México sintió un calor abultarse en su cara, sin embargo no sabía la razón por la que esto pasaba.
Se metió a bañar y se vistió con la ropa más nueva y limpia que tenia, se puso perfume y se peino, cosa que desde mucho tiempo no hacía.
Estaba muy nervioso, tanto que se puso a limpiar la casa y paso el trapeador y la escoba como mínimo cuatro veces.
Se sentó en el sillón y miro el reloj; las tres y media de la tarde.
-No eh ni desayunado- Se dijo a sí mismo y fue a la cocina.
Abrió el refrigerador, pero no había nada, a menos que un bote de lechera, caldo de pollo sin verduras y una bolsa con pan duro fuera algo que pudiera comer.
Cerro de un portazo la puerta del refrigerador y miro ceñudo su cocina. Busco por todos lados a ver había tan siquiera un poco de cereal, pero no fue así.
Pensó un rato y se acordó de Chile.
-Le voy a llamar para decirle que quiero que me invite a come...- Recordó que Chile estaba molesto con él.
Se sentó en el sillón con tristeza. Miro el suelo y luego el reloj.
-"No puede quedarse esto así"- Le dijo una vocecilla en su cabeza.
-"¿Que se supone que haga?"-Pregunto él.
-"Ve a pedirle perdón"
México soltó una risita amarga.
-"Yo no le pediré perdón"
-"Pues entonces... no te quejes"
México bufo y miro la puerta. Su ego estaba causándole problemas, sin duda el quería volver a ser amigo de Chile, pero era muy complicado y no quería que pensara que él era una nenita que lo necesitaba.
-Solo es mi amigo, no es como si me muriera solo porque ya no quiere verme...
Pero paso el tiempo y reflexiono más. Conocía a Chile desde hacía años, y eran los mejores amigos del mundo. Él lo había apoyado en todo. Ambos se querían. Ambos odiaban a Argentina. Ambos... eran amigos.
Se levanto y se decidió a irle a pedir perdón a Chile, aunque no sabía ni por qué lo hacía.
º/º/º/º/º/º/º/º/º
-¡Chile!-Grito México frente a la casa del chileno.
Al no responder nadie comenzó a azotar la puerta. La golpeaba con tal fuerza que pareciera que se iba a romper.
Entonces un coche se estaciono frente a la casa y Argentina salió de él.
-¡Hey tú! ¿¡Que estás mal del mate!? ¡Che boludo, deja de hacer eso!
México se dio la vuelta y miro a Argentina.
-TU-Dijo y lo tomo por la camisa- ¿Como le hago para que este me abra?
Argentina le miro nervioso.
-Oye, él ni siquiera está aquí...-Dijo al fin.
-No me salgas con pendejadas Argentina, si que está aquí, y si no me dices...
-No, en serio, el está en mi casa.
México miro con rencor a Argentina, lo soltó y se subió al coche.
Argentina le miro extrañado ¿Que tanto hacia?
Entonces México toco la bocina del coche y grito;
-¡Órale wey, apúrate que tengo prisa!
Argentina fue resignada hacia el coche y entro.
-No me vas a dejar entrar por lo que me pidió Chile ¿verdad?
-Me importa un pepino lo que quiera; debe aprovechar que le estimo demasiado y que quiero que sea mi amigo.
Argentina bufó molesto y encendió el coche.
-Pues vaya momento para decirle como te sientes ¿eh?
México decidió ignorar aquel comentario y se dejo llevar en el viaje.
º/º/º/º/º
Llegaron a casa de Argentina, donde el rubio casi saca a patadas a México del coche, pues se había acobardado y ya no quería salir.
Al final logró hacer que México tocara la puerta y esperara a que Chile le abriera.
-Argentina, te has olvidado las lla…- Chile abrió la puerta y miro fijo a México.- ¿Qué haces aquí?- Giro un poco la cara y noto al rubio- ¡Te dije que si lo veías le dijeras que se fuera a la concha de su madre, no que me lo trajeras!
-Que educado eres, vaya- Dijo México con ironía.
-Huy si, mira quien lo dice, Mr. Educado. ¿Qué quieres México?
El nombrado observo al que tenía enfrente. Tenía dos opciones; Salir corriendo o enfrentarle. Y a pesar de que su orgullo de mexicano se lo negaba, pensó que era mejor pedir disculpas a hacerla de cobarde.
-Argentina… Bueno, le pedí que me trajera porque…
-No me interesa- Le corto el chileno.
-No, no, no, no, a mi no me sales con tus pendejadas, aprovecha que estoy haciendo un gran esfuerzo ¡En tu vida me volverás a ver así!
