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¿Amante? por Maye0908

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¿Amante?

por Maye Malfter

 

 

This is the start of something beautiful.

You are the start of something new.

This - Ed Sheeran

 

8

CARTAS SOBRE LA MESA

 

La reunión se extendió hasta pasada la media noche, y como era de esperarse, al despedirse de los futuros padres y de todos los demás invitados, Draco y Harry decidieron terminar su interesante conversación en el departamento del medimago.

Llegaron al edificio sin contratiempos, arrastrando un poco los pies por estar despiertos desde bastante temprano, pero aun así interesados en seguir platicando. Entraron en el departamento y Draco sirvió dos vasos de whisky, que ambos dejaron por la mitad a medida que la adrenalina de la noche se iba desvaneciendo para dar paso al cansancio propio de la madrugada.

Luego del enésimo bostezo del auror, Draco sugirió dar por terminada la velada, lo que Harry aceptó sin oponer demasiada resistencia. Estaba cansado, le dolía la mandíbula de tanto bostezar, y tenía cosas que consultar con la almohada. Cosas referentes a cierto rubio atractivo en frente de él.

—Voy a buscarte unas sábanas —anunció Draco, limpiando y guardando los vasos con un movimiento de su varita.

—Te acompaño —dijo Harry en medio de un nuevo bostezo, levantándose de su asiento para seguir a Draco por las escaleras.

—No es necesario, cuatro ojos. No me voy a perder.

—Lo sé… —otro bostezo— Pero si me quedo aquí solo, seguro que me duermo encima de la mesa.

Harry escuchó a Draco contener una risita y sonrió él también, siguiéndole escaleras arriba. Tan pronto llegaron a la habitación, Harry viró a la derecha y se lanzó sobre la cama, mientras Draco buscaba algunas sábanas dentro de su enorme armario.

—Te vas a quedar dormido —le advirtió Draco desde algún lugar, mientras Harry hacía lo imposible para mantener los ojos abiertos.

—Yo podría dormir aquí, ¿sabes? —balbuceó, acomodándose mejor entre las suaves almohadas.

— ¿Quieres que duerma en el sofá, entonces?

—No, no… —aclaró el auror, enjugándose los ojos y conteniendo un bostezo— Tú puedes dormir aquí también. La cama es enoooorme, y tú no eres tan feo.

La risa de Draco se escuchó en toda la habitación y Harry sonrió de nuevo, rindiéndose ante el cansancio. Había sido mala idea recostarse estando tan cansado, pero si Draco lo quería fuera de la cama tendría que correrlo, o levitarlo hasta la sala. Harry cerró los ojos por un instante y eso fue suficiente para sentir como caía y caía en las profundas tierras del Rey de los Sueños, donde sus múltiples demonios no podían alcanzarle ni herirle, dónde todas sus preocupaciones palidecían, donde al fin podía descansar.

No supo cuánto tiempo se quedó dormido, sólo supo que repentinamente algo le sacó de su sueño, halándole de vuelta a la realidad como un gran gancho.

Estaba sobre un costado y tenía los ojos aun cerrados, pero estaba consciente. No tenía zapatos, una manta lo cubría hasta la cintura y un extraño calorcillo se extendía por su frente, como si alguien recién le hubiera apartado un mechón de cabello. O varios.

Intentó volver a dormirse, pero la inconfundible sensación de alguien acariciando su mejilla le hizo abrir los ojos de inmediato. Unos hermosos ojos color acero le devolvieron la mirada, un rictus de sorpresa reflejado en los finos labios, la mano sobre su mejilla completamente inmóvil ahora.

Parpadeó un par de veces intentando enfocar, intentando entender, y fue algunos segundos después que todo hizo clic en su cerebro: todo cuanto había venido descubriendo, todo cuanto había venido sintiendo, todo lo que Ginny le había dicho, y Hermione, e incluso Ron. Y así, Harry supo perfectamente qué hacer a continuación.

Sonriendo levemente, Harry subió su mano hasta alcanzar la del otro hombre, acariciando la suave palma con la yema de los dedos. Draco cerró los ojos ante la caricia, al tiempo que Harry tomaba ventaja de su posición para entrelazar los dedos de Draco entre los suyos y así halarle hasta quedar a sólo centímetros de distancia.

