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Susurros En El Silencio por Darko Princess

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XVI

Por Favor, No Me Sueltes

 

Con cada paso que daba, sentía hundirse más y más, la nieve cediendo bajo sus pies descalzos y helados, sin siquiera pensar en detenerse, alejándose a cada segundo de aquel que fuera su hogar, de sus padres, de su hermano, de todo cuanto conocía, pero aún si intentaba mirar atrás, todavía era capaz de escuchar en su mente la voz de su hermano gritándole que huyera.

Trató de apresurar sus pasos más el frío le calaba todos y cada uno de sus huesos, formando un leve vaho con cada suspiro y agitada respiración que escapaba de entre sus ya azules labios. No se trataba sólo de escapar sino también de encontrar un refugio, un lugar en el cual esconderse para poder recuperar fuerzas lo mejor que pudiese.

Sólo que en cuanto el sonido provocado por los cascos de unos caballos se dejó escuchar justo tras él, descansar, recuperar fuerzas o inclusive encontrar un refugio, todo eso se fue al olvido, porque lo único que había en su mente era la necesidad de esconderse, de no dejarse atrapar y así mandar por tierra el sacrificio que sus padres y su hermano habían hecho por él.

Tan sólo necesitaba llegar hasta el bosque, un poco más y podría usar los árboles para ocultarse, pensando en ello intentó forzar a sus piernas a avanzar, tratando de ignorar el frío y el cansancio, aun cuando incluso eso perdió importancia en el instante en que sintió unos brazos rodearlo y levantarlo de entre la nieve.

No podía permitir que lo atraparan, no así, luchando desesperado y con las pocas fuerzas que le quedaban, incluso intentó morder a su captor, parando en cuanto sin querer quedó justo frente a unos enormes orbes color escarlata, un profundo escarlata capaz de atraparlo y dejarlo paralizado.

–“Tranquilo, pronto todo estará bien”– apenas fue consciente del terso susurro pronunciado justo junto a uno de sus oídos, porque esa mirada se había vuelto lo único importante para él.

–“Espera… este no es el Guardián”– recordaba haber escuchado antes esa palabra, “Guardián” sus padres solían contarle historias sobre eso cada noche antes de dormir, incluso esa noche, pero aún así no conseguía entender por qué aquello estaba pasando si sólo era un simple cuento.

–“Un gemelo… una imposibilidad… no, más bien, la perfecta oportunidad”– los parpados le pesaban cada vez más, sólo que no quería dormirse, sin importar lo que esos desconocidos dijeran, todo cuanto ansiaba era quedarse así, perdido en esa mirada, para siempre, por la eternidad.

Más ni siquiera ese simple deseo le fue concedido, pues luego de unos segundos, tan sólo le quedó la oscuridad…

Inconscientemente abrazó las piernas contra su pecho, enterrando el rostro entre sus rodillas, intentando tranquilizar su respiración; hacía tanto tiempo que no soñaba con aquello, más de nuevo se sentía como estarlo viviendo una vez más.

El dolor de la pérdida, la culpa, el vacío y la soledad, todo eso una vez más apoderándose de cada uno de sus pensamientos, derribando las barreras que tanto le había costado construir con tal de protegerse. No deseaba olvidar, eso nunca, más en noches como esa, tan sólo añoraba que no doliera más, no tanto, no de esa forma tan intensa, menos en ese momento en que su dolor se sumaba a esa horrible sensación de saber que alguien se había metido en sus recuerdos, hurgando en sus memorias como un ladrón en busca de un tesoro.

Y le odió, a quien lo había hecho, y también, a quien había forzado aquello. Rodeado por la semi penumbra, apenas consciente del lugar en el que se hallaba, cerró con más fuerza los ojos, obligándose a normalizar su respiración, tratando de recuperar la calma que tan cruelmente le había sido arrebatada.

Sólo entonces fue capaz de escuchar esa voz, la dulce voz de su hada, una vez más cantando para él, acallando cada pensamiento y liberando a su mente de los recuerdos disfrazados de pesadillas; suspirando, se permitió perderse una vez más en la sensación de esa voz sanando sus penas igual que un bálsamo, de la misma forma en que lo había hecho desde que se conocieran.

