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Para ti, una sonrisa por Yoshita

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Notas del capitulo:

Para todos aquellos que amamos el MarAce, disfrútenlo, es para ustedes. 

Sigan, espero difruten el segundo capítulo. 

PD: si se ve feo o junto, lo editaré cuando tenga tiempo, lo subo desde un dispositivo móvil y eso altera el formato. 

 
 
Sus labios se movieron involuntarios rompiendo el silencio. 
-Ace...- murmuró y sintió calidez en su interior. Ese chico. Ese ladronzuelo. Ese muchacho le había salvado el corazón de seguir yaciendo en un oscuro y vacío fondo, anclado al olvido. El pitido de la cafetera lo despertó. Volvió a la realidad, parpadeando y apretando la hojita de papel. Sirvió café y tomó un sorbo sin apartar la mirada de la notita. Estaba tan distraído que no notó que su café no tenía azúcar, pero le restó importancia, ya tenía un dulce de tres letras en la mano y en la punta de la lengua. 
-Ace...- susurró nuevamente y una sonrisa en su cara. Toques ligeros en la puerta lo levantaron de nuevo. 
-Marco- llamó con voz neutra, igual que siempre. 
-Mihawk- y se fijó que continuaba en pijama- ¡Mihawk!- el tiempo le cayó de patada- ¡mierda! ¿¡Qué hora es?!
-Las 7- respondió al otro lado de la puerta- vamos ligeramente tarde. 
-¡Mierda!- corrió a su habitación y se vistió cual ráfaga lumínica con su uniforme azul de siempre. Se acomodó la placa y colocó su pistola en su cinturón. Agarró las llaves y antes de salir con el casco en la mano, cogió la notica blanca de encima de la barra y salió. 
-Buenos días- saludó al hombre frente a él. 
-Buenos días- respondió al rostro bobalicón que salió- ¿pasó algo?
-Si, tuve un encuentro fortuito con el amor de mi vida. 
-¿Te viste al espejo?
-Muy gracioso- le dijo mientras subían al ascensor- no, ayer recogí a un vagabundo- sonrió como imbécil y puso su mano en el bolsillo izquierdo de su camisa, donde estaba la notita y su acelerado corazón. 
-...- lo miró fijamente- ¿vagabundo? ¿Quieres explicarme?
-Ayer me robó el corazón. 
-Y el cerebro. 
-¡Oh, por favor Mihawk! Estoy intentando se serio. 
-No lo logras. 
-Vale ya, te cuento. Ayer venía del trabajo y me detuve en el semáforo antes del puente de la fuente, ¿recuerdas cuál es?
-Si. Sigue. 
-Idiota- bajaron del ascensor- bueno, mientras esperaba, un chico intentó robarme la moto. 
-¿Qué...?
-Ah, ah- negó con el dedo índice- no me interrumpas. Bueno, me bajé de la moto y se la di. 
-¿¡Qué...?!
-¡Que no me interrumpas! Sabía que no podía llevársela, pero se sintió confundido cuando se la di, creo que esperaba que no lo hiciera. Cuando quise arrestarlo, sus ojos temerosos me atraparon y me vi vulnerable, así que lo traje conmigo. Cometí un error, le teme a las motos. 
-Ajá- se montaron en la motocicleta de Marco y salieron camino a la estación- y...
-Odio ese tonito tuyo, tienes suerte que Akagami sea un imbécil. 
-Ya, ya. Suficiente. Y...- insistió. 
-Es muy caliente. 
-Pervertido. 
-¡No me refiero a eso! Es cálido, su temperatura corporal era muy alta. 
-¿No era fiebre?
-Mihawk, se que no. Anoche andaba sólo con una pantaloneta. ¡En medio de la lluvia! Pero cuando lo toqué... Era como yo, quiero decir, cálido. Bueno, lo llevé a mi casa, le di chocolate y se quedó allí esa noche. 
-¿Todavía está?
-No- un deje de tristeza se coló en su voz- se fue temprano en la mañana. 
-¿Cómo se llama?
-Ace- convirtió la palabra en un poema. 
-No puedo creer que te lo dijera. 
-No lo hizo. 
-Entonces...
-Ya te muestro. 
Parqueó en el estacionamiento de la oficina y se bajaron del vehículo. 
-Mira- tomó la notita de su bolsillo y se la alcanzó. 
-¿P. D. Ace? ¿Postdata: Ace?- musitó, pero sentía que algo se le escapaba...
-Sólo lo puedo comprender como su nombre, no hay mas explicación lógica que esa. 
-La verdad es que si, no le veo otra interpretación. 
Entraron y los recibió un hombre fornido y afable. 
-¿¡Qué hay, Garp?!
-Hola mocosos- se levantó de su puesto- hey Marco, te ves idiota, ¿es que te golpeaste antes de venir?
-No- respondió el halcón- está enamorado- resopló burlón. 
-Tu no eres nadie para reprocharle- se burló el anciano- esa cosa-bestia roja tuya de Akagami lleva llamando a tu teléfono desde las 5. 
-Mierda- murmuró y, olvidando el suceso de Marco y el vagabundo, se encaminó a su cubículo para contestarle al irritante maestro de primaria. 
-No te has enterado ni de la mitad de lo que hemos dicho, ¿no?
-Ajá- suspiró- si, mhmm...
-Marco, ve a trabajar antes de que vomite en tu horrorosa cara... ¡Anda vago!
 