Draco abrió los ojos de nuevo debido a la sorpresa y Harry le miró intensamente, tratando de expresar todo aquello que - él sabía - no era necesario pararse a explicar. El medimago le devolvió una mirada cargada de anticipación, de incertidumbre, y Harry tomó eso como la autorización para hacer lo que estaba a punto de hacer. Desentrelazó sus dedos de la mano de Draco y los colocó en su nuca, halándole hacia él con extremada delicadeza, para luego asaltar sus labios como si el mundo estuviera a punto de terminarse.

Draco correspondió al beso con entusiasmo, enredando las manos en la espesa mata de cabello azabache mientras que las manos de Harry conseguían su camino por entre los pliegues de la camiseta que Draco usaba para dormir. Besos, jadeos, roces y más besos, parando por apenas segundos sólo para respirar, explorando con bocas y manos cada centímetro de piel al alcance, Harry desordenando por fin esas perfectas hebras platinadas y dejándose hacer sin objeciones, el cansancio completamente vencido ahora.

Sin saber muy bien cómo, al cabo de un rato ambos hombres estaban desnudos bajo las sábanas. Piel con piel, fuego con fuego, devorándose mutuamente y aun así deseando más, más, más. En un fluido movimiento propio de un auror, Harry logró montar a horcadas sobre Draco, besándole hasta que los labios del otro hombre estuvieron completamente enrojecidos e hinchados.

Harry paró bruscamente, tanteando con la mano entre la madeja de ropa sobre la cama hasta conseguir una varita que no era la suya. Se volvió de nuevo para mirar lo meticulosamente deshecho que se veía el rubio debajo de él y sonrió complacido.

—Deberías de llevar siempre ese look, Draco. Te queda perfecto —comentó, dejando la varita en la mano de su dueño e inclinándose de nuevo hacia adelante. Trazó un camino de besos desde el centro del pecho del sanador hasta detrás de su oreja, susurrándole al oído que ahora era su turno de hacer magia.

El auror se concentró en besar el maravilloso cuello expuesto para él, mientras sentía como Draco hacía lo que le había sugerido, escuchándolo murmurar el conocido hechizo y sintiendo sus efectos al instante siguiente.

Después de eso todo se volvió difuso, demasiado excitados como para alargar los juegos previos, demasiado hambrientos el uno del otro como para pararse a pensar. Harry decidió asaltar de nuevo los labios que ya no tenían nada que esconderle, hundiendo las manos en el sedoso cabello rubio mientras sentía como Draco intentaba alinearse con su cuerpo. Harry se lo permitió, para luego tomarle de las muñecas y sujetarlas con una mano sobre su cabeza. Draco abrió los ojos un poco, pero no dijo nada, y Harry simplemente le sonrió, ayudándose con su mano libre para alinear su cuerpo con el del otro hombre, fundiéndose con él hasta sincronizarse a la perfección.

El auror soltó las manos de Draco y las guió hacia sus caderas, mientras apoyaba las suyas sobre el pálido pecho del otro. Estableció un ritmo rápido, fuerte, desesperado, inclinándose de vez en cuando para besar a Draco, instándole a tomar parte del acontecimiento mientras movía las caderas de forma circular. Pero Draco no tomaba el mando, sólo se dejaba hacer, asiéndose de las caderas de Harry como si su vida dependiera de ello, dejando marcas de dedos que de seguro se verían en la mañana. Y Harry no podía decir que tener el control era algo que no le gustaba.

A medida que los minutos pasaban los movimientos de Harry se iban haciendo más necesitados, empujones más bruscos, círculos más pequeños, gemidos más altos. Draco simplemente le observaba, cerrando los ojos con cada movimiento en la dirección correcta, arreglando el ángulo de sus manos para cubrir la mayor extensión de piel posible, sin quitar la mirada del cuerpo de Harry, sin dejar de verle como a un delicioso postre servido en bandeja de plata.

Un rato más y ambos estaban al borde del clímax, y Harry se inclinó de nuevo hacia adelante buscando los labios y el calor del medimago. Las palabras se mezclaban con jadeos y gemidos, el idioma inglés siendo descuidadamente sustituido por algo bastante más obsceno y oscuro. De no haber estado tan distraído como para cerciorarse, Harry hubiera podido jurar que escuchó hablar a Draco en rápido francés.

