Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Amante? por Maye0908

[Reviews - 49]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

¿Amante?

por Maye Malfter

 

 

But if we stay or walk away,

there's one thing that's true:

I still love you.

I still love you - Damhnait Doyle

 

11

¿Y SI VOLVEMOS A EMPEZAR?

 

Draco estuvo en el Caldero Chorreante… Seamus lo vio hace un par de días… ¿Y si aún está ahí?

El pensamiento cruzó su mente tan pronto Seamus dejó el pub, y un segundo después Harry se encontraba con el montón de bolsas en las manos, saliendo del local a trompicones y buscando un lugar apartado desde donde aparecerse.

Tuvo cuidado de reducir cada paquete y bolsa para meterlos en sus bolsillos, y al instante siguiente ya estaba caminando por el jardín frontal de la casa de Ron y Hermione. Tocó la puerta con poca delicadeza, sacándose de los bolsillos los regalos reducidos y volviéndolos a la normalidad. Los colocó frente a la puerta principal, dejó una nota sobre ellos, volvió a tocar y caminó de nuevo hacia el jardín para aparecerse en Charing Cross Road.

Corrió como si un colacuerno lo estuviese persiguiendo, sorteando las dos cuadras que separaban su punto de aparición y el Caldero Chorreante en menos de un minuto. Entró al pub casi sin aliento y con el corazón en un puño, viendo en todas direcciones en busca del más mínimo brillo de cabello rubio platino y ojos color acero. Cómo era de esperarse, no vio nada.

Las esperanzas de Harry empezaron a desvanecerse tan pronto su pulso comenzó a retomar su ritmo habitual, cayendo en cuenta de que si Draco llevaba varios días hospedado en la posada y Harry no sabía nada era porque el medimago no quería que él supiera nada. Sin embargo, algo bastante parecido al optimismo saltó dentro de su pecho cuando vio a Neville Longbottom atendiendo la barra junto con su esposa Hannah.

Caminó con paso firme, saludó a Hannah desde el otro lado de la barra y a Neville que estaba más cerca de él. Se le acercó con su mejor cara de “lo que voy a pedirte es de vida o muerte” y el otro mago supo al instante lo que Harry estaba a punto de decir.

—Sé lo que quieres, Harry, y… no puedo —fueron sus palabras, haciendo que el estómago del auror se sintiera como si alguien le hubiera vaciado dentro un balde repleto de cubitos de hielo.

— ¿Así que está aquí? ¿Todavía?

Neville se mordió el labio en gesto culpable, obviamente notando que acababa de darle a Harry información suficiente para aupar más preguntas.

—No estoy autorizado para decirte, compañero. De esto vivo —dijo, dándole una mirada rápida a su esposa—. No puedo andar por ahí poniendo en juego la reputación de mi local.

—Y tú más que nadie sabe cuánto tiempo he pasado buscándole —le recordó Harry, sin ganas de manipular a uno de sus mejores amigos pero demasiado desesperado como para pararse a pensar—. Cuanto tiempo llevo sin verle, sin saber de él.

—Harry, yo…

—Neville, déjame verle, por favor. Necesito decirle que lo siento. Necesito darle a esto un final apropiado —Neville le dedicó una mirada compasiva, claramente debatiéndose entre hacer lo que era mejor para su negocio y lo que su amigo necesitaba—. Prometo que no pasará nada. No voy a decirle que tú me dijiste, porque la verdad sea dicha, de haber sido por ti jamás lo hubiese sabido… Neville… Por favor…

Neville miró a Harry de arriba abajo, con los labios apretados en una fina línea. Lanzó una nueva mirada rápida en dirección a su esposa, respiró profundo y asintió una vez.

—Está en la última habitación del piso de arriba, del lado derecho. Toca cinco veces de forma rápida y dos de forma lenta o nunca va a abrirte la puerta. Distraeré a Hannah para que no te vea subir las escaleras. Y si le dices que fui yo el que confesó te doy con la espada de Gryffindor en esa cabezota tan dura, ¿entendido?

Harry hubiera podido besarle, pero no estaba seguro de cómo lo tomaría su esposa. En vez de eso, el auror le dedicó una enorme sonrisa, conteniéndose de abrazarle para no levantar sospechas.

— ¡Eres el mejor, Neville! Te debo una grande —aseguró Harry, viendo cómo Neville ya se dirigía hacia Hannah.

—Sí, sí. No me agradezcas aún… Más te vale que valga la pena mi pellejo —le escuchó decir mientras caminaba.

Harry esperó a que Neville entablara conversación con Hannah y se la llevara a un lugar apartado para moverse hasta las escaleras, las cuales subió de tres en tres sin el más mínimo esfuerzo.