-Pues me importa poco- Chile cerró los ojos- Ayer me dejaste muy en claro lo que opinas de mí y de Argentina.
-Che ¿Qué dice esté boludo de mi?
-Nada, el señorito es homofóbico, nada más.
Argentina levanto los hombros.
-Como si no lo supiéramos ya.
-No Argentina- Chile amenazaba con llorar- Nosotros sabíamos que no “bateaba por ese lado”, pero eso a que nos insulte…
-Óyeme no- Corto México enfadado y blandiendo su dedo índice- Yo jamás te insulte, ni a ti ni al wey ese de atrás.
-Pues para mí fue una ofensa- Chile levanto la cabeza- Y por favor; vete.
México se había decidido a replicar, pero de la nada un gruñido que se originaba de su estomago causo un silencio sepulcral. Chile soltó una carcajada sin poder contenerse, aunque después se tapo la boca y frunció el ceño.
-Si quieres… puedes entrar a comer. Tampoco lo hago por ti-se apresuro a decir- es solo que… no me interesa tener a un muerto de hambre fuera de esta casa.
El mexicano acepto gustoso. Le encantaba comer gratis, y más si no hacía nada él.
Entro junto con Argentina y Chile les sirvió la comida (una taza de café y un pan con mortadela y huevos revueltos) para cada uno.
México empezó a comer con algo de rapidez, tal vez demasiada. Chile y Argentina lo miraban de reojo de vez en cuando.
-Oye, te vas a atragantar- Le dijo Chile ceñudo.
-<>- Le respondió México mientras tragaba y se empinaba la taza de café que había frente a él.
Terminaron de comer, la pareja había decidido ignorar lo que el mexicano hiciera, pero era casi imposible.
-Fu- México se froto el estomago satisfecho, mientras Chile recogía los platos.
-Oye-Dijo el chileno- Si ya acabaste ya te puedes ir.
-¡No! ¡Perdóname!-Grito México y se abraso al chileno- ¡Por favor! ¡No era mi intención insultarte! ¡Estoy muy raro!
Chile se sintió un poco feliz de que le pidiera disculpas, pero no lo iba a perdonar tan fácilmente.
-¿Y a mí que si te sientes raro?
-Chile- México miro a los ojos a Chile.
Este noto una nostalgia en sus ojos, una nostalgia que solo había visto una y vez, y eso le partía el corazón.
-Bueno, ya…- Chile respondió al abraso- ¡Conste que aun no te perdono! ¡Solo lo hago porque me das lástima!
-¡Oh Chile!-Exclamaba México- ¡Eres tan bueno! ¡Tan agradable!
-Che, y tú tan lambiscón-Le dijo Argentina algo de molestia.
-¿Qué hora es?- Pregunto México separándose de Chile.
-Las… cuatro- Dijo Chile.
-Es demasiado temprano aun-Se quejo México suspirando.
-¿Esperas algo?- Pregunto Argentina mientras caminaban a la sala de estar.
-Si, bueno, invite a Rusia a toma….
-¡¿Qué lo invitaste?!-Chile le tomo por los hombros- ¡¿Cómo de que lo invitaste?!
-¡Che, era a nosotros a quien debías invitar, la apuesta, acuérdate! ¡Esto no es nada groso (genial)!- Exclamo ofendido el argentino, pues creía que por eso su pareja había reaccionado de forma tan agresiva.
-Ahhh- Se sentó en el sillón de tres plazas- Pos pueden venir con nosotros- Dijo sonriendo.
Chile miraba a México incrédulo, pero decidió no decirle nada; El tenía la culpa de ser tan estúpido.
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Pasaron las horas en la casa del argentino mientras hablaban de temas sin importancia, tan solo para sacar un tema.
México se había quedado a comer y pensaba quedarse a cenar también, y regresar al desayuno si le daba flojera cocinar la mañana siguiente, más sin embargo Chile le cambio sus planes.
-Oye, ya son las siete, ¿No tenías una cita con Rusia?
México se sonrojo violentamente cuando su amigo pronuncio la palabra “cita”.
-Hombre, no es una cita-Dijo apenado- Es una parrandeada, nada más… tampoco es como si fuéramos algo… Pendejo…
Chile rio al ver la vergüenza del mexicano.
-Y ahora que lo pienso, tienes razón, tengo que irme ya- Dijo México levantándose y mirando a Argentina- Buenas noches, par de tortolos- Y dicho así se coloco su sombrero y salió de la casa.
Ya en un camión dispuesto a llegar a su hogar, mientras pensaba cosas como “El mejor bar está en la Zona Rosa” o “Espero que no se empede tanto…” recordó algo que hizo que quisiera morirse; Había invitado al hombre que le había causado una erección.