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Susurros En El Silencio por Darko Princess

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Notas del capitulo:

HELLO!!!! El día de hoy acá llego yo, cortesía del hermoso, hermoso, hermoso divino, aunque me haga llorar, OST de Aldnoah Zero; ya más abajo les digo porque es hermoso y divino y me hace llorar, por lo pronto, os dejo el capítulo, si encuentrar horrores de ortografía, favor de tenerme paciencia que hace apenas una nada comencé a escribir el capítulo y todavía así, ya terminé xOx


Nos leemos abajito!!!

XII


Secretos Ocultos En El Tiempo


 


De repente sus sentidos dan la primera señal de alarma, y casi sin poder creerlo, su mirada se topa con la figura del niño tendido sobre la nieve con Yoru a su lado, inmóvil, inconscientemente sus pasos comienzan a guiarlo hacia donde ellos se encuentran, hasta el momento en que ni siquiera es capaz de notar que incluso ha comenzado a correr, apresurándose, colocándose de inmediato sobre el chiquillo.


Parece demasiado quieto, como si estuviese muerto, pero basta un rápido análisis como para descartar esa posibilidad, aún está respirando, duda un poco más en tocarlo, más instantes más tarde sus dedos rozan lentamente una de sus mejillas, tal y como sospecha incluso está helado, demasiado frío.


Su mano va deslizándose un poco más abajo, buscando por el corazón, aún no se ha percatado de ello, pero esta vez son sus instintos los que lo impulsan, la sangre de Kelpie en él parece reconocer a su igual, apartando todas sus dudas, o más bien apagando la voz en su cabeza que se hace mil y un preguntas.


–“¡Déjalo! ¡No lo toques!”– el grito de Yoru parece sacarlo de su trance e inconscientemente vuelve la mirada hacia él, luce como si estuviese a punto de gritarle algo más, pero se detiene en cuanto sus miradas se encuentran.


Intenta pensar en algo que no sea el chiquillo sobre la nieve pero no consigue hacerlo, o no del todo, y justo cuando esta por contestar algo, la figura de Elliot aparece en su campo de visión, apartando aprisa a Yoru, tapándole la boca incluso, impidiéndole gritar más pese al hecho de que el joven Líder del Concilio ha comenzado incluso a pelear por liberarse. Tras un pequeño asentimiento por parte de Elliot, la atención de Yeidher vuelve a situarse sobre el otro Kelpie, quien aún está tendido sobre el blanco y helado manto, sólo que ahora parece haber recuperado apenas el conocimiento.


–“Tranquilo… intenta respirar lentamente, puedes hacerlo, sé que puedes, sólo respira”– apenas es consciente de que el resto de la familia los está rodeando, murmurando y tratando de conservar la calma.


Su mano presiona lentamente la del niño, justo sobre su corazón mientras continúa susurrándole, deteniéndose por unos instantes en el justo momento en que se da cuenta de que incluso ha comenzado a hablar en la lengua de los Kelpies. De nuevo duda, más luego comprende que es su sangre la que lo impulsa, se sonríe apenas y trata de concentrarse únicamente en quien en esos momentos es su igual.


–“Duele…”– es apenas un susurro pero aun así logra escucharlo, preguntándose si es la sangre del chiquillo la que le permite no sólo entenderlo sino también contestarle.


–“Lo sé, pero estoy aquí, no voy a dejar que te vayas, ya no”– su mano presiona un poco más el agarre e inconscientemente comienza a respirar lentamente, como enseñándole, sincronizándose con la respiración del otro.


El tiempo parece haberse detenido a su alrededor pero ni siquiera es capaz de notarlo, no ahora que está tan concentrado en el chiquillo, poco a poco su respiración va normalizándose y mientras su piel recupera un poco de color, sabe que está cansando y que pronto se quedará dormido, siendo precisamente esa la razón por la que se niega a soltarlo.