Su voz y su mirada eran todo cuanto necesitaba para acallar las voces de la culpa haciendo un lío en su cabeza, y bastó con encontrarse una vez más con esos profundos orbes escarlatas como para que el mundo a su alrededor desapareciera, desdibujándose y tornándose oscuro, una noche negra en la cual el único resplandor era ella, brillando como una pequeña estrella entre tanta oscuridad.

Dejó que sus pasos le guiaran hasta alcanzarla, rozando primero una de sus suaves y rosadas mejillas, sin que tan siquiera por un instante sus miradas se separaran, disfrutando una vez más de la tersura y suavidad de esa piel nívea cual porcelana y embriagándose en ese aroma a rojas rosas y dulces, capaz de hacerlo olvidar y anhelar, sensaciones tan contradictorias que incluso perdían sentido en el momento en que los labios de ambos se encontraban, primero rozándose y luego buscándose ansiosamente, intentando transmitir mil y un sensaciones de brillantes tonalidades, como un caleidoscopio multicolor.

–“Ich liebe dich*”– un único susurro que se pierde en medio de la oscuridad mientras sus miradas se vuelven a encontrar en el preciso instante en que el gris puro se torna de un profundo escarlata, compartiendo una vez más el secreto que ambos callan, la eterna entrega de la luz uniéndose a la oscuridad.

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Poco a poco todo comenzó a hacerse más nítido a su alrededor, y aun así, al encontrarse en aquel lugar, tuvo que pestañear un par de veces intentando comprobar si de verdad estaba ahí. Todavía se sentía levemente mareado e incluso era incapaz de recordar lo que había sucedido antes de que su consciencia lo dejara abandonado a su suerte, más no lo consiguió y en su lugar tan sólo obtuvo una nada placentera punzada en su muy revuelta cabeza.

–“Todavía no te muevas, es demasiado pronto”– otra vez tuvo que parpadear, suspirando casi de forma cortada al estar ante el rostro preocupado de ese hombre.

–“¿P-Papá?”– apenas consiguió susurrar, mirando la calmada sonrisa formándose en el rostro de Romeo Darko –“¿Yeidher? ¿Dónde?”– intentó levantarse más el mareo se hizo más intenso e incluso terminó sintiéndose un tanto idiota al tener que ser sostenido por su padre con tal de no terminar en el piso.

–“Elliot, quédate quieto, vas a lastimarte”– quiso replicar ante el obvio regaño, sintiéndose incluso patético al dejar que su padre lo tratara como a un pequeño crío indefenso –“Tu hermano está dormido, la verdad es que no se la has puesto sencilla a nadie”– sólo entonces se dio cuenta de la fría compresa en su frente, probablemente utilizada para bajarle la fiebre.

Apartó la mirada aprisa, casi a nada de blasfemar ante su maldita debilidad; una vez más había caído cual doncella en desgracia, y viendo a su hermano mayor pálido y profundamente dormido en el sofá frente al que él estaba ocupando, tan sólo le confirmó algo que ya sabía.

Idiotamente había tentado a su límite, con tal de mantener a salvo al chiquillo Kelpie, el mismo al cual no veía por ninguna parte, ¿Dónde estaría? ¿Sería posible que al final su esfuerzo no hubiese servido de nada?

–“Tu madre se lo ha llevado a la Casa Cavanhalty, el niño está a salvo, pero tú no jovencito”– justo estaba a nada de agradecer al escuchar aquello, pero con ver la expresión ahora nada contenta de su padre, fija en él, supo que en efecto, la había liado –“¿Cuánto tiempo más pensabas seguir de esa forma?”– no se atrevió a contestar, tan sólo boqueó cual pececito fuera del agua mientras sentía los colores subirle a la cara, más específicamente, el rojo.