Llegó al piso de arriba, dónde un pasillo largo se extendía en ambos sentidos. El auror giró a la derecha y corrió, corrió, corrió con todas sus fuerzas, sus pasos apenas amortiguados por la gran alfombra que cubría todo el piso. Corrió hasta llegar a la última puerta y ahí se detuvo, con el corazón resonándole en los oídos y el aliento contenido.

Estaba a sólo metros de él ahora, tan cerca que con apenas unos pasos ya ninguno de los dos tendría lugar para correr. Tan sólo una puerta entre ellos, dura e insondable, un abismo impenetrable de menos de un palmo de espesor. Y sin embargo Harry no se sentía capaz de cruzarlo.

Se acercó a la puerta con el puño en alto, dispuesto a tocar, pero por alguna razón se quedó paralizado. Las memorias de la última vez llegaron a él en ráfagas de información, haciéndole recordar por qué Draco lo había dejado, haciéndole dudar de si esto en verdad era una buena idea.

¿Y qué tal si no quiere verme? ¿Qué tal si no quiere saber nada de mí? ¿Qué tal si aún sigue enojado por lo que pasó entre nosotros? ¿Qué tal si me odia?

En su cabeza rondaban tantas preguntas que sintió deseos de tener un pensadero. Interrogantes cuya respuesta Harry jamás llegaría a conocer a menos que se atreviera a tocar la puerta frente a él, cinco veces de forma rápida y dos de forma lenta.

El corazón del auror se encogió de manera dolorosa cuando por fin decidió lo que haría, pues era algo que iba contra todo lo que se había jurado hacer si alguna vez llegaba a encontrarse con una oportunidad como esta.

Harry desempuñó la mano que tenía aún frente a la puerta y la colocó suavemente contra la madera, apenas tocándola con la palma, tratando de hacer el menor ruido posible. Pensó en lo mucho que había querido a Draco y en cuánto de su sanidad mental le agradecía. Pensó en aquel primer beso robado y en la primera vez que pasó la noche en el departamento del medimago. Pensó en su primera vez, y en la última. Pensó tantas cosas a la vez que, sin darse cuenta, sus ojos se llenaron de lágrimas y su garganta de palabras que moría por decir, pero que ya jamás podría.

Con un profundo suspiro Harry cerró los ojos, visualizando el rostro de Draco tal y cómo lo había visto aquella primera vez que el rubio le acariciara la mejilla.

—Adiós, Draco —murmuró hacia la nada, tan bajito que ni el vacío del pasillo había alcanzado para crear eco de aquellas palabras.

Abrió los ojos y apartó la mano de la puerta, parpadeó varias veces, se limpió la comisura de los ojos y se giró para marcharse.

Caminó un par de pasos en dirección a la escalera, pensando en darle las gracias a Neville y luego dirigirse a su casa, cuando un sonido a su espalda le hizo detenerse en seco.

El hueco resonar del pomo de una puerta al ser girado, el chirrido de unas bisagras antiguas al ser accionadas y el inconfundible tono de voz de aquel a quien el auror tanto había extrañado.

— ¿Harry?

 

***

 

— ¿América? —Preguntó Harry, con los ojos como platos, entendiendo por fin por qué jamás dio con el paradero del hombre frente a él.

—Canadá —corrigió el medimago, sorbiendo un poco de su té—. Montreal tiene el mejor programa de becas para sanadores y son de habla francesa e inglesa. Aproveché la oportunidad.

—Y ahora tienes otra especialidad.

—Neuropsicoanálisis mágico —comentó Draco, con un asentimiento—. El único en el Reino Unido.

—Vaya… —murmuró Harry, sorbiendo otro poco de su Earl Grey por no saber que más hacer.

Luego del incómodo reencuentro y de un intercambio de excusas que el auror no era capaz de recordar con exactitud, Draco invitó a Harry a pasar a su habitación. Y este aceptó sin pensárselo.

El medimago pidió un servicio de té y bizcochos y ambos se sentaron al borde de la cama, por no haber muebles ni sillas ni nada parecido dentro del reducido cuarto de hotel. Esperaron en silencio, sin apenas mirarse, como dos desconocidos que son obligados a compartir el mismo espacio. El servicio llegó unos minutos después, Draco le tendió a Harry una taza y fue el primero en hablar, comentando que acababa de llegar de fuera del país y que se había hospedado en el Caldero Chorreante mientras higienizaban su antiguo departamento para hacerlo habitable de nuevo.

Harry tenía tantas cosas que preguntarle, tantas cosas que contarle, tantas cosas por las qué disculparse… pero no le salían las palabras. Toda la situación era por completo surrealista: estar aquí, con Draco, luego de tanto tiempo extrañándole, de tantos meses buscándole y de haberse resignado a olvidarle. O quizás jamás se resignó por completo, pero tampoco pensó que llegaría el día en el que se volvieran a encontrar.