Le toma un par de minutos más antes de que finalmente el niño ceda, cerrando esos orbes tan impresionantemente azules, con la respiración en calma. Sólo entonces se permite suspirar hondamente, soltándolo apenas, tan sólo en lo que finalmente lo levanta entre sus brazos, arropándolo contra su calor.


Nunca antes ha visto la habitación en donde el niño pasa sus días pero solo necesita seguir su aroma y esencia como para que sus pasos lo guíen directamente hacia uno de los cuartos de huéspedes.


La alcoba a oscuras lo recibe, mostrando frente a él una enorme y sobria cama, pero eso no importa, todo lo que le interesa en esos momentos es el chiquillo entre sus brazos, el mismo al que delicadamente deja sobre la blanda superficie, inconscientemente inclinándose para quedar justo frente a su rostro en calma, tan sólo contemplándolo.


Ya no queda ninguna duda, es un Kelpie, un Kelpie casi puro, y mirándolo es que una vez más se pregunta de dónde pudo haber salido semejante criatura. Sus dedos rozan una vez más una de las suaves mejillas antes de que se percate de la presencia de Yoru irrumpiendo en la habitación.


La respiración agitada es suficiente como para saber que ha corrido hasta allá, espera algún grito más Yoru prácticamente lo ignora, apurando sus pasos hacia la cama junto a la que él aún está parado.


–“Va a estar bien ¿Verdad?”– ojalá pudiera contestarle que sí, pero en esos momentos no está seguro de nada, de absolutamente nada.


–“No lo sé”– cierra los ojos unos instantes y un suspiro se escapa de entre sus labios, recordándose a sí mismo haciendo esa misma pregunta en el pasado –“Lo que ahora sientes… yo sé exactamente cómo es”– sí, desde luego que lo sabe.


–“No veo cómo” – la respuesta un tanto mordaz consigue sacarle una sonrisa ladina, si tan sólo Yoru supiera.


–“Quieres estar siempre a su lado, observándolo, vigilándolo, cuidándolo, temeroso incluso de que la brisa pueda hacerle daño, desesperado por protegerlo… mantenerlo siempre cerca y velar por sus sueños, deseando incluso poder apartar todas sus pesadillas, llenarlo de risas, dicha y felicidad y que sus ojos sólo estén en ti, rogando por ser capaz de calmar sus llantos y su miedo, por retenerlo entre tus brazos y que nada lo lastime nunca más, quieres ser su mundo, aunque sepas que es egoísta y ruin, ser su todo…”– se detiene y de nuevo suspira –“Por eso es que por las noches, cuando nadie te observa, vienes aquí y te quedas a su lado, sólo mirándolo dormir, deseando y rezando, rogando en silencio por él, sintiendo impotencia cuando las pesadillas interrumpen su sueño; y lo abrazas, reteniéndolo entre tus brazos, susurrando palabras bellas en su oído, tragándote todo tu odio, conteniéndote sólo por él”– la sonrisa vacía en sus labios es sólo una muestra de cuanto está recordando inevitablemente esa sensación, sintiendo la mirada de Yoru justo sobre él.


Esos orbes del color del océano lo observan con temor, pero no hacia él, sino más bien a lo que ha dicho, la respiración le sale cortada y sabe que ha dado justo en el blanco, vaya que lo sabe. Porque para Yeidher aquello es un doloroso recuerdo que aun en el presente intenta volver a convertirse en una realidad.


–“¿Cómo…?”– la pregunta es apenas un susurro, más de nuevo se sonríe, una curva melancólica que abre una ventana al pasado, esa que tanto le ha costado cerrar.


–“Elliot no siempre fue lo que todos ahora ven, era tan frágil y yo sólo quería…”– se detiene intentando encontrar la forma de expresarse –“Quería salvarlo de todo y de todos, tan sólo protegerlo”– sí, sólo que no se dio cuenta del momento en que Elliot comenzó a odiarlo por ello, no hasta que fue demasiado tarde, no hasta aquel horrible día en que encontró a su hermano muerto y tuvo que despertar al demonio en él antes de resignarse a perderlo.