 
Corrió entre las mugrosas y pútridas calles con un pan en la boca, un jugo en la mano y el aliento agitado. Logró perder a sus perseguidores y al recostarse en el frío muro, mordió un trozo de pan y bebió un sorbo. Puso su mano en el pecho desnudo y ralentizó su respiración. Terminó su desayuno y bajó a rastras hasta el final de un callejón, donde subió por un montón de cajas apiladas, llegando a un acogedor cubículo, viejo y abandonado, pero hogareño. Tenía un colchón viejo, un trozo de almohada, una cobija roída, una cortina en la ventanita, una cajita como mesa y una caja mas grande donde guardaba sus cosas de valor.
Se tiró al colchón y tomó la chaqueta negra que había escondido cuidadosamente para evitar que alguien la tomara sin permiso. 
-Marco...- murmuró abrazando la chaqueta y llenándose de un calor extraño, pero agradable. 
 
 
Al caer la tarde, Marco detuvo a Mihawk antes de que saliera por la puerta principal y se escapara de él. 
-Mihawk, acompáñame. 
-¿A dónde? Espera... No- se zafó de su mano. 
-¡Mihawk...!
-No, quedé de recoger a Shanks de su trabajo para ir a comer, estamos de aniversario. Además Zoro vuelve de su intercambio, debo ir por él al aeropuerto y ayudarle a buscar un sitio donde vivir. Pero principalmente, es por Shanks. 
-¡Qué hermoso!
-Calla... Idiota. 
-Bueno, suerte, ¡ah!, felicidades, saluda a Akagami de mi parte. Por cierto, voy a buscarlo. 
-¿Al chico? ¿Sabes dónde?
-No, pero puedo comenzar por algún lado, no soy idiota. 
-¿Seguro?- susurró mas para si mismo que para Marco- bueno, espero no te lleves una decepción. 
-¿Te diste por vencido cuando averiguabas la escuela donde enseñaba Akagami hace 10 años cuando lo conociste?... Si, eso pensé. Mihawk, no me voy a rendir. 
-Suerte, entonces- salió caminando en dirección a la primaria de la ciudad. 
-No pierdo nada con ir allí de nuevo. 
 
