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¿Amante? por Maye0908

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¿Amante?

por Maye Malfter

 

 

I've been crushed, beaten down,

still I'm hopelessly in love.

My heart is refusing me - Loreen

 

2

CONVERSACIONES

 

“Buenas tardes, Harry. Yo estoy muy bien, y espero que tú también. Claro que puedes preguntar.”

Harry estaba sentado al borde de su cama, con el teléfono móvil en una mano, y despeinando su cabello distraídamente con la otra.

Había leído el mensaje de Seamus unas veinte veces, sin saber qué hacer y con el corazón acelerado. Imaginar que del otro lado de la invisible línea telefónica se encontraba su ex novio leyendo su mensaje y esperando una respuesta se le antojaba lo más extraño de los últimos días, y eso considerando que Draco Malfoy le había visitado en su habitación.

Tomó valor y decidió que luego se preocuparía de las consecuencias. Comenzó a escribir.

“Buenas tardes. Disculpa mis malos modales. No sabía si responderías.”

“No necesitas disculparte ¿Qué quieres preguntar?”

“Necesito que respondas con claridad y sin rodeos. Luego de esto, ya no te molestaré más.”

Después de ese mensaje, el cual Harry releyó varias veces antes de enviar, pasaron varios minutos sin una respuesta. Finalmente, el móvil vibró.

”Tú no me molestas, Harry. Y trataré de ser honesto. Pregunta lo que quieras.”

Harry repasó el mensaje una y otra vez, sin realmente leerlo. Las ideas se agolpaban en su cabeza y sus dedos no respondían como debían. Sus manos estaban frías y sudorosas, y el corazón resonaba fuertemente en sus oídos.

Nervioso como estaba, no se atrevió a seguir respondiendo, así que metió su teléfono en el bolsillo de los vaqueros y se dirigió escaleras abajo, a la cocina, a prepararse un sándwich o una cena completa, cualquier cosa que le distrajera de su penosa situación.

 

***

 

Pasadas un par de horas, y luego de haber preparado sándwiches, galletas, chocolate caliente, té con leche, verduras al vapor e incluso un estofado, Harry aún no se decidía a responder el mensaje.

Luego de probar apenas un poco de cada preparación, el auror hechizó la comida sobrante con un encantamiento conservante, empacó todo dentro de una cesta e hizo que Biny la llevara a casa de Ron y Hermione, junto con una nota.

El elfo hizo una pequeña reverencia con la cabeza y desapareció con un sonido de látigo. Harry lo vio desaparecer, y se dirigió de nuevo a su habitación para recostarse en la cama. Una vez allí, sacó el móvil del bolsillo y lo contempló con el ceño fruncido durante varios segundos. Finalmente, abrió de nuevo el mensaje de Seamus, respiró profundo y escribió:

“Sé que no es de mi incumbencia, pero es algo que necesito saber. Aquí va: En estos meses que hemos estado separados ¿Has estado o estuviste en alguna relación?”

Los dedos de Harry temblaban levemente y su mente seguía diciendo que todo eso era un error, pero su corazón necesitaba una respuesta, para bien o para mal, pero necesitaba saber.

Varios minutos pasaron y la respuesta no llegaba, así que decidió tomar una siesta. Las siestas siempre le ayudaban cuando necesitaba calmarse y acallar sus pensamientos.

Dejó el móvil en la mesita de noche, se acomodó entre los suaves pliegues de su cama adoselada, y relajó su mente hasta conciliar el sueño.

Soñó que caminaba por una calle abarrotada de gente, solitario y sin rumbo fijo. Un momento después escuchó que alguien le llamaba por su nombre, y al volverse se topó de frente con un sonreído Seamus, del brazo de un hombre cuyo rostro Harry no podía ver, pero que le tendía una mano para conocerle. “Él es el nuevo amor de mi vida, Harry,” decía Seamus, mientras Harry sentía como el hoyo de su pecho le impedía respirar. Un zumbido se instaló en sus oídos e instantes después le hizo despertarse de su siesta, empapado en sudor y con la respiración agitada.

