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Susurros En El Silencio por Darko Princess

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Notas del capitulo:

Ah, después de esto creo que me merezco el título de "Santa Hanna Haylley de Atocha del Perpetuo Rendentor, patrona de las actualizaciones a tiempo" o algo así, ^^UU jajajajajajajaja

 

Recién he terminado el capítulo y también de contestar los reviews, he de decir que me siento algo del nabo porque estoy luchando contra los virus que intentan hacerme resfriarme si o si, y aun así, logré terminar, así que aplausos y besitos para mí, por favor ^^UU

 

En fin, ya saben, me veré fastidiosa, tirana y algo loca incluso pero, aunque sea por navidad, quiero mis 6 reviews mínimo >w< espero  les guste el capítulo y... nos leemos abajito nOn

X

Totalmente Inesperado

 

 

Natsuhi no recuerda la última vez que mirara a su esposo enojado a tal nivel, o bueno, tal vez sí, pero prefiere no pensar ese momento, no cuando justo frente a él, Elliot no deja de caminar cual león enjaulado, mirando de reojo hacia la mesa directiva del hospital, un conjunto de no humanos que observan a su esposo como esperando el instante en que les saltara encima para asesinarlos.

-“No voy a preguntar la razón, porque seguramente será patética”- la voz de Elliot suena igual que un siseo, el tipo de susurro siseante y amenazador que solo antecede a una buena sesión de matanza, justo lo que se supone él debería poder evitar.

Más esta vez no interviene, no aun, porque una parte de Natsuhi igualmente desea causarles el pánico suficiente como para que se piensen dos veces antes de volver a cometer semejante error, no, más que un error, podría clasificarlo como una estupidez casi tamaño universo.

-“Así que la mejor solución que se me ocurre, es despedirlos, a todos”- finalmente Elliot detiene su andar, volviendo la mirada hacia los aún más aterrorizados miembros de la mesa directiva.

-“¡¿Qué?! ¡Pero su Alteza Imperial… nosotros…!”-

-“¡Silencio!”- el grito resuena por sobre los murmullos mientras Elliot cierra ambas manos en puños, intentando contenerse una vez más –“He tomado ya una decisión y pienso mantenerla”- agrega en tono sombrío, sonriendo levemente al notar como todos en la habitación se miran entre ellos, intentando probablemente buscar una salida, una que desde luego, su esposo no planea admitir.

-“Usted no puede hacer eso, el hospital le pertenece al Emporio Darko”- la sonrisa parece volverse aún más amplia en cuanto escucha semejante réplica, porque desde luego para su esposo no significa nada.

-“Oh, parece ser que ninguno de ustedes leyó correctamente, porque en efecto, el hospital pertenece a la Familia Darko pero, el accionista mayoritario encargado de la compra, soy yo, además, dudo mucho que mi Familia se oponga a tan acertada decisión”- eso es todo, las expresiones de pánico pasan a horror y la sonrisa de su esposo no hace sino tornarse en una bastante más que satisfecha, casi a nada de burlarse.

-“Su Alteza, solo fue un pequeño descuido”- se aventura a decir uno de los presentes, Natsuhi ignora cual, porque su atención se mantiene puesta en su esposo, aun aguardando.

-“¡¿Un descuido?! ¡Mentira! ¡Ustedes han intentado dormir a mi protegido como si fuese un cachorro desahuciado!”- y eso es todo, los gritos de Elliot han alcanzado un nuevo nivel y ya no sonríe en lo absoluto, de nuevo parece a punto de asesinarlos a todos.

-“Elliot, vamos a casa”- de inmediato los orbes de su esposo, del color de la plata líquida, quedan en él y Natsuhi no puede más que ponerse de pie y acercarse a él, posando una de sus manos sobre una de las mejillas de su esposo, casi obligándolo a mantener la conexión en sus miradas, con tal de calmarlo.