— ¿Vas a decirme por qué estabas en mi puerta o voy a tener que hechizarte para saberlo, Potter?

La pregunta de Draco le tomó por sorpresa, sacándole de sus cavilaciones y haciéndole mirar en dirección al sanador. Tragó con dificultad, con la boca repentinamente seca a pesar de estar bebiendo té. No dijo nada.

—No te odio, ¿sabes? —Continuó Draco, con la mirada perdida en algún punto frente a él—. No podría, no después de… —la voz del medimago perdió un poco de su fuerza al decir la última frase y tuvo que aclararse la garganta para continuar— No sin una muy buena razón, al menos.

—Pero lo que te hice… —Comenzó a decir el auror, buscando las palabras y notando como estas le fallaban.

—Eso no es una buena razón, Harry —le interrumpió el otro, volviéndose para mirarle—. Además, en parte fue mi culpa.

—Pero fui yo quien propuso tener algo juntos sin haber estado preparado —insistió el moreno.

—Sí, pero yo acepté —dijo Draco simplemente, encogiéndose de hombros—. Y eso considerando que antes de ser tu amigo fui tu psicomago… ¿Qué dice eso de mis habilidades profesionales?

—Tus habilidades no tuvieron nada que ver.

— ¡Claro que lo tuvieron! —Exclamó, con una sonrisa irónica— Soy el único neuropsicomago de todo el país y no fui capaz de salir de una relación infructuosa a tiempo para no hacernos daño.

—Es diferente cuando las cosas son personales.

—Lo sé, lo sé… —indicó, apurando su té y dejando la taza de nuevo en la bandeja. Harry le imitó— Pero noté las señales mucho antes de ese último día y nunca dije nada porque lo que teníamos era más importante que reconocer la realidad. Más importante que aplicar mis propias técnicas en ti y en mí y más importante aún que admitir que lo que estábamos haciendo no iba a terminar bien.

—Lo siento mucho, Draco —dijo Harry tras un momento de vacilación, y colocó una mano sobre las del otro hombre.

—Lo sé —dijo Draco de vuelta, sonriendo por primera vez desde que estuvieran allí. Algo cálido despertó en el pecho de Harry al volver a ver esa sonrisa luego de tanto tiempo, algo que el auror no quería que desapareciera.

Se quedaron así un rato, sin decirse nada, observándose por vez primera después de tanto tiempo separados. Al cabo de un rato, Harry rompió el silencio.

—Siempre me pregunté qué hubiera pasado si ese día no te hubiera dejado ir. Si te hubiera detenido.

Al escuchar eso Draco desvió un poco la mirada— Sabes muy bien que los hubieras no solucionan nada.

—Sé que no… Pero es lo único que tengo. O es lo único tuve por mucho tiempo. No sabía tu paradero, pensé que no te volvería a ver.

—Y aun así aquí estoy, frente a ti —dijo Draco, volviendo a verle.

—Sí, lo estás —aceptó el auror, con una sonrisa.

—Entonces, ¿qué quieres hacer ahora? —Preguntó por fin el medimago, tomándole por sorpresa y a la vez no tanto.

Tenía a Draco frente a él. A Draco. A su Draco. Al hombre que tanto había extrañado y al que tanto había soñado con volver a ver. Al que había dejado de buscar por pensar que le había perdido para siempre, al que había intentado renunciar momentos atrás frente a la puerta de su habitación, al que había aprendido a querer durante su  breve tiempo juntos… y al que se había dado cuenta - demasiado tarde - de que en verdad amaba.

Pero ahora no había tal cosa como “demasiado tarde”, pues Draco estaba aquí otra vez, permitiéndole acercarse lo suficiente y preguntándole qué quería hacer. Y Harry podía no estar seguro de muchas cosas, pero ¡Merlín! Si estaba seguro de querer hacer lo que estaba a punto de hacer. Al fin tomó aire y respondió.

—Yo... quiero que nos demos una nueva oportunidad.

Draco ladeo la cabeza en un gesto característico, entornando un poco los ojos. Harry sabía que eso significaba que estaba sorprendido pero que no quería mostrarlo del todo. Conocía tan bien la expresión corporal del medimago que volvió a patearse mentalmente por ser tan imbécil la última vez.

— ¿A qué te refieres con oportunidad?

—Quiero intentarlo otra vez —aclaró Harry con voz firme—. Quiero demostrarte que ya no soy ese muchacho confundido que fui en el pasado. Que he crecido y he superado muchas cosas… aunque lo único que nunca pude realmente aceptar es haberte dejado ir.

—No me dejaste ir, Harry. Yo decidí alejarme. No era nuestro momento...