El extraño zumbido había resultado ser el vibrar del teléfono móvil contra la madera de la mesita, anunciando un nuevo mensaje. Harry se incorporó, enjugándose los ojos y pasando los dedos descuidadamente por la rebelde mata de pelo azabache. Respiró varias veces en un intento por calmar sus pulsaciones, y cuando lo consiguió cogió el móvil de la mesita.

“Sí. Estuve en una relación.”

De repente, Harry sintió que el mundo giraba demasiado rápido a su alrededor, sensación que le mareaba y enfurecía a partes iguales ¿Cómo era posible que la simple confirmación de algo que era completamente lógico que ocurriese le provocara tantas reacciones a la vez?

Así que ya me olvidó, pensó sin poder evitarlo, mientras una lágrima rebelde recorría una de sus mejillas. La secó con rudeza, utilizando el dorso de su mano libre, y decidió que lo mejor sería responder una última vez, para así dar por terminada la conversación.

“Me alegra que me superaras tan rápido. No diré que no lo imaginaba, pero quería saberlo de tu propia mano. Gracias por la honestidad. Ya no te molestaré mas.”

Oprimió enviar mientras más lágrimas amenazaban con caer. Ya no podía contenerlas, así que las dejó salir. Una tras otra rodaban dibujando caminos de humedad por su rostro, mientras su mente proyectaba imágenes dolorosas de su reciente pasado, momentos felices con el hombre al cual aún amaba y que hasta hace unos minutos pensó que aún le amaba de vuelta. Se recostó de nuevo sobre la cama y abrazó una de sus almohadas, dejando que las lágrimas empaparan su sedosa cubierta.

Luego de un rato, cuando el mar de llanto pareció haberse calmado y sus párpados se sentían pesados, algo le despertó de su letargo. Un zumbido inconfundible se escuchaba: Alguien le había escrito al móvil otra vez.

 “No eres una molestia. Honestamente, eres todo lo contrario.”

“Y ahora que ya sabes lo que querías saber, me gustaría pedirte que ya no me ignoraras.”

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Harry. Un mal presentimiento. Pero Seamus le estaba escribiendo a pesar de que él había dado por terminada la conversación, y eso sí que no sabía cómo ignorarlo. Su mente decía No lo hagas, pero sus dedos eran más veloces.

“Te ignoro porque es la manera más fácil que conozco de dejar el pasado detrás. No todos tenemos tu admirable capacidad de superar las cosas.”

“No digas eso. Si es por lo que dije antes, eso pasó de improviso. No lo vi venir, y tampoco lo planee. Incluso le conocí después de habernos separado.”

“Tu historia de amor no podría interesarme menos. Lo que hagas con tu vida es tu problema. Y así como tú pudiste superarme tan rápido, espero yo también poder hacerlo mismo. Adiós.”

“La cuestión es….”

“…que yo no te he superado, Harry.”

El teléfono móvil resbaló de las manos del auror, cayendo suavemente sobre el colchón ¿Cómo se atreve a decir eso luego de confesar que tuvo otra relación? ¿Acaso cree que soy tan idiota?

“No me lo tomes a mal, Seamus, pero eso suena a mentira considerando lo que me acabas de decir.”

“Estuve con otra persona, pero no te olvidé. Tú sigues siendo muy importante para mí y por eso no me gusta que me ignores.”

“A mí no me gustaban muchas cosas, e igual las recibí.”

“Tienes razón. Fui un estúpido, y me porte muy mal contigo. Tengo tanto que agradecerte, y tanto que disculparme. Lo siento.”

“Ya no vale la pena. Lo hecho ya está hecho.”

“Nunca es tarde, Harry.”

“Si que lo es. Respóndeme una cosa ¿Te acostaste con esa persona? No soy tan tonto como para pensar que no lo hiciste, pero quiero que seas hombre y me lo digas.”

“No lo negaré, lo hice.”

Una punzada de dolor en el pecho. Un sentimiento desagradable en la boca del estómago. Desolación.

“Ahí lo tienes. Si mi recuerdo no logró ni siquiera que la mantuvieras dentro de tus pantalones, no veo de qué otra cosa pueda servir.”

“Ya sé que no suena lógico y que no tienes por qué creerme, pero es cierto. Las cosas pasaron solas, pero nunca te olvidé. Incluso, últimamente, te recordaba más y más. Y no quiero perderte ahora.”