Natsuhi sabe que todos los presentes los observan, sobre todo a él, porque probablemente intentan descifrar qué es lo que ha dicho como para obtener la atención de su esposo, pero es algo que no piensa revelarles, no cuando justamente ha tenido que usar el lenguaje de los demonios para conseguir la absoluta atención de su Príncipe.

El suspiro es casi instantáneo, de la misma forma en que los orbes de su esposo pasan de la plata líquida a ser ese par  de profundos pozos color escarlata de los cuales está tan enamorado. La mano de Elliot queda justo sobre la propia, sujetándola delicadamente antes de apartarla y besarla con suavidad.

-“Espero que para el fin semana hayan desalojado ya mi hospital, señores”- y eso es todo, la calma poco a poco parece volver al Príncipe, porque no hace falta más nada que tener a su esposo justo a su lado, como para que el demonio en él, apacigüe sus ansias.

Y aunque ahora está más calmado, no puede evitar rodear con uno de sus brazos la cintura de su Natsuhi, porque sentirlo cerca, poder aspirar su suave aroma a lavanda y tocar la calidez de su piel, es realmente lo único que necesita como para estar lo suficientemente calmado y no cometer otra vez una estupidez, no, ya no, no recordando la infinidad de veces que ha roto ya su promesa de no volver a matar.

Apresura sus pasos porque mientras más distancia exista entre esos tontos y él, será mucho mejor para todos, y como si hiciera falta algo más para irritarlo, casi se siente tentado a soltar un bufido de molestia al toparse con su sonriente hermano mayor caminando tranquilamente por el pasillo, justo hacia él.

-“Como tengo una leve idea de lo que ha pasado, me he encargado ya, de subir el equipaje del chico a tu auto”- ¿Es que no puede ser más descarado? Porque esta demás decir que para lograr semejante hazaña, su estúpido hermano Yeidher ha estado hurgando en las mentes ajenas y peor aún, usando su magia para forzar a su muy preciado auto.

-“Oh, entonces supongo que también sabes que de ahora en más será tu alumno”- ahora sí, la sonrisa le vuelve a los labios al ver la expresión sorprendida de Yeidher –“Tch, no repliques, los asuntos de Kelpies, Sirenas y demás, no me conciernen hermanito”- negando levemente con uno de sus dedos, la sonrisa de Elliot se ensancha mientras pasa de largo al mayor de sus hermanos, dirigiéndose por fin hacia el estacionamiento, porque ahora que le han recordado al chico, es mejor asegurarse de que se encuentre verdaderamente a salvo.

-“¡Elliot espérame!”- eso y que igual quiere reírse por escuchar a Yeidher corriendo apresurado tras él, aunque está más que claro que va a ignorarlo porque incluso se toma la molestia de soltar a Natsuhi solo para esta vez tomar su mano y echar a correr escuchando de fondo los quejidos de su hermano y las risas de su precioso esposo en cuanto aceleran el paso.

Pero es que, después del momento de ira, para Elliot no hay nada mejor que reírse un poco, y más si se trata de reírse de su hermano Yeidher, así es mucho mejor…

-

-

Viendo a su preciado hijo dedicando tantas atenciones al pequeño chico que ahora yace envuelto entre suaves y cálidas mantas y sábanas, Cecile Nacht aun trata de controlar sus miedos, dudando en si hablar o seguir callando, ¿Qué tan benéfico sería hablar sabiendo que aún quedan personas allá afuera capaces de atentar contra el niño? No, no puede hablar, no ahora, no antes de asegurarse de que tanto su hijo como el dulce Ossiris estarán a salvo.

Tal vez lo mejor sea esperar a poder hablar con la Emperatriz, porque ella sabrá cómo protegerlos, porque ella se asegurará de mantenerlos con vida, a salvo, y tal vez, juntos, tal y como su hijo parece desear.

¿Por qué Yoru tenía que enamorarse precisamente de Ossiris Von Schein? ¿Por qué? No es como si realmente tuviese algo en contra del chico pero, sabiendo el peligro que este correría en cuanto el mundo entero descubriera su existencia… ¡No! Nadie debía saber de él, nadie que pudiera arriesgarlos, ni siquiera, ni siquiera Lucian.