–“Haylley y los demás te están esperando”– levanta la mirada al escuchar su voz, intentando convencerse de que pese a todo, su esfuerzo valió la pena, aun cuando sepa que gran parte de la mejoría en Elliot se debe a Natsuhi, pero incluso eso está bien, porque aquello por lo cual tantas noches pasó en vela, ahora es una verdad, Elliot finalmente es feliz, tal y como siempre deseó.


–“Voy en un momento”– asiente apenas, estirándose un poco y encaminando sus pasos hacia la puerta, deteniéndose justo cuando esta junto a Yoru –“Tal vez deberías pensar en poco en lo que te he dicho, después de todo, tu no lo ves como a un hermano, sino como a un amante, por más que sepas cuan imposible es eso”– de nuevo ha dado justo en el blanco, y aun cuando le parezca demasiado cruel, era necesario decírselo, tan necesario como recordarle la realidad…


-


-


El silencio en la habitación se siente bastante incómodo, al igual que las miradas intercambiadas de vez en cuando, algunas posándose directamente sobre el par de silenciosos hermanos. Yeidher y Elliot son bastante conscientes del escrutinio y aun así ambos intentan poner en orden sus pensamientos.


–“Sabía que sería un problema, sólo pensé que tendríamos más tiempo”– las miradas esta vez quedan justamente sobre Elliot, más él solo suspira –“Su corazón es demasiado débil como para soportar tanta magia”- instintivamente sus manos se cierran en puños, odiando cada vez más aquellos que destruyeron a ese niño –“Y también… el daño en el flujo de su magia no ayuda en nada a su corazón”– malditos fueran, por haber destrozado a una criatura tan fantástica, y sobre todo, inocente, porque sólo era un niño inocente y lo que le habían hecho terminaría matándolo, lenta y dolorosamente.


–“¿Estás diciendo que sólo nos queda sentarnos y mirarlo morir?”– el primero en reaccionar es Hisui, tal vez porque de entre todos es quien más identificado se siente con el chiquillo, después de todo, su mente lo traiciona, recordándole ese pasado tan horrible que tanto ha luchado por olvidar.


-“No creo que Elliot quiera decir eso pero, con lo poco que sabemos de él, y también, tomando en cuenta que en nuestro mundo no existe cura para semejante daño…”- esta vez es Yuury quien interviene, estrechando una de las manos de Hisui, intentando calmarlo aun cuando él también se sienta terriblemente intranquilo e impotente, muy impotente.


–“Encontrar a la familia del chico tal vez no sirva de nada, incluso puede que empeore la situación”– sí, eso es algo que Natsuhi sabe a la perfección, y eso no sólo por su propia experiencia sino más bien pensando en que en primer lugar fueron ellos quienes permitieron todo lo que ese niño tuvo que pasar.


–“Puede ser, aunque no es como si al hallarlos fuésemos a entregárselos”- Alexis intenta calmar el ambiente, consiguiendo que Natsuhi suspire hondamente, porque tiene razón, una cosa sería hallarlos y otra muy diferente decirles sobre el chico –“Encontrarlos podría guiarnos hacia su verdadero origen, hacia a cuál familia Kelpie pertenece”– las miradas se tornan aún más fijas, justo sobre Alexis, intentando comprender hacia dónde va su razonamiento –“Estoy seguro de que los Kelpies podrían ayudarlo más que nosotros”– claro, también está esa posibilidad, sólo que ahora incluso el joven Emperador de Celes comenzaba a dudar de su idea, eso tomando en cuenta las razones que podría haber tenido un Kelpie para terminar entre los no humanos.