¿Qué pretende?, pensó Harry mirando ausentemente hacia la pantallita de brillo azulado ¿Disculparse a esas alturas? ¿Decir que aún no le había superado? Todo le daba a Harry un mal presentimiento, pero algo le impulsaba a seguir, por más que intentara evitarlo.

“¿Qué es lo que pretendes, Finnigan? ¿Por qué ahora?”

“Pensé en escribirte y contactarte varias veces, pero te veías tan tranquilo que no quise molestarte más de lo que lo he hecho todos estos años. Ahora que tú lo haces, aprovecho la oportunidad para intentar arreglar lo que dañé.”

“Fueron tus mentiras las que me llevaron a ignorarte.”

“Lo sé, me porte muy mal, y lo siento muchísimo. Pero aun podemos intentar ser algo más que desconocidos. Claro, siempre que tú lo quieras así.”

“Si hubiera la posibilidad de ser amigos, por supuesto que yo lo intentaría. Pero no creo que tú sepas cómo ser mi amigo. Nunca fuimos amigos en realidad.”

“Déjame al menos intentarlo.”

 “No entiendo cómo demonios podría ‘intentarse’ una amistad, y justo ahora estoy demasiado cansado como para averiguarlo. Quizás otro día. Buenas noches.”

“Que duermas bien, Harry Potter.”

Todas las células de su cuerpo le decían que algo estaba mal, pero Harry, como buen ex-Gryffindor, decidió seguir a su corazón. Si había oportunidad de no perder por completo eso tan especial que había sentido por su ex novio, él quería intentarlo.

Con la cabeza dándole vueltas, Harry se dejó caer sobre sus sábanas de seda, y abrazando una de las almohadas se quedó profundamente dormido.

 

***

 

Harry se levantó temprano ese día, casi una hora antes de que su despertador se activara. Por un pequeño segundo, su somnolencia le impidió recordar la extraña conversación de la noche anterior, pero al espabilar, su mente voló, y su mano cogió el móvil con rapidez.

¿Qué demonios pasó anoche?, pensó, abriendo la conversación para leerla con detenimiento.

Terminó de leer y dejó a un lado su teléfono, bajó de la cama, y se dirigió al cuarto de baño para ducharse. Necesitaba pensar, y una ducha caliente sería de mucha ayuda.

“Sí. Estuve en una relación.”

“…no te he superado, Harry.”

“…no quiero perderte ahora.”

“Déjame al menos intentarlo.”

“Que duermas bien, Harry Potter.”

La duda se apoderaba ahora de su interior, y el hoyo en su pecho amenazaba con tragarle vivo ¿De verdad quiero tener algo que ver con Seamus? Después de tanto dolor ¿Realmente quiero ser su amigo?

Harry terminó de ducharse, secó su cabello con una toalla y comenzó a vestirse para trabajar. El despertador sonó al fin, y Harry lo apagó con un movimiento de varita. Se miró al espejo, y su reflejo le devolvió la mirada. Sus ojos estaban enmarcados con suaves ojeras, y a decir verdad estaba un poco delgado producto de su reciente anemia.

Si sanador Malfoy me viera, me freiría con crucios, pensó el chico, un tanto divertido, mientras salía de la habitación con rumbo a la cocina.

 

***

 

—Buen día, señor Potter. Qué bueno verle de nuevo. Espero que ya se sienta mejor.

—Buen día, Myrthle. Ya estoy mucho mejor, gracias ¿Hay algún mensaje para mí?

—Hay varios expedientes que debe revisar, los coloqué sobre su escritorio. También necesito que firme algunos papeles para el informe del caso de Yorkshire del mes pasado, igualmente los encontrará sobre su escritorio.

— ¿Algo más?

—Sólo la correspondencia de estos días. Están en el cajón derecho, como siempre, señor. Hay varias cartas y sobres, y un pequeño paquete.

—Gracias, Myrthle, mi vida sería un desastre sin ti.

Con una sonrisa, Harry se despidió de su secretaria y se dirigió a la oficina compartida con otros dos aurores.

Franklin Bash, Patch Noland y él estaban a cargo de la División de Fuerzas Especiales del Cuartel de Aurores del Ministerio. Se encargaban de casos peligrosos, aquellos en los que sólo podían participar los más expertos Aurores e Inefables de Londres.