Oh cielos, el pobre Lucian, viviendo seguramente atormentado por el fatídico destino de su pequeño hermano, tal y como Lucas le relatara a través de infinidad de cartas ¿Cómo podría hacerle eso? ¿Cómo arrebatarle de nuevo a quien tanto parecía ansiar?

-“Yoru”- la voz de Ossiris la devuelve a la realidad, y viéndolo así, aferrándose con suavidad al saco de su hijo, no puede sino sentirse aún más intranquila. Luce tan pequeño e indefenso, tan abandonado y solo.

-“Tranquilo, no pienso dejarte solo, ya no”- no, solo no, porque aparentemente su hijo ha decidido no dar marcha atrás en tan descabellada empresa.

Días atrás, cuando Yoru le hablara sobre el chico, sobre los horrores a los que había sido sometido, jamás esperó que se tratara justamente de Ossiris, y ahora, con las piezas del puzle encajando tan terriblemente, solo podía tratar de imaginar cómo había conseguido sobrevivir a tanto dolor.

-“Señora Cecile, Amo Yoru, sus Altezas Imperiales, los Príncipes Yeidher y Elliot, en compañía de su Imperial Majestad, el Emperador Natsuhi, desean verlos”- apenas asiente con la cabeza, suspirando hondamente antes de abandonar la habitación de huéspedes en donde su hijo ha acomodado al pequeño Ossiris.

Entonces se pregunta si tal vez debería empezar por hablar con los Príncipes, si tal vez ellos podrían ayudarla con una rápida solución, pero nada más es llegar a la sala de estar y verlos discutir entre dientes, como para descartar ese pensamiento, porque ese par más que ayudar, probablemente solo terminen causando algún problema más.

-“Si siguen comportándose como niños pequeños voy a sacarlos de mi casa”- no recuerda cuantas veces van ya, de advertirles la misma cosa pero, siempre funciona, porque de inmediato ambos se callan y se sientan, a una distancia prudente el uno del otro, pero por lo menos están quietos.

-“Lo sentimos Abuela”- y ahí van una vez más, todo el tiempo pareciendo odiarse y al final incluso hablando al mismo tiempo, sacándole sin querer una sonrisita.

Pero pese a ello, la seriedad vuelve a ella en cuanto su hijo baja las escaleras, mirando un tanto confundido a ambos Príncipes, tal vez preguntándose la razón de su visita, aunque está más que claro que han venido por Ossiris, para verlo o para… llevárselo.

-“Bueno, se supone que debo conocer a mi nuevo “alumno” así que me encantaría charlar con él”- basta con que el mayor de los hermanos hable como para que Cecile se dé cuenta de cuán lejos están de comportarse normalmente, sobre todo viendo la forma en que Elliot rueda la mirada, casi queriendo burlarse de Yeidher.

-“Él no habla”- la respuesta de Yoru, tan seria y rotunda, contundente, lejos de amedrentar al mayor de los hermanos, más bien consigue hacerlo esbozar una suave sonrisita ladina, y entonces involuntariamente Cecile se siente tentada a interponerse entre él y su hijo, como queriendo intentar detener algo, solo que no sabe el qué.

-“Claro… es solo que los de nuestro tipo tenemos otras formas de comunicarnos”- y parece tan seguro de ello, que consigue hacer a los presentes dudar, sobre todo a Natsuhi, quien de inmediato se pone de pie, cerrando ambas manos en puños, casi dispuesto a atacarlo, pero haciendo un gran esfuerzo en contenerse.

-“Yeidher, no”- la negativa sale instantánea, no solo por parte de Natsuhi sino también por Elliot, ya que ambos parecen conocer tan bien las intenciones del mayor de los Príncipes Nocturnos, que probablemente traten de impedirlo.

-“Tranquilos, no será como aquella vez, esto es diferente”- ¿Aquella vez? ¿Diferente? ¿A qué se refiere con eso? Involuntariamente mira hacia su hijo, pero Yoru por su parte se concentra en la reacción de los esposos, aguardando, tratando tal vez de medir sus reacciones antes de intervenir.