 
La noche le gustaba y al tiempo no, adoraba mirar las estrellas m, sus constelaciones y la luna, amaba la luna, mas si era creciente o menguante, como una sonrisa, como un enorme bigote blanco. Pero odiaba sentirse solo, por eso no le gustaba la noche. Hasta la noche anterior. Hasta haber conocido a Marco. Hasta sentir lo que era la compañía de alguien mas. Hasta sentir, por mas ínfimo que fuera, el cariño de otra persona. 
Se puso de pie, decidido. 
-Voy a por él- se dijo,entrando a su pequeño cuartucho, tomando la camisa blanca que tenía colgada en una puntilla y el collar de cuentas rojas, su collar de la suerte. Se colocó su preciado sombrero vaquero y se escabulló por entre los tejados hacia el centro de la ciudad. 
Las calles se ampliaban y la iluminación mejoraba a medida que se alejaba de los barrios bajos donde vivía. 
Tomó una vía principal y abotonó su camisa. Caminó sin prisa y con el corazón en la mano, dejando atrás el peligro, la suciedad y el abandono, para reemplazarlo por un miedo que se acrecentaba a cada paso que acortaba su distancia con la estación de policía. 
Al otro lado se la calle la vio, abierta e iluminada; tanto que huía de allí y ahora entraba, como a la boca del lobo. 
Tapó su rostro con su sombrero y encendiendo su mechero para ver la tranquilizante llama, se armó de valor y entró. 
-Hola- le dijo un amable chico de gafas- ¿qué necesitas?
-Eh... Yo- comenzó nervioso- yo... Buscaba a alguien, pero veo que se fue. Adiós...
-¿Puedo ayudarte muchacho?- le dijo una voz grave. Ace dio un respingo y ocultó su rostro. 
-No, está bien, ya se fue. 
-¿Le dejas una razón?- Garp sintió un vacío en su estómago. 
-No... Eh... Gracias- se dio la vuelta y salió. Su collar de cuentas rojas sonó por el brusco movimiento. Garp alzó la cabeza. 
-Oye...
-¿Qué?
-Nada, no es nada- Ace salió por la puerta. 
-¿Mocoso?
 
 
Paró en el semáforo del día anterior y esperó verlo de nuevo, pero nada pasó. Llegó solo a su casa. Tomó solo su chocolate. Durmió frío esa noche. 
 
 
Su frustración se acrecentaba a la semana del suceso. Estaba deprimido, quería verlo otra vez. 
-Marco...
-Mihawk, fue... No quiero que sea fortuito, quiero que siga, quiero verlo de nuevo, quiero tenerlo, quiero...
-Vaya Marco, estás peor que Mihawk cuando me invitó a salir. Además, ni siquiera sabes su nombre. 
-Si que lo se...
Shanks tomó un sorbo de su malteada en el momento en que Mihawk ocultaba su naciente sonrojo. 
-Mira, no te des por vencido y piensa, imagina que el chico también te busque. 
-¿Estará buscándome?
-Si, el chico también te quiso, ¿no? Te dejó una notita- Shanks lo miró, pero tenía esa incómoda sensación de laguna mental. 
-Y se llevó mi chaqueta. 
-Y duerme con ella todas las noches- añadió el maestro de cabello rojo mientras tomaba otro sorbo. 
-Su nombre es Ace. 
Shanks embadurnó el rostro de Marco, escupiendo el sorbo que acababa de tomar. 
 
 
Todas las noches suspiraba fuera de su simulada habitación, bajo el cielo, a veces estrellado, a veces no, entre el ruido de robos y muerte. Todas las noches musitaba el mismo nombre, una y otra vez. 
-Marco...
 
 
-Ya lleva así un mes...- contaba Mihawk a Garp cuando lo detuvo al entrar a la oficina del enamorado empedernido. No había remedio, debía hallar al chico. 
-No lo entiendo, apenas lo conoce, ¿siquiera sabe su nombre?
-Si, lo sabe- Garp lo miró de hito en hito- el chico le dejó una nota: decía P. D. Ace- Mihawk abrió los ojos, comprendiendo el nombre del chico. 
Garp se atragantó con su café. 
 
Notas finales:

Gracias por leer 


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