–“¡Elliot!”– reconoció esa voz de inmediato, buscando a quien le pertenecía, más antes de intentar moverse otra vez, se sintió atrapado por un cuerpecito cálido y suave mientras el aroma a lavandas y lilas adormecía sus sentidos –“¡Maldito idiota… pro-prometiste nunca dejarme!”– probablemente había intentado reclamarle más al final incluso aquello terminó siendo cortado por el pequeño sollozo acallado contra su pecho mientras instintivamente él lo rodeaba con sus brazos, sintiéndolo incluso temblar.

–“L-lo siento… yo… tenía que hacerlo”– ni siquiera intenta excusarse, porque nada de lo que diga cambiará lo que ha hecho, por eso tan sólo suspira al notar el leve asentimiento que Natsuhi le dedica.

Sí, tal vez arriesgarse a tal nivel hubiese sido una estupidez por su parte pero, ese crío lo valía, valía el tener la oportunidad que el maldito Concilio anterior le había negado, así que no pensaba arrepentirse, no de eso, no sabiendo que con ello había conseguido un poco más de tiempo, ese que tan desesperadamente el chiquillo necesitaba.

Y pese a que su cabeza aún estaba matándolo, se obligó a hacer el esfuerzo de por lo menos sentarse con tal de calmar un poco a su muy asustado gatito; sólo que apenas instantes más tarde, incluso se arrepintió de eso puesto que la maldita sensación punzante no hizo sino incrementar al grado de hacerle cerrar los ojos con tal de que todo dejara de girar.

–“Mejor será que te recuestes otro rato, tu madre se enfadará si cuando vuelva sigues tan mareado”– en otras circunstancias probablemente habría discutido por aquello, sólo que tomando en cuenta el hecho de que su madre de por sí ya debía de estar de bastante mal humor, la idea de meter aún más la pata desde luego, parecía casi una estupidez.

Y claro, pensaba seriamente en tirarse sobre la alfombra y hasta acomodarse un poco ahí, más lo último que se esperaba era justamente que alguien tirara de él por uno de sus brazos, sosteniéndolo firmemente por la cintura antes de que pudiese reconocer el aroma de su padre aturdiendo a su algo descontrolado sentido del olfato.

–“¿Yeidher?”– mordiéndose los labios murmuró el nombre de su hermano con tal de usarlo de excusa para zafarse de su padre y no terminar viéndose aun más inútil, sólo que al abrir los ojos lo último que se esperaba era justamente toparse de frente con la adormilada mirada de su hermano mayor muy cerca de su rostro.

–“Shh… Elle… caminar y dormir es difícil”– en otro momento tal vez hubiese soltado alguna blasfemia más sólo intentó no reírse de la expresión somnolienta que Yeidher tenía mientras se mantenía apoyado sobre la espalda de su padre, prácticamente colgado de su cuello con tal de caminar y no caerse.

Casi sentía vergüenza, sólo que el estar así con su padre, aun siendo ya adultos, terminaba sintiéndose anormalmente bien, casi tanto como seguramente se habría sentido hacerlo siendo aún niños, una oportunidad que desde luego, habían perdido.

–“Silencio los dos, de lo contrario sé que mi muy adorable nuero no dudará en sacarles una fotografía”– en otro momento, la pequeña burla de su padre, acompañada por una leve risita, tal vez lo habría amedrentado pero, al levantar apenas la mirada y ver la expresión sonriente y calmada de Yeidher acomodándose mejor con tal de seguir durmiendo, terminó por borrar de su mente cualquier replica que pudiese habérsele ocurrido.

–“Papá… sólo camina”– esta vez fue él quien pensó en reírse, más tan sólo se limitó a sonreír, cerrar los ojos y dejarse llevar, permitiéndose, al menos por ese momento, ser un niño una vez más.

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En un principio no hubo más que penumbras, más luego su visión fue lentamente aclarándose, seguía encerrado, de eso no le cabía la menor duda, sólo que, al bajar la mirada jamás esperó toparse con una pequeña y pálida figura justo a su lado. Su corazón pareció saltarse un latido antes de sentir la calidez apoderarse de su ser.

–“Ren…”– apenas pudo susurrar, sin atreverse aún a tocarlo, tratando de distinguir si tan sólo era una ilusión o si era la realidad.