-“Aun así, no creo que sea buena idea, ni siquiera para ti”- el semblante de Elliot cambia, como si intentase no solo proteger a Ossiris, sino también, a su propio hermano, mientras Natsuhi aún se muestra reticente, inquieto, es entonces que ella decide interrumpirlos, porque probablemente sea mejor apartarlo de todo eso.

-“Natsuhi querido, ¿Podrías ayudarme a preparar algunos aperitivos?”- no está muy segura, pero aun así, quiere intentarlo; Natsuhi por unos momentos mira una vez más hacia todos antes de dejar la mirada sobre su esposo, repentinamente aferrándose a una de sus manos, como si buscara apoyo.

-“Está bien, será mejor si estas lejos”- Elliot por su parte, sujeta suavemente su rostro, obligándolo a mirarlo, acariciando una de sus mejillas, intentando tranquilizarlo, manteniéndose unos momentos así, perdidos el uno en el otro, hasta el momento en que Natsuhi finalmente asiente, apartándose con cierta reticencia antes de llegar hasta donde ella se encuentra, dispuesto a todo con tal de ¿Huir?

Y aunque no lo comprende, decide sacarlo de ahí, no solo por él, sino también por todos, porque sea lo que sea que Yeidher pretenda hacer, no parece ser algo sencillo, y aunque lo intenta, no puede imaginarse qué podrá ser.

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Aun cuando hubiese deseado negarse y oponerse más, Yoru termina aceptando, sin saber todavía de qué se trata, dejando la mirada justo sobre la pequeña figura del chico, aun adormilado, sentado en uno de los sillones, justo frente al Príncipe Yeidher, quien parece tan calmado, con una pierna cruzada, en una pose total y complemente rejalada, pese a que a su lado, sentado sobre uno de los brazos del sofá, y atento a todo, el Príncipe Elliot aguarda.

Una vez más piensa en preguntar, pero casi al instante, Elliot niega suavemente, de nuevo concentrándose en su hermano. Yeidher suspira, mirando fijamente hacia su pequeño tesoro de ojos azules, centrándose justamente ahí, en ese par de orbes tan impresionantemente azules.

Un suspiro más y entonces se muerde los labios, descruzando la pierna e inclinándose un poco hacia adelante. Su ceño comienza a fruncirse, y sus ojos a entrecerrarse, se muerde los labios y se inclina un poco más, sin apartar la mirada. Sus manos antes quietas se aferran de repente a la tela de sus pantalones, cerrándose en puños, pareciera de repente nervioso o asustado de algo.

Inconscientemente, Yoru aparta la mirada de él para dejarla sobre su pequeño tesoro, el niño también luce un tanto perturbado, ha comenzado a temblar, de nuevo su mirada va a hacia el Príncipe Yeidher, porque sea lo que sea que esté haciendo, parece estar dañando a su niño, pero para su sorpresa, el Príncipe también tiembla, comenzando incluso a sudar, mostrándose cada vez más pálido.

Y es justo cuando está a punto de intervenir, que finalmente sucede, Yeidher se levanta, saliendo corriendo, huyendo, empujando de paso a su hermano, Elliot cae al sofá y antes de que pueda levantarse y correr tras su hermano, su expresión torna en una un tanto sorprendida.

Otra vez quiere intervenir pero se detiene en cuanto escucha el sonido que hace el niño al caer sobre la alfombra, sus manos cubren su rostro, tratando de acallar su llanto, tiembla igual que la primera vez que se vieran, haciéndose una vez más un pequeño ovillo.

Su mente olvida al Príncipe Yeidher mientras sus pies lo dirigen de inmediato hacia su niño, por unos instantes teme asustarlo pero sin que pueda controlarse, termina abrazándolo contra su pecho, solo que esta vez el chiquillo no se aparta, sino que se aferra a él, llorando desesperadamente, dejando escapar de entre sus labios, sollozos y pequeños gritos aterrorizados, aprieta los parpados con fuerza, sin dejar de temblar y llorar.

