Antecedentes
IV
El inicio
La torre de Tokyo, esplendido lugar para admirar la vista de la ciudad y un cómplice para las parejas enamoradas de reafirmar su amor. Un lugar memorable, fue donde Subaru y Seishiro tuvieron su primera cita. No era una cita oficial.
Era un trabajo de Subaru sin embargo, Seishiro se ofreció a acompañarlo… quedaron los dos solos al anochecer… disfrutaron de una inusual cena… tuvieron una plática amena… Seishiro repitió las palabras que ponían nervioso a Subaru… hablaron con un espíritu, pelearon un poco y lo ayudaron a que descansase en paz… nada del otro mundo. Una cita común y corriente. La única.
Un joven espiritista con vestimenta ceremonial entraba nuevamente a la torre que le traía preciados recuerdos. A pesar de lo difícil del proceso de purificación, como merecido descendiente Sumeragi, logró superarlo. Sus ojos en cambio, no poseen ese brillo que los caracterizaban pero ya no estaban muertos… sin duda, algo cambió. Recorrió el lugar con la mirada y caminó hasta el lugar donde compartió una noche con el sakurazukamori. Se dedicó a observar el paisaje que la noche le brindaba, comenzaba a relajarse con el silencio dejado a atrás por los turistas. Recordaba los buenos momentos vividos en el año que compartió con el asesino de su hermana.
Las luces de la torre comenzaban a encenderse iluminando el exterior para dar paso a la vista más hermosa que se pudiera observar en Tokyo. De las sombras se recortaba la figura de un hombre que avanzaba hacia el joven sumido en sus recuerdos. “Hermoso” pensaba el hombre mientras se acercaba lo suficiente como para quedar a las espaldas del joven.
--Hola, Su-ba-ru-kun –susurraba al oído del joven.
--Seishiro-san. –dijo con calma el joven.
Aún con rostro inexpresivo Seishiro de sorprendió, esperaba todo menos lo que demostraba el joven frente a él, vio con asombro cómo el joven llamado Subaru se volvía hacia él con una lentitud propia de alguien tan… Subaru. Ahí lo vio, lo vio al fin después de tanto tiempo. Vio su cara, no tan radiante como cuando solía verlo pero conservando toda su hermosura, sus ojos verdes y expresivos perdieron brillo, tenían un matiz de infinita tristeza pero, aún seguían siendo las gemas más exóticas con las que se haya topado en su vida.
El sakurazukamori sonrió, el que había sido su objetivo desde que conoció, el destruir poco a poco lo que Subaru representaba, se estaba cumpliendo. La imagen del pequeño Subaru que conoció en el pasado dista bastante de la imagen del Subaru que ahora tenía enfrente.
Sin embargo, la satisfacción que esperaba experimentar al verlo cambiado jamás llegó. El recuerdo del último encuentro con Subaru vino a su mente: el desconcierto en la mirada del joven por la promesa que le había hecho en su infancia, el secreto de los sakurazukamori, las lágrimas silenciosas de su corazón, los gemidos de dolor por la tortura, el total abandono del joven a sus manos manchadas de sangre.
El aspecto desolado y sin vida de Subaru.
Esos recuerdos que le asaltan al anochecer, suele ignorarlos más no puede deshacerse de ellos, lo tiene ahí nuevamente, a ese joven de mirada amable, semblante delicado cual flor sobreviviendo al invierno y aura melancólica.
Por su parte, Subaru miraba de nuevo esos ojos fríos desprovistos de algún sentimiento, los mismos ojos que le dijeron que no sentía nada por él, los mismos ojos que le dijeron que lo mataría, los mismos ojos que torturan sus sueños. No debía dejarse llevar, actuaría según su papel, resistiría estar al lado de la persona que…
--¿Cuánto tiempo Subaru-kun? Dime, ¿Cómo está Hokuto-chan? –dijo el sakurazukamori con su tono frío esperando alguna reacción en Subaru.
Palabras vacías con la intención de herir. No debía dejarse llevar, sus sentimientos quedaron enterrados por la purificación, ahora solo debía seguir adelante y lograr su cometido.
--No he venido a socializar Seishiro-san. –contestó Subaru con la misma expresión y con el mismo tono de voz que el principio –Hagamos esto lo más pronto posible. Sólo hablaremos lo necesario. No mencionaremos el pasado. Sabes lo que tienes que hacer. Hazlo. Yo haré mi parte.
La serenidad de Subaru y su nula respuesta afectaron de cierta manera a Seishiro, el que intentara ignorarlo no estaba en sus planes.
--Dime mi querido Subaru-kun ¿Qué te hace pensar que vine aquí para colaborar contigo en ese asunto de la familia Sumeragi? –dijo Seishiro como un último recurso sin cambiar su mirada fría.
--No tienes opción. –dijo Subaru mirándolo directo a los ojos. –¡kekkai!
Un resplandor blanco envolvió a las últimas personas que estaban en la torre.
Es hora.
Ya no hay marcha atrás.
Todo, está a punto de iniciar.
Fin de "Antecedentes"