–“De todas formas ni los Guardianes ni el Nuevo Concilio han encontrado registro alguno sobre ese niño, y no podemos esperar a que la información simplemente aparezca o el niño recuerde quién es, podría ser demasiado tarde”– la realidad parece caer como una pesada lápida, el tiempo podría terminarse demasiado rápido, y no es como si a Arwin le guste ser el portador de malas noticias más no puede simplemente mantenerse silencio, no así, ni siquiera sabiendo que con ello se ganará un par de miradas nada contentas.


–“No si alguien les da lo que buscan”– las miradas instintivamente van a dar sobre la menuda figura de Cecile Nacht parada justo entre las puertas de la Biblioteca, lugar donde se han encerrado intentando hallar una solución.


–“Abuela, ¿puedes cerrar la puerta al entrar?”– esta vez es Haylley quien finalmente habla, asintiendo lentamente hacia Cecile, aguardando hasta que de nuevo están encerrados, aunque su don esta vez no le permite ver lo que va a pasar, de alguna forma lo presiente, al igual que el hecho estar frente a una verdad que abrirá aún más caminos difíciles.


–“Su nombre es Ossiris Von Schein Saluja”– por un momento las respiraciones de todos parecen paralizarse, tan sólo ante semejante revelación, pero no es para menos, desde luego que no –“Sus padres fueron Lucien Von Schein y Aneris Saluja”– y aunque lo último parece incluso sobrar, no por ello deja de ser igualmente perturbador, no cuando todo parecía marchar tan bien con el Nuevo Concilio –“Si, me refiero al mismo Lucien, el padre de Lucian, el mismo chiquillo que en estos momentos está durmiendo en la sala; y también a la misma Aneris Saluja, la tía de Alain, y la razón por la cual ese niño odia a los Von Schein”– el suspiro que escapa de entre los labios de Haylley pone en alerta a los demás, esperando por cualquiera que sea la decisión que ella en ese momento está a punto de tomar.


–“Claro es, que los Saluja son unos extraordinarios elementales de viento, mientras que los Von Schein…”– Elliot sabe hacia dónde quiere llegar su hermana menor, así como también sabe que pronto tendrá un nuevo objetivo entre sus manos, una nueva misión –“Necesito revisar el árbol genealógico de los Von Schein”– no hace falta que diga más, porque es perfectamente consciente de que el único capaz de infiltrarse y obtener esa información es justamente él, por eso no le queda más que asentir lentamente al sentir su mirada justo en él.


–“Elliot…”– más la voz de Natsuhi por unos instantes lo detiene, al igual que su mano pequeña y cálida aferrándose a él.


–“Volveré pronto, tanto que ni notarás mi ausencia”– sonríe lo mejor que puede, intentando calmar sus miedos, porque es bastante más que capaz de notar el miedo nublando los preciosos orbes de su esposo, pero no tiene otra opción, no cuando el tiempo se agota.


–“Es-está bien”– hacía tanto tiempo que no lo escuchaba titubear, no así, seguramente pensando en lo que él podría llegar a hacer con tal de conseguir esa información, más no lo hará, no hará nada de lo que Natsuhi pudiese estar imaginando, ya no.


–“En cuanto a los demás, lo mejor será guardar silencio por ahora, nadie fuera de esta habitación debe saber la verdad, no hasta que sea seguro”– hasta que sea seguro, ¿Seguro para quién exactamente? Son tantos los que podrían verse implicados que aun si no están del todo de acuerdo, terminan aceptando en silencio, porque ahora hay algo más importante que la verdad, o más bien, es que en ese momento, su prioridad es ese niño, Ossiris Von Schein Saluja.


-


-


A oscuras en su prisión, con la lenta y acompasada respiración de Ren como el único sonido que puede escuchar, Frey se acurruca un poco más contra la pared; mantenerse despierto es cada vez más difícil, sobre todo teniendo ahí a Ren arrullándolo con su sueño.