Lentamente sus dedos fueron acercándose, rozando primero la pequeña y respingada nariz, al mismo tiempo en que sus latidos se aceleraban, intentando recordar cómo había llegado a ese lugar ¿Qué era exactamente lo que había pasado? En un momento estaba una vez más invadiendo la mente de Ossiris, y al siguiente, al siguiente estaba ahí, contemplando embelesado y sorprendido, a Ren dormir, cargando con miles de escenas revueltas en su mente.

–“Ren… Ren despierta… lo he visto… vi… vi a Arwin”– la voz incluso le temblaba al igual que todo su cuerpo, y aun así estaba ahí, intentando conseguir alguna respuesta por parte de su eterno amante.

Tan sólo tuvo que esperar unos instantes más antes de poder finalmente reencontrarse con ese par de enormes y hermosos orbes grises, un gris puro y helado tornándose cálido en cuanto esa mirada se encontró con la propia.

–“¿Frey…?”– el adormilado susurro que escapó de entre los pálidos labios de su Ren, confirmó sus sospechas, era real, estaban juntos otra vez, más toda la emoción que pudo haber sentido por ello, se esfumó al notar como la mirada cálida de su amado se tornaba en otra muy diferente, tan sólo había dolor y decepción –“¿Qué has hecho?”– no pudo responderle, porque ni siquiera él mismo sabía la respuesta.

Negó apresurado, tratando de expresar con cada parte de su ser, aquello que en palabras no podía explicar; intentó tocarlo pero Ren tan sólo se apartó de su lado, mirándolo dolido, por algo que él seguía sin poder comprender, por algo que seguía ignorando.

–“¿Cómo has podido?”– su voz apenas subió de tono antes de que se mordiera el labio inferior y volviera a mirarlo a los ojos, mostrando tanta decepción, dolor y enfado –“¡Le robaste! ¡Pudiste haberlo matado! ¡Ossiris apenas puede respirar y tú te atreviste a robarle parte de su magia! ¡Le… le has hecho daño! ¡Jugaste con sus recuerdos y también… te metiste con todos los que estaban cerca de él! ¡Lastimaste a mi hermano!”– ni siquiera vio venir el golpe, mucho menos pudo esquivarlo, no al comprender el alcance de lo que había hecho.

Sí, en efecto, se había metido una vez más a la mente de Ossiris, intentaba contactar con alguien del exterior, pero Ossiris se había defendido y entonces… entonces ambos perdieron el control, todos esos recuerdos que ahora poseía, le pertenecían a Ossiris y a todo aquel que hubiera estado cerca de él en ese momento, incluido Arwin Von Teniel, pero… ¿Qué hacía Arwin Von Teniel cerca de Ossiris?

–“Yo… no… no fue mi intención”– inconscientemente intentó alcanzar una vez más a Ossiris sin siquiera poder hallar un rastro… –“No lo encuentro… no está, Ossiris no está”– ¿Lo había matado? ¡No! ¡Tenía que ser un error! Tal vez alguien finalmente se había dado cuenta de sus intrusiones y ahora lo estaban protegiendo, pero entonces ¿Por qué tenía parte de su magia?

–“¡Basta! ¡Te pedí que no lo hicieras más! ¡Por tu culpa Ossiris y… y mi hermano…!”– a pesar de poder sentir el dolor de Ren, e incluso de estar sufriendo por lo que había hecho, no pudo evitar pensarlo, pensar en las consecuencias que sus actos habían traído.

Finalmente iban a ser libres, escapar acababa de convertirse en una realidad cada vez más cercana mientras sentía toda esa magia fluyendo por sus venas, ahora sólo tenía que encontrar las llaves de su prisión, y entonces podría vengarse de ella, de la maldita Haylley Darko, por no cumplir con su trato, por traicionarlos…

Y entonces, a pesar de los gritos y la furia que Ren estaba mostrándole, decidió intentarlo, buscar por las llaves que mantenían sellada su jaula, rastreando primero por una apuesta segura… un Von Schein… lentamente la sonrisa se dibujó en sus labios al hallarlo: Lucian Von Schein y… muy cerca, la otra llave casi parecía resplandecer, un Avalon… Avalon ¿Yoru?… ¿Yoru?

