, lo llevo a un sillón e hizo que posara su cabeza en sus piernas. Comenzó a cantar una canción de cuna para tranquilizar a Rusia, estaba tenso.
Las tenues y suaves notas que salían de los labios de Ucrania eran profundas, la letra haría que a cualquiera se le ablandara el corazón.
Rusia empezaba a relajarse, las manos de su hermana en su cabello y la música que le cantaba cuando era niño lograban hacer que se sintiera de nuevo en casa.

—¿Qué ibas a decirme? ¿Cuál es aquella “noticia excelente” que ibas a decirme antes de que tuvieras ese horrible sueño?
Rusia estaba soñoliento, con los labios pegados y con esas ganas de no hacer nada debido a lo cansado que se encontraba.

—Es respecto a… México.

—¿En serio?— Preguntó ella mientras seguía enredando sus dedos en la cabellera de su hermano.— ¿Qué hay con él?

—Me llamó, y me dijo una cosa… extraña…— soltó un bostezo.

—Será mejor que te vayas a dormir, tu habitación sigue tal cual a la última vez que viniste, estaré en mi habitación si necesitas algo. Mañana terminaras de contarme ¿de acuerdo?

No hubo respuesta, Rusia se había quedado profundamente dormido en las piernas de su hermana, quien al darse cuanta sonrió y con un “buenas noches” y un beso en la frente, le puso una manta y se fue a dormir.


º/º/º/º/º/

México. 712 a.m.

Chile y Argentina estaban ayudando a México a meter la llave en la cerradura de la puerta del último. Eso si mandarle porras gritando “¡La cochina llave al agujero mete mi amigo el culero!”
Al parecer, la “celebración” había terminado en una fiesta que paso de un antro a otro, bebiendo demasiado y divirtiéndose como los adolescentes que parecían ser.
Aún estaban ebrios, de hecho, no hace menos de una hora y media estaban metidos en un bar, donde fueron sacados debido a lo “tarde”(o más bien, temprano) que era para tener borrachos.

Los tres se habían rendido, ahora estaba con una botella de tequila, sentados en el suelo de la puerta de la casa, México cantando una vieja canción que España le había enseñado y Argentina manoseando a Chile, mientras que el chileno cabeceaba debido al sueño que le entraba estar sentado con el arrullo de los pajaritos cantar.
No era el desenlace perfecto para una noche de borrachera, es más, no es un desenlace.
Chile estaba más ebrio aun que sus dos acompañantes, y no por ser mal bebedor, todo lo contrario, tal vez México era un cabrón con eso, pero Chile iba justo a su lado en esos casos.

—Ey, <<wewon>>— decía mientras abría los ojos lentamente
México seguía con su animada canción, Argentina había dejado de manosear a su pareja y ahora estaba dándole la vuelta a la perilla de la casa del mexicano.

—Alexssss… << Alexss cabrwon>>, no me <<ignwores>>— seguía hablando, ahora mientras sonreía y jalaba un poco de las mangas del abrigo de México.
—¿¡<<qwe>> quieres, vil bella… HIP… co!?— comento México con una ira falsa mientras se retorcía en el suelo de la risa.

—¿Y <<qwe>> la mina esa no eh´rusa?-— dijo Chile con una expresión de dolor, debido a que el sol le daba en la cara.

—¿Rusa? ¿RUSA? Esssss <<sovietiquenswe>> es DIFERENTE— dijo recalcando la última palabra— el RUSO de RUSIA es bien <<cabrwon>> y segurito que coge ¡Uff!— Argentina soltó una risotada— y la <<sovietiquenswe>> es… HIP… es… pos´es <<cabrwona>> YÓ-NÓ-SÉ.

Los tres rieron. Es una suerte para los tres saber que seguramente no recordarían eso para unas horas después.

—La mina esa, ¿Y <<qge>>? ¿<<lwa>> vass a ir a <<viswitar>> a donde sea que vi… HIP… va o qué?

—Clarín corneta*— dijo México mientras se levantaba (tambaleándose, por supuesto) y regresaba a su tarea de abrir la puerta—¡<<ashuuuuudaaaaa>>!- gritó de repente, haciendo que sus amigos le vieran horrorizados y asustados por la repentina exclamación y que la vecina entrometida de en frente sacara la cabeza por la ventana.— ¡<<asssshhhhuuuuudaaaaaa!

—¿Y a <<ste>> loco <<kge>> le pasa?— Dijo Argentina mientras se levantaba junto con su amigo y empezaban a forcejear con la llave.

Por supuesto, lograron abrir la puerta, a base de maldiciones y más gritos, pero abrieron y eso es lo que realmente importaba en este caso. No habían ganas de que la vecina entrometida de enfrente llamara a la policía porque “hacían escándalo”.

Al entrar los tres se quedaron en silencio, mirando el suelo con un sueño aturdidor, Chile se tiro al sillón con Argentina siguiéndole, mientras que México fue a parar a la cocina “por agua” y termino durmiendo recargado en la barra.


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