Cierra los ojos y suspira hondamente, el tiempo sigue pasando y una vez más trata de reprimir los recuerdos sobre la noche en que su encierro dio comienzo, más no puede, ya no, no cuando siente el odio crecer cada vez más y más en él. Ya no es sólo hacia Haylley y los Guardianes por abandonarlos, sino también hacia los principales traidores, jamás debió confiar en ellos, no en ellos, en Romeo y Farielle Darko…


Sus manos se cierran en puños y se muerde los labios, si tan sólo pudiese olvidar esa noche…


Desde su ventana, en silencio Frey observa el extraño anillo alrededor de la luna, algo pasa e involuntariamente recuerda a sus compañeros, aún falta demasiado tiempo para reencontrarse y no es como si lo estuviese deseando desesperadamente, no, desde luego que no, porque verlos una vez más será un más que claro recordatorio a su maldición y al día en que para él todo se vino abajo.


Suspirando, levanta la mirada, recorriendo con ella el oscuro paraje, porque aun cuando todavía es demasiado pequeño, es capaz de sentirlos, son demasiados y van directo hacía él, es la primera vez que pasa y duda en salir a su encuentro o esconderse, más antes de que pueda hacer nada, el primero de ellos queda justo frente a él.


Basta un rápido análisis como para descubrir su identidad: Un Darko, y no cualquier Darko, sino el joven Emperador Nocturno, y entre sus brazos esta ella, la criatura más extraña y fascinante que jamás ha visto.


–“Vaya, ¿A qué debo tan honorable visita?”– pregunta enseguida, más no es la voz del niño pequeño que actualmente es, la que se deja escuchar, sino la de su verdadero yo.


–“Necesito tu ayuda, Guardián”– su voz suena apenas como un aterciopelado susurro y no le cuesta nada darse cuenta de que el Emperador intenta manipularlo con ella, lograr que ceda a la primera, pero Frey sabe bastante bien cómo lidiar con eso, después de todo, él también solía hacer aquello.


–“Tu nombre”– el Emperador sonríe ante su exigencia, es una sonrisa ligera, casi inocente, más Frey no lo imita, se muestra todo lo serio que su actual cuerpo de 3 años le permite.


–“Ya sabes quién soy”– otra vez se atreve a susurrar, consiguiendo hacerle soltar un suspiro, porque si es así como pretende conseguir su ayuda, entonces va caminando sobre hielo, como un chiquillo tonto, joven e inexperto, lo que probablemente en realidad sea.


–“Su nombre es Joseph Romeo Darko”– por un momento su corazón parece detenerse, porque sin saber el cómo, la mujer frente a él ha conseguido ocultar no solo su presencia sino la de la criatura que sostiene entre sus brazos.


–“Entonces… a qué debo tu interesante visita ¿Romeo Darko?”– insiste en preguntar, porque cada vez está más intrigado, sospechando incluso la razón exacta por la cual ellos han tomado incluso la precaución de alterar sus presencias.


–“Al parecer nuestro querido Príncipe Leiyan Astaroth Darko por fin encontró un modo de castigar a ambas familias”– ante la mención de Astaroth, Frey siente su cuerpo tensarse y una extraña furia renaciendo en él, porque nada es más sagrado para él que la memoria de su hermano, la misma que ese inexperto disque Emperador pretende manchar.


–“Mide tus palabras Romeo Darko”– intenta contenerse más su voz toma un tinte claramente amenazador, consiguiendo que la mujer frente a él suspire hondamente.


–“Por más cruel que suene, esto parece un castigo”– el tono que ella emplea es tan suave que no tarda en darse cuenta de una cosa más, es una Sirena, una bastante fuerte y poderosa, probablemente perteneciente al Ducado Cavanhalty, lo que explica y expone un par de muy interesantes cuestiones –“El futuro Emperador Nocturno ha tenido una visión…”– vaya, es eso, aunque no puede ver el cómo una visión habría de ocasionar el que la pareja Imperial abandonara Palacio –“Ha visto a un bebé nacido de la unión entre un Nocturno y un Celesiano”– ahora si comprende porqué ellos hablan de un castigo por parte de Astaroth –“Ha visto a nuestro hijo mayor enamorándose del heredero al trono de Celes”– esta vez es Frey quien suspira hondamente, intentando imaginar cómo podría él ayudarlos con esa situación, más no puede, simplemente no puede.