Yoru apenas es consciente del momento en que el Príncipe Elliot sale corriendo del salón, probablemente en busca de su hermano, pero esta vez no le importa, porque todo en lo que puede pensar es en su niño, en su pequeño tesoro, en protegerlo y acunarlo entre sus brazos con tal de calmarlo, de no verlo llorar más.

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Desde el momento en que se dio cuenta de las intenciones de su estúpido hermano, supo que algo malo pasaría, por eso había intentado detenerlo, y ahora, corriendo por los pasillos en su búsqueda, se reprochaba el no haberse negado más, sobre todo cuando su agudo sentido del oído le permitió escucharlo una vez más, vomitar.

No tardó en llegar hasta el servicio en el cual Yeidher se había encerrado, sin dudarlo siquiera, se atrevió a abrir la puerta, encontrando a su hermano encorvado sobre la taza, aferrándose a ella y respirando agitadamente. Después se dejó caer sentado sobre el suelo de finos azulejos, arrinconándose, tapándose la cara con la respiración por demás agitada y sin dejar de temblar. La verdad es que jamás lo había visto así, y aun cuando la mayor parte del tiempo sintiera detestarlo, no pudo evitar preocuparse por él, al grado de involuntariamente acercarse a él, extendiendo una de sus manos en el proceso.

-“No… no me toques”- el murmullo le había salido un tanto quebrado, a un nivel que consiguió hacerlo dudar –“S-Solo dame unos minutos”- sonaba incluso asustado, pero asustado de qué, ¿Qué podría hacerlo perturbado tanto?

Aguardó solo unos instantes más, retrocediendo un par de pasos con tal de darle espacio, pero no había cambio alguno. Por unos momentos Elliot pensó que si tal solo su madre estuviera ahí, ella sabría qué hacer con Yeidher, pero Farielle no estaba, y no podía esperar a que ella se diera cuenta de que algo no iba bien y se apareciera, no podía hacerle eso.

Por eso, aun cuando no fuese realmente algo propio en él, eliminó la distancia entre ambos, inclinándose solo lo suficiente como para tirar por uno de los brazos de Yeidher y forzarlo a levantarse. Pensó que siendo que Yeidher no quería ser tocado, se apartaría al instante, más sucedió lo contrario, su hermano mayor se había aferrado a su camisa, todavía con la respiración agitada e incluso temblando levemente.

No podía dejarlo así, odioso y todo, era su hermano, y una vez más, igual que años atrás, parecía necesitarlo, e igual que en aquel entonces, aun si la idea no le agradaba del todo, decidió volver a apoyarlo, porque era su hermano, y porque sin importar lo fastidioso que pudiese llegar a ser, siempre había estado ahí para él, aun cuando lo rechazara, por eso, ahora que parecía necesitarlo tanto, no se negaría a corresponder, no esta vez.

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Natsuhi se dio cuenta casi de inmediato de que algo no iba bien, intentó volver al salón, pero se dio cuenta de que si corría solo iba a preocupar más a la Señora Cecile, por eso se forzó a mantener la calma, aun cuando involuntariamente se apresurara a servir las porciones de tarta que habían decido llevar.

Sosteniendo la bandeja con ambas manos, inhalo profundamente, tratando de infundirse valor para asimilar lo que fuera que le esperara ahí. Solo que no estaba preparado para semejante escena: en uno de los sillones, Elliot permanecía sentado, con Yeidher extrañamente aferrado a él, sujetándolo con fuerza por una de sus muñecas y ocultando el rostro en la curvatura de su cuello, casi como si fuese a morderlo, y Elliot, él… él no hacía nada, solo mantenerse extrañamente quieto.

Trato de no pensar en ello, más cuando sus miradas se encontraron, bastó con un leve asentimiento como para calmarlo un poco, se obligó a caminar hasta la mesa, dejando ahí la bandeja y notando finalmente a Yoru, a Yoru reteniendo entre sus brazos el temblante cuerpecillo del niño.

