Eran las dos de la tarde él lo sabía, pues lo acababa de ver en el reloj de su teléfono celular.
Las hojas de los arboles caen, vaya que rápido ya era otoño y pronto se acercaría invierno, cruel y atroz invierno.
Su cabello antes peinado y ahora alborotado por el viento estaba largo y con la raíz de un color diferente al de sus puntas. Sus ojos tapados por unos lentes oscuros, su sonrisa oculta de los demás incluso de él mismo.
Ya no sabe qué hacer, que es su vida ahora, no lo sabe.
Camina sin rumbo fijo, mirando el más haya, pensando en mil cosas y a la vez en ninguna.
¿Qué era vivir?
¿Qué era un nosotros?
¿Qué era él?
Un abrigo negro largo que le llega hasta las rodillas lo resguarda del aire otoñal que lo ataca. Un tenis negro que cubre sus pies de la tierra que pisa. Tiene un caminar lento y poco seguro.
Él aún reciente la perdida. Para él los días no han pasado aun después de aquel momento.
Para él es como si aún estuviese leyendo aquella carta, como si él aun estuviera corriendo a la estación del metro, aún recuerda todo eso como si hubiese sido ayer y de eso ya ha pasado más de un año..
FLASH BACK
Cuando termino de leer aquella carta que le destruyo el corazón y lo dejo botando lagrima más de una hora. Se puso de pie y corrió hacia la cocina, agarro el teléfono y marco a su mamá, cuando ella contesto, en un suspiro él dijo un simple “Me regreso a Seúl”.
Fue hasta su habitación y sin pensar y solo dejándose llevar por la mente y su triste corazón, agarro una pequeña maleta de mano y en ella guardo sus mejores recuerdos. En esa pequeña maleta solo guardo fotos, cartas y todo lo que tuviera impregnado un Donghae.
Corrió hacia la puerta principal, no muy decidido volteo a ver a Choco. Cual perro miraba a su amo en busca de amor y cariño, regreso a la cocina donde guardaba la correa de Choco y fue donde aquel peludo hijo lo esperaba.
Abrió la puerta de la casa y sintiendo aquel viento primaveral. Cerró la puerta y junto a Choco empezó a correr.
Su prima decisión había sido tomar el metro, luego recordó que él quería llegar antes que nada. Tomo un taxi y de ahí partió hacia el aeropuerto. Dinero tenia gracias a su mamá no le tomo mucho llegar hasta el mostrador de vuelos y compro el ticket que significaba tanto para él que nadie sería capaz de creer.
Un poco más tranquilo y sin la sangre tan alterada fue hasta una de los pequeños restaurantes que había en el aeropuerto y pidió dos sándwich, uno para él y uno para su bebé. Fue entonces cuando recordó que para viajar con Choco, necesitaba la canasta para perros. Ahora si no sabía qué hacer.
Y como si su vida fuera de película, ante sus ojos una familia había llegado a Incheon y llevaban consigo a un perro más o menos del tamaño de su Choco, no lo dudo mucho y se acercó a ellos. Amablemente les pidió que le vendieran la canasta de su perro, ellos con ojos inseguros lo vieron y él comenzó a explicar que tenía un viaje importante y que no tenía canasta y que le urgía porque su vuelo partía en menos de una hora y la familia sin más aceptaron venderle la canasta.
El avión partió de Incheon para llegar a Seúl, Eunhyuk vio poco a poco como los demás pasajeros se quedaban dormidos, mientras él seguía despierto, pensando en él, recordando sus momentos, su vida y él que hubiese sido su futuro.
Cuando el avión aterrizó, Eunhyuk fue uno de los primeros en correr para recoger a las macotas y de ahí volvió a tomar un taxi.
–Bien y ¿ahora qué?, no sé dónde está –pensó al subir al taxi.
Saco su teléfono celular y marco el número de la persona que sabía estaba junto a él, en estos momentos. Su mamá. Su suegra. La mamá de Donghae.
Busco entre sus contactos y marco el número, al segundo timbrazo le contestaron. Pudo escuchar perfectamente como una voz soltaba suspiros y varios sollozos.
–Hola, Eunhyuk esperaba tu llamada, cariño. –como pudo la mamá de Donghae le contesto, él pudo notar como le costaba demasiado poder aguantar las lágrimas de aquella tragedia.