–“Sabes muy bien lo que eso podría significar para ellos”– claro que lo sabe, no necesita que Romeo Darko le insinúe el hecho de que ambos podría terminar igual que su hermano.


–“Lo sé, pero no veo el cómo podría serles de ayuda, sólo soy un Guardián”– esta vez ambos Emperadores intercambian miradas, probablemente decidiendo si es el momento de pedir aquello que desean de él.


–“Deja que el futuro Emperador Nocturno tome tu lugar entre los Guardianes, permítele suplantarte aquí en Gea, donde él y el resto de nuestros herederos estarán a salvo de toda amenaza”– sin poder evitarlo, se ríe, imaginando cuán disparatado sería permitir aquello sobre todo conociendo su propio destino.


 –“¿Y qué pasará conmigo? O más bien ¿Cómo pretendes salvar a tu heredero de mi maldición?”– otra vez intercambian miradas, suspirando después, intentando conservar la calma.


–“Él no es como tú, podrá superar eso sin ningún contratiempo”– suena realmente bonito, pero no es como si fuese a creerlo, no recordando la muerte de su hermano, el heredero Nocturno de aquella época.


–“Vaya, me encantaría verlo entonces”– la cínica incredulidad con la que habla parece incomodar a Romeo, porque inconscientemente se aferra más a la criatura entre sus brazos.


–“Deja que mis hijos tomen tu lugar y salvarás a tu Guardián, Príncipe Frey Ellian Darko”– la amenaza es tan certera que retrocede un par de pasos, sus orbes escarlata se abren sorprendidos mientras dirige la mirada hacia la Sirena, ella ya no le sonríe, y es capaz de darse cuenta por su expresión que sin que él pudiese siquiera evitarlo ha leído de él todo cuanto ha querido y necesitado, consiguiendo con una sólo frase, paralizarlo.


–“¿Qué? ¿De qué estas hablando?” – y aun cuando lo intenta su voz se torna entre desesperada y ansiosa, alterada, le ha dado justo en lo segundo más sagrado para él.


–“El actual Concilio parece creer que no necesita de ustedes para vencer cualquier amenaza y han decidido eliminarlos, ellos ya han descubierto la debilidad de los Guardianes y justo en este momento van en camino para eliminar a todos los Von Teniel, sobre todo a Ren”– la respiración se le acelera, pensando en la vida de Ren corriendo peligro, no es la primera vez que lo pierde pero no así, no sin antes poder encontrarse.


–“Bastará nuestra intervención para salvarle, más la decisión es sólo tuya”– lo tienen, verdad o mentira, nada hará que arriesgue a Ren ni por un instante.


–“¿Qué pasará con nosotros si acepto?”– baja la mirada, sabiéndose perdedor en esa batalla, pero pensando en que si con ello logra salvar a Ren habrá valido la pena.


–“Manipularemos al Concilio, Ren y tú serán encerrados en una prisión de la que no podrán escapar, no hasta que el momento llegue, y será nuestro heredero quien los ayude una vez que el peligro haya pasado”– ¿Vivos pero encerrados? Romeo no sabe lo que está diciendo, no lo sabe, pero Ren estará a salvo.


–“E-está bien”– aparta la mirada, mordiéndose los labios, impotente, frustrado… –“Pero antes quiero verlos, al futuro Emperador y a ese Nocturno, al que se enamorará de un Celesiano”– puede que sea una petición egoísta más una parte de sí, desea ver a aquellos dos por quienes los Emperadores parecen estar dispuestos a todo.


El Emperador asiente levemente, moviendo apenas su capa y permitiéndole ver a un chiquillo somnoliento, probablemente bajo la influencia de algún hechizo; toma una de sus manos y lo acerca hacia donde Frey está, parece incluso de su misma edad.