Los movimientos del auror se volvieron erráticos y por primera vez en todo el encuentro Draco tomó el control, aferrándole más firmemente de las caderas y embistiendo hasta que ya no le quedó ni una onza de energía en el cuerpo, llevándoles a ambos al orgasmo al tiempo que volvían a besarse, obviando la necesidad de respirar.

Se quedaron así unos minutos, Harry acurrucado sobre Draco escuchando como su corazón acelerado retomaba su ritmo habitual, y Draco rodeando al auror con sus brazos, acariciando su espalda apenas un poco.

Cuando el abrazo de Draco se tornó un tanto flojo, Harry decidió que era hora de volver al mundo real. Intentó levantarse y los brazos de Draco cayeron a ambos lados de su cuerpo, mientras su dueño apenas y se movía. Harry se quitó de encima de Draco y sonrió, negando con la cabeza mientras estiraba el brazo para alcanzar su propia varita. Aplicó un fregotego sobre ambos y sobre las sábanas de algodón egipcio, metiéndose de nuevo debajo de ellas y arropando también a un muy dormido Draco.

El auror le besó una vez más pero Draco estaba rendido, así que Harry decidió dejarle dormir. Acomodó mejor la cabeza entre las almohadas y cerró los ojos, consciente de lo que acababa de hacer y aun así extrañamente animado. Respiró profundo y se dejó llevar por el sueño, presintiendo que esa noche dormiría mejor de lo que lo había hecho en mucho tiempo.

 

***

 

A la mañana siguiente, Harry despertó en la misma posición en la que se había quedado dormido, sintiendo un dolor conocido en la base de la espalda y completamente consciente de su desnudez bajo las suaves sábanas algodón. Los recuerdos de la noche anterior llegaron a él en un vendaval de imágenes y una pequeña sonrisa se coló en sus labios al tiempo que inspiraba profundo.

Abrió los ojos lentamente, encontrándose de frente con los hermosos ojos de Draco, quién lo miraba con un gesto demasiado neutro para el gusto de Harry. La noche anterior se habían acostado, y en opinión del auror el sexo había estado genial en todos los sentidos posibles. Entonces, ¿por qué demonios el único que sonreía era él?

—Draco-

Comenzó, pero fue interrumpido casi inmediatamente por el mencionado—No tienes que sentirte obligado a nada, ¿sabes?

— ¿Obligado? —Preguntó Harry, frunciendo el ceño— ¿De qué hablas?

Draco suspiró pesadamente, sentándose en la cama y pasándose una mano por el cabello. Harry lo imitó, ligeramente preocupado de haber malinterpretado todas las señales. Pero no podía ser, ni siquiera él era tan miope.

—Lo que pasó simplemente pasó —dijo Draco por fin—. Estábamos algo tomados y tuvimos sexo, y como adultos que somos no habrá dramas. Al menos yo no haré ninguno, así que no debes sentirte obligado de nada, ¿está bien?

Harry lo miró por un momento, sin poderse creer lo que estaba escuchando. Draco estaba intentando salvarlo de sus acciones de la noche anterior, ¡como si el auror necesitara ser salvado en primer lugar! A decir verdad la actitud de Draco le daba un poco de ternura. Sólo un poco.

Se enjugó los ojos y se pasó las manos por el rostro, colocándose los anteojos que en algún momento de la velada habían ido a parar a la mesita de noche. Se arrodilló en la cama frente a Draco, sentándose sobre sus talones y provocando que la sábana que le cubría resbalara hasta dejarle casi completamente expuesto, cosa que no le importó demasiado.

— ¿Siempre eres así de frío con tus conquistas o es sólo porque ésta es la primera vez que nos acostamos? —Preguntó, con el tono más casual que pudo lograr considerando que acababa de despertarse desnudo en la cama de otro hombre. Y Draco casi se ahoga con su propia saliva ante la pregunta.

El medimago comenzó a toser, y Harry se limitó a sonreír de lado, medio orgulloso de haberle tomado desprevenido.

— ¿P-perdón? —Se las arregló para decir entre pequeños accesos de tos.

—No soy un bebé, Draco. Sé perfectamente lo que hago y a quién se lo hago —explicó Harry, al tiempo que se enderezaba—. No necesitas andar cuidándome.

La aparente impasibilidad de Draco empezaba a flaquear, y Harry podía notarlo en la manera como se suavizaban sus facciones y se le relajaban los hombros.