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No pudo más que contemplarlo en silencio, sintiendo como la tristeza y la esperanza parecían pelear en su interior por tomar el control de sus emociones. Era un chiquillo precioso, perfecto, una copia casi exacta de quien había sido su amado primo; tan parecido y a la vez tan diferente a Ytielle Cavanhalty, y ahora estaba ahí, frente a sus ojos, profundamente dormido, casi resplandeciendo entre todos esos nenúfares multicolor que lo rodeaban mientras el padre de Ytielle lo sostenía delicadamente por una de sus pequeñas manos, blanca y pálida al igual que el resto de su tez.

Era un intento bastante desesperado por salvarlo, pero incluso así, estaban dispuestos a luchar por él; el agua tenía que ayudarlos, reparar aunque fuese una mínima parte de todo el daño, eso mientras conseguían una mejor solución.

Sabía que debía volver a casa, sólo que se le tornaba tan difícil al estar frente a ese niño, era todo cuanto les quedaba de Ytielle y aún así lo estaban perdiendo ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué debían sólo aguardar y mirar impotentes como el corazón del pequeño Kelpie Ossiris finalmente se detenía? ¿Por qué tenía que pasar justo frente a sus ojos? Si no conseguían sanarlo aunque fuese un poco, entonces tendría que verlo morir, igual que había pasado con Soleil y con todos aquellos a quienes en el camino había perdido.

Igual que casi había pasado con uno de sus hijos, aun ahora no podía evitar el pensar en qué habría sido de ella si perdía también a Elliot, la desaparición de Derien había dolido, pero ver morir a Elliot, eso la habría matado. Y fue justamente ante ese pensamiento que finalmente logró apartar la mirada decidida a regresar a casa; su hijo también la necesitaba, Elliot necesitaba que ella una vez más fuese el puente que le retuviera y apartara del camino hacia el Abismo.

 No se atrevió a despedirse o a pronunciar siquiera una palabra, extrañamente, el silencio parecía haberse apoderado de ella de tal forma en que ni siquiera su cuñada Yukari había conseguido hacerle pronunciar palabra alguna. El paisaje a través de la ventana tampoco le produjo nada, estaba dividida, mientras más avanzaban, más se alejaba de Ossiris, pero al mismo tiempo, más cerca estaba de Elliot.

Suspirando, sin querer su mirada se encontró justamente con la de su suegro, Shigeru Darko parecía tan inexpresivo como siempre, sólo que incluso en ese mutismo ella era capaz de leer parte de todo cuanto callaba. ¿De qué se culpaba esta vez? No se atrevió a preguntarle, y en silencio agradeció que Yukari lo apartara de su camino, porque justo ahora no se sentía con energías para tratar con un problema más.

Y cuando finalmente logró llegar a la sala de estar, sus nervios parecieron jugarle una mala pasada al hallarla vacía. ¿Dónde? ¿Dónde estaba su hijo? Instintivamente corrió perdiéndose entre el laberinto de pasillos en Palacio, deteniéndose casi de golpe frente a esa puerta que tantos recuerdos agridulces le traía.

Despacio giró el picaporte, empujando la puerta mientras con su mirada buscaba por respuestas; lo primero en recibirla fue la figura taciturna y pensativa de su nuero. Natsuhi lucía triste e intranquilo, como hacía tanto no se veía, y al darse cuenta de la razón, casi quiso reírse, de no ser porque seguramente aquello habría perturbado más a su nuero.

–“No deberías preocuparte, ellos son así desde pequeños”– murmuró, sonriendo suavemente mientras las miradas de ambos se posaban una vez más en aquello que parecía irritar hasta cierto punto a Natsuhi.

Hacía demasiado tiempo que no miraba a sus hijos de esa forma, tanto, que casi había olvidado lo cercanos que eran el uno del otro. Porque aún si ahora Elliot afirmaba detestar a su hermano Yeidher, en momentos así era que se daba cuenta de su engaño.