–“Él es mi hijo mayor Yeidher, la pareja destinada del futuro Emperador de Celes”– ajeno a todo y cada vez más adormilado, Yeidher se aferra a la capa de su padre, sin siquiera volverse hacia donde Frey está, el parecido entre padre e hijo es bastante más que notorio, no sólo por el cabello y los ojos, sino por cada rasgo marcado en ellos –“Y ella es mi hija Haylley, la futura Emperatriz Nocturna”– la mirada de Frey queda inmediatamente sobre la criatura que tanto llamara su atención desde el principio, una niña pequeña y preciosa, dormida entre los brazos de su padre, una niña…


–“Es una mujer…”– sin querer las palabras escapan de entre sus labios ante semejante imposibilidad, porque nunca en la historia una mujer había heredado el trono, nunca… y ahora…


–“Es ella quien nació con el Don de la Visión”– otra vez quiere retroceder, ante otra imposibilidad, porque aquel Don reservado sólo a los Emperadores ha surgido en una niña, una niña que se convertirá en la mujer que herede el Imperio, la misma que será quien lo libere


–“El tiempo se acaba Guardián”– la Sirena interviene una vez más, mirándolo fijamente, casi como si una vez más estuviese leyéndolo.


–“Háganlo”– es su última palabra libre, hasta que ella, la futura Emperatriz, lo libere, sabe que su futuro es incierto, pero si Ren está a su lado, si Ren…


 


–“¡Malditos sean!”– saliendo de sus recuerdos abraza las piernas contra su pecho, odiándolos cada vez más, a ellos y a sus malditos hijos, los culpables de su encierro.


–“¿Lo son, verdad?”– levanta la cabeza enseguida, tratando de encontrar a quien ha hablado, su mirada se dirige hacia la puerta de su prisión, distinguiendo entre los barrotes por los cuales apenas entra un poco de luz, una mirada de color escarlata, el mismo color de orbes que poseen todos los Nocturnos.


–“¿Quién eres?”– su voz sale cansada, tanto como lo está todo su cuerpo, el mismo al que intenta mantener despierto, sobre todo ante la risa del extraño.


–“Vaya, mis amados padres no te hablaron de mí, de su verdadero hijo mayor”– otra vez se ríe negando apenas con la cabeza, divertido tal vez por su patética situación –“Mi nombre es Derien, Derien Allen Darko”– Frey contiene la respiración, intentando descubrir si miente, pero está demasiado cansado como para tratar de leerlo.


–“¿Has venido a liberarnos?”– se siente idiota preguntando aquello más la desesperación ya ha comenzado a hacer estragos en él.


–“No, sólo quería recordarte que no debiste confiar nunca en ellos”– sus orbes se abren sorprendidos, y aun cuando le cueste trabajo logra ponerse de pie, corriendo y tropezando hasta la puerta, aferrándose a los barrotes, casi a nada de rogar –“Hasta pronto Frey Darko”– y una vez más se ríe, desapareciendo justo frente a sus ojos.


–“¡Derien! ¡Derien!”– sus gritos hacen eco en su prisión mientras se deja caer contra la puerta, ya no sólo es la desesperación la que lo consume sino también el odio y la sed, la sed de venganza, contra ellos, aquellos que en efecto, lo engañaron…


-


-


Las estrellas apenas se ven en el cielo nocturno, cubiertas por nubarrones que indican una próxima nevada, observando desde el alfeizar de una de las ventanas de la biblioteca, Haylley aguarda pacientemente por el regreso de su hermano Elliot. A su lado Arwin duerme tranquilamente, agotado por el largo día y todo lo que para él significa contenerse, mientras que Yeidher aguarda sentado aun en la mesa. Ambos saben que es cuestión de tiempo para que Elliot regrese, por eso en silencio acordaron esperar por él, aun cuando los nervios han comenzado a causar efecto en ellos.