Desde un principio Natsuhi había sabido que aquello era una mala idea, solo que no pensó que terminaría tan mal, porque lo normal sería toparse con una víctima más que traumada por el horrible Don de Yeidher, pero incluso él lucía por demás afectado.

-“¿Yeidher?”- lo llamó despacio, tal vez no fuera de su total agrado, pero seguía siendo su cuñado, aguardó unos instantes más y por fin lo vio apartarse, dejándose caer justo a un lado de Elliot, suspirando hondamente y cerrando los ojos unos momentos.

-“Estoy bien… creo”- vaciló un poco, mirándolo unos momentos antes de dirigir sus orbes color escarlata hacia donde Yoru y el niño estaban –“Es solo que… nunca me había topado con nadie así”- ¿Así como? Quiso preguntarle, pero todo lo que pudo hacer fue sentarse cerca de ellos, aun mirándolos, aguardando por una respuesta –“Primero todo estaba oscuro, muy oscuro, y luego… solo fueron unos instantes pero… yo… yo vi todo lo que esos malditos le hicieron… vi… vi su dolor y también… no sé cómo pero… creo que incluso pude sentirlo, después escuché unas voces, como si estuviesen peleando y al final, al final una de esas voces me gritó “¡Vete! ¡Aléjate!” y me sacó, nadie, absolutamente nadie había logrado sacarme”- parecía tan perturbado por eso, no solo por lo que había visto, sino por lo último, porque era algo que todos en la Familia sabían, nadie, absolutamente nadie era capaz de repeler el Don de Yeidher, hasta… hasta ahora.

-“¿Qué significa eso entonces?”- se obligó a preguntar, intentando guardar la calma aunque luego de un breve intercambio de miradas con Elliot, se dio cuenta de que incluso su esposo estaba un tanto intranquilo con el asunto.

-“No sé, tal vez que el chico recuerda todo pero… pero es como si su mente se hubiese dividido, entre la parte inconsciente, la parte que nos muestra, temerosa, frágil, asustada y perdida, casi instintiva, y la otra parte, la parte consciente, la que lo recuerda todo y lo oculta, como si intentase protegerlo de ese dolor”- no estaba del todo seguro, pero eso era justamente lo que creía, Yeidher, a pesar de aun sentirse un tanto mareado por lo recién experimentado, no podía evitar llegar a esa conclusión, aun sino había escuchado nunca la voz de ese niño, estaba seguro de que quien lo había sacado había sido justamente él, entre todas esas voces, había una que destacaba, una que se sentía igual al aura de ese niño, así que quería pensar en que había sido así pero, pero igual estaban las otras voces, las que mientras discutían, tal vez al haberlo sentido, habían huido.

-“Hay algo más ¿No?”- otra vez suspiró, pensando en que intentar ocultar lo último de Elliot, simplemente era imposible, más por el tono que su hermano menor había empleado.

-“Si, no estoy seguro pero, las voces que escuché, una de ellas, se sentía… se sentía no sé, como uno de nosotros, se sentía como un Darko, pero eso sería imposible ¿No?”- incluso él estaba dudando, porque una vez más se estaban topando con algo casi irreal, igual que cuando Hisui y Yuury habían llegado a sus vidas.

Más esta vez parecía aún más imposible, teniendo ya claras todas las ramas de su árbol familiar, toparse con un Darko más, uno a quien nunca antes hubieran conocido, simplemente no podía, no, más bien, no debía pasar, ya no…

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Encerrado en su prisión, Frey pensó una vez más en darse de topes, ante semejante descuido de su parte, no era así como quería ser notado, no así, todo se trataba de que Haylley los liberara, no de que ella y los otros conocieran su secreto, porque… porque si todo se descubría, los Guardianes lo odiarían, por haberlos condenado, y también, porque no quería dar explicaciones a nadie, no otra vez, no igual que años atrás.