—Sé que no lo eres y es por eso que no quiero que nada de esto afecte tu progreso psicomágico. Lo has venido haciendo muy bien…

—Te recuerdo que ya no eres mi psicomago, Malfoy.

—Pero lo fui, y ahora soy tu amigo. Un amigo que bebió demasiado anoche y que no supo poner límites.

—Ya… Entonces me equivoqué interpretado las cosas y en verdad no quieres tener nada conmigo más allá de lo que tenemos ahora, ¿es eso? —Cuestionó, con la mirada fija en los ojos de Draco.

—Lo cierto es que yo-

— ¿Tú qué? ¿Sueles acariciar las mejillas de todos tus pacientes? ¿O es sólo de los que se vuelven tus amigos?

Harry estaba siendo rudo y lo sabía, pero no le importaba. La noche anterior había apostado por esto, se había arriesgado a hacer caso de las señales que le indicaban que Draco no le era indiferente, y estaba seguro de haber apostado bien. Draco era lo que él necesitaba, alguien mejor, alguien que valía la pena, y Harry no estaba dispuesto a darse por vencido tan fácil.

—Pensé que estabas dormido —dijo Draco muy bajito, un tinte rosado intentando colorear las pálidas mejillas.

Quedaba claro que el medimago estaba sinceramente apenado por haberse dejado llevar la noche anterior, y Harry sintió un tirón extraño en el estómago, uno que le recordaba que tal vez todo esto no fuera la mejor idea. El auror decidió ignorar la advertencia.

—Y yo pensé que te había quedado claro que quiero tener algo contigo.

— ¿Qué tú... qué?

—Ay, por favor, Malfoy. Para ser tan slytherin eres más bien lento.

Y dicho esto, Harry se inclinó hacia Malfoy y le besó en los labios.

Al principio Harry pretendió que el beso solo fuera la acción para respaldar sus palabras, intentando apartarse pasados unos cuantos segundos. Sin embargo, y para su sorpresa, tan pronto comenzó a separarse las manos de Draco se enredaron en su desordenada cabellera y le hicieron regresar hasta los suaves labios que había tratado de dejar.

Draco le besó con pasión, apropiándose de los labios del moreno como si quisiera dejar en ellos una marca permanente. Una actitud diferente al comportamiento sumiso de la noche anterior, aunque no por eso menos placentera.

Harry se dejó hacer, permitiendo que sus manos vagaran por todo el torso del otro. Sin saber cómo, ambos hombres terminaron acostados de nuevo sobre la cama, con Draco ligeramente inclinado sobre Harry. Pararon sólo cuando les fue imposible retardar la odiosa tarea de respirar, y Draco se negó a apartarse más que unos cuantos milímetros del rostro del auror. Le miraba con una intensidad indescriptible, y por un breve instante Harry se sintió indefenso ante el otro mago.

— ¿Estás seguro de esto? —Le preguntó Draco, ya sin rodeos.

—Completamente —aseguró el auror, viéndole directamente a los ojos—. De no ser así no estaría aquí, Draco. Quiero intentarlo. Quiero que lo intentemos juntos.

—Bien —dijo el sanador, inclinándose para besarle de nuevo—. Bien —repitió, demasiado interesado ahora en recorrer con su boca cada centímetro de piel disponible como para seguir conversando.

Harry se dijo a si mismo que tal vez era mejor así. Sin mucha plática que pudiera confundirles, sin demasiadas explicaciones que dar. Y lo más importante: Sin ningún Psicomago Malfoy tratando de indagar más allá del terreno conocido.

Todo saldría bien esta vez. Tenía que salir bien.

 

Notas finales:

Y al fin el fic le hace honor al rating M que lo corona desde que lo publiqué. Mature sexual content para que no digan que Maye no los quiere, ¿eh? Que a pesar de que a musa no se le dio la gana de hacer este fic Explicit, un poco de smexin al mejor estilo “Emmanuel” nunca viene mal, ¿o sí?

Nuestros chicos se darán una oportunidad, y ya queda ver qué camino tomará la cosa. Como siempre, soy toda oídos para sus preguntas y especulaciones. Me encanta leerlos, y me encanta responder. Me alegran los días.

Gracias por quedarse (si son asiduos), o por comenzar (si son nuevos) ¡Abrazos y smexin para todos! Nos leemos el lunes c:

Maye.


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