–Señora Lee, dígame don... de esta –no quiso pero al final se le quebró la voz a la víspera de nuevos llantos.
–Estamos en la casa cariño, Donghae quería descansar aquí.
–Voy para haya inmediatamente –logro recuperar el control de sus lágrimas y de su voz
– ¿Pero cómo cariño?, tu estas en Incheon. –el tono sorpresivo de su suegra lo tomo por sorpresa pero no tanto, ¿acaso no pensaba que vendría? ¿Creería que no vendría a despedirme? Esas y muchas preguntas más se empezaron a formar en la cabeza de Eunhyuk.
–Acabo de llegar a Seúl, no se preocupe estaré ahí junto a usted, Donghae, él, fue, disculpe, la veo dentro de poco. –y antes de que su llanto saliera a flote colgó, recordar a ese ser que muchas veces por no decir una infinidad de vez lo había hecho feliz, lo había llenado de alegría, de tantas cosas.
Fijo su mirada a la ventana de su asiento dentro del taxi junto a el Choco aun iba en esa canasta para perros quieto y callado, como si el presintiera a donde iban a ir o que habían ido. Como si el también supiese que era tal vez el ultimo adiós.
*(listen)*
Cuando el taxi se detuvo frente a la entrada de la casa de la mamá de Donghae, un nuevo aire lo agarro, aquella atmosfera opaca que lo había acompañado durante toda su travesía se había esfumado y lo llenaba esa atmosfera de alegría, ¿alegría? Si, alegría esa misma que irradiaba aquel lugar, esa misma alegría que siempre acompañaba a Donghae, a su Donghae.
Pago el taxi, se bajó y saco a Choco de la canasta. Camino con el perro a su lado, la puerta de la casa estaba abierta lo que la mamá de Donghae odiaba pero lo que él le gustaba, por que según él la casa se veía más bonita con la luz del sol. Dentro de aquella casa color crema, con motes cafés estaba llena de sillas, con personas de aquí y haya, al centro de lo que él sabía era la sala estaba la foto en grande de él, de Donghae. Esa misma foto Eunhyuk la había tomado, fue una de sus primeras vacaciones como pareja. Siguió con la mirada todos los arreglos florales que se encontraban esparcidos por todo el contorno de una grande caja negra.
Una caja negra con forma de ataúd.
Un ataúd negro.
Un ataúd.
Mil cosas se le pasaron por la mente en esos momentos a Eunhyuk. Mil momentos y mil recuerdos los acompañaron. Soltó la correa de Choco al mismo tiempo que soltó la maleta de mano que llevaba.
Y corrió.
Corrió. Corrió. Corrió. Corrió como si nunca hubiera experimentado lo que era correr, corrió como si su vida dependiera de ello y es que así era.
Cuando corrió y llego a ese ataúd, se aventó sin importarle las demás personas, sin importarle el qué dirán, él se aventó y poso sus brazos encima, lo abrazo hasta donde sus brazos le permitieron, y después de tanto contener la lágrimas, las soltó.
Mientras abrazaba el ataúd, se soltó a llorar. A llorar por él, a llorar por como debió de haberlo pasado y él no estuvo, lloro por no poder decirle cuanto lo amaba y cuanto le agradecía que él también se hubiese cruzado por su vida.
Llora y murmura cosas, Eunhyuk puede sentir las miradas de las demás personas pero a él no le importa nada solo, le importa saber que Donghae, lo perdona por no haberse despedido de él, por no haberlo acompañado cuando él más lo necesito, y que supiera lo mucho que lo amaba. Solo eso importaba par Eunhyuk.
–Amor, te necesito, por favor vuelve a mí –murmuro, Eunhyuk se separó un poco de aquel ataúd para poder gritar lo suficiente – ¡ME ESCUHAS! ¡IDIOTA! ¡TE NECESITO! ¡TENECESITO A MI LADO SIMPRE! ¡TE QUIERO! ¡TE AMO! ¡ERES MI TODO! ¡¿LO SABES?! ¡¿DIME QUE HARE SIN TI! ¡DIME! ¡VUELVE A MI POR FAVOR MI AMOR!
Eso fue lo último que Eunhyuk recordó de aquel día todo lo demás son manchas negras en su memoria y en su vida.
FLASH BACK