Pero el maldito Príncipe había resultado ser casi tan letal como su madre, a Farielle esa noche no le había tomado más que dos segundos como para descubrirlo todo. Y lo había usado, claro que lo había usado, para asegurar su “cooperación” en lo que se proponían, y aunque en un principio se había negado, ella, para su molestia, sorpresa y horror, había descubierto otra cosa.

Deja que mis hijos tomen tu lugar y salvarás a tu Guardián, Príncipe Frey Ellian Darko

Si, en su camino para encontrarlo, Farielle había descubierto la única cosa que lo haría ceder, el maldito Concilio planeaba eliminar a todos los Von Teniel, pero sobre todo a su Ren, a su hermoso e inocente Ren.

Y solo pensando en él era que había cedido, Frey aceptó el intercambio, forzando una cláusula, permanecería encerrado los años que fueran necesarios si, y solo sí, podía tener a Ren con él. El trato fue cerrado de inmediato, y esa noche había iniciado su encierro, pero al menos aunque fuese separados por una pared, Ren y él estaban juntos, juntos y vivos, esperando, esperando por la parte del trato que aún no se cumplía.

Solo que antes de huir había hecho su propio hallazgo, ahora era capaz de entender la razón por la cual aquel loco trato había tenido lugar, era por ese Príncipe, el Príncipe Yeidher, el chiquillo loco que había mezclado su esencia con la de un ángel, y vaya ángel, justamente el Emperador de Celes.

Por unos instantes pensó en si podría usar aquello a su favor, para vengarse, pero luego se dio cuenta de su error, ya no era un Darko completo, así que enfrentar a Haylley más allá de cobrarse por su encierro, casi podía considerarse suicida, por eso llegó a la conclusión de que de ahora en más, tendría que tener mucho cuidado con lo que hacía, incluso con Ossiris, porque inesperadamente el chico había reaccionado, de la peor manera, su mente, consciente e inconscientemente se había defendido de las intrusiones y tal vez, de no haber huido, en esos momentos estaría pagando las consecuencias.

Cerrando los ojos, Frey suspiró hondamente, concentrándose en sentir a Ren una vez más, su Ren estaba cada vez más débil, al igual que él, y ya no sabía cuánto más podrían resistir, pero lucharía, seguiría luchando hasta que pudiese tocarlo otra vez, solo por Ren valía la pena pelear, solo por Ren volvería a hacer todo una y otra vez, solo por Ren valía la pena incluso el respirar, y solo con Ren se sentiría completo una vez más…

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Notas finales:

Waaaaa me duele la garganta y creo que tengo algo de fiebre, pero en fin, he logrado terminar y cumplir una vez más, lo cual es bastante inesperado, jajajajajajaja igual que el nombre del capítulo, y que hace alusión a muchas de las situaciones que se dieron, porque nadie esperaba que Elliot corriera a todos los idiotas del hospital, o que la pobre Lady Cecile se sintiera acorralada como para tener que callar una vez más, ni mucho menos uno se podía esperar que alguien le diera una cucharada de su propia medicina a Yeidher, el perfecto lector de mentes, y mucho menos que Frey se topara con pared y que su más grande secreto fuese revelado. En fin, muchas cosas han pasado, y las que vienen >w<

 

Por eso, recuerden hacer feliz a su pseudo enferma autora y dejarle sus mínimo 6 reviews nwn

 

Asimismo quiero agradecer a todas las hermosas personas que me leen, gracias por leer y espero ansiosamente que pronto se unan a la lista de reviewers, y a las lindas personitas que capítulo tras capítulo dejan reviews... mis más sinceras, enormes e infinitas gracias, así pues, agradecimientos para todos mis lectores y para: Irene,  princesa tsunade,  Yuukari No Doll,  Artemis,  Princess Natsu.

 

Muchas gracias a todos y, Feliz Navidad y un aun más Feliz Año Nuevo, mis mejores deseos de mucho éxito, felicidad, salud y amor para todos. Hasta muy pronto yo espero...

 

Au Revoir~~~~~~


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