Y con un movimiento apenas perceptible para los dos, Elliot finalmente irrumpe en la callada habitación, dejando caer sobre la mesa lo que parece un antiguo y gastado pergamino, justo lo que ella le ha pedido conseguir.


Se mueve lo más lenta y sigilosamente que puede, con tal de no despertar a Arwin, acercándose a la mesa y extendiendo el rollo, con la luz de la luna entrando por la ventana como su único apoyo, sus dedos recorren parsimoniosamente el papel, leyendo, buscando, sintiendo al mismo tiempo las miradas de sus dos hermanos observando el mismo objeto, intentando hallar una respuesta.


–“Ese nombre, lo he visto antes”– Yeidher es el primero en hablar, su voz suena como un temblante susurro, clavando la mirada en ellos antes de devolverla al papel –“Ytielle, es raro, por eso lo recuerdo, incluso el rostro es el mismo, pero el apellido es diferente; dice Ytielle Von Schein, esposa de Lexus Von Schein, padres de Luthien, después de Luthien está Lucius, luego Lucien y Lucas… y finalmente Lucian y… aquí debería estar el nombre de Ossiris, que por obvias razones no está…”– sabía que se estaba alejando del punto más quería tener el panorama claro al completo, lo más claro posible si es que sus recuerdos realmente no lo estaban traicionando.


–“¿Dónde los has visto?”– Elliot intenta no alzar la voz para apurar a su hermano, pero por la expresión en el rostro de Yeidher sabe que algo malo va a suceder, o al menos lo presiente.


–“Es él, vi su retrato en la casa de… ella dijo que era su primo, que desapareció y nunca pudo encontrarlo, ella…”– su voz va apagándose más y más, mientras otra vez se siente un tanto atrapado, él sólo quería saber un poco más de sí mismo, de su otra Familia, de las otras Sirenas y Kelpies…


–“Yeidher, ¿Dónde lo has visto?”– esta vez es Haylley quien lo presiona, otra vez su Don parece no cooperar con ella, y aunque se siente intranquila por ello, justo ahora lo que la inquieta más es la expresión de su hermano mayor.


–“Se llamaba Ytielle Cavanhalty, yo… yo vi su retrato en casa de… en casa de Mamá”– sus últimas palabras son como una cruel sentencia, sobre él y sobre sus dos hermanos menores, porque aquello que podría haber significado la salvación de Ossiris se ha convertido en la ruina de su madre.


Los tres lo saben muy bien, cuando Farielle descubra lo que está pasando, cuando ella descubra la forma en que alguien de su familia fue mancillado… incluso el infierno entero podría arder sin control para siempre…


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Notas finales:

Y bien, acá les va el porqué es hermoso, divino, y me hace llorar, el OST de Aldnoah Zero, pues... es que estaba escuchándolo porque me ha estado sirviendo mucho para escribir y de repente me di cuenta de un par de cosillas mientras escribía y escuchaba las letras, y es que... el... argh el opening de la segunda temporada de AZ es... es como una pedrada para mis pobres principitos lindos Inaho y Slaine, y después... estaba que me llevaba la trampa cuando escuché el segundo tema de Slaine, porque amo al maldito principito de porquería aunque a ratos lo odie y piense en tirarlo por una ventana, igual que a Inaho, pero, pero, en serio, les recomiendo mucho que escuchen ese OST, chance y mueren igual que yo...


En fin, fuera de mis desvaríos con AZ, puedo decir que el capítulo de hoy estuvo bastante para comerse las uñas de la impresión, o al menos yo me la pasé así, entre la música y lo que estaba escribiendo.


Le doy mis más sinceras gracias a las 3 personas que me dejaron review: Irene, Princesa Tsunade y Artemis. Lloraré, pero en fin, espero que esta vez mis 6 reviews si lleguen, recuerden que necesito reviews para vivir, por favor.


En fin, les deseo unos muy excelentes días y mucho éxito a todos, hasta pronto yo espero nwn


Au Revoir~~~~~


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