Harry se dirigió a su escritorio, ordenado y limpio pero con varios expedientes y carpetas coronando el tope. Esta sería seguramente una tranquila mañana de trabajo de oficina, lo cual era perfecto, pues el auror aún no recuperaba sus fuerzas por completo.

Tomó asiento detrás de su escritorio y abrió el cajón de la correspondencia, encontrando varios fajos de cartas y un pequeño paquete marrón con el sello de San Mungo. Extrañado, Harry vació el contenido del cajón sobre el escritorio y revisó una por una las cartas hasta dar con alguna que tuviera el mismo sello. Al final la consiguió, y el remitente era nada más y nada menos que su némesis de la infancia. Rasgó el pergamino y leyó:

Potter,

Primero que nada, ¡no te hagas ilusiones! Esto no es una carta de amor, así que puedes dejar de suspirar en este instante.

Te escribo para preguntar por tu estado de salud, y para pedirte un favor. Como sabes, soy sanador, pero actualmente me encuentro haciendo especialidad en Psicomagia Terapéutica. Para que tu pequeño cerebro lo entienda, estoy estudiando para ser un Psicomago.

“¿Qué tiene que ver eso conmigo?” dirás. Te lo explicaré: Mi tesis tiene como tema principal las enfermedades mágicas y muggles que son generadas a raíz de situaciones de estrés. Yo pienso que nuestra mente y nuestro cuerpo están conectados, por eso cuando nuestra mente se encuentra agitada, nuestro cuerpo reacciona y las enfermedades aparecen.

Sé que lo más probable es que no hayas entendido ni media palabra de lo anterior, pero eso es francamente irrelevante. Lo que sí quiero que entiendas es que necesito de tu colaboración para mi tesis. Necesito hacerte un seguimiento, tanto medimágico como psicomágico, por un par de meses. Es decir, necesito hacerle seguimiento a tu estado de salud física y a tu estado de salud mental. Para ello, necesitaría que vinieras a mi consultorio privado dos veces por semana durante 8 semanas.

Honestamente preferiría pedirle un favor a un trol de la montaña que a ti, Potter, pero tu condición actual te hace el candidato ideal para mis propósitos, y un Malfoy sabe cuando aprovechar una oportunidad. Si estás dispuesto a colaborar conmigo, envíame una lechuza confirmando tu participación y yo me encargaré de enviarte la dirección de mi consultorio y la fecha de la primera cita.

Saludos,

Draco L. Malfoy

P.D.: Te envío un paquete con algunos viales de poción vitamínica. Si aceptas, necesitaré que tomes uno por día, hasta el día de nuestra cita.

Harry dejó a un lado la carta de Malfoy, y tomó el paquete entre sus manos. Lo abrió y descubrió varios viales de poción aceitosa de color dorado que olían como a jarabe muggle para la tos. Los colocó de nuevo dentro de la cajita, tomó pluma y pergamino y se dispuso a responder:

Malfoy,

Gracias por considerarme un excelente conejillo de indias para tus propósitos. La verdad no esperaba menos de ti. Aun así estoy dispuesto a ayudarte, pero solo como agradecimiento por haber curado mi anemia.

Tomaré los viales a partir de hoy, así que espero tu respuesta para concertar la cita.

Cuídate,

Harry Potter.

P.D.: Si me salen forúnculos por culpa de tus viales, te asesinaré con mis propias manos.

Harry entregó la carta a su secretaria, con instrucciones de ser enviada inmediatamente al sanador, para luego regresar a su escritorio y sacar uno de los viales que le habían sido entregados. Lo movió varias veces entre sus dedos, viendo caer el espeso líquido de un lado a otro del pequeño recipiente. Lo destapó y comprobó que el olor le resultaba vagamente familiar, recordándole aquellas visitas al médico muggle cuando su primo Dudley se encontraba enfermo por alguna cosa que había comido.

Luego de una última mirada evaluativa, vació todo el contenido dentro de su boca y lo tragó de un tirón. La textura era aceitosa, pero no desagradable, aunque el sabor era extrañamente dulzón, con un ligero toque cítrico.