Y es que poder ver a sus hijos durmiendo prácticamente abrazados después de tanto tiempo de no tenerlos, simplemente la hacía sonreír. Aunque supiese que al despertar Elliot saltaría de la cama mirando a Yeidher como si este tuviese lepra, antes de arrojarle algo o golpearlo, mientras que Yeidher se limitaría a reírse y burlarse aun cuando por dentro diera brincos cual niño pequeño en la mañana de navidad.

Pero al menos por ahora, disfrutaría de mirarlos así y suspirar felizmente por un rato más, sobre todo al notar la forma en que inconscientemente Elliot se aferraba más al brazo izquierdo de su hermano mayor, usando el derecho a modo de almohada mientras que Yeidher lo acurrucaba más contra su cuerpo, sosteniéndolo suavemente por su cabeza, con los dedos perdidos entre el rojizo cabello de su hermano menor y el rostro pegado a su frente, casi como si estuviese aspirando el aroma de Elliot.

–“Hmn… este esposo mío, dejando a sus hijos con los zapatos puestos”– suspiró mientras negaba suavemente con la cabeza, plenamente consciente de lo poco o nada que ese detalle debía de importarle a su nuero.

No lo culpaba por sentirse inseguro, después de todo, Natsuhi aún ignoraba tantos detalles sobre la vida de Elliot, que por eso ante semejantes escenas, era compresible el mirarlo ponerse tenso y a la defensiva. Sólo que ella, Farielle, si conocía esos pequeños sucesos, y por ello todo eso tomaba un matiz diferente, uno incluso dulce.

–“Fari cariño, sabes que yo no cometería una falta así, pero pareces haber olvidado la manía de nuestros hijos por caminar medio dormidos, sino, ¿Cómo explicar el que los encuentres así cuando los he dejado en camas separadas?”– bastó con mirar la calmada sonrisa en el rostro de su esposo Romeo como para hacerle dibujar una más amplia mientras ambos se acercaban a sus bellos durmientes, porque sin importar cuánto crecieran, para ellos siempre serían niños, sus niños.

Cuidando de no despertarlos, suavemente apartó un par de mechones rojizos del rostro de Elliot, mirándolo arrugar la nariz bajo la sensación de su tacto, e incluso provocándole picarlo un poco, aunque al final incluso se abstuvo de eso con tal de no despertarlos, o más bien, despertarlo, ya que apenas apartó por unos instantes la mirada del rostro de Elliot, se encontró con el par de adormilados orbes de Yeidher observándola por entre sus pestañas.

–“Esta bien mi dulce, duerme un poco más”– sonriéndole con suavidad, apenas pudo contener una risita al mirarlo soltar un pequeño bostezo antes de cerrar los ojos y acercar más a su hermano menor, de nuevo buscando protegerlo incluso en sueños.

Mirarlo de esa forma le recordó una vez más aquella duda que tal vez nunca desaparecería por completo, ni siquiera ante el intento de consuelo que significaba el pensar “fue lo mejor” porque no lo era, no viendo las evidencias ante ella.

–“Tal vez imponerte una carga tan pesada fue un error”– murmuró mientras esta vez sus dedos recorrían suavemente la tersa y rosada mejilla de un nuevamente dormido Yeidher.

–“¿Carga? ¿Qué carga?”– por un momento se había olvidado de la presencia de Natsuhi en el lugar, más al volverse hacia él y notar la confusión en su mirada, pensó en si confesar aquel crimen conseguiría calmar mínimamente el temperamento de su joven nuero para con su hijo mayor.

–“Cuando… cuando nosotros dejamos a nuestros hijos con los humanos, con tal de protegerlos, tomamos todos sus poderes y sus recuerdos y los sellamos, tan sólo aguardando por el momento en que pudiésemos recuperarlos pero…”– no sabía cómo seguir, confesar aquello no sólo era doloroso sino también cruel, un acto vil de cuya culpa nunca conseguirían escapar.