— ¿Y ahora?

— ¿Ahora qué?

— ¿Podría ser éste nuestro momento?

Draco le miró tal como lo hiciera esa primera mañana juntos, con una intensidad que calaba al auror hasta los huesos, haciéndole sentirse como si todos sus músculos fueran de gelatina. Pero esta vez era diferente a aquella, y Harry rogó a todas las deidades que conocía para que sus ojos expresaran todo lo que él quería expresar, todo el anhelo y la convicción, las ganas de intentarlo de nuevo, de ser mejor para Draco, de ser mejores juntos.

— ¿Estás seguro de esto?

—Completamente. La última vez estaba confundido y fui un tonto al no ver lo que tenía justo en frente. Ahora sigo siendo un tonto pero ya no estoy confundido —y dicho esto, Harry sonrió.

— ¿Y cómo es que puedes saber si-?

Harry le interrumpió a media frase y eliminó la distancia que los separaba, sin poder contenerse de besar los labios que tanto había extrañado. Los ojos abiertos de Draco poco a poco se fueron cerrando, aceptando el beso y correspondiendo, dejándole saber a Harry que el sentimiento era mutuo. Momentos después el auror se separó, sin dejar de mirar al otro a los ojos.

— ¿Responde eso a tu pregunta o quieres psicoanalizarme otra vez?

Draco sonrió y Harry le besó de nuevo, incapaz de dominar a su cuerpo, que le pedía a gritos más contacto con el hombre frente a él. Luego de un buen rato volvieron a separarse, bastante agitados e intentando recuperar el aliento.

— ¿Y qué se supone que hagamos ahora? —Preguntó el psicomago, con un dejo de aprensión en la voz. Era la primera vez que Harry le escuchaba asustado.

—Comenzaremos de cero —respondió el auror a su vez. Jamás había estado tan seguro de algo en la vida—. Estoy dispuesto a un nuevo comienzo, pero sólo si es contigo —y acto seguido, Harry extendió su mano derecha hacia el otro mago—. Mucho gusto, mi nombre es Harry Potter.

Draco tuvo que contener una risita poco decorosa y estrechó la mano del auror con firmeza.

—Mucho gusto, Harry Potter. Yo soy Draco Malfoy.

Ambos rieron con fuerza, viéndose directamente a los ojos y con las manos aún estrechadas. Y después volvieron a besarse.

Se besaron con lentitud, sin hambre, como quién tiene todo el tiempo del mundo a disposición pues a decir verdad ambos lo tenían. Tenían una nueva vida por delante, una en la que ambos entraban con los ojos abiertos y los cinco sentidos activos, con la frente en alto y tomados de las manos.

Y de ahora en adelante ya nadie se iría, nadie huiría ni se escondería. Porque esa segunda oportunidad era el nuevo comienzo que los dos habían estado esperando, el punto de partida para un brillante futuro juntos, uno para el cual ambos estaban más que preparados.

 

- FIN -

Notas finales:

Y hasta aquí nuestra historia. *se hace la fuerte pero todos saben que es puro teatro*

Primero que nada quiero agradecer a todos y cada uno de los seres que de alguna u otra manera contribuyeron para dar vida a este fic, personas que son y siempre serán parte de mi propia historia y que sin saberlo han sido inmortalizados. La inspiración viene en formas misteriosas y de las más distintas fuentes, hoy más que nunca lo sé y esta historia es la prueba de ello.

Segundo, gracias infinitas a cada uno de mis lectores. Asiduos y nuevos, los que han venido siguiendo esto semana a semana y los que se unirán cuando todo termine, los que comentan y los que solo me leen y disfrutan de lo que hago. A todos ustedes: GRACIAS. Sin lectores no podría haber escritores, y sin mis lectores esta historia no sería lo que es. Para ustedes un regalito de parte de moi, un fanmix en 8tracks con todas las canciones de los inicios de capítulo. Enjoy!

Tercero, un anuncio: Para todos los que me leen aquí en Amor Yaoi (y en Slasheaven), aviso que he decidido mudarme permanentemente a Fanfiction.net y a Ao3. No voy a borrar nada de esta cuenta, pero tampoco voy a publicar material nuevo. Son libres de seguirme a mí y a mis historias por aquellos lados. De igual manera un gran abrazo y mucho amor para todos.

Y finalmente, un gran y caluroso abrazo a dos de las personas que llenaron mi vida de color cuando todo parecía gris: Mi Sherlock y mi T’hy’la. Para ustedes (y para mi) este final feliz.

“No sin motivo los antiguos decían que en el fin se encuentra el inicio” —Vasili Grossman.

Hasta la siguiente historia.

Maye.

03/09/2012 ~ 09/08/2014


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).