—No estuvo tan mal —se dijo, mientras se levantaba en busca de un vaso con agua para mitigar la sensación dulzona en la garganta. Guardó los viales restantes en su maletín y continuó leyendo la correspondencia atrasada.

Había varias cartas de agradecimiento de personas a las que había ayudado en alguno de sus casos. También cartas de sus alumnos, preguntando acerca de hechizos para tal y cual propósito. Nada fuera de lo ordinario, a excepción de un pequeño sobre verde esmeralda que no llevaba remitente. Escrito en letras plateadas sólo se leía: Para Harry Potter.

—Eh, Myrthle —gritó en dirección a la puerta de la oficina— ¿Quién trajo este sobre verde? No parece tener remitente.

—Lo trajo un muchacho esta mañana, antes de que usted llegara —respondió la mujer, desde su escritorio—. El señor Noland lo inspeccionó con su varita antes de irse a hacer sus rondas, pero no encontró nada, así que lo dejamos en su escritorio, señor.

—Oh… Está bien, cariño. Gracias —terminó Harry, mientras tomaba el sobre entre sus manos y lo destapaba con la ayuda de un abrecartas.

Por el peso, parecía vacío, pero al abrirlo y voltear su contenido encima el escritorio, dos rectángulos de pergamino grueso cayeron suavemente. Harry tomó uno de ellos y lo leyó: Eran pases de cortesía para la pre-inauguración de un nuevo museo del Quidditch en Londres, esa misma noche.

Harry tomó los pases, atónito. Había querido ir desde que se enteró de su apertura, en uno de los nuevos centros mágicos de Londres, pero con su reciente enfermedad no había tenido el tiempo de conseguirlos. Ahora frente a él se encontraban dos pases exclusivos para la pre-inauguración del museo, los cuales le permitirían ser una de las primeras personas en visitarlo.

Revisó de nuevo el sobre, encontrando dentro de él una pequeña nota cuya letra apretada y desigual le resultó demasiado familiar.

Harry,

Sé lo mucho que amas el Quidditch, e imagino que con tanto ajetreo en tu vida no habrás podido conseguir las entradas para visitar el museo. Tuve que cobrar algunos favores, pero al final valió la pena: Dos pases exclusivos para la pre-apertura. Había pensado en darte solo uno e invitarte a ir conmigo, pero no quiero imponerte nada, así que decidí dártelos y dejar que vayas con quien quieras. Mereces un descanso. Después me contarás como te fue.

Que estés muy bien,

Seamus.

P.D.: Así es como yo “intento” una amistad.

Harry dejó a un lado la nota, sin poder creer que fuera precisamente su ex novio el que le hubiera mandado los pases tan codiciados. Sin pensar demasiado, tomó pluma y pergamino, y escribió una respuesta:

Finnigan,

Muchas gracias por el gesto. Tienes razón, mi ajetreada vida no me permitió conseguir entradas a tiempo. No he olvidado que tú también disfrutas el Quidditch tanto como yo, así que en agradecimiento te permitiré que seas mi acompañante esta noche. Eso sí, sólo como amigos, o intento de amigos, como prefieras. Te espero en Grimmauld Place a las 7:30 de la tarde. Dejaré abierta la red flu, creo que ya sabes perfectamente cómo llegar por ella.

Hasta la noche,

Harry.

Harry dobló la nota y la llevó personalmente a la lechucería del Ministerio. Sabía que lo que estaba a punto de hacer iba en contra de todo lo que había logrado en los últimos meses, y también sabía que las cosas podían salirse completamente de control en un abrir y cerrar de ojos, pero no le importaba.

Porque muy dentro de su ser - y muy a su pesar - Harry Potter no quería que esa parte de su vida ocupada por Seamus quedara en el olvido.

 

Notas finales:

Meta notas:

*Luego de escribir este capítulo, y mientras navegaba por Harry Potter Wiki, descubrí que realmente “existe” un Museo del Quidditch en Londres. Sus exhibiciones son una escoba medieval, que muestra la incomodidad que presentaba para los magos andar en escoba, el diario de Gertie Keddle, quien vivió a la orilla del pantano Queerditch y muchos otros objetos y testimonios relacionados con el quidditch.


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