–“Esa noche, lo último que Yeidher escuchó de mí, el único recuerdo que le permití conservar, fue… fue aquello que lo marcó: “No importa el qué, debes proteger a tus hermanos, mantenerlos a salvo… siempre…” sabía muy bien lo que estaba haciendo, pero quise creer que no sería tan terrible; fui cobarde y terminé encadenando a mi propio hijo al Abismo”– sí, debía haber confiado en la fuerza de sus propios hijos, más en su lugar, egoístamente había condenado a uno de ellos. Romeo Darko falló, no como Emperador, sino como padre, y el resultado de ese acto se mostraba tan claramente ante sus ojos.

Aun si ahora podía verlo sonreír, ambos, tanto él como su esposa, eran conscientes de la verdad: Yeidher estaba viviendo a medias, tan sólo aguardando siempre al momento en que una vez más tuviese que seguir aquello grabado tan profundamente en su alma. Y entonces, en el momento menos pensado, a cambio de cualquiera de sus hermanos, lo verían entregarse a la muerte.

Sin poder ni querer evitarlo, la mirada de Natsuhi se detuvo unos instantes en ambos antes de dirigirse hacia aquel a quien desde el primer encuentro no conseguía aceptar. Finalmente podía comprenderlo, Yeidher amaba a Elliot, de una forma tan pura como sólo un hermano podría lograr hacer, y su amor era una cadena, su amor por sus hermanos era el grillete que Natsuhi había visto desde la primera vez que su mirada se había encontrado con la figura del 1er Príncipe Nocturno. Recordar ahora las palabras que había usado para referirse a él, le sabía a culpa Parece estar atado, reprimiendo todo aquello que lo haría ser él mismo” y lo estaba, una correa tan firme y agridulce que no le permitía vivir y sentir a plenitud, un lazo atado a su cuello, alma y corazón, el mismo que en cualquier momento lo destruiría, no sólo a él, sino a toda su familia, y tal vez lo que más culpa le generaba, no era saberlo, sino el comprender que sin importar cuanto lo intentaran, ninguno de ellos podría salvarlo, no cuando el juramento ahora poseía no sólo raíces, sino también ramas.

Después de todo, durante ese tiempo en el que Elliot usó su Luz para retener a Ossiris, quien había mantenido a Elliot con ellos, no había sido él, sino Yeidher, todas esas veces en que los encontró tan juntos, no eran únicamente porque el mayor de los hermanos quisiese estar cerca, sino porque una vez más, lo estaba protegiendo, pero cuánto más podrían continuar de esa forma, cuánto tiempo tendrían hasta que… hasta que todo se viniera abajo, hasta que su mundo casi perfecto, ese por el cual tanto habían luchado, quedara hecho trizas…

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*Ich liebe dich: Te amo

Notas finales:

Saben qué? Estoy llorando, pase media hora escribiendo mis notas finales y el maldito buscador me cerró la página y lo borró todo!!!! Estoy muy frustrada, tengo sueño y no puedo dejar de llorar porque me esforcé mucho escribiendo las notas, no quiero volver a escribirlas, justo ahora sólo quiero tirar la computadora al piso y seguir llorando...

Gracias por todo su apoyo y disculpen que siempre me tarde tanto y que además ahora me ponga a hacer un berrinche, pero por favor, de verdad me encantaría que por esta vez me hicieran un poco feliz con el mínimo 6 reviews y también, ayudando a que la página de facebook llegué cuando menos a los 50 likes, a cambio, y porque se acerca navidad, yo prometo publicar el siguiente capítulo, puntualmente en 2 semanas.

https://www.facebook.com/Darko00HeavenandHell/?fref=ts

Gracias a todos por leer pero sobre todo gracias a las lindas personitas que siempre dejan reviews, espero pronto sean más, y también disculpen que está vez no los nombre, pero como dije, ya lo tenía todo listo y el buscador me arruinó, no me odien, por favor, y de nuevo gracias.

PD: Para quienes lo estén pensando, sí, Arwin es alemán, y si quieren saber más curiosidades sobre la historia o cualquiera de los personajes, sólo tienen que dejar sus preguntas en un maravilloso review y con todo gusto las respuestas serán publicadas en la página de facebook.

Hasta pronto y gracias

Au Revoir~


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